27 Horas de amor
Chile entero sigue la Teletón… un país sigue tras las pantallas las “27 horas de amor”, esa maravillosa obra que ha permitido que la ilusión de muchos niños no se apague.
No deja de parecerme curiosa esta expresión… pues para nosotros el amor no dura 27 horas, sino sólo 24… con la diferencia capital, de que no es una vez al año, sino los 365 días.
Esas “24 horas”… incluyen la capacitación que permanentemente recibimos para servir de mejor manera a nuestro prójimo.
Este Sábado, mientras todos siguen la Teletón, nosotros, al calor del primer día de Diciembre seguimos atentos (aunque algunos no tanto… el almuerzo, el calor o simplemente la factura de la noche pasada nos pasan la cuenta…) al curso de Investigación de Incendios.
En medio del curso han salido varios llamados. A uno de esos, la Alarma de Incendio de Renca, salimos temprano.
Ahora nuevamente nos toca… “10-0-1, General Mackenna y Amunátegui”… B2 corre rauda… enfilamos por Artesanos, y ya en la esquina de Independencia, el característico sonido de la Alarma de Incendio, y sobre la misma, la 2da. Alarma.
B2 se estaciona en la esquina de Balmaceda y Amunátegui, y rápidamente armamos a grifo. Con Julio González corremos presurosos con el pollo hasta la puerta del Incendio.
Rápidamente se despliegan dos pitones. En uno de ellos avanza Carlos Subiabre, por la escala que la Octava ha armado hasta el balcón del segundo piso. Sigo a Carlos… el agua se demora algunos segundos, que parecen eternos… Avanzamos e ingresamos, mucho humo… ni Carlos ni yo vamos con ERA… será entonces a la antigua.
Pronto el ambiente se hace más complejo, además del humo cae aquella exquisita ducha caliente desde el tercer piso. Bajo a buscar un ERA y nuevamente vuelvo a subir. A esas alturas se nos suma el Teniente Primero, Roberto Pérez, y luego Cristian Guzmán, el “Oso”.
El segundo piso tiene un altillo, que arde violentamente. Carlos ingresa primero por una puerta que da a una escala interior. Luego busca una segunda entrada, por el costado norte. En ese momento reemplazo a Carlos en el pitón y me quedo junto a Roberto.
En ese momento todo cruje… y casi en el mismo instante comienzan a sonar las sirenas y los claxon de las máquinas en el lugar… es un sonido que en otras circunstancias sería celestial… ahora es casi desquiciante. Es la orden de abandonar todo y evacuar el edificio.
Camino junto a Roberto, que ha dado la orden de “Todos afuera”. Avanza junto a nosotros el “Oso”… y Carlos va atrás nuestro… de pronto un estruendo y la insistente orden de Roberto, “Todos afuera, rápido, todos abajo”. De pronto la mirada hacia atrás, la de Roberto y la mía, y el grito casi de manera automática… “y Carlos ?!!” Los gritos se repiten una y otra vez… Abajo la vista es sobrecogedora, esta lleno de voluntarios de otras Cías., que nos miran, pues somos los últimos en abandonar el edificio… las máquinas aún siguen haciendo sonar sus sirenas… es aterrador.
La orden es perentoria, todos deben abandonar el edificio… Roberto me empuja hacia la escala, mientras yo sigo gritando por Carlos… Roberto debe bajar, así se lo ordenan…
Sólo en tierra vemos a Carlos que ante la demora en la escala por la que todos descienden toma una alternativa y baja por la escala del costado. Abajo el derrumbe de la cornisa, que ha caído hacia ambos costados, adentro y afuera, esa que parecía habernos robado a Carlos.
Allí esta Germán Díaz, Director Sexta, compañero de oficina y además un querido amigo… él, junto a algunos de nuestros viejos se encarga de recordarme la historia, aquella que ha llevado a la gloria a muchos de los nuestros, y que por fortuna hoy ha sido benevolente con nosotros.
Allí esta Carlos. Ambos nos abrazamos, sin decir nada, porque sabemos que es casi milagroso estar allí. Luego me arrodillo, no se si para sacarme el equipo, no se si por cansancio, por miedo, o tan sólo para dar las gracias de haber escapado.
