INCENDIOS CON HISTORIA

CFlamma

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Esta de abajo es una bien curiosa de un incendio en 1963 en Santiago, la señora saltó desde el 3er piso, ¿que calle será, que compañía, quedará alguno de los que sostuvieron la lona?, al parecer al fondo se ve la Alameda, ese edifcio podría dar alguna clave. Lo que me parece mas curioso (aparte de la toma propiamente tal) es que la dama en cuestión, al parecer sigue preocupada de que no se le suba la falda.....hay una canción con cierta relación "Mejor muerta que sencilla" :)

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¡Qué foto más notable!. ¡Nos puedes aclarar su origen?
 

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La historia del incendio en la ex Escuela Normal

Aunque en un principio se pensó en un acto de carácter subversivo, sería un cortocircuito el que provocó que el histórico inmueble, perteneciente a la Universidad de La Serena, ardiera en llamas el 31 de octubre de 1988.

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Octubre de 1988 fue un mes especial en la región. No solamente por el histórico plebiscito que se vivió el día 5, sino también por un incendio que hasta el día de hoy es recordado por quienes estudiaron, trabajaron o aún se desempeñan en la Universidad de La Serena. Porque cuando se acababa ese mes, el 31 de octubre, un incendio afectó a la exEscuela Normal, en el campus Isabel Bongard de la citada casa de estudios superiores, dejando varios lesionados y cuantiosos daños materiales.

Tal como se recuerda en la página web de la Sexta Compañía de Bomberos de La Serena “Bomba Juan Soldado”, el incendio fue ampliamente difundido en esa época, “toda vez que en unos primeros instantes se atribuyó el hecho a un acto de carácter subversivo, propendiendo los medios nacionales a dicha tesis, generando una efervescencia política y mediática propia de los años vividos al término de la dictadura militar. Con posterioridad, Bomberos descartó tajantemente la tesis subversiva, entregando los informes correspondientes a las autoridades de la época”.

“Ardió la ex Normal” fue el titular de diario El Día el 1 de noviembre de 1988, con toda la ciudad aún conmocionada por este incendio que igual tuvo amplia cobertura en televisión, por medio de la señal regional de Canal 8. Estos registros, que se encuentran disponibles en Youtube, muestran los primeros instantes de la situación, con la evacuación de alumnos y profesores. “Las llamas envolvieron todo el segundo piso en pocos minutos”, consignaron en el noticiero de Canal 8, donde se habló igual del impacto que provocó en la población ver en llamas uno de los edificios más simbólicos de la ciudad.

La Escuela Normal de Preceptoras de La Serena fue fundada en 1874, para formar maestras de enseñanza primaria. Desde sus inicios, recibió a numerosos expertos alemanes y chilenos, que trataron de inculcar en las futuras educadoras los métodos de enseñanza en boga en Europa, dentro de una perspectiva laica y científica. Isabel Bongard, educadora de origen alemán, fue designada en 1890 por el gobierno de José Manuel Balmaceda para encargarse de la dirección del establecimiento, y le imprimió un sello de progresismo y calidad que marcó la historia futura del establecimiento, que hoy es Monumento Nacional.

ESTILO NEOCLÁSICO
Haciendo historia, hay que consignar que la Escuela Normal funcionó en diferentes edificios hasta 1912, cuando se inauguró el que hoy todos conocemos. El inmueble constituye un volumen simétrico de dos niveles, en torno a un eje central estructurado por el acceso. Su planta se desarrolla en torno a dos patios laterales. Su fachada, de influencia neoclásica, se caracteriza por sus arcos rebajados y la cantería de los muros. La construcción es de albañilería de ladrillo, que luce especialmente en el tratamiento de los arcos, y entramado de roble con adobe en el segundo nivel; la estructura de la techumbre, de las puertas, las ventanas, los pisos y los cielos es de pino oregón. El estilo de la construcción tiene elementos de la arquitectura colonial americana.

En el segundo piso se encontraban los largos dormitorios de las más de 200 alumnas que estudiaban con régimen de internado, y la capilla del plantel. En el primer piso estaba el Salón de Actos, recubierto de fina madera, donde se realizaban las clases de gimnasia, las ceremonias de graduación, etc. Por detrás de este espacio se hallaba la sala de música y en el ala sur, la cocina. En el primer piso se situaban también el laboratorio de ciencias y la gran biblioteca. En el sector poniente funcionaba una Escuela de Aplicaciones, de enseñanza primaria, que servía de lugar de práctica y observación para las futuras educadoras. El edificio estaba rodeado por un bello huerto donde crecían chirimoyos, damascos y ciruelos, junto con un parque con palmeras, cipreses y plátanos orientales.

