Don Eduardo Llanos Álvarez de las Asturias nació en Corao, concejo de Cangas de Onis, el 12 de agosto de 1833. Sus padres, don Benito Llanos de Noriega y doña Isabel Álvarez de las Asturias Nava y Posada, residían en el Palación, casa solariega de la familia Noriega. Aquí nacieron los hijos del matrimonio: Amalia, Bernardo, Eduardo, Leandro, Luisa, Ana, Rodrigo y Felipe. Eduardo acudió a la Escuela de Corao Castillo hasta los diez años.
En 1843, se trasladó a vivir a Gijón junto a sus tías doña Eulalia y doña Teresa Llanos de Noriega, con el fin de proseguir sus estudios. En septiembre de 1846, fue admitido en la Escuela Especial de Gijón, antiguo Real Instituto Asturiano fundado por don Garpar Melchor de Jovellanos; en este centro cursó los estudios de Cálculo y Náutica, graduándose en junio de 1850....
Su padre, don Benito, decidió entonces enviarlo a América. Salió en dirección a Cádiz en septiembre de aquel mismo año y desde allí embarcó el 30 de diciembre.
Eduardo Llanos el español cuyo paso por Chile lo transforma en uno de los más importantes y señeros iconos patrios de nuestro país. El rescatar el cuerpo del Comandante de la Esmeralda don Arturo Prat Chacón luego del Combate Naval de Iquique el 21 de mayo de 1879, dado el abandono en que se encontraba, lo hace merecedor del respeto y gratitud de todos los chilenos a través del tiempo.
Su gesto fue motivo para que la colonia española fuera reconocida especialmente por la sociedad chilena, lo que estimuló la fundación del Círculo Español el 1º de febrero de 1880. Como es sabido, esta institución es la madre de todas las instituciones españolas a excepción de la Soc. de Beneficencia Española, en cuya fundación participó don Eduardo. En este contexto don Eduardo Llanos se transforma, también en un icono de la colectividad española en Chile.
También fue bombero voluntario, siendo el primer Director de la Compañía Española de Bomberos de Iquique, participando este asturiano como organizador de esa ciudad chilena. De regreso a la capital fue bombero de la 10ª Cía. “Bomba España” de Santiago incorporándose a esa unidad bomberil en 1892, el año de su fundación.
Llega a Valparaíso en mayo de 1851, un mes ante de la fundación del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso (30 junio 1851), primer Cuerpo de Bomberos de la República. En el puerto da inicio a una exitosa carrera comercial y comprometida actividad en las Instituciones Españolas del país. El año 1863, es elegido tesorero de la Sociedad Española de Beneficencia fundada en Santiago el año 1854, entidad a la que entregó gran parte de sus esfuerzos, la que fue disuelta a causa de la guerra con España el año 1866. En 1874, forma parte de la comisión en Valparaíso para la primera exposición Internacional (exposición del coloniaje) que se organizara en Chile a instancias de don Benjamín Vicuña Mackenna (3ª Cía. “Claro y Abasolo” de Stgo.) en 1873.
Siendo Iquique territorio peruano, se funda en 1870 la Compañía de Bomberos Peruana “Iquique” Nº1. Luego de ser abandonada por los peruanos y gobernada por Chile, la compañía se reorganiza por la colonia española y se nomina como “Iberia”. Según nos relata don Rafael de la Presa “el 21 de mayo año 1881, se iza en el cuartel, por primera vez en Chile desde el bombardeo de Valparaíso, la bandera española”.
Tras la gesta heroica de Iquique, surge para la historia de nuestro país, la gran figura de don Eduardo Llanos. Los cadáveres del Capitán Arturo Prat Chacón, el Teniente 2º Ignacio Serrano Montaner y el Sargento 2º de Artillería de Marina Juan de Dios Aldea Fonseca gravemente herido (fallece 3 días más tarde) fueron desembarcados del acorazado Huáscar; en la tarde de aquel miércoles 21, y dejados en la puerta del edificio de Gobierno Peruano (hoy ex edificio de la Aduana), expuestos en la vía pública, en la calle situada entre el Muelle y la Aduana, expuestos a la burla y al vejamen público. Además en las celdas de dicho edificio, quedan detenidos como prisioneros de guerra los sobrevivientes de la tripulación heroica de la “Esmeralda”.
