Cuartel Los Leones
La historia cuenta que cuando nuestra Compañía se fundó, en 1958, para poder entrar en servicio como Compañía del Cuerpo y tener el número 14 (habían sólo 13 Compañías en esa época), debía esta conseguir una bomba y un cuartel, en la comuna de Providencia.
Una vez realizados estos trámites, entre otros, como capacitarse, se le permitiría a la Compañía fundarse. Y así fue, rápidamente nuestros futuros voluntarios consiguieron una “antigua” propiedad ubicada en Av. Los Leones 1875, casi esquina de Av. Francisco Bilbao, donde provisoriamente partiría sus funciones nuestra Compañía.
Esa casa, la misma que despedimos el año 2006, era pequeña y de adobe. Tenía 3 piezas, dos pisos, dos baños, living comedor y 1 cocina. Atrás un jardín bien tenido y al lado un estacionamiento.
En meses, se construyó la sala de máquinas, se habilitó un pequeño casino, las piezas se transformaron en la guardia nocturna, el living y comedor en oficinas y se construyó una casa para cuartelero, casi de material ligero.
Así partimos, con lo justo en cuartel, con lo mínimo en material, basta recordar que nuestra primera bomba era la antigua y casi en desuso Delahaye, de la década del 30 y perteneciente anteriormente a la 4ª “Pompe France”, pero con muchas ganas de aprender y crecer.
Con los años, habilitamos un living, una sala de juego, nuevos baños, nuevas casas de cuarteleros. Construimos con nuestras manos la piscina en el jardín posterior y ampliamos la cocina.
Vino la década del 60 y según la planificación del Cuerpo de Bomberos de Santiago, el próximo cuartel en construirse sería el nuestro. Pero el destino no lo quiso así y un inesperado y traicionero incendio afectó al cuartel de la 4ª Compañía. De inmediato nosotros cedimos nuestra posición y se construyó el nuevo cuartel de la Pompe France.
Era lo correcto, era lo necesario.
Si así pasaron los años, siempre el tema de nuestra nueva casa fue recurrente. Sin embargo, ante la falta de posibilidades y concreción de este sueño, fuimos ampliando nuestro ya muy antiguo cuartel. A comienzo de los 80, se construyó una nueva guardia nocturna en el primer piso. Con esto, se eliminó el patio de lavado tras la sala de máquinas, para dejarle este espacio a la nueva guardia. Ahora teníamos 4 piezas, dos baños y un living-comedor-cocina, todo equipado para 9 guardianes.
La guardia del segundo piso se convirtió en oficinas y pieza de mensajeros y las oficinas del primer piso en sala de televisión y estudio.
Una década después veríamos nuevos cambios, ahora ampliaríamos el living y casino hacia la parte posterior de la sala de máquinas, desplazando ésta hacia delante. Así mismo modificamos el bar, la sala de juegos y pool, el piso y enchape de muros interiores. La fachada tuvo en estos años 3 cambios de estilo y color.
De a poco nos íbamos adaptando a las necesidades de los tiempos, de una forma u otra nos arreglábamos. Por ejemplo, nunca tuvimos una sala de reuniones de Compañía, simplemente sacábamos los sofás y mesas y colocábamos en su lugar sillas.
Tampoco tuvimos casino abierto al público, el espacio nos lo impedía. O estábamos los bomberos en el cuartel o personas de afuera. Ambos no cabíamos. De hecho, nuestro casino tenía sólo 4 mesas.
Otra característica, en este caso más grave y complicada, eran el tamaño reducido de las casas de nuestros cuarteleros. Realmente pequeñas y estrechas. Lo mismo con “la pieza” de mensajeros. Ahí convivieron nuestros mensajeros, en una pieza común con baño común.
Otro ejemplo, es que jamás nuestro Director tuvo oficina, sólo había espacio para la capitanía y ayudantía, donde además trabajaba el tesorero, secretario, secretaría, etc. La sala de consejo fue implícitamente la oficina del Director. Aun así, no solamente estábamos acostumbrados a esta estrechez, la queríamos y la considerábamos tremendamente acogedora.
Sin embargo, los años ya estaban dañando en exceso nuestro cuartel. Los muros, ya partidos, no paraban de crujir, el piso de acceso ya había cedido completamente y los baños estaban prácticamente inutilizables.
Cada lluvia de invierno veíamos como los techos dejaban pasar por todas partes las goteras y cada vez que se prendía un horno, el sistema eléctrico se caía completamente.
