HISTORIAS REALES DE BOMBEROS.

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Cuartel Los Leones


La historia cuenta que cuando nuestra Compañía se fundó, en 1958, para poder entrar en servicio como Compañía del Cuerpo y tener el número 14 (habían sólo 13 Compañías en esa época), debía esta conseguir una bomba y un cuartel, en la comuna de Providencia.

Una vez realizados estos trámites, entre otros, como capacitarse, se le permitiría a la Compañía fundarse. Y así fue, rápidamente nuestros futuros voluntarios consiguieron una “antigua” propiedad ubicada en Av. Los Leones 1875, casi esquina de Av. Francisco Bilbao, donde provisoriamente partiría sus funciones nuestra Compañía.


Esa casa, la misma que despedimos el año 2006, era pequeña y de adobe. Tenía 3 piezas, dos pisos, dos baños, living comedor y 1 cocina. Atrás un jardín bien tenido y al lado un estacionamiento.

En meses, se construyó la sala de máquinas, se habilitó un pequeño casino, las piezas se transformaron en la guardia nocturna, el living y comedor en oficinas y se construyó una casa para cuartelero, casi de material ligero.

Así partimos, con lo justo en cuartel, con lo mínimo en material, basta recordar que nuestra primera bomba era la antigua y casi en desuso Delahaye, de la década del 30 y perteneciente anteriormente a la 4ª “Pompe France”, pero con muchas ganas de aprender y crecer.

Con los años, habilitamos un living, una sala de juego, nuevos baños, nuevas casas de cuarteleros. Construimos con nuestras manos la piscina en el jardín posterior y ampliamos la cocina.

Vino la década del 60 y según la planificación del Cuerpo de Bomberos de Santiago, el próximo cuartel en construirse sería el nuestro. Pero el destino no lo quiso así y un inesperado y traicionero incendio afectó al cuartel de la 4ª Compañía. De inmediato nosotros cedimos nuestra posición y se construyó el nuevo cuartel de la Pompe France.
Era lo correcto, era lo necesario.

Si así pasaron los años, siempre el tema de nuestra nueva casa fue recurrente. Sin embargo, ante la falta de posibilidades y concreción de este sueño, fuimos ampliando nuestro ya muy antiguo cuartel. A comienzo de los 80, se construyó una nueva guardia nocturna en el primer piso. Con esto, se eliminó el patio de lavado tras la sala de máquinas, para dejarle este espacio a la nueva guardia. Ahora teníamos 4 piezas, dos baños y un living-comedor-cocina, todo equipado para 9 guardianes.


La guardia del segundo piso se convirtió en oficinas y pieza de mensajeros y las oficinas del primer piso en sala de televisión y estudio.
Una década después veríamos nuevos cambios, ahora ampliaríamos el living y casino hacia la parte posterior de la sala de máquinas, desplazando ésta hacia delante. Así mismo modificamos el bar, la sala de juegos y pool, el piso y enchape de muros interiores. La fachada tuvo en estos años 3 cambios de estilo y color.

De a poco nos íbamos adaptando a las necesidades de los tiempos, de una forma u otra nos arreglábamos. Por ejemplo, nunca tuvimos una sala de reuniones de Compañía, simplemente sacábamos los sofás y mesas y colocábamos en su lugar sillas.
Tampoco tuvimos casino abierto al público, el espacio nos lo impedía. O estábamos los bomberos en el cuartel o personas de afuera. Ambos no cabíamos. De hecho, nuestro casino tenía sólo 4 mesas.

Otra característica, en este caso más grave y complicada, eran el tamaño reducido de las casas de nuestros cuarteleros. Realmente pequeñas y estrechas. Lo mismo con “la pieza” de mensajeros. Ahí convivieron nuestros mensajeros, en una pieza común con baño común.

Otro ejemplo, es que jamás nuestro Director tuvo oficina, sólo había espacio para la capitanía y ayudantía, donde además trabajaba el tesorero, secretario, secretaría, etc. La sala de consejo fue implícitamente la oficina del Director. Aun así, no solamente estábamos acostumbrados a esta estrechez, la queríamos y la considerábamos tremendamente acogedora.


Sin embargo, los años ya estaban dañando en exceso nuestro cuartel. Los muros, ya partidos, no paraban de crujir, el piso de acceso ya había cedido completamente y los baños estaban prácticamente inutilizables.
Cada lluvia de invierno veíamos como los techos dejaban pasar por todas partes las goteras y cada vez que se prendía un horno, el sistema eléctrico se caía completamente.
Así con esta situación, el año 2002, el Director de la época Daniel Fuenzalida, retoma el antiguo deseo de cambiarnos y nombra una comisión que debería trabajar en conseguir los recursos, ubicar un lugar y concretar el cambio de cuartel.


http://www.14.cl/sitio/?page_id=56
 

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Un sueño hecho realidad

Por Nataly Guerrero
2012-04-21
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Un joven con discapacidad física fue bombero por un día.


Santiago Alejandro Rodríguez López, un joven con capacidades especiales, en la presente semana cumplió uno de sus sueños, pues el pasado martes 17 de abril celebró 24 años de edad y ese día vio cumplida una de sus ilusiones, que era vestir el uniforme del Cuerpo de Bomberos y recorrer la ciudad en una unidad de la institución.
Mariela López, madre de Santiago, con lágrimas en los ojos dio a conocer que uno de los sueños de su hijo era ser bombero; “como madre esperaba que llegue el día de su cumpleaños, el lunes fuimos hasta la institución, en donde dialogamos con Mario Garcés, jefe del Cuerpo de Bomberos, quien brindó toda la ayuda para cumplir este sueño”.
La madre de Santiago le vistió con el uniforme de bombero que fue obsequiado por su primo el día de su cumpleaños, de inmediato llegó al domicilio un vehículo que lo trasladó hasta el Cuerpo de Bomberos de Salcedo; Santiago escogió la unidad que le llevaría a recorrer la ciudad, así vio su sueño hecho realidad: “ser bombero por un día”. Mariela López agradece al Cuerpo de Bomberos por la colaboración prestada y el entusiasmo para hacer realidad un sueño.
Por su parte Mario Garcés, satisfecho por el deber cumplido, entregó en las manos de Santiago material que identifica al Cuerpo de Bomberos, lo que despertó la felicidad y el entusiasmo de quien por circunstancias de la vida se encuentra en una silla de ruedas; Garcés señaló que un caso similar ocurrió en la ciudad de Guayaquil, pero el sueño de un joven de ser bombero no se cumplió en vida, por lo que su ataúd fue subido a la unidad bomberil; el jefe del Cuerpo de Bomberos recibió el pedido de aquella madre con el mayor de los agrados, “puesto que estamos para dar cualquier tipo de servicio y más aún a una persona que está disminuida físicamente”.



http://www.elciudadano.com.ar/noticias/leer/587/escandalo-y-una-nueva-denuncia-en-los-bomberos.html
 

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Viernes 25 de Noviembre de 2005: Ese día llegué al cuartel como un cuarto para las cuatro. La B-2 había salido a la alarma de incendio forestal que se había dado en el Cerro Renca. Tomé una micro y me dirigí con ciertas dudas hacia aquel sector donde nunca antes había estado. Me bajé como a cuatro cuadras de la ladera del cerro, en uno de los tantos focos de incendio. Los segundinos estaban trabajando un poco más arriba del cerro, en un sector que ya lo estaban controlando.
Pasó un buen rato, hasta que el Comandante a cargo nos dio retirada. Pasamos a un grifo a llenar nuevamente el estanque de la B-2 y por radio fuimos informados que debíamos acudir en clave 0-11 al cuartel de la 21 compañía, esto significaba que teníamos que cubrir su cuartel mientras B-21 seguía trabajando en el mismo incendio. La noticia fue tomada sin mucho ánimo, ya que se deseaba llegar pronto a nuestro cuartel con el fin de estar más cómodos, luego de un duro trabajo en el cerro bajo el sol. Sin embargo partimos a cumplir la orden que se nos había encomendado. Llegando al cuartel de la 21 compañía, ubicado a algunos metros de la plaza de renca, fuimos recibidos por su director, quien nos brindó un excelente trato, ofreciéndonos bebidas y más comodidades.
Poco más de una hora después, llega B-21 a su cuartel que en ese momento se encontraba resguardado por nosotros. Habían terminado su tarea en el cerro y nos despedíamos cordialmente de ellos, mientras nos aprontábamos a dirigirnos a nuestro cuartel.
Nos esperaba un ejercicio de compañía, el cual comenzó puntualmente a las 20 hrs. Se trataba de una interesante exposición sobre el trabajo realizado por un grupo de psicólogos en torno al tema del stress laboral. Cuando el ejercicio llevaba cerca de media hora de desarrollo, comienzan a precipitarse informaciones radiales que nos comenzaron a dejar cada vez más perplejos y expectantes. La atención antes prestada al ejercicio ya no era la misma en nuestro Salón de Sesiones, hasta que llegó el momento en que un voluntario pidió con cierta angustia si nuestro capitán podría informarnos sobre las noticias que ya intuíamos y lamentábamos. Nuestro capitán Rodrigo Toledo nos pidió que nos pusiéramos de pie y que guardáramos un minuto de silencio. Con la voz afectadísima y con gran pesar espiritual, nos informaba que un nuevo mártir tenía nuestro Cuerpo: Juan Encina Espinoza. La B-21 y sus voluntarios, poco después de haberse despedido de nosotros, había salido a un nuevo llamado en el mismo cerro. Queriendo alcanzar los focos ardientes que se encumbraban altos, el terreno del camino cedió, haciendo desbarrancar cerro abajo el vehículo y los voluntarios que lo tripulaban.
El capitán pidió que, dadas las circunstancias, el ejercicio fuera interrumpido. Con las imágenes de aquella reciente despedida entrechocándose en nuestro interior, fuimos saliendo uno a uno del Salón sin poder abarcar desde la imaginación lo que la realidad nos presentaba. Caras sonrientes y cansadas, llenas de la satisfacción de haber cumplido con el destino de sus voluntades, nos habían despedido poco más de una hora antes. Rostros que en esos momentos estarían sin duda reflejando otros sentimientos, pero el mismo sentido profundo.
Apenas atravesé el umbral del Salón de Sesiones, caen en su zarpazo los timbres de la Segunda “Esmeralda”. Corrí escaleras abajo junto con cinco segundinos más para zarpar con la B-2 hacia el destino que ahora era el nuestro. Vistiéndonos y preparándonos para enfrentar lo que viniese con el temple que nos construíamos en silencio. Puedo aseverar que esa mueblería en llamas fue finalmente extinguida de manera distinta, y es que sin duda fue extinguida con más orgullo que agua, con el trabajo profundo y radical de estar dedicando aquella labor a quienes de nuestras mentes no se apartaban, a los voluntarios veintiuninos que en ese momento nos acompañaban en el pecho.
Ese día aprendí que el espíritu segundino tiene que ver con una visión. Este tipo de circunstancias se enfrentan con dos cosas: con Hombría y con Sensibilidad, tal como nosotros, los bravos segundinos, respiramos la vida.


Carlos Subiabre Sierralta
Voluntario Activo
Segunda Esmeralda

http://segundinos.cl/relatos-segundinos/2687-2/
 

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El viernes 23 de enero de 1959

Enero, al parecer, no es el mes de las buenas nuevas para la Tercera. Habían transcurrido cincuenta y dos años de aquella horrible desgracia, en la cual perdieron la vida nuestros primeros mártires: Devés y Van Buren.

Un veraniego viernes 23 de enero de 1959 todo era vacaciones para algunos, otros, como por ejemplo los bomberos porteños, regocijados porque una Compañía de nuestro propia ciudad justo aquel día enteraba su primer centenario de vida (La Sexta).

A las 11,50 horas sonaron los timbres de alarma, indicándose como sitio amagado un inmueble de la calle San Benito del Cerro Larraín. Nuestro carro sale al mando del Teniente 1º señor Aníbal Cruzat Matta, conducido por el Cuartelero señor Manuel Urra Riveros y tripulado por el Sargento 2º señor Víctor Jeanneret Chellew, el voluntario señor Pedro Sepúlveda, el voluntario de la 2ª Compañía señor Gustavo Neckelmann W. Y por el ayudante de cuartelero señor Carlos Urra, hijo del conductor.

Nuestro carro American La France enfiló por la Avenida Pedro Montt, una serie de circunstancias impredecibles se conjugaron en el cruce de esa avenida con Uruguay. Un trolebús estaba reiniciando su movimiento tras estar detenido en la esquina, lo que no permitió la visión de nuestro Cuartelero para visualizar lo que venía desde calle Uruguay. A su vez, el carro Mack de la 5ª Compañía, que tenía su cuartel provisorio en calle Van Buren, bajaba por Avenida Uruguay para tomar Pedro Montt. Al llegar al cruce, se encontró con una camioneta indebidamente detenida que le impedía el libre tránsito, en el medio de la calle se había formado un montículo de arena extraída desde el cauce de aquel cruce. Todo esto se confabuló para que el Cuartelero de la 5ª tuviese que hacer una maniobra desesperada y doblar en Pedro Montt sin visión alguna . La colisión fue feroz. El carro de la Tercera se encontró de pronto con el carro de la 5ª, al que chocó por la parte trasera, ya que éste estaba cruzando la calzada.

Debido al violento impacto, el carro de la 5ª giró sobre sí mismo dos veces y se precipitó, sin control, sobre el trolebús 823, rebotando en él y girando nuevamente esta vez en sentido contrario, pasando a llevar a un comerciante ambulante.

El carro de la 3ª, aún cuando su velocidad disminuyó ostensiblemente al chocar con el de la 5ª, alcanzó a desplazarse algunos metros más, atropellando a su paso a un transeúnte. La cabina de nuestro carro quedó totalmente destrozada.

Después de eternos cuatro minutos de esfuerzos, se logró rescatar de entre los fierros al Cuartelero señor Urra y al Teniente 1º señor Cruzat y llevados a la Asistencia Pública. El Teniente Aníbal Cruzat, pese a los esfuerzos médicos, pereció posteriormente. Los otros tripulantes del carro terminaron heridos. El Sargento Víctor Jeanneret y el voluntario Neckelmann de cierta consideración y, en forma leve, el voluntario Sepúlveda y el ayudante de cuartelero Urra.

En el carro de la 5ª, conducido por el Cuartelero Carlos Valdés, viajaba en la cabina el Secretario señor Luis Rigal y, en la parte trasera, el voluntario Eduardo Fernández y el ayudante del Cuartelero Santiago Guastavino. Estos últimos fueron lanzados lejos tras el impacto y trasladados a la Asistencia Pública. Pasadas las 13 horas falleció el señor Guastavino, en tanto, el voluntario Fernández quedó hospitalizado con contusiones diversas. El Cuartelero luego de ser atendido quedó en observación en la propia Asistencia. El señor Rigal resultó ileso.

Posteriormente, falleció el comerciante ambulante atropellado por el carro de la 5ª.

Un momento de pánico sobrevino cuando nuestro carro American La France comenzó a incendiarse, siendo dominado el fuego por voluntarios y transeúntes presentes en el lugar.

Pocos minutos después de producido el accidente, se hicieron presentes autoridades civiles, del Cuerpo de Bomberos y Carabineros, con el objeto de informarse de la magnitud de la tragedia.

El lunes 26 falleció nuestro Cuartelero Manuel Urra Riveros al no reponerse de las graves heridas recibidas.

En un gesto que la enaltece, la Sexta Compañía, que como señalábamos celebraba aquel día 23 su primer centenario, pospuso todas sus celebraciones para tan magna fecha en señal de duelo por lo acontecido.

El Teniente Aníbal Cruzat Matta había ingresado a la Tercera el 4 de marzo de 1943. El año 1946 fue elegido Ayudante, el año 1948 fue nombrado Sargento 2º y Maquinista. Soltero, licenciado en Derecho, contaba a la fecha de su muerte con 36 años de vida. Era hijo del abogado, profesor. ex senador y ex intendente, señor Aníbal Cruzat Ortega y de la señora Sara Matta, una de las damas directoras del Hospital de Niños de Valparaíso.

El año 1954 había recibido su premio por 10 años de servicio. El año 1959 había sido elegido Teniente 1º. Su cariño por la Compañía lo había hecho incorporarse permanentemente a la Guardia Nocturna. En su vida particular se dedicaba a actvidades comerciales. Su pasión y dedicación la tenía depositada en el material rodante de la Tercera.

Al mediodía del día 24 de enero se hizo presente en nuestro cuartel S.E. el Presidente de la República don Jorge Alessandri Rodríguez para presentar sus condolencias.

El Cuartelero Manuel Urra Riveros había ingresado como tal a la Tercera el año 1949 era casado con la señora María Cristina Vidal y tenía dos hijos: Patricio y Carlos. Ambos siguieron las aguas de su padre. Patricio toda su vida la dedicó a ser Cuartelero de la 4ª Compañía, Carlos, en primera instancia, continuó como Cuartelero en la Tercera, pero después renunció para dedicarse a otras labores particulares.

Manuel Urra había tenido la dicha de recibir el flamante carro American La France el año 1950, toda una revolución en los carrobombas existentes en Valparaíso, quiso el destino que perdiera la vida conduciéndolo.
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http://www.terceravalparaiso.cl/historia_martires.php
 

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A 34 años del dia mas tragico en la historia centenaria de nuestra compañia.


Como ya es tradicion este Domingo 18 de Marzo nuestra Bomba Dalmacia reflexiona y recuerda a 3 de nuestros Bomberos, con la ceremonia en el barrio industrial y posteriormente con la visita al mausoleo donde descanzan los Martires del Deber Mario Bunster, Jorge Alguerna y Oscar Esterch.
Reseña Historica
Era una calida mañana del día domingo 19 de marzo del año 1978, cuando las compañías sé disponían a salir presto al llamado de la sirena que daría inicio al ejercicio general ordenado para todo el cuerpo de bomberos de Iquique por la comandancia a través del comandante de la época, don italo maniello evangelista, a efectuarse en los recintos de la zona franca de Iquique.