Desde el año 1890 hasta 1940, el edificio cumplió su función como Escuela Normal de Preceptoras, en calle Amunátegui. En 1988, la ya exEscuela Normal era parte de los inmuebles de la Universidad de La Serena. De hecho, era ocupado por las carreras que conformaban la Facultad de Humanidades, entre ellas Castellano y Filosofía, Artes Plásticas y Educación Parvularia. Al momento de producirse el incendio, había cerca de 400 personas en su interior.

IMAGEN DANTESCA
Según consignó diario El Día el 1 de noviembre de 1988, el fuego se detectó a las 10:20 horas del 31 de octubre, en el sector donde funcionaban las salas de profesores de pedagogías, abarcando todo el segundo piso. Las grandes llamas fueron alimentadas por un mediano viento sudeste, “que fue extendiendo el siniestro hasta el ala norte o frontis, en que se hacía funcionar la base académica de la Facultad de Humanidades y parte de la Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles”. En pocos minutos, el siniestro se expandió a los antiguos comedores y cocinas.

En menos de media hora igual fue alcanzada una de las gigantescas palmeras del antejardín de calle Amunátegui. En medio de una dantesca escena, cientos de estudiantes, personal policial, auxiliares y los propios profesores trataban de salvar parte del material que constituía la estructura administrativa y documental de las carreras de la ULS. Pasado el mediodía, el trabajo de Bomberos ya empezaba a dar sus frutos, logrando salvar el ala oeste y parte de lo que fue el viejo comedor de las alumnas, que por un tiempo sirvió de biblioteca. Algo similar ocurrió con las salas de costura y enseñanza de repostería.
“A las 13:00 horas, colgajos de ventanales, ventanas desprendidas, techos goteantes, cientos de papeles, carpetas y dibujos esparcidos entre mangueras y tizones, servían para que se elevase al cielo serenense una humareda plomiza, que fue declinando por la tarde”, se describió en la crónica de diario El Día.
El comandante bomberil, José Luis Robledo, una vez controlado el siniestro, comentó que “hasta el momento no se puede entregar ninguna información oficial, porque hay que realizar la remoción de escombros y finalizado eso se verá la posible causal del fuego”, mencionando que el edificio se destruyó en un 50 ó 60%. El hecho dejó un saldo de 4 personas heridas, entre ellas dos estudiantes, pero ningún caso de gravedad. También se registraron ataques de histeria de algunas alumnas, que fueron atendidas en el Centro de Salud de la ULS, que trabajó en la emergencia.

Finalmente se supo que la causa del incendio fue un cortocircuito eléctrico en el ala oeste, que alcanzó las maderas resecas de una construcción casi centenaria. El inmueble fue reconstruido, conservando su fachada original. En 1993 fue designado como Campus Isabel Bongard de la Universidad de La Serena y el 23 de junio de 1995 se le declaró Monumento Nacional.

TESTIMONIO DE LA ÉPOCA
••• La profesora Guillermina Villalobos Aravena de Fabres, egresada de la Escuela Normal en 1935, contó en 1988 que estaba muy triste por la noticia de este incendio. “Sentí una gran pena y una emoción intensa. Porque evoqué esa época maravillosa, cuando con un grupo de compañeras que venían de distintas partes del país, del norte y del centro, iniciamos una aventura maravillosa que duró toda la vida”.

Por su parte, Lino Pastene Vega, antiguo profesor de la exEscuela Normal, manifestó a diario El Día que “son muchas cosas que se van con el fuego. Historia, formación, decenas de generaciones y, sobre todo, el espíritu que animó a tantos educadores en tantas jornadas”. Agregó que “tengo un sentimiento de impotencia frente a todo esto, pero hay que pensar en la reconstrucción”.



http://diarioeldia.cl/
 
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El incendio que inspiró 'Smoke on the water'
Deep Purple compuso este himno del rock tras ver desde la habitación de su hotel el humo sobre las aguas del lago Genève, en Suiza

Un incendio en el Casino de Montreux, Suiza, el 4 de diciembre de 1971 fue la semilla de una de las canciones más famosas de la historia del rock. Deep Purple se encontraba en la ciudad suiza a punto de comenzar la grabación de su disco 'Machine Head' cuando una bengala lanzada en un concierto de la banda de Frank Zappa incendió el edificio. La banda de rock británica observó todo desde la habitación de su hotel e ideó el estribillo: "Smoke on the water", humo sobre el lago Genève.