El destino de estos marinos parecía ser la fosa común donde sus restos se confundirían y perderían. Tal vez el asturiano Eduardo Llanos no haya pensado en la posteridad, pero sin duda que se sintió conmovido por sentimientos aún más elementales y ajenos a sentimientos nacionales, como la piedad y la dignidad humana; por ello encabezó la iniciativa de solicitar a la autoridad militar peruana, un gesto de caballerosidad y humanismo para darles una cristiana sepultura. La autoridad accede con la condición que fuese en silencio, sin cortejo y sin colocar ninguna marca en sus tumbas. Es acompañado por el gallego Benigno Posadas (presidente de la Sociedad Española de Beneficencia de Iquique, fundada en 1877), el español, residente temporal en Iquique, don Jaime Puig y Verdaguer, don Santos de la Presa Casanueva y otros miembros de la colectividad hispana.
Al momento de ser entregados los cuerpos de Prat y Serrano, son trasladados a la 1ª Cía. de Bomberos; aunque un gran número de de voluntarios eran españoles y de otras nacionalidades, aun no tomaba el nombre de “Española”. En este cuartel se fabrican en forma rápida las dos cajas fúnebres con tablas de botes pesqueros que facilitan cuatro boteros chilenos.
Eduardo Llanos utiliza como mortajas un juego de sábanas, las cuales en una de sus esquinas tenían bordadas sus iniciales.
Una vez terminadas las dos cajas fúnebres, la comitiva marchó con los ataúdes al cementerio que en esa época estaba en el extremo de la ciudad; hoy está en medio de Iquique. Los restos fueron llevados en carretas, dignos, mudos e inmutables, pese a algunas miradas y gestos burlescos de los transeúntes peruanos con que se toparon, hasta llegar al cementerio más triste del mundo, sin cipreses, sin flores, sin verdor, todo árido, todo polvoriento y cálido.
Allí contempló por última vez la faz del capitán Prat, lívida como la amarillenta cera de un velón y con una profunda herida en la sien, y le tocó escribir con tinta negra, sobre una cruz improvisada: Arturo Prat Chacón, Mayo 21 de 1879.
Hay que destacar que un alto porcentaje de ciudadanos en Iquique eran chilenos, a tal punto que formaron una Compañía Chilena de Bomberos Nº6 de Ganchos, Hachas y Escaleras. Al producirse el bloqueo fue cerrada por la autoridad peruana; además después del combate, temiendo un levantamiento de los chilenos, son expulsados de Iquique.
El pueblo chileno debe estar profundamente agradecido de estos caballeros españoles. Pero, como lo expresa don Rafael de la Presa Casanueva, “el acto de los españoles en Iquique, no solo se circunscribió al piadoso enterrar a los muertos, sino también, a dar socorro material y espiritual a los sobrevivientes de la épica hazaña”
Al producirse en noviembre de 1879, la ocupación chilena en Iquique, se nombra como su primer Alcalde al Almirante don Patricio Lynch Solo de Saldivar, quien solicita a don Eduardo integrarse al Municipio dentro de los planes de organización de la ciudad. Posteriormente fue nombrado por España Vicecónsul, título que mantuvo hasta su alejamiento del país.
En noviembre de 1879 al tomar el control las fuerzas chilenas, comienza el retorno de chilenos a la ciudad, reorganizando la 6ª Cía. y acuerdan cambiar el nombre de “Chilena” por “Sargento Juan de Dios Aldea”.
Una vez ocupada Iquique por las fuerzas chilenas los bomberos de la 6ª Cía. toman como suya la difícil tarea de ubicar los restos del Sargento Juan de Dios Aldea. Primero hablaron con los médicos quienes les informaron que tenía un brazo amputado, varios impactos de balas y parte de su cuerpo destrozado. Por estos mismos datos, son informados que sus restos no fueron sepultados en una tumba separada como Prat y Serrano; sino que fueron tirados a la fosa común del cementerio.