Esa mañana sucedieron hechos fortuitos, y algunos pudieron llegar a ser hasta insólitos, hechos que pudieron haber llegados hasta marcar la diferencia entre la vida y la muerte de algunos voluntarios, como fue el caso del voluntario Rodolfo Quispe Villarroel, quien llega tarde al cuarte sin poder alcanzar a su carro bomba por una tentadora invitación de su señora madre, estaba friendo su pescado favorito y el "olorcito" termino por seducirlo.

Ese día extrañamente, el voluntario Jorge Alguerna Flores, uno de los más comprometidos con las actividades de su querida compañia Dalmacia no deseaba participar de ese ejercicio por que quería compartir y salir con sus pequeños hijos a ver el desfile dominical, pero fue mas fuerte el convencimiento de uno de sus compañeros y amigos, que al final opto por el ejercicio general, el resultado de ese cambio de planes convirtió, lamentablemente, mas tarde al voluntario Jorge Alguerna Flores en uno de los 3 mártires que dejo como fruto aquel medio día trágico del 19 de marzo de 1978.

El capitán da la orden de formar la cia. , y procede a dar las ultimas instrucciones a sus hombres a demás de incentivarlos a participar con un solo fin, dejar muy bien puesto el nombre de la querida Dalmacia Nº5, que a esa fecha tenia como una especie de orgullo sano, ser la única compañía del Cuerpo de Bomberos de Iquique que no registraba mártires. Pero lo que los quintinos ni sospechaban es que la vida les tenía preparado amargamente un cambio radical aquel medio día. La gloriosa Dalmacia a las 12:10 hrs. pasaría de ser la única compañia Sin mártires a transformarse en una cía. de luto por tres de sus hombres de una sola vez.

Después que el ayudante pasa la lista de los voluntarios presentes le reporta al capitán la cantidad de 18 hombres para el ejercicio, lo que nadie pudo ver, fue que llego alguien atrasado a formar y aun que nunca fue invitada a tripular el carro quintino, igual se invito sola.

Aquel 19 de marzo el destino no escatimo en esfuerzo para demostrar que la diferencia entre la vida y la muerte a veces reposa en detalles extremadamente precisos, como lo que sucedió minutos antes que la sirena desnudara su voz de alerta dando comienzo al simulacro, cuando la pisadera del carro bomba color rojo, marca Ford 600, sostenía el peso de 4 bomberos ansiosos que su compañía llegara primero al lugar del siniestro simulado, dentro de estos 4 hombres se encontraba el Tte. 1º, Sr. Jaime Soto Soria y a su lado el voluntario Oscar Esterch, el Tte. Con el claro fin de sacar ventaja, se baja de la pisadera y va a conversar con el carabinero que regulaba el transito en la calle Luis Uribe para que lo autorizara avanzar contra el transito hasta la calle patricio Lynch. Cuando el oficial vuelve al carro se encuentra que el lugar que ocupaba en la pisadera había sido ocupado por el voluntario Oscar Esterch, sin intención de ser uso de su cargo y autoridad como oficial, el Tte. Primero opta, simplemente, por cambiarse de lado. Actualmente Jaime Soto S. es voluntario honorario de la cia. Y el voluntario oscar esterch, quien fuese el que ocupo el lugar del Tte en la pisadera, hoy es uno de nuestros mártires que nos dejo ese fatídico marzo.

La sirena a dado su grito de alarma, el ejercicio a comenzado, la muerte espera actuar en las cercanías del recinto franquicio, solamente el fuerte sonidos de las sirenas de los carros le prohíbe a la muerte hacer escuchar claramente su carcajada de gozo

El carro bomba de la quinta avanza rápidamente, antes de doblar hacia la derecha en la calle patricio Lynch pasa el carro de la primera cia. , desde ese preciso momentos todos los que tripulaban el B-5, especialmente los mas adultos se percataron que el carro iba a demasiada velocidad, después doblo en calle Tarapacá hasta Amuntegui y desde allí se dirigió hasta la entrada de la avenida “Desiderio garcía”, al entrar a esta avenida los quintinos notaron, además del exceso de velocidad, que el carro se empezaba a descontrolar, tambaleaban de un lado a otro, los aspirantes que eran varios, callaban y manifestaban en sus rostros gestos de terror, solo atinaban a escuchar las palabras de calma que se les dedicaban los mas antiguos, especialmente el ex capitán Jorge Alguerna. Todo sucedía en forma muy rápida, tanto en tiempo y espacio. El Ford 600 de la quinta paso casi rozando el pilar central de hormigón armado del puente del colorado, en esos momentos el vehiculo debido a las curvas, al pavimento mojado y a la pendiente existente de la calle se empieza a elevar del suelo, las ruedas delanteras dejan de hacer contacto con el piso, a la vez en el aire el carro se va volcando en forma rápida frente a la barraca “maderas enco”. Después de esto la quinta entra en una completa oscuridad. El carro bomba que iba de tras del Ford 600, comunica a la central algo que los bomberos deseamos y rogamos al creador nunca más volver a escuchar: ¡Se volcó la quinta, se volcó la quinta, repito, se volcó la quinta central! Si era verdad, la pesadilla de lo que se escuchaba por la radio era cierta.

La quinta esta triste porque sus hijos Bomberos están heridos, algunos con peligros de muerte, y peor aun, uno de ellos yase a metros de su compañero carro con su cuerpo inerte......... la Dalmacia se desgarra de dolor materno, su hijo, el voluntario Mario Bunster acuña a muerto.

De los 17 bomberos que quedaron con vida después del volcamiento, habían 2 que se encontraban en extrema gravedad, con peligro de muerte, ellos eran el voluntario Oscar Esterch Malebran y el voluntario Jorge Alguerna Herrera. Las gravísimas heridas del voluntario Esterch no le permitieron sobrevivir, aproximadamente a las 15:00 hrs del mismo día de la tragedia, en la sala de recuperación del hospital regional, el alma de Oscar sé desprendía definitivamente de su cuerpo, pasando a la eternidad.

Las complicadas heridas del voluntario Jorge Alguerna Herrera obligan a los médicos a intervenirlo quirúrgicamente en forma urgente, después de lo cual es trasladado a la ciudad de Santiago, a pesar de los esfuerzos médicos la muerte otra vez sale victoriosa y le arrebata la vida a Jorge el 24 de marzo del mismo año, lejos de su querido Iquique y su amada Dalmacia Nº5.

De esa forma los voluntarios Mario Bunster, Oscar Esterch y Jorge Alguerna dejaron este mundo, de esa forma fallecieron estos hombres, pero al mismo tiempo renacieron como mártires.

http://www.dalmacia5.cl/index.php?option=com_content&view=article&id=137:martires34&catid=35:catnp
 

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El Quintino Ilustrado:

Boletín N° 52 Galería de Incendios.

"El Cuartel General"

La Compañía se encontraba citada a ejercicio el día Martes 24 de Octubre de 1967. Veintiocho voluntarios estaban formados en la sala de máquinas mientras el Cuartelero Miguel Bustos se aprestaba a solicitar
la salida de las bombas a la Central. Al levantar el directo sólo oyó gritos, histéricos y desesperados, a los pocos segundos suenan los timbres de incendio y una voz temblorosa decía: "Incendio Santo Domingo y Puente, 2º Cuartel" en ese instante el cuartelero grita "parece que se quema la Comandancia".

A la Quinta no le correspondía el 2º Cuartel por lo que una vez que se tuvo la certeza de que se trataba de la Comandancia, el Capitán Iván Leiva M., envió a los voluntarios Juan Pablo Concha y Martín Urrutia al
incendio para que le solicitaran al Comandante la salida de la Quinta.

Instantes después se autorizaba la salida y la Compañía, con sus 2 máquinas, la Berliet y la Mack, partía al incendio.

La Compañía armó con 2 bases, una por Puente, subiendo el material por la entrada de un consultorio médico, y la otra a cargo del Capitán por la calle Santo Domingo, atacando el incendio por el frontis del
edificio. La compañía se armó a grifo ubicado en la Plaza de Armas por la calle Puente.

Durante el transcurso del incendio se veía a los voluntarios de distintas compañías correr de un lado a otro salvando todo lo que podían del Cuartel General, el cual sufrió la destrucción de la sala de sesiones,
oficinas y la techumbre en general. El fuego también afectó las dependencias del cuartel de la 4ª Compañía. Su casino, guardia nocturna, sala de máquinas y la casa del cuartelero resultaron destruidas por el fuego, lamentando grandes pérdidas como estandartes, trofeos de competencias, diplomas y la servilleta que les
había regalado la Quinta en 1907.

A las 23:30 hrs. Se le dio retirada a la Compañía, la cual contó con la asistencia de 38 voluntarios entre Activos y Honorarios.


http://www.firmelaquinta.cl/historia/ilustrado/quintino_n52_incendio_cuartel_Gral.pdf
 

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El Quintino Ilustrado:

Boletín Nº 36 Galería de Quintinos “Don Ismael Valdés Vergara”




Don Ismael Valdés nació en Santiago, el 14 de Julio de 1853, era hijo de don Francisco Javier Valdés Aldunate y de Doña Antonia Vergara Echevers.

Siguió sus estudios de Humanidades en el Instituto Nacional, para luego entrar a la Universidad de Chile, de donde se recibió de abogado el 8 de enero de 1879.

Desde 1874 se desempeñó como profesor en la escuela nocturna Benjamín Franklin, donde también ejerció los cargos de secretario y presidente de la sociedad que mantenía la escuela. En 1888, fue uno de los fundadores del Club del Progreso y de la Academia de Leyes, y al año siguiente fue nombrado promotor fiscal en lo civil y de hacienda de Santiago.

Durante la Revolución de 1891, formo parte del Estado Mayor del ejército revolucionario, como secretario de la escuadra. En 1912 patrocinó la anulación de la elección de alcaldes, por enormes irregularidades. Su fuerte oposición y denuncia, lo convirtió en el candidato más idóneo para asumir la alcaldía de Santiago, cargo que conquistó en 1913 y que desempeñó hasta 1915.

La administración de Valdés Vergara representó un verdadero saneamiento del sistema. En las primeras décadas del siglo XX, empezaban a advertirse los cambios que la ciudad experimentaría; él se adelantó a dictar el primer reglamento para el tráfico de autos en 1915. Se abrieron nuevas calles como la Av. Santa María y se continuó con la transformación del Cerro San Cristóbal.

Como alcalde organizó del Primer Congreso de Municipalidades en 1914. Se preocupó sobre todo de ocupar adecuadamente los fondos municipales, devolviéndole a la administración edilicia su honorabilidad.

Ismael Valdés, junto a sus hermanos Francisco y Alberto, fueron fundadores de la Quinta, ocupó los cargos de Ayudante, Teniente 1º, Capitán, Secretario y Director. Fue Secretario General, Vice Superintendente y Superintendente del Cuerpo, cargo que ocupó por 11 años. En 1901 publicó la Historia del Cuerpo de Bomberos de Santiago y en 1902 fue nombrado Director Honorario.

El 14 de Julio de 1953, la compañía con motivo del cumplirse el centenario de su nacimiento, realizó una sesión solemne. El Director Sergio Dávila, manifestó en ese oportunidad: “Fue el señor Valdés Vergara uno de los más recios valores e incansables servidores que han pasado por nuestras filas. Desde los primeros años, su inteligencia y capacidad lo llevaron a ocupar un lugar de preeminencia en el servicio. Su efigie que honra esta sala, representa para nuestros sentimientos de Quintinos, algo así como la expresión tangible de lo que aun subsiste de aquella lejana época en que viviera la generosa legión del 73 y ocupa ese sitio de honor que le señala la gratitud y la justicia de la 5ª.”

Don Ismael falleció en Santiago, el 24 de Noviembre de 1916. Era casado con Doña con Leticia Alfonso, con quien tuvo 12 hijos (5 Quintinos). Al cumplirse 150 años de su nacimiento, volvemos a recordar a éste gran Quintino.

http://www.firmelaquinta.cl/historia/ilustrado/quintino_n36_Ismael_Valdes_Vergara.pdf
 

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QUINTA COMPAÑIA DE BOMBEROS DE SANTIAGO
"BOMBA ARTURO PRAT"

Origen de la frase "Firme la Quinta"

En la capital de un Chile en guerra, el terror, el pánico y el espanto imperaban en la mañana del 27 de enero de 1880. Estampidos, estruendos y zambombazos estremecían a Santiago. El tremendo y aterrorizante incendio del Cuartel de Artillería, que servía de arsenal al Ejército Expedicionario, había empezado a las 9:30 de la mañana. La primera explosión había causado la muerte de una veintena de empleados y operarios. El fuego que la siguió impenetrable y porfiado, amenazaba ahora con llegar a la santabárbara y hacer volar no sólo todo el arsenal, sino también gran parte de Santiago, granadas y balas ya encajonadas y acumuladas en diversos sitios al estallar sin dirección, causaban aún más víctimas.

Era hombrada, era empresa de osadía y heroísmo arriesgarse en la cercanías. Un río humano, despavorido e inconsciente de espanto, corría en desparramado desorden hacia el centro de la ciudad. A lo lejos, como fondo trágico y funeral, tañía tristemente la Paila.

Sin embargo, a pesar de todos estos contratiempos, contra esa marea, contra ese gentío, avanzaban los voluntarios de la Quinta Compañía, arrastrando su Bomba Arturo Prat. Nada los detenía. A los gritos del pueblo advirtiéndoles que era tarde, que la explosión inmensa ya llegaba y era holocausto inútil el continuar, los quintinos respondían con frases de aliento, de esperanza.

En medio de esa atmósfera apocalíptica, a la que se añade el calor del verano, la Quinta seguía adelantando por la calle Dieciocho. Minutos después y jadeantes, llegaron a la puerta de Artillería, que el arsenal - en ese entonces - tenía hacia la avenida Beauchef.

En ese portón, sable en mano, el valiente Capitán Urrutia quiso impedirles la entrada por considerar que era sacrificio inútil, proeza en vano. Empero, Gustavo Ried C. - un quintino a cargo en ese momento de la Compañía - aprovechó un descuido del oficial para franquear la entrada y gritar: "Adelante la Quinta... !.y la Bomba, el gallo y los bomberos quintinos, en medio de explosiones, llamas e intenso calor, atravesaron el patio, los talleres de artificio y el polvorín. Tomaron posición cerca de una acequia y armaron. Era la primera Compañía, de las ocho existentes, que se hacía presente en el siniestro. El aire era infernal y peligroso. Un casco de granada dio en la camisa de bronce de la Bomba Arturo Prat, abollandola y dejando para siempre esa huella de honor. Solo instantes se necesitaron para que la noble máquina empezara a lanzar sus primeros chorros de agua. La esperanza nacía y el Capitán Urrutia, ahora ya sonriendo y celebrando la astucia de Ried, se acercó a abrazarlo y a conversarle. En esos momentos también llegaban las otras compañias.

La amenaza de la explosión de la santabárbara, sin embargo, no había pasado. El peligro era inminente. De pronto se oyó un terrorífico alarido: "¡ Polvorín va a estallar...!" Hubo silencio de espanto. Silencio roto, solamente por el ruido acompasado de los cilindros de la Arturo Prat, que ufana, humeante de vapor, seguía bombeando agua. Pocos segundos después, al de la máquina se añadía el taconeo de pisadas de los que se retiraban obedeciendo órdenes perentorias del Capitán Urrutia.

Era tregua de muerte, era la calma que precedía a la borrasca, la catástrofe que se acercaba. La orden de retirada era para todos y todos la habían oído y se empezaba a evacuar el arsenal. Los ánimos se abatieron y el dolor se apoderó de los voluntarios. No había palabras. Sólo silencio de infierno, trágicamente matizado con escapes del vapor de las bombas, crepitar de llamas y balas y granadas perdidas, que estallaban por doquier. Un grito, una orden hendió el aire: NADIE SE MUEVA ¡FIRME LA QUINTA! fue dada con voz tranquila, ronca y de héroe, por Gustavo Ried, de la Quinta. Volvió el temple a las almas, los corazones se aceraron.

Metros más allá, el quintino Enrique Rodríguez Cerda, en el umbral mismo de la santabárbara, en la puerta misma de ese averno, inmóvil y sereno, como quien está dentro de una fresca catedral, continuó lanzando el chorro de agua del pitón contra el material ultraexplosivo. Impertérrito, siguió en su puesto gracias al grito de Ried, y seguía su lucha contra esa montaña temible y alarmante que en un instante podía volarlo, destruir todo el pertrecho bélico que se necesitaba para continuar la guerra, y volar a la vez gran parte de la urbe santiaguina.

Y firme quedó la Quinta.

Y firme quedaron todos los heroicos voluntarios de las otras Compañías. Era la víspera de las campañas de Tacna y Arica y los Bomberos de Santiago las habían hecho posible.

Así describió Daniel del Solar en un relato histórico publicado en la revista El Teniente V° XI N°1 el origen del grito ¡FIRME LA QUINTA! que tantas veces han repetido los quintinos para darse ánimos en situaciones de incertidumbre y peligro.

Los quintinos que asistieron al incendio de la Artillería y trabajaron en él durante las horas de peligro fueron los siguientes:

Comandante: Don Carlos Rogers Gutiérrez
Teniente 1°: Eugenio Infante Costa
Teniente 2°: Guillermo Swinburn Kirk
Ayudante: Manuel Avalos Prado
Secretario: Rafael Minvielle Uriarte
Tesorero: Tomas Mouat Smith
Maquinista: Enrique Benoist Benedetti
Cirujano: Tomás Torres Echavarría
Voluntarios:
Gustavo Ried Canciani
Enrique Rodríguez Cerda
Waldo Silva Palma
Ignacio Santa Maria
Fernando Tupper
Claudio Vila Magallanes
Roberto Prado
Jorge Rodríguez
Rolando del Solar Echeverría
Julio Salinas
Victor Olate
Juan Thierold
Arturo Stuven
Cuartelero Andrés Norambuena
Ayudante del Cuartelero Manuel Valenzuela.
NOTA: Puede bajar aquí el Libro "Firme La Quinta" (formato PDF), este libro relata la historia de la Quinta desde sus inicios, fue escrito por nuestro querido "Tío Pitín", Don Agustín Gutierrez Valdivieso (Voluntario Honorario), quien se ha preocupado en forma especial de conservar las tradiciones e historia quintinas.