Tal día como hoy en 1971 nació 'Smoke on the water', una de las canciones más importantes del rock 'gracias' a un incendio provocado por una bengala en el Casino de Montreux, en Suiza. Mientras en el escenario tocaban Frank Zappa y su banda The Mothers of Invention, un ferviente seguidor lanzó un artefacto pirotécnico que afectó primero al escenario y después al edificio entero.

Deep Purple se encontraba en la ciudad-comuna suiza (famosa por el nacimiento de este tema y porque, durante los últimos compases de su vida, Freddie Mercury vivió allí) a punto de comenzar a grabar 'Machine Head' (1972), el sexto álbum de estudio de la banda británica y uno de los discos más influyentes del heavy metal.

Cuando el fuego terminó con el concierto de los californianos, el grupo de prominentes melenas y pantalones acampanados observó toda la escena desde la habitación de su hotel. El humo sobre el agua del lago Genève fue el germen de una de las canciones más singulares de la historia del rock. No tanto por su letra como por el riff más famoso y más tocado de todos los tiempos.

La combinación atemporal de las cuatro notas sencillas es la prueba que todo rockero que se precie debe pasar. Sin embargo, intentar puntear como Ritchie Blackmore no está al alcance de muchos guitarristas. Uno de los secretos del sonido de este riff, es que Blackmore no usaba púa a la hora de hacer sonar las cuatro notas mágicas, si no que utilizaba su índice y su pulgar para tirar de dos cuerdas a la vez.


http://www.cadenaser.com/
 
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4. Incendio en el Callao (25 de diciembre del 2011)



Hace dos años, un incendio de gran magnitud se desató en el Callao, donde 18 unidades de bomberos trataron de apagar el fuego que se inició por un cortocircuito. Lamentablemente, se consumieron más de 50 viviendas fabricadas de maderas y esteras.


5. Incendio en almacén de pirotécnicos en Ate (29 de diciembre del 2012)



A pesar de las reiteradas advertencias de erradicar la venta de juegos pirotécnicos, otro incendio ocurrió el año pasado en un taller clandestino de Ate. El fuego empezó en el segundo piso de esta fábrica y se extendió muy rápido hacia el tercero. Justo en dicho se guardaba la pólvora y todo el material pirotécnico. En esta tragedia, hubieron 3 muertos (2 eran niños) y 5 cinco heridos.


6. Incendio en Centro Aéreo Comercial del Callao (4 de mayo del 2011)



Hace dos años, los bomberos tuvieron que enviar más de 25 de unidades para apagar las llamas que invadieron el Centro Aéreo Comercial del Callao. Hubo varios heridos, entre ellos un bombero. Cabe precisar que este recinto queda ubicado frente al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez.


http://peru21.pe/
 
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Incendios en Lima: Los seis más graves que azotaron la capital
Martes 10 de diciembre del 2013

A propósito de lo sucedido en La Victoria, recordamos los incendios más peligrosos que se han desatado en los últimos 12 años.

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El más fuerte fue el de las cinco galerías siniestradas en Mesa Redonda, en el 2001.


1. Incendio en fábrica de llantas en La Victoria


Más de 35 unidades y 150 bomberos vienen trabajando en el incendio que se desató hoy, desde las 9:30 am, en una fábrica de llantas en la avenida Nicolás Arriola de La Victoria. Aún no se ha podido controlar las llamas en su totalidad, las mismas que azotan las inmediaciones del lugar. Cabe indicar que hasta el momento hay dos bomberos y dos civiles heridos por unas explosiones que se produjeron en este lugar que llegó a soportar los mil grados de calor y que fue calificado con el grado 3 ─aquel que escapa al control de las brigadas contra incendios y se requiere de apoyo externo─, por el cuerpo de Bomberos.