Con la autorización del Administrador del Cementerio local, remueven “toda la fosa común del cementerio” hasta que ubican los restos del Sargento Aldea, de los cuales se transforman en custodios permanentes. Conservan los restos en su cuartel hasta que son trasladados al Monumento a los “Héroes de Iquique” en Valparaíso, donde descansan junto a su Comandante y la tripulación inmortal de la “Esmeralda”.
Es importante señalar que como consecuencia del Combate Naval de Iquique y el heroico desempeño de su gloriosa tripulación, el 29 de mayo la 2ª Cía. “Bomba Sur” de Santiago se reúne en Sesión de Compañía y acuerda cambiar su nombre por el de “Bomba Esmeralda” en eterno homenaje a la gesta heroica donde combatieron dos de sus más preclaros voluntarios; el Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas y el Cirujano 1º Dr. Francisco Cornelio Guzmán Rocha, a quienes en póstumo homenaje se les pasa lista eterna en todos los actos de servicio.
También el 29 de mayo veintidos quintinos de Santiago escriben a su Capitán solicitando el cambio de nombre de la 5ª Cía. “América” por el del Héroe Mártir “Arturo Prat Chacón”, y que fundamentan señalando que debe estar en la mente y el corazón de todos los chilenos, que debe ser sagrado talismán de los que defienden la honra de la patria en que como la nuestra, alguna vez suele exigir, abnegación y acaso heroísmo. La petición fue aceptada por todos los integrantes de la 5ª Cía. y ratificada por el Directorio General del Cuerpo de Bomberos de Santiago.
Al terminar la Guerra del Pacífico, don Eduardo Llanos y Álvarez de las Asturias deja el Norte y regresa a Santiago, donde se incorpora a la 10ª Cía. “Bomba España” (se aprobó su ingreso en Sesión de fecha 4 de octubre de 1892), para el día 12 de octubre durante una majestuosa celebración que recordó en Santiago el descubrimiento de América, don Eduardo fue el gallardo portaestandarte de la bandera española, que compartía honores con la italiana y la de todos los países americanos. En la actualidad en la testera del Salón de Sesiones de la “Décima” hay un cuadro con la figura de este noble bombero español.
Don Rafael de la Presa en su libro los Primeros Noventa Años del Circulo Español, nos entrega algunos importantes antecedentes de don Eduardo resumiendo hasta el día de su despedida de Chile en 1897 de la siguiente manera: “Don Eduardo Llanos, que cuando estaba en Santiago hacía del Círculo su casa, pues se lo recibía como a socio de honor, no aceptándosele el pago de cuotas - nadie olvidaba que su gesto había hecho posible el nacimiento del Círculo - se despedía de la Institución, regalándole 27 tomos de la “Biblioteca de Clásicos” de Rivadeneyra, que felizmente aún se conservan, teniendo cada uno de ellos, en su primera página, la firma autógrafa del insigne español. El señor Llanos había sido nombrado por la firma salitrera, Granja, Domínguez y Astoreca (todos sus socios, españoles), Agente en Inglaterra y en España para hacerle propaganda al consumo del salitre. También gestionaría se estableciera una línea de vapores entre Gijón y Valparaíso. Largos años cumplió esas funciones, antes de retirarse de los negocios y volver a su pueblo natal, Corao (Asturias), en donde fallece y es sepultado el 4 de marzo de 1927.