Firme la Quinta (Tomo 1) 423KB http://www.firmelaquinta.cl/archivos/firme_la_quinta_1.pdf


Firme la Quinta (Tomo 2) 715KB http://www.firmelaquinta.cl/archivos/firme_la_quinta_2.pdf

http://www.firmelaquinta.cl/historia/historia_firmelaquinta.asp
 

bluebird3

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"JOLIE"


Dentro de las compañías hay innumerables historias de caballos, a los cuales podríamos llamarlos "caballos bomberos",
por su afán e inteligencia en acudir prestamente a ubicarse delante de las máquinas a vapor o de los "gallos". Para
estos caballos el sonar de la campana de alarma tenía una significación especial.

En la vida de la 4ª, buscando en los archivos, se hallan a veces, algunas referencias a caballos nuestros y siempre se
refleja el cariño que les dispensamos. Cabe destacar que los animales eran cuidadosamente seleccionados por los
entendidos, pues era abundante la presencia de carrocerías, coches, pesebreras y establos. Contar con un buen caballo
otorgaba un cierto tono a su poseedor. Entre los caballos que hubo en la "Pompe France" hay referencias a "Calchón",
"Huaso", "Chilote", "Juanito" y otros de nombres franceses, tales como "Pansu" (Panzudo) y "Jolie", yegua, esto último
algo inusual, por cuanto lo común era usar caballos.
En 1893, para ayudar a tirar la pesada bomba "Thirion", fue preciso remplazar un viejo caballo y se ofreció a la Compañía
una linda yegua, de fuerte color canela, de unos 3 años de edad y que fuera criada en una chacra de Providencia. Se
cree que fue el voluntario François Dupré quien la obsequió. Ante la necesidad de poner un nombre a aquel lindo animal,
se optó por el de "Jolie" (bonita). Pronto mucho de los voluntarios comenzaron a mimarla con terrones de azúcar y
palmaditas en cuello y ancas. Confiaban en que sería una digna yegua bombero. Los maquinistas comenzaron por
enseñarle rápidamente sus obligaciones. Si sonaba la alarma, debía correr a colocarse debajo de los arneses y, una
vez en marcha, ser dócil a las órdenes dictadas. La tarea no fue fácil.
Junto a "Caifás", la yegua intentaba aprender bien y servir, pero su carácter era poco dócil, sumadas sus muchas
mañas femeninas. Transcurrieron algunos meses y llegó el 20 de julio de 1893, durante el cual el Cuerpo de Bomberos
de Santiago fue llamado 4 veces a cumplir con su deber. A las 5 de la mañana se declara el 3er. incendio en la calle de
Las Rosas esquina de Riquelme. Antes ya había actuado el Cuerpo en Campo de Marte y en la calle Dieciocho. Parecía
que "Jolie", decidida a cumplir con su deber estaba llena de energía, pero al 4° llamado se quedó en la pesebrera del fondo
y no salió por ningún motivo, pese a los fuertes requerimientos. Allá se quedó, echada sobre el pasto seco, sin querer
levantarse, a pesar del sonido de la "Paila" del Cuartel General.
Fue preciso que llegara el voluntario Aquiles Cuq, quien logró con demostraciones de cariño, levantar a "Jolie" y hacerla
salir, mas tarde, con la bomba "Thirion". El voluntario Cuq era quien se había encargado siempre de llevarla a pastar a
su chacra, en el Callejón de Azolas, en Providencia. De todas maneras la 4a hizo un papelón en ese incendio, pues llegó
bastante atrasada a actuar. Y aún más, al regreso, alborotada nuestra "Jolie", le dio unos tirones a su compañero y
en la misma esquina de Santo Domingo y Puente, frente a la camisería "Barcelona", la bomba "Thirion" se dio vuelta.


Numeroso público se congregó en el lugar, observando los denodado esfuerzos por levantar la pesada máquina,
después de desatar a los animales. La expectación entre los asistentes fue mayúscula e, incluso, se tomaron fotografías.
El afecto hacia la linda yegua llegó a su fin y los comentarios fueron mas bien desfavorables a ella. "Jolie" asumió su
responsabilidad, pero se negó a levantarse en los incendios siguientes.
Ante esta situación sin explicaciones, se tomó la resolución de cambiarla por el caballo "Juanito", con lo cual la yegua retornó
a la chacra del voluntario Dupré, donde pronto contaron que había sido madre de un lindo potrillo.



JORGE A. POIRIERVol. 4a. Cía.
Recopilado por Eduardo Prieto
Pompe France de Santiago
http:/
 

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Dentro de las compañías hay innumerables historias de caballos, a los cuales podríamos llamarlos "caballos bomberos",
por su afán e inteligencia en acudir prestamente a ubicarse delante de las máquinas a vapor o de los "gallos". Para
estos caballos el sonar de la campana de alarma tenía una significación especial.

En la vida de la 4ª, buscando en los archivos, se hallan a veces, algunas referencias a caballos nuestros y siempre se
refleja el cariño que les dispensamos. Cabe destacar que los animales eran cuidadosamente seleccionados por los
entendidos, pues era abundante la presencia de carrocerías, coches, pesebreras y establos. Contar con un buen caballo
otorgaba un cierto tono a su poseedor. Entre los caballos que hubo en la "Pompe France" hay referencias a "Calchón",
"Huaso", "Chilote", "Juanito" y otros de nombres franceses, tales como "Pansu" (Panzudo) y "Jolie", yegua, esto último
algo inusual, por cuanto lo común era usar caballos.
En 1893, para ayudar a tirar la pesada bomba "Thirion", fue preciso remplazar un viejo caballo y se ofreció a la Compañía
una linda yegua, de fuerte color canela, de unos 3 años de edad y que fuera criada en una chacra de Providencia. Se
cree que fue el voluntario François Dupré quien la obsequió. Ante la necesidad de poner un nombre a aquel lindo animal,
se optó por el de "Jolie" (bonita). Pronto mucho de los voluntarios comenzaron a mimarla con terrones de azúcar y
palmaditas en cuello y ancas. Confiaban en que sería una digna yegua bombero. Los maquinistas comenzaron por
enseñarle rápidamente sus obligaciones. Si sonaba la alarma, debía correr a colocarse debajo de los arneses y, una
vez en marcha, ser dócil a las órdenes dictadas. La tarea no fue fácil.
Junto a "Caifás", la yegua intentaba aprender bien y servir, pero su carácter era poco dócil, sumadas sus muchas
mañas femeninas. Transcurrieron algunos meses y llegó el 20 de julio de 1893, durante el cual el Cuerpo de Bomberos
de Santiago fue llamado 4 veces a cumplir con su deber. A las 5 de la mañana se declara el 3er. incendio en la calle de
Las Rosas esquina de Riquelme. Antes ya había actuado el Cuerpo en Campo de Marte y en la calle Dieciocho. Parecía
que "Jolie", decidida a cumplir con su deber estaba llena de energía, pero al 4° llamado se quedó en la pesebrera del fondo
y no salió por ningún motivo, pese a los fuertes requerimientos. Allá se quedó, echada sobre el pasto seco, sin querer
levantarse, a pesar del sonido de la "Paila" del Cuartel General.
Fue preciso que llegara el voluntario Aquiles Cuq, quien logró con demostraciones de cariño, levantar a "Jolie" y hacerla
salir, mas tarde, con la bomba "Thirion". El voluntario Cuq era quien se había encargado siempre de llevarla a pastar a
su chacra, en el Callejón de Azolas, en Providencia. De todas maneras la 4a hizo un papelón en ese incendio, pues llegó
bastante atrasada a actuar. Y aún más, al regreso, alborotada nuestra "Jolie", le dio unos tirones a su compañero y
en la misma esquina de Santo Domingo y Puente, frente a la camisería "Barcelona", la bomba "Thirion" se dio vuelta.


Numeroso público se congregó en el lugar, observando los denodado esfuerzos por levantar la pesada máquina,
después de desatar a los animales. La expectación entre los asistentes fue mayúscula e, incluso, se tomaron fotografías.
El afecto hacia la linda yegua llegó a su fin y los comentarios fueron mas bien desfavorables a ella. "Jolie" asumió su
responsabilidad, pero se negó a levantarse en los incendios siguientes.
Ante esta situación sin explicaciones, se tomó la resolución de cambiarla por el caballo "Juanito", con lo cual la yegua retornó
a la chacra del voluntario Dupré, donde pronto contaron que había sido madre de un lindo potrillo.



JORGE A. POIRIERVol. 4a. Cía.
Recopilado por Eduardo Prieto
Pompe France de Santiago
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¿Se supo quien era el Padre de Potrillo?, jajajajajaja. Buen aporte Bluebird3.Deben quedar aun cientos de historias en los Cuarteles esperando ser descubiertas. Felicitaciones por hacerlo tu. Muchas Gracias.

Fraternales saludos
 

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UNA ESCENA ETERNAMENTE HEROICA EN PARQUE FORESTAL: MEMORIA Y GRATITUD AL BOMBERO VOLUNTARIO


Me ha resultado muy grato descubrir que el Monumento al Bombero Voluntario situado en Parque Forestal y a escasos metros del Museo de Arte Contemporáneo, estaba siendo reparado esta semana por un grupo de tres personas bastante jóvenes. La verdad es que la base de la enorme estatua de bronce estaba a bastante mal traer, por lo que la “manito de gato” le viene de perilla y le permitirá recibir el muy próximo aniversario de su instalación en óptimas condiciones.
Se encuentra casi a la salida calle Mosqueto sobre la placita triangular de calle Ismael Valdés Vergara, allí donde se abren las calles Esmeralda y Santo Domingo. Fue instalado en 1913 por la Municipalidad de Santiago, en el aniversario 50 de la fecha de fundación del Cuerpo de Bomberos Voluntarios (20 de diciembre de 1863). Cabe advertir, sin embargo, que los bomberos chilenos propiamente tales ya existían desde 1851 en Valparaíso, pero esta fecha se escogió como aquella de la fundación del cuerpo en Santiago, pasando a constelarse en los calendarios como la de los actos institucionales de la capital.
La aparición de este cuerpo en Santiago en esta fecha no era casual: el 8 de diciembre anterior, había tenido lugar el trágico incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús, que mató horriblemente a cerca de 2.000 fieles y que a futuro abordaremos con un artículo propio al respecto. No bien se apagó la última llama, la ciudad se organizó casi instintivamente y, gracias a la colaboración de la prensa y de prominentes hombres públicos, para el día 14 siguiente miles de jóvenes y adultos corrieron a las oficinas habilitadas para reclutarse, dando nacimiento al cuerpo voluntario de bomberos santiaguino, que constituye toda una particularidad en el mundo entre los casos de esta clase de instituciones.
Medio siglo después de haber sido fundado, los bomberos voluntarios seguían contando con el elogio y la gratitud de su ciudad, como fieles ejemplos de una vocación de servicio desinteresado y abnegado que, históricamente, ha llenado de justa ufanía a nuestro país. Más todavía si recordamos el desempeño patriótico y epopéyico que tuvieron muchos de sus miembros al reclutarse durante la Guerra del Pacífico, también en calidad de voluntarios, además de sus colegas que, en el mismo período, realizaron actos de heroísmo extraordinarios fuera de los campos de batalla, como fue salvar la ciudad de Santiago (y a todo Chile, en el contexto beligerante) del incendio de los arsenales y talleres en la Maestranza de Artillería del Ejército, el 27 de enero de 1880.
La inmortalización de este sentimiento de permanente deuda nacional con el bombero voluntario coincidió, por entonces, con la feliz llegada de un ex miembro de sus filas a la Municipalidad de Santiago: el Alcalde Ismael Valdés Vergara, el mismo que da el nombre a la calle principal y la plazoleta del monumento. Don Ismael había sido bombero voluntario, fundador de la Quinta Compañía con sus hermanos y hasta escribió un loable trabajo sobre la institución en 1901, titulado “Historia del Cuerpo de Bomberos de Santiago”. Como había liderado al grupo de políticos liberales que denunciaron las escandalosas irregularidades de las elecciones municipales de 1912 y que encararon los focos de corrupción durante el régimen parlamentario, la sociedad santiaguina no tardó en quedar convencida que era el más indicado para asumir el sillón edilicio, ganando el mismo cargo que había quedado pendiente tras la anulación total del proceso eleccionario, gracias a sus denuncias.
Casi tan pronto asumió, comenzó los trámites para levantar esta obra monumental y conmemorativa, colocada sobre un sólido pedestal de roca tallada. Es meritorio que haya tenido tiempo para semejante tarea en precisos momentos en que combatía con ferocidad el abuso y la deshonestidad pública, ahora desde su administración municipal, ganándose el laurel como uno de los mejores alcaldes que haya conocido la ciudad de Santiago a juicio de muchos, pues, además de sanear el sistema de gobierno municipal en su corto período, dictó el primer reglamento de tráfico vehicular y creó instancias de colaboración intermunicipal que eran hasta entonces impensadas, dejando el cargo en 1915 y falleciendo al año siguiente.
La tarea de producir la obra artística quedó encargada al destacado pintor y escultor español Antonio Coll y Pi, quien había llegado a Chile en 1906 invitado por La Moneda para asumir como Profesor de Dibujo Ornamental y Pintura Decorativa en la Escuela de Artes Decorativas de Chile, que acababa de ser fundada. Coll y Pi sería, desde entonces, uno de los más activos artistas trabajando en esta patria, que hizo definitivamente suya hasta el día de su muerte.
Inaugurada a fines de 1913, en el aniversario 50 de la creación del Cuerpo de Bomberos de Santiago (20 de diciembre de 1863), la obra tiene la virtud de mostrar una escena de rescate que parece tomada de cualquier momento en el tiempo (o sin tiempo, mejor dicho) y, por lo tanto, eternamente vigente, perpetuamente horoica, con un voluntario que echa sobre sus hombros a una mujer cargándola en medio de lo que ha de ser un desastre, un incendio o un derrumbe; cualquera de las tragedias que esta ciudad ya conoce tan bien. Las hojas esculpidas en la piedra con aspecto flamígero, parecen evocar más bien al fuego.
Es un trágico instante, pero hermosamente congelado; un flash de hace casi cien años que, sin embargo, ha sido servido varias veces para representaciones muy parecidas de abnegación, rescate y sacrificio heroico, en años muy posteriores y más cercanos a los nuestros, gracias al avance de las comunicaciones y la popularización de ciertas imágenes-símbolos, confirmando la prematura capacidad de visión de Coll y Pi para generar imágenes de verdadera antología iconográfica.
El saldo emotivo del monumento solemne se encuentra en las placas de sus costados, una de mármol y otra metálica, que lo han convertido en un sentido memorial con los nombres de los mártires de la institución, que han caído en servicio durante todos estos años. Una nómina que crece, desgraciadamente, y que reserva espacio en blanco para inscribir a los que aún quedaran en el destino.
La nómina del costado Norte empieza con el histórico caso del bombero Germán Tenderini, con referencia a su respectiva 6ª compañía y la fecha de muerte del 8 de diciembre de 1870, en el fatídico incendio del Teatro Municipal; por extraña paradoja, en el exacto aniversario siete del incendio de la Compañía, al que ya nos referimos. Se cuenta que ese mismo día había sido ascendido a Teniente Tercero, para incrementar los arcanos misterios de esta trágica fecha, que en nuestros calendarios figura como la Inmaculada Concepción de la Virgen.
La dolorosa nómina termina al momento de escribir estas líneas en Carlos Pérez (4ª Compañía, fallecido el 14-1-2006). Lo más triste es que no cabe duda de que este nombre no será el último, y esa placa blanca lo anticipa al dejar el mencionado espacio para los héroes que vendrán bajo este último mártir. Otra placa, colocada por el lado Sur, inmortaliza en metal desde 1938 un homenaje del Cuerpo de Bomberos de Rancagua a sus camaradas santiaguinos, recordando el nombre de algunos de sus mártires, nuevamente con Tenderini a la cabeza.
En algunos días se cumplirán 94 años de su instalación del conjunto conmemorativo, y para el 2013, será el centenario de la existencia de este monumento, inmortalizando una escena que se repetirá y repetirá otra vez, de manera indetenible e inexorable, mientras exista la ciudad y mientras exista la civilización.
Bien haría tenerla presente y grabada en la retina, entonces, al ver a esos mismos uniformes de camaradas de los mártires de la institución voluntaria más noble de nuestra sociedad, recolectando aportes en las esquinas u organizando pequeños eventos para financiar un servicio que enaltece y llena de orgullo a nuestra nación.