2. Incendio en Cercado de Lima (5 de diciembre del 2013)




Hace tan solo cinco días ocurrió un incendio en el cruce de los jirones Ocoña y Caylloma. A pesar de que más de 15 unidades de bomberos lucharon por apagarlo, hubo dos muertos y más de 25 familias perdieron sus casas. El fuego fue totalmente controlado después de cuatro horas.


3. Incendio en Mesa Redonda (29 de diciembre del 2001)



Hace 12 años se vivió una de las tragedias más grandes que nuestra capital ha podido ser testigo. Más de cinco galerías en Mesa Redonda fueron calcinadas en su totalidad. Este incendio fue provocado por un cliente que quiso probar uno de los artefactos pirotécnicos. Las pérdidas materiales fueron por más de diez millones de dólares.

http://peru21.pe/

Continua en el post de mas abajo
 
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El Teatro “O’Higgins” y la Primera Compañía de Bomberos: 1920

El inicio de un incendio puso en grave peligro al Cuartel de la Primera Compañía de Bomberos y al “Teatro O’Higgins”, ubicados en calle O’Carrol esquina de Campos, el martes 13 de enero de 1920.

La sala estaba bastante concurrida y el público seguía con interés la película “El fantasma gris”. De improviso la proyección se interrumpió y la pantalla comenzó a tomar color rojizo… Alguien gritó ¡Incendio!, motivando la puesta de pie del público que comenzó a salir atropelladamente. Muchos de la platea y la galería cayeron al suelo y algunos fueron pisoteados por los que huían.

En la caseta, la máquina proyectora se había atascado y el calor producido inflamó el rollo de película, que el operador (el ”cojo”) no pudo reparar, surgiendo llamas que pronto se extendieron. No hubo daños personales y sólo algunos heridos por caídas a causa del pánico con que salían corriendo.

El Teatro pudo continuar sus funciones al día siguiente. El Alcalde Manuel J. Arias en l.a Municipalidad de Rancagua dictó un decreto que fue notificado por el Inspector de Obras Roberto Pardo, ordenando que antes de 30 días se realizaran reparaciones y y otras obras que dieran mayor seguridad al público. El empresario del cine, Hermógenes Blanco, opinó que las reparaciones tendrían que ser efectuadas por los bomberos que eran los de los dueños. Las actividades de cine quedaron suspendidas por 30 días cumpliendo la orden alcaldicia, bajo pena de clausura. El Director de la Primera Compañía explicó que los bomberos carecían de fondos.

Alentados por el diario de Rancagua, los bomberos comenzaron a recibir donaciones, de realizó una velada de beneficio y en febrero para no tener nuevos gastos, no se efectuó la celebración del aniversario.. En la ciudad de organizó una Comisión Pro Reparaciones y la gente extendió sus aportes, hasta que a fines de marzo se terminaron los trabajos y se pudo realizar la continuación normal de las labores bomberiles.


elrancaguino.cl
 

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Mueren 10 bomberos después de Anaversa

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>> De los 34 elementos que combatieron las llamas en la fábrica de agroquímicos, sólo quedan 24 pues poco a poco han perecido, en su mayoría a causa de cáncer.