Don Eduardo Llanos y Álvarez de las Asturias, puede ser considerado como el personaje de la historia de nuestro país que, junto al mártir de la “Bomba España” de Santiago, Teniente 2º don Luis Aixalá Plubins, muerto en Acto de Servicio en Valparaíso el 9 de marzo de 1930, aúna mejor los principios hispano bomberiles en Chile. Español de cuna y entregando entusiasta el espíritu hispano en nuestro país; bombero voluntario de dos compañías chileno españolas que hoy son parte de la Confederación de Bombas Españolas de Chile y rescatando para Chile lo más sagrado que puede tener un país, los cuerpos de sus héroes. Valparaíso 1851 (hrm-cca)
Agradecimientos a:
Edmundo Enriquez González, 7ª
http://valparaiso-1851.blogspot.com/2008/09/don-eduardo-llanos-lvarez-de-las.html
En 1843, se trasladó a vivir a Gijón junto a sus tías doña Eulalia y doña Teresa Llanos de Noriega, con el fin de proseguir sus estudios. En septiembre de 1846, fue admitido en la Escuela Especial de Gijón, antiguo Real Instituto Asturiano fundado por don Garpar Melchor de Jovellanos; en este centro cursó los estudios de Cálculo y Náutica, graduándose en junio de 1850....
Su padre, don Benito, decidió entonces enviarlo a América. Salió en dirección a Cádiz en septiembre de aquel mismo año y desde allí embarcó el 30 de diciembre.
Eduardo Llanos el español cuyo paso por Chile lo transforma en uno de los más importantes y señeros iconos patrios de nuestro país. El rescatar el cuerpo del Comandante de la Esmeralda don Arturo Prat Chacón luego del Combate Naval de Iquique el 21 de mayo de 1879, dado el abandono en que se encontraba, lo hace merecedor del respeto y gratitud de todos los chilenos a través del tiempo.
Su gesto fue motivo para que la colonia española fuera reconocida especialmente por la sociedad chilena, lo que estimuló la fundación del Círculo Español el 1º de febrero de 1880. Como es sabido, esta institución es la madre de todas las instituciones españolas a excepción de la Soc. de Beneficencia Española, en cuya fundación participó don Eduardo. En este contexto don Eduardo Llanos se transforma, también en un icono de la colectividad española en Chile.
También fue bombero voluntario, siendo el primer Director de la Compañía Española de Bomberos de Iquique, participando este asturiano como organizador de esa ciudad chilena. De regreso a la capital fue bombero de la 10ª Cía. “Bomba España” de Santiago incorporándose a esa unidad bomberil en 1892, el año de su fundación.
Llega a Valparaíso en mayo de 1851, un mes ante de la fundación del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso (30 junio 1851), primer Cuerpo de Bomberos de la República. En el puerto da inicio a una exitosa carrera comercial y comprometida actividad en las Instituciones Españolas del país. El año 1863, es elegido tesorero de la Sociedad Española de Beneficencia fundada en Santiago el año 1854, entidad a la que entregó gran parte de sus esfuerzos, la que fue disuelta a causa de la guerra con España el año 1866. En 1874, forma parte de la comisión en Valparaíso para la primera exposición Internacional (exposición del coloniaje) que se organizara en Chile a instancias de don Benjamín Vicuña Mackenna (3ª Cía. “Claro y Abasolo” de Stgo.) en 1873.
Siendo Iquique territorio peruano, se funda en 1870 la Compañía de Bomberos Peruana “Iquique” Nº1. Luego de ser abandonada por los peruanos y gobernada por Chile, la compañía se reorganiza por la colonia española y se nomina como “Iberia”. Según nos relata don Rafael de la Presa “el 21 de mayo año 1881, se iza en el cuartel, por primera vez en Chile desde el bombardeo de Valparaíso, la bandera española”.
Tras la gesta heroica de Iquique, surge para la historia de nuestro país, la gran figura de don Eduardo Llanos. Los cadáveres del Capitán Arturo Prat Chacón, el Teniente 2º Ignacio Serrano Montaner y el Sargento 2º de Artillería de Marina Juan de Dios Aldea Fonseca gravemente herido (fallece 3 días más tarde) fueron desembarcados del acorazado Huáscar; en la tarde de aquel miércoles 21, y dejados en la puerta del edificio de Gobierno Peruano (hoy ex edificio de la Aduana), expuestos en la vía pública, en la calle situada entre el Muelle y la Aduana, expuestos a la burla y al vejamen público. Además en las celdas de dicho edificio, quedan detenidos como prisioneros de guerra los sobrevivientes de la tripulación heroica de la “Esmeralda”.