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Carlos Serrano, Marino en la Guerra del Pacífico y Cuartelero en tiempos de Paz


En la noble tarea del bombero voluntario que lucha día a día contra el fuego, existe al igual que en el Quijote de Cervantes un abnegado hombre que lo acompaña en esa lucha por dominar y vencer lo imposible; este es el Cuartelero, hombre fundamental en la actividad bomberil, con una mística y una responsabilidad a toda prueba; si bien es cierto que su función es rentada, no cabe duda que a la hora de la emergencia es un luchador más al igual que los bomberos voluntarios, sin pensar en su sueldo sino en el deber que demanda ser bombero. Sus labores son muchas y variadas, todas importantes; desde preparar el material, conducir los carros, operar las turbinas y las escalas mecánicas, siempre al pie de sus máquinas, atento a su funcionamiento y mantención, solícito en cuidados, con amoroso afecto igual al que ponían los caballeros feudales para cuidar sus cabalgaduras y siempre alerta a combatir al voraz enemigo....
La actividad bomberil en Chile contó desde sus albores en el siglo XIX con hombres dispuestos al sacrificio, la responsabilidad y al honor que implica ser Cuartelero de Bomberos.
Con la llegada del siglo XX, el material rodante de los Cuerpos de Bomberos enfrentó un cambio radical; la bomba a palancas con que se inicia la actividad bomberil en Chile, es cambiada por la bomba a vapor arrastrada por caballos, para luego pasar a vehículos con tracción a motor de combustión, lentamente van quedando atrás las máquinas a carbón, para dar paso a poderosos bombas con motores a bencina o petróleo.
En Valparaíso, el Directorio fija el 30 de abril de 1919, como fecha para que todos los cuarteleros cuenten con su “Carnet de la Alcaldía” (Licencia de Conducir), documento obligatorio, incorporado por la Municipalidad para conducir vehículos motorizados. Además les otorga a estos servidores de la institución un sobresueldo especial de $ 50.- pesos por contar con la nueva licencia. Junto con ello les recomienda no subir el material automóvil a los cerros y ni conducir por las calles a mayor velocidad que 20 Kilómetros por hora.
Como resultado de este cambio, emerge un destacado grupo de hombres que marcarían una etapa importante en el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, institución que recibe la primera bomba automóvil en 1905.
De ellos, uno de los más queridos y destacados, fue el Cuartelero de la 2ª Cía. “Bomba Germania”, don CARLOS SERRANO RIQUELME. Se incorporó como tal el 1º de Noviembre de 1891, cuando aun esta compañía contaba con una magnífica bomba a vapor ("Germania"); destacándose desde el primer día por su responsabilidad y entusiasmo con que cumplió las tareas bomberiles encomendadas. Su valioso aporte a la Institución, como también su dilatada trayectoria fue ampliamente reconocida por la 2ª Cía. “Bomba Germania”, quien en 1916 le entregó una medalla de oro por 25 Años de Servicios.
La Ilustre Municipalidad de Valparaíso le premió en 1921, otorgándole la Medalla por 30 Años de Servicios a la ciudad. En 1931 la 1ª Cía. “Bomba Americana” hace propia la alegría “Segundina” y le otorga una Medalla de oro por 40 Años de Servicios. El Directorio como merecido premio y en atención a su avanzada edad, lo nombró “Cuartelero General” en sesión celebrada el 5 de abril de 1933, designándolo Voluntario Activo; conjuntamente le otorga el título de “Miembro Honorario del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso”, reconocimiento muy bien ganado a lo largo de sus 42 años de servicio. Este caso es inédito en los 156 años de la Institución.
Don Carlos Serrano Riquelme, pertenecía a la “Sociedad de Veteranos del 79’, pues tuvo una activa participación en la Guerra del Pacífico, sirviendo a Chile durante el conflicto bélico a bordo de la Corbeta “O’Higgins”, siendo distinguido por su heroísmo en combate. Fue también fundador de la “Sociedad Manuel Blanco Encalada”, sirviendo cargos de responsabilidad en su Directorio.
Su fallecimiento el 10 de febrero de 1934 fue muy lamentado en la ciudad, especialmente en el Cuerpo de Bomberos, en la Armada de Chile y en las Sociedades Mutualistas a las que pertenecía. Las honras fúnebres de este marino, veterano de guerra y cuartelero de bomberos, dieron lugar a demostraciones del sentimiento y afecto popular que Valparaíso, como homenaje póstumo le brindó, siendo acompañado por la Banda de la Armada, Cuerpo de Bomberos, Instituciones Mutualistas y los habitantes del primer puerto de la República.
Su retrato permanece hoy en el Cuartel de la Bomba Germania como recuerdo y testimonio de la entrega efectiva a la noble causa bomberil de tan abnegado “Segundino”.
Es interesante destacar también otros Cuarteleros que marcaron una época durante su permanencia en la Institución, ellos fueron:
don Efraín Astorga (1ª Cía.), don Juan Francisco Matus (3ª Cía.), don Jorge Torres Oliva (2ª Cía.), don Patricio Urra y Manuel Paiva Salas, (4ª Cía.), este último muerto en acto de servicio el 1º de enero de 1920, don José Bustamante (7ª Cía.) y don Fermín Gatica (9ª Cía.)

Valparaíso 1851 (hrm/cca)

http://valparaiso-1851.blogspot.com/2007/05/carlos-serrano-hroe-en-la-guerra-y-en.html
 

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Recién 24 horas después de terminado el Combate Naval de Iquique, se recibió una incompleta información del destino de la corbeta “Esmeralda” y su heroica tripulación.
La noticia fue traída por la “Covadonga” y entregada por su comandante don Carlos Condell de la Haza, quien el 22 de mayo entró al puerto de Tocopilla con su nave impulsada sólo por sus velas, gravemente dañada y haciendo agua. El comandante Condell informó que en la “Esmeralda” se había prendido fuego a su santabárbara antes que rendirse.
Ese era el pensamiento de la tripulación, siendo aquella; la noticia oficial que recibieron vía telégrafo las autoridades chilenas encabezadas por el Presidente de la época don Aníbal Pinto Garmendía…Conocida la noticia por medio de la prensa de la época, “El Mercurio”, “El Independiente”, “Los Tiempos” y “El Ferrocarril”, las campanas de las iglesias fueron echadas al vuelo y la población en todo el país salió a las calles a testimoniar su apoyo a los soldados que luchaban en el norte.
En Santiago se reúnen doce mil personas junto al monumento del Libertador Bernardo O’Higgins. De la Municipalidad es trasladada la bandera con que el General José San Martín había proclamado la Independencia de Chile, la que fue escoltada por Bomberos Armados de Santiago y llevada al lugar de de la reunión.
Uno de los principales oradores fue don Benjamín Vicuña Mackenna (3ª Cía. Claro y Abasolo), quien llamó a las armas, hecho que significó largas columnas frente a los cuarteles para solicitar su incorporación a las filas del ejército y la marina.
El Combate Naval de Iquique, una vez conocido en todo el mundo; gana la admiración de los marinos de todas las latitudes por la valentía demostrada en combate por los 192 tripulantes de la “Vieja Mancarrona”.
Se había perdido a la “Esmeralda”, pero Chile había logrado la unidad nacional hasta lograr la victoria definitiva.
El Combate Naval de Iquique, sin duda alguna es la página más brillante de la historia naval de Chile, y tiene un especial significado para los bomberos de Chile y particularmente para la Segunda Compañía de Bomberos “Esmeralda” de Santiago, pues en aquella epopeya heroica participaron dos de los suyos; El Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas y el Cirujano 1º Dr. Francisco Cornelio Guzmán Rocha.
En efecto, la Segunda Compañía llamada en esos años “Bomba Sur”, recibió en sus filas en 1871, a un estudiante de Derecho de 19 años llamado Ernesto Riquelme Venegas. Este joven voluntario había nacido en Santiago el 14 de abril de 1852.
Sus padres fueron don José Riquelme, el primer taquígrafo que hubo en Chile y la señora Bruna Venegas, distinguida educadora chilena. Riquelme hizo sus estudios de humanidades en el Instituto Nacional y se graduó de Bachiller en 1870.
En esa época mostraba gran interés por la música, arte de su predilección. Igual cosa ocurría con la literatura y la poesía, colaborando con el periódico “El Alba” del Instituto Nacional, donde los alumnos publicaban artículos literarios. El joven Ernesto era un muchacho muy inclinado también a las cosas del mar, se cuenta que en 1862 viajó con su madre a Valparaíso para visitar a una amiga. En casa de ésta vio una réplica de la “Esmeralda”, quedó tan fascinado con ella que tuvieron que regalársela.
Al ingresar a la 2ª Cía. su número de Registro en la Compañía fue el 444. Ya incorporado a la actividad bomberil en pleno, los oficiales de la 2ª Cía. ven entre sus innumerables cualidades como bombero, su inmensa vocación de servicio y compromiso con la noble causa bomberil, siendo ejemplo para sus compañeros por la pasión y responsabilidad con que toma su cargo de voluntario.
No obstante poseer inclinaciones marineras, siguió la carrera de Derecho y mientras estudiaba esta carrera, conoció a un Oficial de Marina que, con grandes sacrificios, por residir en la ciudad de Valparaíso y hallarse la mayor parte del tiempo embarcado, también esperaba titularse de Abogado, naciendo entre ellos una gran amistad. Este marino era el Capitán de Corbeta Arturo Prat Chacón, de trato atrayente y de vasta cultura, lo que habría de influir en el ánimo del joven Ernesto, a quien se le despertó el semidormido amor por el mar.
Por ello en 1874 decidió dejar sus estudios, alejarse de Santiago e ingresar a la Armada, incorporándose el 14 de abril de ese año a la Escuela Naval, que funcionaba a bordo de la corbeta “Esmeralda”. Su Director y Comandante era el Capitán de Fragata Luís Alfredo Lynch Solo de Zaldívar y el 2º Comandante y Subdirector, el Capitán de Corbeta Arturo Prat Chacón. Al alejarse de la “Bomba Sur” el día 28 de abril de 1879, envió su carta renuncia a bomberos, donde muestra su cariño y admiración hacia bomberos y particularmente a su 2ª Cía. señalando:
“Señor Secretario de la 2ª Cía. de Bomberos.
Santiago, abril 17 de 1874.
Mui señor mio
Debiendo ausentarme por un tiempo indefinido de esta capital, i no pudiendo por consiguiente seguir desempeñando en la Compañía el honroso puesto de Voluntario, me veo en la dolorosa necesidad de presentar mi renuncia. Al poner esta resolución en conocimiento de Ud., i en el de la Junta de Oficiales, le ruego, señor Secretario, se sirva manifestarles el sincero pesar con que me separo de los que han sido mis jefes, mis amigos i compañeros.
Muchos cuentan la Compañía en su seno que la han servido i la sirven como a mí no me fui dado imitarlos, pero muy pocos tendrá que al abandonarla, sientan más profundamente que yo separarme de ella.
Mis deseos y mis ilusiones eran envejecer en sus filas, pero uno propone i su destino dispone.
El mío, no ha querido que pudiera yo realizar esos deseos. Mas, por muy lejos que me halle de aquí i por más tiempo que haya pasado, siempre mantendré vivo el recuerdo de todos los que he visto junto a mí en el puesto de trabajo; siempre también estaré orgulloso de haber sido Voluntario de la 2ª Compañía de Bomberos.
Por último, no queriendo romper del todo los lazos que le ligan a la Compañía, deseando que de algún modo que se acuerden una vez siquiera de mí los que tienen todavía la fortuna de ser sus voluntarios, le ruego, señor Secretario, tenga a bien proponerme como “Socio Contribuyente”, a lo cual quedará verdaderamente reconocido su affmo. Amigo y S.S. (fdo.)

Ernesto Riquelme. P.D. Adjunto remito mi casco.

El 18 de noviembre de 1876, nombrado Guardiamarina, se embarca en el blindado “Cochrane”, que al mando del Capitán de Navío Enrique Simpson Baeza partió a Europa, a terminar trabajos pendientes en los astilleros de Hull, en Inglaterra. Era, por ende, el primer viaje de instrucción del joven Guardiamarina. En Londres, entre otros hizo un curso de torpedos, perfeccionó sus conocimientos del idioma inglés. Asimismo adquirió conocimientos musicales.
En 1878, de vuelta en Chile, se retiró del servicio y se estableció en Santiago, donde su espíritu de abnegación lo llevó a intentar reingresar nuevamente a su querida “Bomba Sur”; sin embargo sus deseos se vieron interrumpidos abruptamente el 5 de abril de 1879 al estallar la Guerra del Pacífico contra Perú y Bolivia. Ante dicha situación, Ernesto Riquelme se reincorporó de inmediato a la Armada y fue destinado a la corbeta “Esmeralda”.
Allí volvió a encontrarse con su antiguo amigo, el Capitán Prat, ahora Comandante de la corbeta, pues Prat había llegado al buque el día 16 de mayo de 1879, fecha en que la Escuadra chilena zarpó a El Callao y dejó a la corbeta “Esmeralda” y goleta “Virgen de Covadonga” en el bloqueo de Iquique, hasta la víspera del célebre y heroico combate.
Durante el glorioso epílogo del Combate Naval de Iquique se destaca la actuación sobresaliente del Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas como oficial de la “Esmeralda”.
“…Y al final, cuando la proa comenzó a hundirse herida de muerte y su proa se sumergía rápidamente por los raudales de agua que le entraban, se vio una figura diminuta, aferrarse herida al último cañón de babor, y dispararlo hacia el “Huascar”, al mismo tiempo que el corneta de órdenes volvía a tocar zafarrancho de combate, malamente, porque los jóvenes cornetas titulares habían sido muertos en cubierta… Eran ellos, el Guardiamarina Ernesto Riquelme y el Cabo Crispín Reyes, que se hundían con la querida “Capitana”, defendiendo su honor hasta el último aliento. Con ellos, dos banderas desgarradas, pero no rendidas, se hundían en la gloria…”
Este joven Guardiamarina personifica en la Historia Naval de Chile al héroe soñado de la juventud chilena: sentimental, músico, bombero, altruista, estudiante de Derecho y poeta; que fue capaz de mostrarse como un marino heroico al sellar con la última descarga de su cañón, la decisión del Comandante Prat, su amigo, su jefe, de no arriar jamás la bandera nacional ante el enemigo, aún cuando se combatiera en inferioridad de condiciones.
Conocida la noticia en Santiago, la 2ª Cía. “Bomba Sur” se reúne en Sesión de Compañía el 29 de mayo de 1879 y acuerda cambiar su nombre por “Bomba Esmeralda” en perpetuo homenaje a la gloriosa corbeta que duerme el sueño eterno en la rada de Iquique y a cuyo bordo luchó y entregó si vida heroicamente uno de sus hijos predilectos; Ernesto Riquelme Venegas. Junto con el acuerdo de cambiar nombre a la Compañía, acuerdan colocar su retrato en el Salón de Sesiones, el que por siempre se ha conservado tras su testera, presidiendo sus reuniones y actos oficiales.
“Acta de la Sesión de Compañía del día 29 de mayo de 1879.-En ausencia del señor Director, preside la Sesión de Compañía el señor Capitán don Manuel Subercaseaux. Se abrió la Sesión a las 7,00 PM. Con asistencia de treinta (30) voluntarios. Reforma del Artículo 1º del Reglamento.
Leída y aprobada el acta de la Sesión anterior, se dio cuenta de un proyecto de acuerdo firmado por 18 miembros de la Compañía que reforma el Reglamento, sustituyendo la designación de “Bomba Sur” por la de “Bomba Esmeralda”. El Capitán sostuvo el proyecto i formuló las siguientes indicaciones: Retrato de E. Riquelme.
Para que se coloque en el Salón de Sesiones el retrato de nuestro antiguo compañero Ernesto Riquelme muerto gloriosamente a bordo de la “Esmeralda” en el memorable Combate Naval de Iquique, retrato que será costeado por suscripción entre los voluntarios corriendo de cuenta de la Compañía el déficit que pueda resultar, i para que se le nombre Miembro Honorario. Puesto en discusión el proyecto de acuerdo, preguntó el señor Ramírez H. si la Compañía tenía facultad para hacer este cambio a lo que contestó el Capitán dando lectura al artículo 66 del Reglamento que autoriza a la Compañía para reformarlo. El señor Rodríguez O. advirtió que tampoco estaba el proyecto en oposición con lo que dispone el Reglamento General, i el señor Ovalle Tulio explicó el origen del nombre de “Bomba Sur”, agregando que cuando le fue dado no se consultó al Directorio.
Sometido a votación fue aprobado por unanimidad de votos. Enseguida el señor Ovalle Tulio hizo ver que la reforma debía efectuarse cuanto antes por razones fáciles de comprender, i pidió que, declarándose la urgencia i en conformidad a un acuerdo vigente, se le eximirá del plazo, en cuanto ese acuerdo lo permite. Pasando inmediatamente al Directorio. Esta indicación fue aprobada por unanimidad.

Comisión. El mismo señor Ovalle hizo indicación a fin que se facultara al Capitán a fin de llevar a efecto el primer acuerdo autorizando la inversión de fondos necesarios. El señor Subercaseaux amplió la indicación agregando al señor Tesorero, i el señor Ramírez H. al señor Rodríguez todo lo cual fue aprobado. E. Riquelme Miembro Honorario fueronlo igualmente por todos los votos i sin debate, la indicación del Capitán que declara a Ernesto Riquelme Miembro Honorario de la Cía. i la del señor Vicente Prieto que pide para su nombre el primer lugar de la lista.
También fue aprobada en la misma forma una indicación del Capitán para dirigir por Secretaría una nota de pésame a la señora Bruna V. de Riquelme, la que será entregada por una comisión compuesta del señor Rodríguez O., Ovalle Tulio i el Capitán. Autorización.
El señor Rodríguez O. pide autorización para invertir en gastos ocasionados por la Compañía Armada, parte de los fondos erogados por miembros de la misma. Fue aprobado por unanimidad. El señor Capitán consulta a la Compañía si debe elegirse un reemplazante a un voluntario que, siendo miembro de la Junta Admisora, ha pedido licencia por seis meses. Después de un corto debate se acordó que no debía elegirse. Se levantó la Sesión.
Manuel Subercaseaux
Capitán
Como respuesta al acuerdo tomado por los bomberos de la 2ª Cía. de Santiago, la señora Bruna Venegas, madre de nuestro héroe, dio respuesta a la nota con que la “Segunda” le informó del acuerdo tomado:
“Santiago, Junio 6 de 1879…Señor: Al contestar la nota que Directo, oficiales y voluntarios, siento no tener palabras a la altura de mi dolor y de mi gratitud para expresar a la Segunda Compañía de Bomberos de Santiago, mi profundo reconocimiento y el de todos los míos… Ninguna de las manifestaciones que he tenido la honra de recibir, ha sido más grata a mi corazón que la de sus antiguos compañeros a cuyo lado aprendió mi hijo las máximas del honor y del deber, porque las Compañías de Bomberos son escuelas de abnegación e hidalguía.”… “Jamás he olvidado que la primera distinción que mi hijo alcanzara en su corta vida fue ser Bombero de la Segunda Compañía…”.
A bordo de la Esmeralda en el Combate de Iquique estuvo también el Cirujano 1º don Francisco Cornelio Guzmán Rocha, auxiliando a los heridos en el fragor del combate. Él fue uno de los 46 sobrevivientes rescatado por la tripulación del Monitor “Huascar” desde el mar. Ingresó a la Segunda Compañía “Esmeralda” en 1890.
Debido a sus grandes méritos alcanzó a desempeñar el cargo de Director de Compañía, falleciendo en Niza, el viernes de de julio de 1928.
Su hijo Guillermo Guzmán Aguirre, desempeñó varios períodos el cargo de Capitán de la Segunda Compañía, falleciendo muy joven en 1929. Honor y Gloria para estos dos héroes de mar y tierra el Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas y el Cirujano 1º Francisco Cornelio Guzmán Rocha. Valparaíso 1851 (hrm/cca.)