“No fueron dos, ni tres toques de la sirena, fue como una decena los que se escucharon en la ciudad para llamar a los compañeros”, recordó el capitán José Luis Martínez Arreola, al recordar ese viernes 3 de mayo de 1991, fecha que se incendió la fabrica de Anaversa y de los 34 bomberos que acudieron al auxilio, 10 murieron, en su mayoría por cáncer.
Desde su trabajo, en una tienda departamental que se ubica en la avenida 2 y calle 7, en el segundo piso, vio a lo lejos una columna de humo negro y lo primero que pensó fue que había explotado la gasolinera que se ubica en la avenida 11 y calle 21.
“Sabía que se trataba de una grave emergencia, porque nosotros como Bomberos conocemos que dos toques es un incendio en la ciudad, tres es fuera de ella, pero estos fueron casi incontables” ante la necesidad de reunir el mayor número de elementos para atender el siniestro.
El reporte que levantó personal de Bomberos de Córdoba, fue a las 12:45 horas cuando recibieron la llamada de auxilio y hasta las 4:00 de la madrugada estuvieron trabajando para controlar el fuego y mantener ¨frio¨un tanque de Xilol, químico derivado del Benceno, altamente explosivo.
El capitán José Luis Martínez, fue uno de los bomberos que estuvo por más de cinco horas trabajando en el enfriamiento del tanque, mientras sus compañeros controlaban las llamas que salían de la fábrica y que provocó temor entre los vecinos de la zona de La Estación.
“Fue una situación desesperante, nunca habíamos atendido un incendio en esas dimensiones y al igual que Salubridad, desconocíamos el tipo de sustancias que almacenaban en la fábrica, por eso combatimos con agua”, señaló el bombero que desde 1956 forma parte de la corporación.
“Emanaba un olor muy fuerte, que causó que algunos compañeros se sintieran mal, se nos irritó la garganta pero con errores o no, estuvimos ahí para atender el auxilio, de lo contrario la desgracia pudo haber sido mayor”, comentó el Capitán.
Sin ninguna protección y con miedo, los bomberos atendieron el incendio, estuvieron expuestos a la inhalación de químicos y en el transcurso de los 22 años después del hecho, han muerto 10 elementos.
Martínez Arreola recuerda que les hicieron estudios sanguíneos para conocer si tenían algún grado de contaminación, pero los resultados nunca las fueron entregados y simplemente empezaron a conocer que vecinos de La Estación morían de cáncer y algún padecimiento derivado por la inhalación de tóxicos, hasta que les tocó a sus compañeros, siendo Guadalupe Barrientos el primer deceso y Norberto Carreón, el último.

elmundodecordoba.com



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Sin equipo para una contingencia parecida

Lunes, 20 Enero 2014

EL MUNDO DE CÓRDOBA

Las corporaciones de auxilio no están preparadas para atender un desastre químico, como el incendio de Anaversa, que ocasionó serios problemas de contaminación ambiental y de salud a cordobeses.
La falta de equipo y conocimiento, es el principal factor que impediría una atención, aunque a diferencia del caso de Anaversa, actualmente en Córdoba no hay fabrica de agroquímicos o bodegas que concentren pesticidas en grandes volúmenes.
Carlos Basañez Limón, jefe de la Unidad Municipal de Protección Civil en Córdoba, indicó que el incendio de Anaversa sorprendió a las autoridades y grupos de auxilio, sobre todo que al imperar el desconocimiento de los productos almacenados, el fuego se atacó con agua, lo que provocó el escurrimiento de los químicos, cosa que hizo el tema más delicado.
En ese sentido, el funcionario municipal agregó que en la ciudad hay pocos riesgos similares a dicha fabrica, mientras que las industrias mantienen sus protocolos al contar con Departamentos de Seguridad Industrial, siendo supervisados por entidades federativas para el cumplimiento de su normativa.

http://elmundodecordoba.com/





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El 31 de enero de 1994 se le heló la sangre a los melómanos:el Liceu desaparecía pasto de las llamas


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Hace 20 años la sala y el escenario del Gran Teatre del Liceu se convertían en un amasijo de hierros humeantes. Reconstruido en tiempo récord y reinaugurado en 1999, hoy el coliseo atraviesa serias dificultades con un déficit acumulado y deudas por pagar que superan los 16 millones de euros. Por ello se encuentra inmerso en una profunda renovación esperando salir del pantano en un par de temporadas. Pero al menos está vivo, en plena actividad, acumulando éxitos y fabricando sueños.

Ese 31 de enero no lo olvidaremos los melómanos del mundo. Cuando se cumplen dos décadas del trágico incendio siguen vivas en la memoria imágenes intensas que sirvieron para unir a toda la sociedad que veía impotente como un símbolo de la cultura barcelonesa se convertía en cenizas. Muchos fuimos al Liceu a ayudar en lo que fuera y acabamos trasladando lo que pudo salvarse hasta el Palau de la Virreina, desde muebles a obras de arte. De la sala y del escenario nada quedó.

Esa mañana unos operarios devolvían a su lugar en la boca del escenario liceísta el telón cortafuegos que se había quitado por las exigencias de un montaje que acababa de verse en el teatro. Unas cuantas chispas durante esos trabajos bastaron para llevarse por delante uno de los teatros a la italiana más grandes del mundo; de acústica inimitable, era el buque insignia de la lírica española desde 1847. El desastre provocó la reacción unánime tanto de las administraciones como de la sociedad civil, optándose por una reconstrucción inmediata, en el mismo lugar en el que estaba situado y a imagen y semejanza de la sala consumida por las llamas.