El destino de estos marinos parecía ser la fosa común donde sus restos se confundirían y perderían. Tal vez el asturiano Eduardo Llanos no haya pensado en la posteridad, pero sin duda que se sintió conmovido por sentimientos aún más elementales y ajenos a sentimientos nacionales, como la piedad y la dignidad humana; por ello encabezó la iniciativa de solicitar a la autoridad militar peruana, un gesto de caballerosidad y humanismo para darles una cristiana sepultura. La autoridad accede con la condición que fuese en silencio, sin cortejo y sin colocar ninguna marca en sus tumbas. Es acompañado por el gallego Benigno Posadas (presidente de la Sociedad Española de Beneficencia de Iquique, fundada en 1877), el español, residente temporal en Iquique, don Jaime Puig y Verdaguer, don Santos de la Presa Casanueva y otros miembros de la colectividad hispana.
Al momento de ser entregados los cuerpos de Prat y Serrano, son trasladados a la 1ª Cía. de Bomberos; aunque un gran número de de voluntarios eran españoles y de otras nacionalidades, aun no tomaba el nombre de “Española”. En este cuartel se fabrican en forma rápida las dos cajas fúnebres con tablas de botes pesqueros que facilitan cuatro boteros chilenos.
Eduardo Llanos utiliza como mortajas un juego de sábanas, las cuales en una de sus esquinas tenían bordadas sus iniciales.
Una vez terminadas las dos cajas fúnebres, la comitiva marchó con los ataúdes al cementerio que en esa época estaba en el extremo de la ciudad; hoy está en medio de Iquique. Los restos fueron llevados en carretas, dignos, mudos e inmutables, pese a algunas miradas y gestos burlescos de los transeúntes peruanos con que se toparon, hasta llegar al cementerio más triste del mundo, sin cipreses, sin flores, sin verdor, todo árido, todo polvoriento y cálido.
Allí contempló por última vez la faz del capitán Prat, lívida como la amarillenta cera de un velón y con una profunda herida en la sien, y le tocó escribir con tinta negra, sobre una cruz improvisada: Arturo Prat Chacón, Mayo 21 de 1879.
Hay que destacar que un alto porcentaje de ciudadanos en Iquique eran chilenos, a tal punto que formaron una Compañía Chilena de Bomberos Nº6 de Ganchos, Hachas y Escaleras. Al producirse el bloqueo fue cerrada por la autoridad peruana; además después del combate, temiendo un levantamiento de los chilenos, son expulsados de Iquique.
El pueblo chileno debe estar profundamente agradecido de estos caballeros españoles. Pero, como lo expresa don Rafael de la Presa Casanueva, “el acto de los españoles en Iquique, no solo se circunscribió al piadoso enterrar a los muertos, sino también, a dar socorro material y espiritual a los sobrevivientes de la épica hazaña”
Al producirse en noviembre de 1879, la ocupación chilena en Iquique, se nombra como su primer Alcalde al Almirante don Patricio Lynch Solo de Saldivar, quien solicita a don Eduardo integrarse al Municipio dentro de los planes de organización de la ciudad. Posteriormente fue nombrado por España Vicecónsul, título que mantuvo hasta su alejamiento del país.
En noviembre de 1879 al tomar el control las fuerzas chilenas, comienza el retorno de chilenos a la ciudad, reorganizando la 6ª Cía. y acuerdan cambiar el nombre de “Chilena” por “Sargento Juan de Dios Aldea”.
Una vez ocupada Iquique por las fuerzas chilenas los bomberos de la 6ª Cía. toman como suya la difícil tarea de ubicar los restos del Sargento Juan de Dios Aldea. Primero hablaron con los médicos quienes les informaron que tenía un brazo amputado, varios impactos de balas y parte de su cuerpo destrozado. Por estos mismos datos, son informados que sus restos no fueron sepultados en una tumba separada como Prat y Serrano; sino que fueron tirados a la fosa común del cementerio.