http://segundinos.cl/historia/segundinos-ilustres/ernesto-riquelme-v/
 

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Los “Cuartinos” que recibieron los restos de este distinguido bombero de Valparaíso y gran padre espiritual de los bomberos de Concepción eran el Teniente 1º Gaspar Fernández Cruzat; y los voluntarios Felipe Ruiz, Jorge Fernández Santa María, Francisco Anderston y Francisco Rodríguez de la Maza.
El féretro fue llevado en un gallo porta-mangueras de su Compañía vistiendo el uniforme de la Cuarta Compañía. El velatorio se realizó en el Cuartel “Cuartino” el 1º de agosto, donde se levantó una imponente Capilla Ardiente en medio de una muchedumbre que se agrupó desde la Estación de Ferrocarriles hasta el cuartel. La Compañía montó una Guardia de Honor y se le tributan grandes honores, siendo visitado por toda la ciudadanía penquista. Al día siguiente se efectuaron los funerales, rindiéndosele el máximo de los honores que disponía el Reglamento General en su carácter de Ex-Superintendente de la Institución. En el cortejo participan todas las autoridades provinciales, la Banda de Músicos del Regimiento Nº 6 Chacabuco, el Cuerpo de Bomberos de Concepción encabezado por su Directorio General, la Cuarta Compañía de Bomberos de Concepción, que lleva su propio nombre, con su material, la Primera Compañía de Bomberos “Bomba Americana” del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, las Compañías de Bomberos de Talcahuano y Lota, y numerosos y distinguidos funcionarios y caballeros, cerrando esta larga fila la Banda del Regimiento Artillería de Costa de la Marina. Hace uso de la palabra en la Necrópolis el Dr. Fernando López de Heredia, Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Concepción, quien expresó en una parte de su magnífica pieza oratoria: “… Alma grande y generosa, para el bien nacido, de entregó de lleno a practicarlo desde los albores de su juventud hasta su postrer aliento. Sirvió don Carlos L. Rowsell 53 años a su patria adoptiva en los Cuerpos de Bomberos de Chile. !! Más de medio siglo empleado con sacrificio propio en bien de los demás, más de medio siglo obediente al lúgubre tañido de la campana de alarma para ocupar el primer puesto de abnegación en el cumplimiento del sagrado deber !!. Debo cumplir, señores y compañeros, pero antes séame permitido presentaros al filántropo, al abnegado, al integérrimo e intachable Carlos L. Rowsell, como brillante y pulido espejo en que todos y cada uno de nosotros debemos mirarnos, como luminoso faro que nos guíe en el cumplimiento del deber, y si esa existencia de medio siglo tan estrechamente vinculada a los Bomberos de todo Chile, hoy se apaga, sus nítidos fulgores seguirán alumbrando, desde los monumentales Cuarteles de Valparaíso y Santiago hasta los más modestos del último villorrio de esta querida patria, mientras para prez y gloria de ella existan.
Años ha, cuando alejado por sus propios negocios de Valparaíso, lo tuvimos entre nosotros, con un entusiasmo verdaderamente juvenil, con un ardor y entusiasmo inquebrantable, fue el organizador, el alma de nuestro Cuerpo de Bomberos, cabiéndole el alto honor de ser su primer Superintendente”.
Querido Compañero, Primer Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Concepción que la tierra que en breves momentos recibirá tus inanimados despojos, te sea ligera y descansa en paz.

En Junta General de la Cuarta Compañía de Concepción, celebrada el 2 de octubre de 1904, acordó por unanimidad aceptar la indicación del voluntario del voluntario señor Agustín Palma, de colocar el retrato de don Carlos Luis Rowsell en el Salón de Honor de la Compañía, como gratitud y recuerdo de tan ilustre mentor y consejero de la Institución, considerado padre espiritual de la Unidad bomberil y a la vez como ejemplo para las nuevas generaciones de bomberos.

El Secretario General del Cuerpo de Bomberos de Santiago don Germán Munita Merino (2ª Cía. “Esmeralda”, Stgo.), deja testimonio en su Memoria correspondiente al año 1904 señalando: “Durante el año en curso hemos tenido que lamentar la muerte en Traiguén el día 30 de julio del presente año, del Director Honorario de nuestra Institución y Fundador del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, don Carlos L. Rowsell. El Directorio del Cuerpo de Bomberos de Santiago, al cual pertenecía el señor Rowsell, en carácter de Miembro Honorario, en sesión del 3 de agosto, dejó constancia del lamentable fallecimiento de este distinguido servidor, como también que la distancia impidiera a los bomberos de Valparaíso y Santiago rendir al señor Rowsell los últimos homenajes de respeto y de cariño. Con este motivo se dirigió una nota de condolencia al Cuerpo de Bomberos de Valparaíso expresándole los sentimientos del Directorio por la pérdida de este antiguo y abnegado bombero y haciendo presente que tan pronto se tuvo noticias de la desgracia, se dispuso que todas las Compañías y en el Cuartel General se mantuviesen las banderas a media asta durante una semana, en señal de duelo.-

En noviembre de 1923 la Cuarta Compañía de Concepción embarcaba los restos de este ilustre bombero en el puerto de Talcahuano, cumpliendo así estrictamente el acuerdo existente entre ambas instituciones bomberiles; y se traslada definitivamente al puerto de Valparaíso el féretro con sus restos, donde fueron recibidos por el Cuerpo madre de los bomberos de Chile, para que descansara junto a muchos de los que fueron sus compañeros de sacrificio.
Sus funerales se realizaron al anochecer del día 23 de noviembre y tuvieron gran pompa, a ellos concurrieron todas las Compañías del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso con su material rodante y sus estandartes enlutados, encabezados por el Superintendente don Carlos Van Buren Vallejos (3ª Cía.), y su Directorio General, representantes del mundo social, del Ejército y de la Marina, del Cuerpo de Bomberos de Santiago del cual era Director Honorario. Asistió igualmente, el Cuerpo de Bomberos de Viña del Mar y numeroso público.
El cortejo partió del Cuartel General, en una de cuyas salas se había levantado desde la llegada de sus restos, una severa capilla ardiente. El féretro iba colocado en un carro bomba American La France 1918 de la Primera Compañía cubierto de hermosas coronas de flores naturales. La marcha ocupó varias cuadras, dando lugar a una sentida manifestación que se exteriorizó en forma elocuente por el brillo con que ésta se realizó.
Al pie de su tumba y antes de inhumarse los restos de don Carlos L. Rowsell, hicieron uso de la palabra el Director de la “Primera”, don Guillermo Rivera Cotapos, que con magníficas palabras, dejó constancia de los preclaros servicios de don Carlos L. Rowsell. A continuación hizo uso de la palabra a nombre del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, el Secretario General, don Luis Rodríguez Moraleda (1ª Cía.), expresando lo siguiente: “Señor Superintendente, compañeros; El Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, necesitaba, más bien dicho tenía el deber de hacer una demostración pública y solemne del profundo sentimiento de pesar que experimentó al perder en don Carlos Luis Rowsell a uno de sus más distinguidos y entusiastas servidores, y ha pagado una antigua deuda de gratitud trayendo a descansar para siempre al lado de sus compañeros de labor y sacrificio al viejo servidor muerto lejos; también ha cumplido con un vivo deseo del señor Rowsell, expresado antes de morir, pidiendo que sus restos reposasen en esta ciudad de Valparaíso, lugar de sus actividades juveniles y lugar también donde se desarrollaron sus servicios grandísimos a favor de nuestra Institución. El señor Rowsell formó parte del grupo de hombres generosos y buenos que echaron las bases de la fundación del Cuerpo de Bomberos en el año 1851, incorporándose a la Primera Compañía en cuyas filas desempeñó todos los puestos, de oficial hasta llegar a Director; durante varios años fue Tesorero General y en el año 1886 , en sesión de 3 de agosto, la Dirección del Cuerpo, le otorgó el nombramiento de Miembro Honorario del Directorio, alta distinción y premio a sus grandes servicios; el 30 de junio de 1901, cincuentenario del Cuerpo, recibía su 6º broche de oro por cincuenta años de no interrumpidos servicios.
El señor Rowsell falleció el 30 de julio de 1904 en la ciudad de Traiguén. El Cuerpo de Bomberos de Concepción y sobre todo la Cuarta Compañía que lleva su nombre, si hicieron cargo de sus funerales, trayendo su cadáver a esa ciudad y haciéndole grandes honores; han guardado sus restos con cariño y viva solicitud durante diez y nueve años, y el miércoles último, al trasladarlos a Talcahuano para embarcarlos con destino a ésta, han vuelto a hacer una gran demostración de duelo y le han rendido el máximo de honores viniendo todo el Cuerpo a Talcahuano; uniéndose a este acto el Cuerpo de Bomberos de esta última ciudad.
En nombre del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, aprovecho esta ocasión para hacer a los compañeros de Concepción y Talcahuano, pública demostración de nuestra gratitud y de nuestros agradecimientos. El Cuerpo de Bomberos inclina sus estandartes enlutados ante los restos de su voluntario fundador y en su nombre rindo un profundo homenaje de respeto y de cariño a sus servicios. Voluntario Fundador don Carlos Luis Rowsell, descansa en paz”.
Los restos de tan noble y preclaro bombero descansan en el Cementerio Nº1 del Cerro del Panteón para veneración y recuerdo de todos los bomberos de Chile.


Valparaíso 1851 (hrm-cca)

Agradecimientos a:

Jorge Humberto Bonilla, M.H.D.G. del Cuerpo de Bomberos
de Valparaíso y Bombero Honorario, 1ª Cía. “Bomba Americana”
Ian Argo Inch, Director 4ª Cía. de Bomberos “Carlos L. Rowsell”,
Cuerpo de Bomberos de Concepción.
Jaime Bahamondes Vega, Teniente 1º, de la 4ª Compañía de
Bomberos “Carlos L. Rowsell”, Cuerpo de Bomberos de Concepción.



http://valparaiso-1851.blogspot.com/2009/08/carlos-l-rowsell-fundador-de-los.html
 

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Carlos L. Rowsell, Fundador del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso 1851, Cuerpo de Bomberos de Concepción 1888 y Director Honorario C.B.Santiago 1901


Don Carlos Luis Rowsell fue uno de los primeros en firmar los registros de la Primera Compañía “Bomba Americana” de la antigua Asociación contra Incendios de Valparaíso, al fundarse esta el 30 de Junio de 1851. Prestó a la Institución y particularmente a su Unidad 53 años de valiosos servicios. Muy pronto se descubrió en él al amigo leal y sincero, al compañero entusiasta en el cumplimiento del deber, respetuoso de sus oficiales, del Reglamento, y de las leyes no escritas que norman a todos los bomberos de la República.
Esto lo hizo acreedor a diversos cargos en la oficialidad de su Compañía, y más tarde a la designación, durante 1880, 1881, 1882, 1883 y 1884, de Tesorero General del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, puesto que desempeñó en forma brillante y con el total beneplácito de sus congéneres....
Hombre multifacético, en 1868 formó en Valparaíso la sociedad fotográfica conocida como “Rowsell & Courret”, para tomar retratos fotográficos a la sociedad porteña. Esta sociedad tuvo una duración de tres años. En Lima también con los hermanos Eugenio y Aquiles Courret, nacidos en Francia, desarrollaron dicha actividad, bajo el escudo de armas de Francia, luego cambiado por el peruano. En 1869 El estudio gana la medalla de oro en la Exposición Industrial de Lima por sus trabajos fotográficos y en 1872 gana nuevamente la medalla de oro además la de plata en la Exposición Industrial de Lima.

Poco antes del año 1888 el señor Rowsell se radica en Concepción llevando a esa región algunas representaciones, entre las cuales destaca de la Casa Merrywearther & Sons, fabricantes ingleses de bombas a vapor. Precisamente encarga la primera bomba a vapor para el naciente Cuerpo de Bomberos de Concepción.
Arraigado en la ciudad penquista por sus actividades comerciales, se interiorizó de la vida Bomberil de la Primera Compañía “Bomba Penquista” (13.4.1883) y de la Segunda Compañía “Zapadores” (26.9.1886), que dirigían los Señores Jorge Blackburn, y Julián Hermann respectivamente, ambos antiguos servidores del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso y a quienes señaló más de una vez la necesidad de crear una Tercera Compañía (29.1.1888) hoy “Sapeurs Pompiers”, entusiasmando a su amigo Guillermo Paschen Wernick, que había sido activo Bombero de la 8ª Cía. “La Unión es Fuerza” de Santiago, para crear una Compañía “Salvadora y Guardia de Propiedad”.
Carlos L. Rowsell, quien tenía un bagaje de conocimientos y sabias experiencias de lo que eran las instituciones de bomberiles, propuso también la idea de que era necesaria otra Compañía de agua, pues una, no era suficiente para atacar un incendio de proporciones.
Lanzó la idea en un grupo de jóvenes de la sociedad penquista, entre los que estaban sus amigos Luis Urrutia Rozas, Fernando López de Heredia, Emilio de la Barra Cuevas, Manuel Desiderio Sanhueza y Bernardino Corral entre otros.

Comenzaba el año 1888, la población de esta ciudad, fundada por Pedro de Valdivia el 5 de octubre de 1550 crecía en número, progresaba el comercio y la industria y la lógica de don Carlos L. Rowsell se hacía obvia. Ante esta situación con el decidido propósito de socorrer a la comunidad y a la ciudad en caso de ser amenazada por el fuego y dando satisfacción a sanos propósitos e ideales, esa juventud recibió los sanos consejos del viejo y benemérito Bombero y comprendieron la necesidad de Organizar una nueva Compañía de Bomberos.

Fruto de todas las ideas de este antiguo bombero porteño de entonces, el cálido día 5 de Abril de 1888 se reunió un grupo de 28 jóvenes de la colonial ciudad Penquistas, con el objetivo visionario de fundar una Cuarta Compañía de Bomberos, para complementar el servicio de las otras tres existentes. Por esta razón es que figura en la historia de esa Compañía el nombre de este ilustre bombero porteño, don Carlos L. Rowsell, mentor y padre espiritual de la Cuarta Compañía del Cuerpo de Bomberos de Concepción, que hoy lleva el nombre del Ilustre Bombero como eterno homenaje y gratitud por su gestión.
La reunión a finales del siglo XIX debe haber sido, sin duda, llena de proyectos e ilusiones. Ya que era la juventud la que se proyectaba al futuro y entregar a la comunidad ese auxilio tan esperado. Era la explosión generosa de un grupo que, organizándose, entregaría su esfuerzo y haría sacrificios, incluso la vida, todo por un ideal de Servicio Público.
De inmediato se pensó en la fundación del Cuerpo de Bomberos de Concepción, cuyo Directorio General daría la estabilidad necesaria a la labor Bomberil penquista y debería preocuparse de obtener del Gobierno el reconocimiento Oficial y su Personalidad Jurídica. Por su gran experiencia bomberil Carlos L. Rowsell se incorpora de inmediato a las actividades bomberiles de la ciudad, contribuyendo a unificar a las Compañías existentes y gestionando la creación del Cuerpo de Bomberos de Concepción, siendo nombrado su primer Superintendente, realizando de inmediato los trámites para encargar a Inglaterra su primera bomba a vapor. En la oportunidad se nombró también Comandante a don Oscar Spoerer, de la 1ª Cía.

En la Sesión de Constitución del primer Directorio General el señor Carlos L. Rowsell hizo uso de la palabra y en su intervención dijo: “Estimo este honor como señal de fraternidad para con el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, en el que he pasado mi niñez de aprendizaje. Que nuestros esfuerzos protegidos por el Supremo Gobierno y la autoridad local, y la cooperación de los vecinos, darán en muy poco tiempo el resultado de poner a esta Institución en aptitud de prestar los eficaces servicios requeridos por la creciente importancia de esta ciudad y su comercio. Contamos ya con cuatro Compañías, pero la Primera y la Segunda necesitan aumento y mejoramiento de su material, la Tercera hasta ahora carece de casi todo lo necesario para desempeñar con éxito sus importantes tareas, y la Cuarta está desnuda todavía; no tiene material ni cuartel. En cuanto a la organización y disciplina de estas Compañías, corresponden a la Comandancia. Mis conocimientos en esta materia quedan a disposición, si en algo pueden servir. Muchas Gracias”.

Gracias a su brillante gestión obtuvo muy rápidamente, el Decreto del Supremo Gobierno que otorgaba su reconocimiento oficial a través del Ministerio de Justicia al otorgarle al Cuerpo de Bomberos de Concepción su Personalidad Jurídica, firmada por el Presidente de la República don José Manuel Balmaceda Fernández y su Ministro del Interior don Julio Bañados Espinoza, el 21 de enero de 1890.
Luego de una fructífera labor como Superintendente y con su salud delicada se retiró a un merecido descanso en la ciudad de Traiguén. El nuevo siglo lo lleva de regreso a su tierra natal y vuelve a Valparaíso a buscar el abrigo de las tiendas de invierno del alma mater de la institución voluntaria del país. En ellas lo encuentra el 30 de Junio de 1901, en que la Institución cumple sus 50 años de existencia. El Directorio del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso acuerda entregar a don Carlos L. Rowsell un Broche de oro correspondiente al noveno premio por 50 años de meritorios servicios a la Institución.

Bajo una copiosa lluvia y enfermo como se encuentra, concurre al Teatro de la Victoria, que se hace estrecho para contener la distinguidísima concurrencia. Se inicia la magna ceremonia con la intervención de don Juan Matías Bostelmann Borchert (2ª Cía.), en representación del Superintendente dado que él era uno de los premiados esa noche en la Institución. Al final de su discurso el señor Bostelmann señaló: “He llegado a la conclusión de mi discurso y, como uno suele hacerlo he dejado lo mejor para el fin. Hoy día tenemos el justo orgullo y la inmensa satisfacción de poder ofrecer un sexto broche a dos miembros de esta Institución. don Carlos L. Rowsell y don Jorge Garland Barley, fundadores del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. Estos dos veteranos son para nosotros la verdadera encarnación de nuestro lema: “Abnegación y Constancia”.