Así con esta situación, el año 2002, el Director de la época Daniel Fuenzalida, retoma el antiguo deseo de cambiarnos y nombra una comisión que debería trabajar en conseguir los recursos, ubicar un lugar y concretar el cambio de cuartel.
http://www.14.cl/sitio/?page_id=56
La historia cuenta que cuando nuestra Compañía se fundó, en 1958, para poder entrar en servicio como Compañía del Cuerpo y tener el número 14 (habían sólo 13 Compañías en esa época), debía esta conseguir una bomba y un cuartel, en la comuna de Providencia.
Una vez realizados estos trámites, entre otros, como capacitarse, se le permitiría a la Compañía fundarse. Y así fue, rápidamente nuestros futuros voluntarios consiguieron una “antigua” propiedad ubicada en Av. Los Leones 1875, casi esquina de Av. Francisco Bilbao, donde provisoriamente partiría sus funciones nuestra Compañía.
Esa casa, la misma que despedimos el año 2006, era pequeña y de adobe. Tenía 3 piezas, dos pisos, dos baños, living comedor y 1 cocina. Atrás un jardín bien tenido y al lado un estacionamiento.
En meses, se construyó la sala de máquinas, se habilitó un pequeño casino, las piezas se transformaron en la guardia nocturna, el living y comedor en oficinas y se construyó una casa para cuartelero, casi de material ligero.
Así partimos, con lo justo en cuartel, con lo mínimo en material, basta recordar que nuestra primera bomba era la antigua y casi en desuso Delahaye, de la década del 30 y perteneciente anteriormente a la 4ª “Pompe France”, pero con muchas ganas de aprender y crecer.
Con los años, habilitamos un living, una sala de juego, nuevos baños, nuevas casas de cuarteleros. Construimos con nuestras manos la piscina en el jardín posterior y ampliamos la cocina.
Vino la década del 60 y según la planificación del Cuerpo de Bomberos de Santiago, el próximo cuartel en construirse sería el nuestro. Pero el destino no lo quiso así y un inesperado y traicionero incendio afectó al cuartel de la 4ª Compañía. De inmediato nosotros cedimos nuestra posición y se construyó el nuevo cuartel de la Pompe France.
Era lo correcto, era lo necesario.
Si así pasaron los años, siempre el tema de nuestra nueva casa fue recurrente. Sin embargo, ante la falta de posibilidades y concreción de este sueño, fuimos ampliando nuestro ya muy antiguo cuartel. A comienzo de los 80, se construyó una nueva guardia nocturna en el primer piso. Con esto, se eliminó el patio de lavado tras la sala de máquinas, para dejarle este espacio a la nueva guardia. Ahora teníamos 4 piezas, dos baños y un living-comedor-cocina, todo equipado para 9 guardianes.
La guardia del segundo piso se convirtió en oficinas y pieza de mensajeros y las oficinas del primer piso en sala de televisión y estudio.
Una década después veríamos nuevos cambios, ahora ampliaríamos el living y casino hacia la parte posterior de la sala de máquinas, desplazando ésta hacia delante. Así mismo modificamos el bar, la sala de juegos y pool, el piso y enchape de muros interiores. La fachada tuvo en estos años 3 cambios de estilo y color.
De a poco nos íbamos adaptando a las necesidades de los tiempos, de una forma u otra nos arreglábamos. Por ejemplo, nunca tuvimos una sala de reuniones de Compañía, simplemente sacábamos los sofás y mesas y colocábamos en su lugar sillas.
Tampoco tuvimos casino abierto al público, el espacio nos lo impedía. O estábamos los bomberos en el cuartel o personas de afuera. Ambos no cabíamos. De hecho, nuestro casino tenía sólo 4 mesas.
Otra característica, en este caso más grave y complicada, eran el tamaño reducido de las casas de nuestros cuarteleros. Realmente pequeñas y estrechas. Lo mismo con “la pieza” de mensajeros. Ahí convivieron nuestros mensajeros, en una pieza común con baño común.
Otro ejemplo, es que jamás nuestro Director tuvo oficina, sólo había espacio para la capitanía y ayudantía, donde además trabajaba el tesorero, secretario, secretaría, etc. La sala de consejo fue implícitamente la oficina del Director. Aun así, no solamente estábamos acostumbrados a esta estrechez, la queríamos y la considerábamos tremendamente acogedora.
Sin embargo, los años ya estaban dañando en exceso nuestro cuartel. Los muros, ya partidos, no paraban de crujir, el piso de acceso ya había cedido completamente y los baños estaban prácticamente inutilizables.
Cada lluvia de invierno veíamos como los techos dejaban pasar por todas partes las goteras y cada vez que se prendía un horno, el sistema eléctrico se caía completamente.
Así con esta situación, el año 2002, el Director de la época Daniel Fuenzalida, retoma el antiguo deseo de cambiarnos y nombra una comisión que debería trabajar en conseguir los recursos, ubicar un lugar y concretar el cambio de cuartel.
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