Con la autorización del Administrador del Cementerio local, remueven “toda la fosa común del cementerio” hasta que ubican los restos del Sargento Aldea, de los cuales se transforman en custodios permanentes. Conservan los restos en su cuartel hasta que son trasladados al Monumento a los “Héroes de Iquique” en Valparaíso, donde descansan junto a su Comandante y la tripulación inmortal de la “Esmeralda”.
Es importante señalar que como consecuencia del Combate Naval de Iquique y el heroico desempeño de su gloriosa tripulación, el 29 de mayo la 2ª Cía. “Bomba Sur” de Santiago se reúne en Sesión de Compañía y acuerda cambiar su nombre por el de “Bomba Esmeralda” en eterno homenaje a la gesta heroica donde combatieron dos de sus más preclaros voluntarios; el Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas y el Cirujano 1º Dr. Francisco Cornelio Guzmán Rocha, a quienes en póstumo homenaje se les pasa lista eterna en todos los actos de servicio.
También el 29 de mayo veintidos quintinos de Santiago escriben a su Capitán solicitando el cambio de nombre de la 5ª Cía. “América” por el del Héroe Mártir “Arturo Prat Chacón”, y que fundamentan señalando que debe estar en la mente y el corazón de todos los chilenos, que debe ser sagrado talismán de los que defienden la honra de la patria en que como la nuestra, alguna vez suele exigir, abnegación y acaso heroísmo. La petición fue aceptada por todos los integrantes de la 5ª Cía. y ratificada por el Directorio General del Cuerpo de Bomberos de Santiago.
Al terminar la Guerra del Pacífico, don Eduardo Llanos y Álvarez de las Asturias deja el Norte y regresa a Santiago, donde se incorpora a la 10ª Cía. “Bomba España” (se aprobó su ingreso en Sesión de fecha 4 de octubre de 1892), para el día 12 de octubre durante una majestuosa celebración que recordó en Santiago el descubrimiento de América, don Eduardo fue el gallardo portaestandarte de la bandera española, que compartía honores con la italiana y la de todos los países americanos. En la actualidad en la testera del Salón de Sesiones de la “Décima” hay un cuadro con la figura de este noble bombero español.
Don Rafael de la Presa en su libro los Primeros Noventa Años del Circulo Español, nos entrega algunos importantes antecedentes de don Eduardo resumiendo hasta el día de su despedida de Chile en 1897 de la siguiente manera: “Don Eduardo Llanos, que cuando estaba en Santiago hacía del Círculo su casa, pues se lo recibía como a socio de honor, no aceptándosele el pago de cuotas - nadie olvidaba que su gesto había hecho posible el nacimiento del Círculo - se despedía de la Institución, regalándole 27 tomos de la “Biblioteca de Clásicos” de Rivadeneyra, que felizmente aún se conservan, teniendo cada uno de ellos, en su primera página, la firma autógrafa del insigne español. El señor Llanos había sido nombrado por la firma salitrera, Granja, Domínguez y Astoreca (todos sus socios, españoles), Agente en Inglaterra y en España para hacerle propaganda al consumo del salitre. También gestionaría se estableciera una línea de vapores entre Gijón y Valparaíso. Largos años cumplió esas funciones, antes de retirarse de los negocios y volver a su pueblo natal, Corao (Asturias), en donde fallece y es sepultado el 4 de marzo de 1927.
Don Eduardo Llanos y Álvarez de las Asturias, puede ser considerado como el personaje de la historia de nuestro país que, junto al mártir de la “Bomba España” de Santiago, Teniente 2º don Luis Aixalá Plubins, muerto en Acto de Servicio en Valparaíso el 9 de marzo de 1930, aúna mejor los principios hispano bomberiles en Chile. Español de cuna y entregando entusiasta el espíritu hispano en nuestro país; bombero voluntario de dos compañías chileno españolas que hoy son parte de la Confederación de Bombas Españolas de Chile y rescatando para Chile lo más sagrado que puede tener un país, los cuerpos de sus héroes. Valparaíso 1851 (hrm-cca)
Agradecimientos a:
Edmundo Enriquez González, 7ª
http://valparaiso-1851.blogspot.com/2008/09/don-eduardo-llanos-lvarez-de-las.html