En seguida se procedió a entregar los premios de constancia a voluntarios y auxiliares. Cada uno de ellos mereció , al ser llamados, cariñosas muestras de aprobación de parte del público, especialmente los Auxiliares de las diversas Compañías que, junto con recibir su medalla de oro por 25 Años de Servicios, cambiaron su cotona de Auxiliar por la de Voluntario. El entusiasmo llegó al máximo cuando fueron llamados los dos fundadores de la Institución aun en servicio para recibir sus preseas, las que fueron recibidas de manos de don Juan Eduardo Taylor Tinley (1ª Cía.), Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. El público presente brindó una calurosa ovación al señor Rowsell, quien avanzó al escenario apoyado por dos voluntarios, se emocionó tanto al recibir su medalla, que dejó escapar algunas lágrimas que causaron honda impresión en la concurrencia, siendo felicitado personalmente por el Intendente de la Provincia don José María Cabezón y el Primer Alcalde, don José Tomás Ramos y Ramos (hijo de don José Tomás Ramos Font, Superintendente fundador del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso en 1851), quienes aclamaron y aplaudieron de pie a tan distinguidos bomberos.
A continuación el Superintendente del Cuerpo de Bomberos de Santiago, don Ismael Valdés Vergara (5ª Cía.), anunció a los señores Garland y Rowsell su nombramiento de Miembros Honorarios de su Institución con el siguiente discurso: “Señores Garland y Rowsell, hace medio siglo que vosotros, asociados a otros hombres buenos, sembrasteis en este suelo feraz de Valparaíso la semilla de una planta desconocida, sin otra aspiración que la de disminuir las proporciones de los grandes incendios que con frecuencia asolaban a la población.
La simiente germinó y convirtiese en débil arbusto que fue combativo desde su nacimiento por todos los enemigos de que están rodeadas las empresas humanas. Vosotros estimulados por el deber que os habéis impuesto, luchasteis denodadamente con la fría indiferencia, con la desconsoladora pobreza, y sin dejaros abatir ni por los contratiempos, ni por los desengaños, seguisteis atendiendo la planta en su lento desarrollo. Otros obreros, atraídos por vuestro ejemplo, vinieron a secundaros en la labor, y merced a los esfuerzos perseverantes y a las victorias obtenidas en tantas jornadas, conseguisteis que la planta raquítica en 1851, se convirtiera en el árbol robusto cuyas raíces se extendían más y más en el tiempo. Fecundado después el suelo por la sangra generosa de los mártires del deber, a quienes enseñasteis con vuestra abnegación a hacer el sacrificio de la vida, cuando el honor lo exige, retoñó en todas partes como por encanto, el árbol cuyos benéficos frutos se cosechaban cada día más sazonados y hermosos. En este momento, cincuenta años después del día en que con la audacia de la inexperiencia abristeis el surco para arrojar la semilla de vuestras aspiraciones, venimos de todas las ciudades importantes de la República, los representantes de los numerosísimos Cuerpos de Bomberos, trayéndoos ofrendas de admiración y de gratitud, para que adornéis con ellas las coronas de laureles y las palmas que vuestros compañeros os han dedicado en este glorioso aniversario. Aceptad señores Garland y Rowsell, el título de Miembros Honorarios del Cuerpo de Bomberos de Santiago, como homenaje a vuestros merecimientos.

A continuación usó de la palabra el señor don Jorge Phillips Huneeus, Comandante del Cuerpo de Bomberos de Santiago, para hacer entrega a los señores Garland y Rowsell y de la medalla de oro que les ha concedido la 1ª Compañía de Bomberos de la Capital, junto con el título de Miembros Honorarios de la Compañía. El señor Phillips Huneeus pronunció con este motivo el siguiente discurso:
Señores: “Motivos ajenos a su voluntad han impedido al Director de la Primera Compañía de Bomberos de Santiago don Víctor Ismael Valdés Valdés venir a tomar parte en las fiestas que se celebran en honor del 50º Aniversario del Cuerpo de Bomberos de este puerto, fecha solemne de sus bodas de oro. A él le habría correspondido dar cuenta de la alta distinción que les ha conferido la Compañía, acordándoles una medalla de oro, a esas dos reliquias del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, señores Jorge Garland Barley y Carlos Luis Rowsell, únicos bomberos que quedan de esa generación que concibió y realizó la creación del Cuerpo de Bomberos.
Pero ya que a nuestro Director no le ha sido posible concurrir, el infrascrito, en su carácter de voluntario de dicha Compañía, aceptando la representación que se le ha conferido, tiene el alto honor de colocar sobre los pechos de estos dos titanes, símbolos de la disciplina y constancia del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso, estas medallas que atestiguan el cariño profundo y el respeto sin igual que la 1ª Compañía de Bomberos de Santiago tiene por ellos. Que en un abrazo, que les doy a nombre de la 1ª Compañía de bomberos de Santiago, vaya envuelto todo nuestro aprecio y admiración”. He dicho.

Luego de permanecer por casi un año en Valparaíso, don Carlos L. Rowsell se traslada nuevamente a mediados de 1902 a la ciudad de Traiguén, junto a su familia, y ahí alejado de la actividad comercial y en la tranquilidad de su hogar lo sorprende la muerte rodeado del cariño de su familia el 30 de julio de 1904. Una vez embalsamados sus restos y al momento de ser trasladados a la ciudad de Concepción donde se le rendirían solemnes exequias fúnebres, hizo uso de la palabra su amigo de toda la vida don Guillermo Blackburn, bombero de la 8ª Cía. “Zapadores Franco-Chilenos” de Valparaíso, quien al dirigirse a los presentes expresó: “Como voluntario de la 8ª Compañía de Bomberos de Valparaíso y como el más antiguo compañero en esto, se me ha designado para entregar sus restos mortales a la Comisión de la Cuarta Compañía de Bomberos que de Concepción ha venido con el objeto de llevarlos a esa ciudad en tránsito a Valparaíso. Señor Teniente, cumplo con este doloroso deber. He aquí los restos de nuestro malogrado compañero Carlos Luis Rowsell, Miembro Honorario y fundador del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. Dentro de él hay ocho medallas de oro por 25 años, con broches por 30 y 35 años; una medalla de oro del Cuerpo por 40 años; una medalla de oro del Cuerpo por 50 años; una medalla de oro del Cuerpo de Bomberos de Santiago por 50 años; un broche de oro del Cuerpo de Bomberos de Santiago por 50 años; una medalla de plata de Compañía por 50 años. Haceos cargo de ambos y como bomberos cumplid con vuestro deber. Rowsell, mi viejo amigo, Adiós.”

(CONTINUA EN EL SIGUIENTE POST)
 

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Boletín N°11 "A propósito del Ping-Pong y la Rana"


10 de Junio de 1907: A las 8:55 p.m. incendio!

estaba en casa cuando me sonó el timbre. Me vestí de bombero y salí a la Alameda corriendo. Frente a Duarte encontré la bomba y supe que el gallo no salía todavía. Corrí Alameda arriba y frente a Galvez me subí al gallo que venia con Carlos Swinburn. Los Ried que subieron al rodillo de atrás en Nataniel. El Ping-Pong estaba muy duro y cada vez se cargaba más al freno. En la esq. de San Ignacio escapamos de chocarnos con dos coches, pero seguimos sin poder detener al caballo a todo escape y casi sin manejo. Frente a Carrera venía en sentido contrario una carretela con un caballo a la cual fue imposible sacarle el cuerpo, de manera que nos dimos un quiñazo completamente de frente y a todas velas. Swinburn saltó lejos y yo por un milagro ni me moví del pescante. Inmediatamente después del choque me bajé a ayudar a swinburn a salir del enredo de caballos y varas; tenía la cabeza rota y estaba medio aturdido. El carretelero, que también quedó enredado estaba al parecer aturdido; yo lo tomé en brazos y lo coloqué en la vereda. En seguida recogimos todo lo que quedaba en el suelo perteneciente al gallo y amarramos el caballo atrás del gallo, pues las varas se quebraron en mil pedazos. Así dispuestos, tirando el gallo por Ried, Carlos Swinburn y yo fue entrado en la Alameda y conducido de un trote y sin parar hasta el mismo panizo: calle Esperanza casi esq. Alameda, una barraca cuyas llamas se veían en todo Santiago. Llegados al panizo, empezamos a armar rápidamente y colocamos un pitón sobre un techo de zinc del galpón de la barraca. Ahí estuvimos armados como media hora sin dar agua y con gran calor, pues las acequias de la Alameda no la tenían. Por fin dimos agua una media hora cuando el techo donde estaba en pitón se vino abajo. Cayeron los Dávila, Ide y Yávar. Fueron encontrados con ligeras lesiones y llevados al Hotel Royal del portal Edwards a curarse. Por orden del Capitán (Santiago García Huidobro) quedé al mando de la Cía. mientras él iba con los heridos. Por indicación del Comandante, hice bajar el pitón y colocarlo en el suelo. En esa posición, y por estar de guardia nuestra Cía. dimos agua hasta las 11:45 p.m. Al mismo tiempo de recibir orden de retirarnos, la bomba se descompuso a causa de doblarse un pequeño perno de los cilindros. Como no se pudiera arreglar, se resolvió llevar la bomba al cuartel por los voluntarios.
Antes de emprender la retirada, pasó el personal al casino del portal invitados por el Capitán a tomar una copa de ponche y galletas. En seguida, se puso en marcha la Cía. en este orden: 1º un postino tirando de atrás al gallo; 2º el personal formado en dos filas, cada una de las cuales llevaba un cordel amarrado a los resortes de la rana; y 3º la rana. De esta manera, y avanzando poco a poco llegamos al cuartel. En el camino descansábamos cada dos cuadras un instante y seguíamos la marcha en medio de gran alegría y entusiasmo. Pasé lista con muy buena asistencia a la 1:45 a.m. Cuando entró la bomba al cuartel fue objeto de una colosal ovación.
Gaspar Toro Barros Ayudante

http://www.firmelaquinta.cl/historia/ilustrado/quintino_n11_pingpong.pdf
 

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Don Enrique Mac-Iver fue un personaje del más alto nivel intelectual. El encantamiento de su palabra persuadía y convencía. En 1868 La 2ª Cía. “Bomba Sur”, acuerda enajenar su antigua bomba a palancas de la época de su fundación a la 1ª Cía. de Bomberos de Copiapó y adquirir una bomba a vapor que viniera a servir de una mejor manera los intereses de la capital de la República.
Con motivo de la venta de dicha bomba a palanca, precisamente don Enrique en su calidad de Teniente 2º y Oficial de Semana dejó constancia de este hecho en el libro Diario del Cuartel con las siguientes palabras, demostrando ya su delicado y refinado español que lo distinguió durante toda su vida:
Martes 30 de Junio de 1868.
“El cuartel ha quedado desierto. La bomba, aquella compañera de nuestros trabajos i de nuestras glorias, la que nos ha acompañado con fidelidad durante cuatro años, ha partido, no por sus pies, porque ella no nos hubiese abandonado, sino tirada por un carretón que la ha conducido a la estación, de donde debe partir a Valparaíso y de allí a Copiapó, para servir en la ciudad de las minas.
Hoi es cuando he deseado con más ardor ser poeta ¡Caramba qué versos no hubiera hecho yo a la partida de nuestra cara bomba! Pero, ya que la suerte, o el destino, me hizo nacer un pobre prosista, necesario será contentarse con lo que puede dar mi mala prosa para decir adiós a quien tanta gratitud le debemos.
Ahora comprendo el gran sentimiento que debieron experimentar los hermanos de José (no el portero de la Universidad, ni ningún otro José profano, sino el José bíblico, el José que fue ministro del Faraón en no sé que ramo de la administración pública) al ver partir a éste, vendido por ellos, como nosotros hemos vendido nuestro material, con los mercaderes que iban a Egipto; i eso que el material que hemos vendido tiene pocos hermanos en la Compañía.
(firmado) Enrique Mac-Iver Rodríguez Oficial de Semana
Era el poeta de la expresión. Los Bomberos no olvidamos las frases pronunciadas en el 25° Aniversario de la fundación del Cuerpo de Bomberos de Santiago, donde en medular discurso, da una visión de lo que son los Cuerpos de Bomberos de la República, pieza de oratoria que ha trascendido el tiempo y hoy es tan vigente como ese ya lejano 20 de diciembre de 1888. En la oportunidad expresó:

"Instada la matrona romana (Cornelia) para que exhibiese sus joyas, presentó a sus hijos, aquellos Gracos (Tiberio y Cayo) que sacrificaron la vida por la libertad y el bienestar de la patria.
Me parece que si se pidiese a Chile que mostrase las joyas con que enaltece y hermosea su frente republicana, presentaría ésta Institución de Bomberos Voluntarios, donde se sacrifica el reposo, la salud y a veces la existencia, por la tranquilidad y el bienestar de los demás.
Y tenía razón, porque, así como debajo del tosco uniforme del Bombero encontraría ilustración y nobilísimos sentimientos, este conjunto material de hombres, cosas y reglas que sirven para defender propiedades y vidas entre los riesgos del fuego, encierra espíritus de excelsas cualidades.
En todas partes hay incendios y hay Cuerpos de Bomberos; pero no hay en todas partes instituciones como ésta, que combaten el fuego a impulsos de una idea y de un sentimiento que dignifican y engrandecen.
Aquellos cuerpos son creaciones de la ley administrativa, organizaciones de policía, fuerzas físicas contra incendios. Esta Institución es hija de la libre iniciativa social, es una organización intelectual y moral y, una fuerza consciente contra los males de la comunidad.
En otras partes el Bombero es un empleado, desempeña un oficio, cumple un contrato. Entre nosotros el Bombero es un ciudadano, se impone una misión, cumple su deber.
Allí, aunque a veces se muera heroicamente en su puesto, se sirve por obligación o por paga. Aquí, aunque no se muere siempre en el fuego, se sirve por abnegación y se paga por servir.
Aquello es el hecho de un gobierno. Este es el espíritu de un pueblo.

La existencia de instituciones como éstas, suponen una sociedad de ideas adelantadas, de sentimientos elevados. Son, si se me permite la expresión, el barómetro que marca la altura moral e intelectual de una sociedad. Soportar duras fatigas, afrontar peligros, exponer la salud, y rendir a veces la vida, sin recompensa, por cumplir un deber de humanidad, no es acto de seres ínfimos y apocados sino, de almas fuertes y esclarecidas.
En el sacrificio por la familia hay más instinto que idea; en el sacrificio por la patria hay idea y hay instinto; en el sacrificio por la humanidad no hay más que idea y sentimiento.
El león sufre y muere por su cría, el salvaje sufre y muere por su suelo, sólo el hombre civilizado sufre y muere por la humanidad.
Al soldado que combate por la patria, le sonríe la gloria. Al misionero que se expone por la religión, le espera el cielo.
Al sabio que se aniquila por la ciencia, le guarda la inmortalidad. Al político que lucha por la justicia y la libertad, puede alcanzar la popularidad y el poder.
Los que visten estas burdas cotonas no tienen gloria, cielo, inmortalidad, popularidad, ni poder por recompensa. Si pretenden alguna, búsquenla en el fondo del alma, allí donde se siente la conciencia que da plácida alegría y satisfacción al bueno y, desasosiego y tortura al egoísta y al malvado.
No sé porque cuando recuerdo el origen de la historia de estos Cuerpos de Bomberos, cuando miro sus hechos y estudio su espíritu, desaparecen a mi vista reglamentos y tácticas, cuarteles y máquinas, y todo este bélico aparato destinado a apagar incendios, y contemplo una escuela de alta enseñanza y moralidad social.
Aquí se juntan y confunden para el trabajo y el sacrificio, sin más aliciente que el de cumplir un deber, hombres de todas las razas, de todas las lenguas y de todas las patrias; demostrando con esto que por sobre las fronteras políticas se extiende esta Institución de Bomberos, la cadena de oro de la fraternidad universal.
De nuestras filas no excluye el católico al protestante, ni el cristiano al judío, ni el creyente al libre pensador, y codo a codo trabajan y mueren cuando el deber así lo exige, apartados de todas las doctrinas, discípulos de todas las escuelas, y adeptos de todos los partidos; que al lado de los sentimientos fraternales, vida tiene aquí la tolerancia, la más necesaria, si no la más elevada de las virtudes sociales.
Y debe ser el fuego devastador de incendios, luz ante la cual huyen muchas preocupaciones y se modifican muchos hábitos, porque esta sociedad chilena formada en sus orígenes por soldados conquistadores e indios conquistados, donde hubo jerarquías y casi hubo sectas; en esta sociedad cerrada e intransigente, de oro y burdos pergaminos, nos ha nacido, vive vigorosa y crecerá potente esta Institución basada en la igualdad de todos sus miembros, donde se comprenden y amalgaman en una, todas las clases sociales sin más diferencia que las marcadas por la virtud y los servicios.
Sí; un Cuerpo de Bomberos es una escuela. Forma una verdadera República Federal con sabia organización general y seccional, con jefes, asambleas deliberantes, tribunales y comicios, con pasiones e intereses, luchas y agitaciones.
En este pequeño mundo, donde todos son iguales ante el derecho y se respeta el derecho de todos, como el niño que aprende la geografía de la tierra en un diminuto globo, aprende el Bombero a obedecer y a mandar, a deliberar y a juzgar; disciplina su espíritu en el ejercicio de su iniciativa, de su deber, de su derecho; aprende, en una palabra, a gobernar, a ser ciudadano de un pueblo libre.
Lo que digo explica la popularidad y el prestigio de que gozan entre nosotros los Cuerpos de Bomberos y, justifican el orgullo con que el país los contemplan y la gran distinción con que los trata.
La asistencia de ellos no tiene por base y por fin superior un servicio de policía; se apoyan en una idea y sirven a un fin social y moral. Son esta clase de instituciones la manifestación de hermosas virtudes y cualidades.
Me permito alzar la copa por la consolidación de esas cualidades y virtudes, por el espíritu de iniciativa popular, por la convicción de los deberes de humanidad, por la constancia y abnegación.
La predicación de los deberes en esa forma de elocuencia, es en el Cuerpo de Bomberos el corolario de la enseñanza que se da con el ejemplo.
Esta enseñanza práctica, la de los veteranos, que después de veinte o más años de servicios permanecen todavía en las filas, como si el tiempo no dejara huellas de su carrera en ellos, ejerce la más saludable influencia en las almas de la juventud, amarrándolas con vínculos indisolubles a los pilares de la Institución.
La juventud, esencialmente impresionable por los sentimientos de nobleza y generosidad, se deja arrastrar y conducir ciegamente por el camino del bien; jamás rechaza los ejemplos que recibe de los hombres que la han precedido en la carrera de la vida.
Las tradiciones que aquella recibe, las leyendas del pasado, son las transmisiones del entusiasmo que conserva la eterna juventud del Cuerpo de Bomberos.
El espíritu del Bombero, de que venimos hablando, tiene ya sus raíces en la familia. El ejemplo del padre, inculcado en el alma del hijo desde la más tierna infancia, transmite a modo de herencia, o por atavismo si se quiere , los ideales tan seductores que empujan a los niños a las filas del Cuerpo de Bomberos.
Nacen ellos destinados por decirlo así, a reemplazar a sus padres en el seno de la Institución, y a seguir las huellas del trabajo que ellos dejaron y de los servicios que prestaron a su Compañía.
Y como si eso no fuera bastante para propagar el entusiasmo y para formar los Bomberos de mañana, en algunas Compañías se llevan registros especiales para inscribir los nacimientos de los hijos de los Voluntarios, ni más ni menos que como se inscriben títulos de dominio, y periódicamente se les festeja en grandes y hermosísimas reuniones, llenos de atractivos para la infancia, para la juventud y para la vejez, en las cuales se rinde culto a los sentimientos que constituyen los fundamentos del Cuerpo de Bomberos, grabando en las almas infantiles de un modo indeleble la noción del deber.