“27 horas de amor”… a nosotros en tan solo un segundo casi se nos va la vida… Hoy no al menos…
Fuente: http://segundinos.cl/web/27-horas-de-amor/
Chile entero sigue la Teletón… un país sigue tras las pantallas las “27 horas de amor”, esa maravillosa obra que ha permitido que la ilusión de muchos niños no se apague.
No deja de parecerme curiosa esta expresión… pues para nosotros el amor no dura 27 horas, sino sólo 24… con la diferencia capital, de que no es una vez al año, sino los 365 días.
Esas “24 horas”… incluyen la capacitación que permanentemente recibimos para servir de mejor manera a nuestro prójimo.
Este Sábado, mientras todos siguen la Teletón, nosotros, al calor del primer día de Diciembre seguimos atentos (aunque algunos no tanto… el almuerzo, el calor o simplemente la factura de la noche pasada nos pasan la cuenta…) al curso de Investigación de Incendios.
En medio del curso han salido varios llamados. A uno de esos, la Alarma de Incendio de Renca, salimos temprano.
Ahora nuevamente nos toca… “10-0-1, General Mackenna y Amunátegui”… B2 corre rauda… enfilamos por Artesanos, y ya en la esquina de Independencia, el característico sonido de la Alarma de Incendio, y sobre la misma, la 2da. Alarma.
B2 se estaciona en la esquina de Balmaceda y Amunátegui, y rápidamente armamos a grifo. Con Julio González corremos presurosos con el pollo hasta la puerta del Incendio.
Rápidamente se despliegan dos pitones. En uno de ellos avanza Carlos Subiabre, por la escala que la Octava ha armado hasta el balcón del segundo piso. Sigo a Carlos… el agua se demora algunos segundos, que parecen eternos… Avanzamos e ingresamos, mucho humo… ni Carlos ni yo vamos con ERA… será entonces a la antigua.
Pronto el ambiente se hace más complejo, además del humo cae aquella exquisita ducha caliente desde el tercer piso. Bajo a buscar un ERA y nuevamente vuelvo a subir. A esas alturas se nos suma el Teniente Primero, Roberto Pérez, y luego Cristian Guzmán, el “Oso”.
El segundo piso tiene un altillo, que arde violentamente. Carlos ingresa primero por una puerta que da a una escala interior. Luego busca una segunda entrada, por el costado norte. En ese momento reemplazo a Carlos en el pitón y me quedo junto a Roberto.
En ese momento todo cruje… y casi en el mismo instante comienzan a sonar las sirenas y los claxon de las máquinas en el lugar… es un sonido que en otras circunstancias sería celestial… ahora es casi desquiciante. Es la orden de abandonar todo y evacuar el edificio.
Camino junto a Roberto, que ha dado la orden de “Todos afuera”. Avanza junto a nosotros el “Oso”… y Carlos va atrás nuestro… de pronto un estruendo y la insistente orden de Roberto, “Todos afuera, rápido, todos abajo”. De pronto la mirada hacia atrás, la de Roberto y la mía, y el grito casi de manera automática… “y Carlos ?!!” Los gritos se repiten una y otra vez… Abajo la vista es sobrecogedora, esta lleno de voluntarios de otras Cías., que nos miran, pues somos los últimos en abandonar el edificio… las máquinas aún siguen haciendo sonar sus sirenas… es aterrador.
La orden es perentoria, todos deben abandonar el edificio… Roberto me empuja hacia la escala, mientras yo sigo gritando por Carlos… Roberto debe bajar, así se lo ordenan…
Sólo en tierra vemos a Carlos que ante la demora en la escala por la que todos descienden toma una alternativa y baja por la escala del costado. Abajo el derrumbe de la cornisa, que ha caído hacia ambos costados, adentro y afuera, esa que parecía habernos robado a Carlos.
Allí esta Germán Díaz, Director Sexta, compañero de oficina y además un querido amigo… él, junto a algunos de nuestros viejos se encarga de recordarme la historia, aquella que ha llevado a la gloria a muchos de los nuestros, y que por fortuna hoy ha sido benevolente con nosotros.
Allí esta Carlos. Ambos nos abrazamos, sin decir nada, porque sabemos que es casi milagroso estar allí. Luego me arrodillo, no se si para sacarme el equipo, no se si por cansancio, por miedo, o tan sólo para dar las gracias de haber escapado.
“27 horas de amor”… a nosotros en tan solo un segundo casi se nos va la vida… Hoy no al menos…
Fuente: http://segundinos.cl/web/27-horas-de-amor/