Así se explica la juventud eterna y la prosperidad creciente de esta Institución fundada en 1863".

A su partida terrenal sus funerales no pasaron inadvertidos para nadie de la sociedad Chilena, pues de todos lados llegarían notas de pesar por este hombre, que luchó por sus principios en forma honesta y desinteresada.
La prensa de la época, dedicaría extensas publicaciones a uno de los más celebres Senadores y gran hombre público; es así como se puede leer lo siguiente:
“... Por las calles céntricas de la ciudad, entre las filas compactas de una concurrencia que rendía póstumo homenaje al hombre que consagró su vida a los intereses de la patria, ha pasado en la mañana de ayer la carroza funeral seguida por un cortejo en el cual se unían los hombres de todas las actividades, miembros de las colectividades más representativas del país.
El paso de esa caravana de dolor ha despertado en cada corazón un recuerdo cariñoso. Y lo que en los ojos del anciana fuera la visión de una vida pródiga en nobles ejemplos, para el joven ha sido la evocación de una obra realizada en actos sucesivos inculcadores de una sana moral.”
Todos quisieron estar presente a la hora del adiós, personalidades de todos los sectores políticos, sociales y culturales. El Arzobispo de Santiago Mons. Crescente Errázuriz expresó al despedirlo en el cementerio: “el señor Mac-Iver fue brillante a lo largo de toda su existencia. Estadista habilidoso, de penetrante visión, de criterio extraordinariamente ecuánime, figuró siempre como un orador elocuentísimo y patriota.
Yo lo conocí, continúa el señor Arzobispo, por primera vez hace 50 años. Se trataba de un juicio de divorcio entre miembros muy connotados de la sociedad santiaguina. Entonces había fuero eclesiástico y a mí me correspondió actuar como fiscal de la Curia en este asunto. El señor Mac-Iver que representaba a uno de los esposos, presentó un alegato tan admirable, tan acucioso y digno, matizado de tan profundas y prudentes reflexiones filosóficas, que francamente yo quedé cautivado. Pregunté quién era; y se me dijo que un abogado joven cuya fama se extendía rápidamente en el foro.
Yo he sido un admirador, tercia el señor Arzobispo Errázuriz, de la caballerosidad inalterable del señor Mac-Iver y de sus ejemplares virtudes privadas y públicas.”
De don Pedro Rivas Vicuña, presidente de la Cámara de Diputados señala; "el fallecimiento del señor Enrique Mac-Iver, no es sólo una pérdida del partido radical, sino también del país entero, que pierde un gran orador y un gran hombre público.
Por su parte el Gobierno tomó los siguientes acuerdos:
1.- Tributarle honores de General de División,
2.- Concurrencia al Cementerio de todo el Gabinete, en representación del Gobierno del Presidente Arturo Alessandri Palma; y
3.- Que a nombre de éste hable en el Cementerio el Ministro del Interior, don Armando Jaramillo Valderrama.
Por su lado el Congreso, en ambas cámaras, acordaron:
Celebrar esta tarde, en ambas cámaras, solemnes sesiones para rendir un homenaje a la personalidad del señor Enrique Mac-Iver.
Hablarán los presidentes de ambas ramas del Congreso y diversos oradores de todos los partidos. A nombre del Gobierno intervendrá don Roberto Sánchez García de la Huerta, Ministro de Guerra.
En la sesión de hoy ambas Cámaras se designarán las representaciones respectivas que asistirán mañana al cementerio y los oradores que en representación del Parlamento rendirán su último tributo de admiración al ilustre hombre público.
Por su parte el Cuerpo de Bomberos, representado por su Superintendente, hacía la siguiente declaración:
El Superintendente, señor Luis Claro Solar, expresó que el Cuerpo de Bomberos de Santiago vestía nuevamente de luto. Uno de sus más distinguidos voluntarios, casi fundador del Cuerpo, pues ingresó a sus filas el año 1864, el señor Enrique Mac-Iver, había fallecido...
... El recuerdo del señor Mac-Iver como bombero será como el recuerdo que deja como político.
Su magnifica oratoria y su clarísimo talento estuvieron siempre al servicio de las causas de mayor trascendencia que conmovieran al país, dirigiendo siempre su espíritu en todo lo que significara el bienestar de la patria y la libertad de pensar de sus conciudadanos.
El Cuerpo de Bomberos de Santiago se siente sobrecogido con el desaparecimiento de uno de sus voluntarios más distinguidos y meritorios, y a fin de honrar su memoria propongo que se envíen notas de pésame a la familia y a la 2ª Compañía “Esmeralda”; que sea colocado su retrato en el Salón de Sesiones del Directorio; mantener la bandera a media asta en todos los cuarteles durante 15 días, que todo el Cuerpo asista a sus funerales, concurriendo la 2ª Compañía con su material; y que el Secretario General despida los restos a nombre del Directorio.”
La Compañía, por su parte describía con estas palabras la perdida sufrida:
“ El Director de la 2ª Compañía, agradece los honores acordados para su voluntario don Enrique Mac-Iver y manifiesta que el país ha perdido a su servidor público más eminente, tal vez el hombre que no tiene comparación.
Pierde la 2ª Compañía al más querido y respetado de sus miembros, pues los voluntarios lo querían como a un padre. El los alentaba siempre en el cumplimiento de su deber y hasta el último tiempo de su vida concurrió al cuartel y se le veía con el entusiasmo de los buenos servidores.
Desempeño todos los puestos y en el cargo de Director supo darle rumbos definidos a la Segunda, cuyos Voluntarios están de duelo y lo lloran como al verdadero padre que se ha ido.”

En todas las funciones como servidor público en que Enrique Mac Iver Rodríguez cumplió, actuó con la independencia necesaria para mantener la unidad de su conducta, entregando el valioso aporte de su preparación y de sus más nobles y profundos valores con el único objetivo de contribuir a la grandeza de Chile

Valparaíso 1851 (hrm - cca)


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Enrique Mac Iver Rodríguez, (1845 – 1922) Bombero, Patriota, Poeta y Servidor Público.

Don Enrique Mac-Iver Rodríguez nació en el puerto de Constitución, Región del Maule el 15 de julio de 1845. Hijo del marino escocés don Henry Mac-Iver y de doña Leonor Rodríguez, dama chilena de la región descendiente de una notable familia española. Su padre, un marino escocés, había naufragado en un barco inglés en Valparaíso el año 1835, ya recuperado trabajó en este puerto en la casa comercial de Juan José Vives. Dos años después; en 1837 se trasladará a Constitución.

Mac Iver Rodríguez aprendió sus primeras letras en su hogar, e inició sus estudios formales cuando fue enviado al Colegio de los Padres Franceses de Valparaíso. Siendo muy joven se vio obligado a abandonar sus estudios de Humanidades, e ingresó a trabajar a una firma comercial....

...Debido a que se enfermó de viruela, fue obligado a dejar su empleo y regresar a la casa de sus padres en Constitución, en la cual estuvo durante un año en un período de convalecencia.

Continuó sus estudios en el Colegio de los Padres Franceses en Santiago, período en el cual se empezó a notar en él un cambio de mentalidad, que se reflejó en la aparición de un fuerte sentido crítico, que contrastaba con la severa y conservadora educación católica que había recibido.

Él mismo recordaba como anécdota haber discutido agriamente con uno de sus profesores, el padre Juan, acerca de la reforma protestante, discusiones que lo hicieron alejarse de la religión católica y acercarse políticamente al liberalismo.
Contrajo matrimonio con Ema Ovalle, con la que tuvo varios hijos, algunos de ellos con notable actuación pública.

Mac Iver prosiguió sus estudios en la Universidad de Chile, donde destacó como un alumno brillante, y se tituló de abogado el 5 de abril de 1869. Fue en este período estudiantil cuando irrumpió en la vida pública, frecuentando el Club de la Reforma - del cual llegaría a ser miembro en 1868 y su secretario tiempo después -. En noviembre de 1868 la Cámara de Diputados propone una acusación contra la Corte Suprema de Justicia. Este hecho provocó una intensa agitación pública, principalmente entre los estudiantes universitarios, quienes lo escogieron a él y a dos oradores más, Eduardo Matte y Agustín Concha Vergara, para que expresaran el repudio estudiantil. En su discurso defendió conceptos como la independencia del Poder Judicial y el papel de la juventud, transformándose en un destacado líder estudiantil.

Su trayectoria pública se inició en el año 1876, cuando, a la edad de 31 años, ingresó al Partido Radical, donde tuvo como guía a Manuel Antonio Matta Goyenechea (primer Director 6ª Cía. de Guardia de Propiedad de Santiago), al cual siempre manifestó un enorme aprecio y cariño, y al que sucedió como líder del radicalismo.
Mac Iver encontró en el Congreso un espacio para contribuir al desarrollo del país, siendo su miembro por más de 46 años. Ganó su primera diputación en 1876, tras ser elegido por su ciudad natal, Constitución, por lo cual decidió renunciar a su cargo de presidente del Banco Nacional.
En 1879 fue nuevamente elegido diputado por Talca, y el 7 de diciembre de 1880 vicepresidente de la Cámara. Asimismo, fue electo diputado por Coelemu en 1882, por Copiapó en 1885, y por Santiago en 5 ocasiones, entre 1888 y 1900.
Como diputado y parte activa en la fiscalización parlamentaria, consideró que su labor en el banco le restaba libertad para la confección de las leyes, la fijación de contribuciones, y enjuiciar los actos gubernativos. Manifestó que deseaba mantenerse ajeno a toda vinculación con el Estado, aunque fuese indirecta, mientras fuese miembro del Congreso.

Desde 1903 a 1906 fue elegido Senador de la República por Ñuble, siendo reelegido cono Senador por Atacama desde 1912 hasta el momento de su muerte el 22 de agosto de 1922. Dentro de su partido, ocupó en varias ocasiones el cargo de Presidente; fue uno de los abogados más calificados del foro chileno; varias veces Ministro de Estado en las Carteras de Hacienda e Interior; Académico de la Facultad de Leyes y Presidente por varios años de la Sociedad Científica de Chile. En forma paralela y desde muy joven era miembro de la masonería, y como tal participó en el taller Deber y Constancia. Logró la más alta distinción de la Orden Masónica, al ser elegido Serenísimo Gran Maestro entre 1887 y 1894.

Asimismo, se desempeñó como redactor político en varios periódicos santiaguinos como El Progreso -donde publicó Los Partidos Políticos y El Parlamento- y también del diario radical El Heraldo de Santiago, en 1878.
Políticamente Mac-Iver fue opositor al gobierno del Presidente José Manuel Balmaceda Fernández (1840-1891), y como tal participó en el borrador del acta de deposición del Presidente, que luego finalizaría Abdón Cifuentes Espinoza (1835 - 1928).
Para evitar la persecución de las autoridades decidió, en febrero de 1891, emigrar a Buenos Aires. Luego viajó a Bolivia y de allí a Antofagasta, pasando finalmente a Iquique, donde se organizó en abril de ese año la Junta Revolucionaria.
Tras la derrota militar de Balmaceda en agosto de 1891, fue elegido Diputado por Santiago.

Entre 1881 y 1884, Mac-Iver fue el defensor del gobierno de Chile ante los tribunales arbitrales constituidos con el fin de conocer y resolver las reclamaciones extranjeras, por actos de fuerzas chilenas durante la Guerra del Pacífico. Posteriormente, le cupo la misión de fallar los reclamos por la misma guerra.
Además, en 1892 fue nombrado Ministro de Hacienda por el Presidente Jorge Montt Álvarez (1845-1922), cargo desde el cual elaboró el proyecto sobre la convertibilidad monetaria.

En el conflicto con Argentina por el territorio de la Puna de Atacama, a Mac Iver le correspondió ser miembro de la delegación chilena que viajó a Buenos Aires a la conferencia de noviembre de 1898.
En su calidad de abogado, defendió la postura chilena ante el árbitro internacional, el embajador norteamericano en Buenos Aires William G. Buchanan, quien decidió dividir la Puna el 24 de marzo del mismo año, entregando 20 mil kilómetros cuadrados a Chile y 60 mil a Argentina.

Junto a don Isidoro Errázuriz y a don Carlos Walker Martínez, fue uno de los más conceptuosos oradores de su época como parlamentario y también como bombero, de voz firme y clara, de ideas simples y directas, y que como líder del radicalismo llamó la atención sobre los problemas sociales que afectaban al país en el cambio de siglo. Su discurso más recordado como parlamentario es el que pronunció en el Ateneo de Santiago el 1º de agosto de 1900, sobre la crisis moral que afectaba a Chile.
"Voy a hablaros sobre algunos aspectos de la crisis moral que atravesamos; pues yo creo que ella existe y en mayor grado y con caracteres más perniciosos para el progreso de Chile que la dura y prolongada crisis que todos palpan.
Me parece que no somos felices; se nota un malestar que no es de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del país, sino de todo el país y de la generalidad de los que lo habitan. La holgura antigua se ha trocado en estrechez, la energía para la lucha de la vida en laxitud, la confianza en temor, las expectativas en decepciones. El presente no es satisfactorio y el porvenir aparece entre sombras que producen la intranquilidad...
En mi concepto, no son pocos los factores que han conducido al país al estado en que se encuentra; pero sobre todos me parece que predomina uno hacia el que quiero llamar la atención y que es probablemente el que menos se ve y el que más labora, el que menos escapa a la voluntad y el más difícil de suprimir. Me refiero a nuestra falta de moralidad pública; sí, la falta de moralidad pública que otros podrían llamar la inmoralidad pública..."

Por otra parte, como bombero voluntario fue importante protagonista en la Segunda Compañía Bomba Sur “Unión y Libertad” por casi 58 años, y en todo el Cuerpo de Bomberos de Santiago, desde que fuera incorporado el 25 de Diciembre de 1864, a los 20 años cuando aun era estudiante de leyes.
Muy pronto después de su ingreso a la Compañía, supo demostrar de lo que era capaz. Sus contemporáneos no tardaron en descubrir en él todas las cualidades que deben reunir los jefes, así a pesar de su modestia ilimitada que le hizo rehuir siempre toda ostentación, don Enrique fue ocupando y desempeñando con brillo los siguientes cargos que la 2ª Cía. “Bomba Sur” le encomendó:
Sargento 2º en 1866 y 1871 - Tesorero en 1867 - Teniente 2º en 1868 - Secretario en 1869 - Capitán 1872 y 1873 - Director entre 1885 a 1888, 1891 y 1902 a 1906.
Consejero de Disciplina entre 1907 a 1910 - Director Honorario de Disciplina 1904.
El Cuerpo también hizo suyo de sus servicios, y así como en 1874 fue designado 2º Comandante. En 1888 fue elegido para servir el cargo de Vice-Superintendente. En 1889, se desempeñó como Superintendente del Cuerpo de Bomberos, cargo máximo que ocuparía nuevamente en 1890 y entre los años 1892 a 1893.
El Directorio, como premio a su dilatada y extraordinaria trayectoria, lo premia nombrándolo Director Honorario de la Institución en 1904.
En el año 1887, asume la dirección de la Masonería Chilena, convirtiéndose con el tiempo uno de los Serenísimos Grandes Maestros junto con hombres como Ramón Allende Padín (2ª Cía. Santiago), José Francisco Vergara Etchevers (1ª Cía. Viña del Mar) y Juan de Dios Arlegui y Gorbea (2ª Cía. Valparaíso).

A su muerte, la Segunda Compañía “Esmeralda” conocedora de la pérdida de la cual era víctima, acordó honrar su memoria colocando un retrato en el Salón de Sesiones e incluirlo en la lista de asistencia a perpetuidad. Esa lista que encabeza Ernesto Riquelme, Ramón Allende y tantos otros grandes Segundinos, se llenaba de honor y tradición con don ENRIQUE MAC-IVER RODRÍGUEZ.

El oficial de semana escribiría para la posteridad, las siguientes palabras, describiendo el cariño conque se le recordaba al hombre que acababa de partir:

“... Incorporado a la vida bomberil el día de Pascua, es decir la misma fecha en que, según el Catolicismo nacía mil años atrás aquel Jesús que debía marcar rumbos a la humanidad gracias a la nueva fe que él derramaría a torrentes, como derrama sus rayos el sol, don Enrique Mac-Iver, el niño que nacía a una nueva vida en tan augusta fecha para quienes ven en ella un símbolo, estaba predestinado también a marcar rumbos a la Institución que le recibía en su seno.
¡ Y supo marcarlos, cumpliendo su destino ¡...

(Firmado) Guillermo Guzmán Aguirre.”


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Héroes de la vida real


Van donde otros temieron ir
El Sol de Morelia
30 de junio de 2012


Morelia, Michoacán.- Mientras las historias tradicionales de los súperhéroes narran el exterminio de monstruos, luchar contra ejércitos y salvar a personas o incluso el planeta de una muerte segura, lo cierto es que el estereotipo de un héroe de verdad cumple con las definiciones de lo que se considera bueno y noble en su cultura de origen.

Un bombero, además de ser un titán, es un ser humano que se distingue de los demás por su corazón noble. Para él no existe diferencia entre el día y la noche, la lluvia o el sol, porque debe permanecer alerta. Abandona su hogar, su esposa, sus hijos, sus padres, su novia y sus amigos, porque el llamado de la sirena se recibe en lo más profundo del corazón. Por salvar una vida y ayudar a sus semejantes, no tiene preferencias, no discrimina raza, política o religión.

Aguanta sed, hambre, frío y calor, suda con pasión, llora con dolor, aguanta con valor y trabaja con amor y devoción.

Nadie le da las gracias, ya que el moribundo no habla, el herido está inconsciente, los familiares están nerviosos, nadie se acuerda del bombero mojado, sucio, sudoroso, sediento, hambriento y cansado. Se retira al terminar su misión y no obstante se va satisfecho de haber salvado una vida, de haber dado todo por aquella persona, aun sin conocerla.

Sube a la máquina para regresar a la estación y en el recorrido miles de pensamientos pasan por su mente, así como lo expresó Eduardo Ramón Ramírez López, director de Protección Civil y Bomberos de Morelia, quien recordó viejos tiempos ante esta reportera. "Bien recuerdo aquel accidente en la calle Abasolo... -con un suspiro profundo dijo- esto pasó ya hace muchos años... iba un pequeñito en su bicicleta, cuando se volcó un autobús y le cayó encima, apenas se veía su cabecita y la parte de su tórax fuera del camión, mientras que todo su cuerpecito quedó aplastado. Su mamá, desesperada, lo quería sacar a jalones, pero el niño ya estaba muerto. Hay muchos eventos que te marcan la vida, el área es tan dinámica que diariamente se ven y se aprenden cosas diferentes. Sin lugar a dudas he vivido momentos que otros hubieran preferido olvidar, pero por lo menos estoy orgulloso de ser bombero".

"Los actos que más me han marcado es el tener que darle la noticia a los familiares de que un joven se encuentra prensado, sin vida, entre los fierros retorcidos de un automóvil; no me gustaría particularizar ninguno. Tengo 34 años en la corporación, me ha tocado ver accidentes donde hay más de 200 personas fallecidas, como, como lo fue el avionazo de Maravatío", relató con cierto pesar.

Los bomberos no solamente se dedican a apagar incendios -combatir las llamas- sino que hacen muchas cosas más que a veces ni lo imaginamos.

Ser bombero me cambió la vida

Luis Alberto Cabrera Pérez, capitán de bomberos y jefe de turno contó que en su estancia laboral ha atendido muchos accidentes que le han marcado la vida, pero recordó, "cuando estaba en construcción el libramiento se volcó un vehículo donde iba el papá y su hija de 5 años, el señor salió proyectado y la niña permaneció en el coche. Pero cuando nosotros llegamos había una niña deambulando alrededor del accidente, no lloraba, sólo caminaba y caminaba. Se me hizo raro ver a una pequeña sola y a esas horas de la noche. Le pregunté que con quién venía y me dijo con su papá en el coche... entonces supe que venía con él. La tomé en mis brazos y seguí el protocolo de atención para personas que han sufrido un accidente. Ella me abrazó y me apretó, con lágrimas en sus pequeños ojos me preguntó que si su papá estaba bien, volteo y veo que le están dando reanimación cardiopulmonar; sólo la abracé y le dije que todo iba a estar bien. Cuando llegó la ambulancia, la niña no me quería soltar. En el momento me aguate pero la verdad es que sí afectó mucho, me preguntaba cómo decirle a la pequeña qué su papá ya no estaba aquí, que se fue al cielo, pasaban tantas cosas por mi cabeza. Al final, la ambulancia se la llevó para que la chequearán en el hospital". Comentó que lo más gratificante en su vida es permanecer al cuerpo de bomberos, ya que desde el primer día, eso le cambió la vida.

Adrián Balderas Villanueva, paramédico y bombero, recordó aquel incendio de la colonia 23 de Marzo, donde más de 50 casas estuvieron involucradas. "Esa madrugada recibimos una llamada de auxilio. Al llegar al lugar fui el primero en bajarme del carro de bomberos. No podía distinguir bien, había humo, aparte traía la máscara, sólo sentí que alguien me jalaba del brazo, era un joven. Me decía que adentro de esa casa estaba su mamá y su hermana de 6 años. De inmediato entré al domicilio, pero ya no pude hacer nada, las dos ya habían fallecido. Fue muy raro, ya que era la única casa de material, todas la demás eran de madera. Este acto, el no poder ayudarlas o hacer algo por salvarles la vida me dolió mucho, pero son cosas que suceden. He visto la cara del terror, he sentido el frío punzante del miedo, pero aquí estoy y estaré para atender el llamado de quien más nos necesite".

El trabajo de este cuerpo heroico es, sin lugar a dudas, uno de los que representa un gran riesgo para la integridad física, porque ellos también atienden el llamado para controlar fugas de gas. Asimismo, se dan a la tarea de emprender acciones de protección civil y rescate.

Ellos, los que auxilian a personas en accidentes o en desastres naturales, como son huracanes, inundaciones, derrumbes y deslaves, controlan además cables de energía eléctrica de alta tensión caídos y cortos circuitos, además de distribuir agua, cortar árboles, combatir enjambres de abejas, incluso ayudar a algunas mascotas traviesas que trepan a lo alto de un árbol o de un poste y ya no pueden bajar por sí mismas.

Ser bombero no es una profesión, sino un estilo de vida

Alejandro Orta, radio operador y bombero, contó que ha visto tantas cosas, pero recordó una especial que le marcó la vida. "Fue en la colonia Ciudad Jardín. Acudimos a un incendio de una casa; cuando llegamos era aproximadamente la una de la tarde. La casa estaba consumida en un 50 por ciento. Como pudimos empezamos a enfriar y controlar el incendio. Era una casa de madera, comenzamos a buscar entre los escombros y nuestra sorpresa fue que encontramos detrás de la barda de la puerta principal el cuerpo de un niño de 3 años a quien dejaron encerrado con cadena para que no se saliera. La madre había ido a comprar cosas a la tienda abarrotera y lo dejó dormido; entonces, supongo, el niño se despertó al oler el humo y ver el fuego, trató de salir pero la puerta estaba con cadena y candado, el pequeño murió quemado detrás de la puerta". Son actos en que llegas a sentir coraje, impotencia... ser bombero no es una profesión, sino un estilo de vida.

Por todo su trabajo y respuesta inmediata, debemos no solamente reconocer su valentía, vocación y espíritu de ayuda al prójimo, sino también contribuir para que cuenten con mejores equipos que les permitan trabajar con mayor seguridad. Igual otorgar apoyos económicos y prestaciones para ellos y sus familias, ya que en su historia muchos de estos hombres han sufrido quemaduras y otros en una acción por salvar vidas han muerto.

Pero todos podemos ayudar a los bomberos siguiendo sus consejos, para prevenir siniestros de cualquier naturaleza, ya que ellos acuden a dar pláticas de prevención en las escuelas para que los niños y jóvenes hagan conciencia de sus acciones, cuentan con cursos de información y capacitación a la sociedad, totalmente gratuitos, así como capacitación de evaluación de inmuebles y primeros auxilios para estar preparados cuando estemos en alguna situación de riesgo.

Además, este cuerpo de bomberos cuenta con la colaboración de tres mujeres. "Es impresionante ver la fuerza, valor y carácter que tienen. Participan con el mismo temple, son capaces de cargar un peso mayor al de ellas. Aparte de ser mamás, esposas y amas de casa, también son bomberas", reconoció admirado el director de Protección Civil municipal, Ramón Ramírez.

Es por ello que los gobiernos municipales, estatales y federal deben unir esfuerzos para que estos "Héroes Anónimos", que salen de sus hogares a jugarse la vida para salvar las nuestras, tengan mejores condiciones laborales, para que sigan desempeñando su labor en beneficio de los ciudadanos sin distingos de ninguna clase. (J)


http://www.oem.com.mx/elsoldemorelia/notas/n2599637.htm
 

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Chile
Cuerpos de Bomberos en La Araucanía

Nuestro país tiene el privilegio de contar con una de las instituciones más beneméritas que se han creado a lo largo de nuestro territorio: El Cuerpo de Bomberos. Miles de bomberos voluntarios han ido tomando sobre sus hombros la difícil misión de servir al prójimo sin percibir un centavo por su labor, engrandeciendo día a día a los cuerpos bomberiles que se distribuyen a lo largo y ancho de nuestra angosta faja de tierra.

Muchos de ellos han caído en el cumplimiento de su deber; muchos de ellos cumplen servicios en las guardias nocturnas que han implantado los cuerpos en beneficio de dar una mayor eficacia a su ardua y peligrosa labor y otros tantos entregan parte de su tiempo para poder instruirse sobre las últimas técnicas necesarias para el cumplimiento de sus deberes.

Si bien el Estado cubre algunas de sus necesidades más elementales, muchas veces es el propio bombero que debe acudir a su bolsillo para mejorar sus cuarteles, su equipo de trabajo, su vestuario y un sinfín de otras carencias propias de la institución.

Al romano Marco Licinio Craso se atribuye la creación de los primeros bomberos, los que bajo su mando concurrían a apagar los incendios de las grandes mansiones, cuyas propiedades compraba luego a precios muy bajos.

De allí la idea se propagó por el mundo y en muchos países se implantó la voluntariedad, en tanto otros potenciaron su creación a cargo del Estado, que concurrió con sueldos para remunerar a estos personajes, que a través de los últimos siglos han dado muestras de su necesidad en cada lugar donde exista una población más o menos numerosa.

En nuestro país el primer Cuerpo de Bomberos fue fundado el 30 de junio de 1851, en Valparaíso y obedeció a un gran incendio que se verificó en lo que hoy es la calle Esmeralda, desde cuyo lugar se extendió y consumió decenas de edificios. El incendio sólo pudo ser detenido con la colaboración eficaz que prestaron naves inglesas y francesas surtas en la bahía, las que desembarcaron marinería y bombas para combatir el fuego que amenazaba con extenderse a los cerros.

En Santiago tuvo que ocurrir algo similar para que despertara la conciencia ciudadana y se creara el primer Cuerpo de Bomberos de la capital. El 8 de diciembre de 1863 tuvo lugar el incendio de la Iglesia de la Compañía, que costó alrededor de dos mil vidas, lo que llenó de pavor a los capitalinos y fue así como rápidamente, el 20 de diciembre de ese año, en las oficinas de José Luis Claro Cruz se firmaba el acta de constitución del Cuerpo de Bomberos de Santiago.

En La Frontera, las cosas anduvieron un poco más lentas. Temuco recién fundado en 1881, no necesita la presencia de personal bomberil hasta que un incendio de proporciones ocurrido en febrero de 1899, mueve al alcalde Pedro Lagos Soto a pedir la colaboración ciudadana para formar rápidamente un “Organización contra Incendios”. Es así como el 18 de febrero de 1889, nace el Cuerpo de Bomberos de Temuco, con una 1ª compañía de “Hachas, Ganchos y Escalas” y la 2ª de “Salvadores y Guardias de Propiedades”, denominaciones singulares pero efectivas para la época.
Como la constitución de estas futuras compañías se demora, un importante grupo de colonos alemanes se reúne el 18 de junio con el fin de formar una Compañía de Bomberos.

A la semana siguiente, el día 25, los colonos forman definitivamente la Compañía Alemana de Bomberos, la que tendrá como lema “En honor a Dios y en protección al prójimo”. La que más tarde será la 3ª Compañía “Germania”, adquiere en Alemania la primera bomba a palanca de los bomberos de Temuco, la que es presentada en público el 18 de noviembre de 1900. Aunque la presentación no fue todo lo exitosa que los colonos hubieran querido -debido a la falta de agua-, los ciudadanos tuvieron la oportunidad de ver por primera vez en acción una verdadera bomba contra incendios en la ciudad.

El Cuerpo de Bomberos de Temuco, hoy una institución centenaria, durante toda su existencia ha dado innumerables pruebas de protección a la propiedad del prójimo, en cuyo desempeño han caído siete de su mejores hombres, pasando a engrandecer la lista de mártires de los Caballeros del Fuego del país.
Los Bomberos de Lautaro

Los bomberos lautarinos nacieron de la inquietud del sargento mayor Guillermo Rahausen comandante del Grupo de Artillería N° 3, “Sotomayor”, en ese tiempo acantonado en la ciudad, quien el 24 de octubre de 1907 se reunió junto a veinte miembros del comercio y la industria en los salones del Gran Hotel Francés, con quienes acordaron organizar un Cuerpo de Bomberos “que venga a prestar sus útiles servicios a este pueblo”, como quedó estampado en el Acta de Fundación, acordando formar una Compañía que se dividiría en tres secciones: 1ª de Propiedad, 2ª de Escalas y 3ª de Agua.
Dos años más tarde, el Cuerpo incrementa sus filas con la Segunda Compañía, que es fundada el 3 de octubre de 1909, la que a pesar de ser de hachas y escalas, rápidamente pasa a ser de agua, al adquirir la primera bomba a palanca del Cuerpo, un bombín que todavía se puede observar en el Cuartel General como una reliquia de la Compañía.
A la Segunda Compañía pertenecen también los dos mártires del Cuerpo de Bomberos de esta ciudad.
En la actualidad los bomberos lautarinos cuentan con cinco compañías, una de las cuales presta sus servicios en la cercana localidad de Pillanlelbún. Además en estos momentos se encuentra finalizando los trámites para la construcción de un tercer cuartel en el sector de Lautaro Norte, lo que les dará un mejor apoyo en sus actividades.
A continuación damos a nuestros lectores la fecha de creación de algunos Cuerpos de Bomberos de La Araucanía. Debemos aclarar que en muchos casos nació una Primera Compañía y más tarde se fundó el Cuerpo, luego de integrarse una Segunda Compañía:
Temuco: 18 de febrero de 1899
Lautaro: 24 de octubre de 1907
Loncoche: 14 de abril de 1908
Nueva Imperial: 14 de junio de 1909
Cherquenco: 31 de julio de 1927
Collipulli: 16 de marzo de 1916
Cunco: 25 de agosto de 1929
Purén: 9 de julio de 1939
Angol: 18 de septiembre de 1939
Los Sauces: 2 de octubre de 1939
Pitrufquén 18 de diciembre de 1939
Capitán Pastene: 18 de marzo de 1941
Pucón: 3 de octubre de 1943
Traiguén: 9 de diciembre de 1943
Curacautín: 16 de noviembre de 1956
Chol Chol: 24 de mayo de 1964
Teodoro Schmidt: 12 de enero de 1990

Mártires

Catorce voluntarios de los distintos Cuerpos de Bomberos de La Araucanía figuran en la lista de los Mártires de los Cuerpos de Bomberos del país. Aquí los recordamos.

Cuerpo de Bomberos de Temuco:
Vicente Pettersen Ruíz, 4ª Compañía, 08 de enero de 1916
Arturo Barnert Ithal, 3ª Compañía, 26 de septiembre de 1948
Sócrates Leiva Cabezas, 2ª Compañía, 07 de marzo de 1949
Gustavo Toledo Fuentes, 1ª Compañía, 11 de enero de 1957
Luis Guerrero Rodríguez, 1ª Compañía, 03 de diciembre de 1966
Karl Reinarz Johst, 3ª Compañía, 20 de diciembre de 1974
Alfonso Castro Rivas, 1ª Compañía, 25 de septiembre de 1977

Cuerpo Bomberos Angol:
Rosalino Gutiérrez Osses, 1ª Compañía, 17 de febrero 1998
Cuerpo Bomberos Lautaro:
Roberto Norambuena Conejeros, 2ª Compañía 02 de marzo de 1943
Fernando Acuña Rodríguez, 2ª Compañía, 12 de julio de 2004

Cuerpo de Bomberos Teodoro Schmidt:
Enrique Leal Arriagada: 27 de abril de 2005


Cuerpo de Bomberos Loncoche:
Guido Ruiz Troncoso, 3ª Compañía, 09 de mayo de 2005

Cuerpo de Bomberos Pitrufquén:
Gregorio Fuentes Salamanca, 2ª Compañía, 16 de mayo de 1944
Celedonio Romero Romero, 2ª Compañía, 16 de mayo de 1944


Cuerpo de Bomberos Victoria;
Javier Sobarzo M. 2ª Compañía, 17 de febrero de 1952
Raúl Morales Catalán, 2ª Compañía, 01 de enero de 1972

Día del Bombero

Finalmente damos a conocer a nuestros lectores la Ley que instituyó como “Día del Bombero” el 30 de junio de cada año.


Ley 14.866
Fecha Publicación Boletín Oficial: 30-JUN-1962
Fecha Promulgación: 27-JUN-1962
Organismo: MINISTERIO DE EDUCACIÓN PUBLICA
INSTITUYE EL 30 DE JUNIO DE CADA AÑO COMO ”EL DÍA DEL BOMBERO” Y ORDENA ACTOS CÍVICOS CONMEMORATIVOS, EN LOS ESTABLECIMIENTOS EDUCACIONALES DEL PAIS.
Por cuanto el Congreso Nacional ha dado su aprobación al siguiente
PROYECTO DE LEY:
Artículo 1° Institúyese la fecha del 30 de junio como “El Día del Bombero” destinado a conmemorar la fundación del Primer Cuerpo de Bomberos Voluntarios, organizado en Valparaíso el 30 de junio de 1851.
Artículo 2° Las Escuelas Públicas y Particulares y los demás establecimientos de enseñanza del país organizarán, el último sábado del mes citado, actos cívicos conmemorativos.
Y por cuanto he tenido a bien aprobarlo y sancionarlo; por tanto, promúlguese y llévese a efecto como ley de la República.
Santiago, veintisiete de junio de mil novecientos sesenta y dos.-(Fdo.) JORGE ALESSANDRI RODRIGUEZ.- Patricio Barros.- Sótero del Río.

http://chilecronicas.com/2012/06/cuerpos-de-bomberos-en-la-araucania.html