Titularidad pública
Solo 80 millones de las antiguas pesetas (unos 480.000 euros) hubieran bastado para dotar al antiguo edificio de las medidas antiincendios que probablemente lo hubieran salvado, pero no pudo ser. El siniestro, en todo caso, sirvió de excusa para que la titularidad del teatro pasara a manos públicas —se trataba de un coliseo cuyos dueños eran numerosas familias que habían sufragado los gastos de su construcción— y para ampliar sus dependencias expropiando las fincas colindantes, transformando así a un anquilosado Liceu en un teatro moderno.

En octubre de 1999, el Gran Teatre barcelonés renacía de sus cenizas gracias a una inversión que superó los 130 millones de euros, continuando con una trayectoria que lo ubica como uno de los referentes líricos del sur de Europa. Su futuro ahora depende de la capacidad de sus gestores, de una programación que sepa adecuarse al gusto de su público y de una política de comunicación efectiva, que vuelva a convertir esta joya de La Rambla en un activo de peso para la ciudad y sus gentes.




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20 DE ENERO DEL 2000
http://elpais.com/diario/2000/01/20/catalunya/948334053_850215.html
El juicio por el incendio que destruyó el Liceo el 31 de enero de 1994 finalizó ayer en Barcelona sin aclarar las causas que provocaron el siniestro y con la evidencia de que el coliseo lírico barcelonés carecía de un sistema efectivo de seguridad. "Era tal la incuria, la dejadez y el poco cuidado que lo extraño es que el Liceo no se hubiera quemado antes", afirmó el fiscal Víctor Alegret durante su informe. Previamente, la fiscalía había retirado la acusación por falta de pruebas contra la arquitecta Konstanze Müller, asistenta de José María Folch, director técnico del teatro cuando ocurrió el incendio. El fiscal rebajó la petición de pena para él de dos meses de arresto a una multa de 1,5 millones de pesetas.

El fiscal aseguró que nadie duda de que el origen del incendio fue una chispa procedente de las soldaduras que se realizaban ese día en la boca del escenario. Sin embargo, reconoció que los informes periciales realizados a instancias del juez instructor y del consorcio del Liceo "son difíciles de aceptar". Con todo, el fiscal considera que resulta más inverosímil el informe del consorcio, pues en él se explica que una partícula se coló por una rendija de escasos milímetros del telón de acero. El informe de la policía, por el contrario, sostiene que la partícula incandescente descendió unos 15 metros entre dos telones de acero separados por ocho centímetros, rebotó en una bandeja de arena y volvió a ascender hasta prender en el cortinaje. La defensa de Folch, ejercida por el letrado Emilio Zegrí, consideró, por su parte, que "si tan difíciles de creer son las dos versiones, debe de haber alguna alternativa, pero el juzgado instructor no ha podido determinar qué prendió el fuego".El fiscal recordó que Josep Maria Busquets, administrador del Liceo hasta 1992, había advertido en varias ocasiones de la necesidad de cerrar el teatro para reformarlo. "Pero entonces no se quiso hacer lo que al final se ha acabado haciendo con mayor coste económico".
http://www.rtve.es/alacarta/videos/...994-incendio-liceomov-codecmaster-wmv/908297/
Falta de seguridad

El ministerio público aseguró en otro momento de su informe que "causa asombro que un edificio como el Liceo no tuviera un jefe de seguridad, algo que tiene hasta la discoteca más infumable", y recordó que Folch asumió un riesgo y una responsabilidad cuando ordenó retirar el telón cortafuegos en abril de 1993 para montar una producción de ópera, y cuyos últimos retoques de reinstalación realizados con soldaduras destruyeron el coliseo. "Ese telón tarda días en retirarse y en cambio, aunque estaba en París el día del incendio, no dejó ordenado que se retiraran los telones de terciopelo de la boca del escenario, que se tardan tres horas en quitar". Según la fiscalía, Folch no fue consciente de ese peligro y cometió un cúmulo de dejaciones "que nos lleva a acusarle por omisión", indicó el fiscal.

Inicialmente, la fiscalía acusaba a Folch y a Konstanze Müller de imprudencia temeraria con resultado de incendio previsto en el derogado Código Penal y reclamaba para cada uno dos meses de arresto. Sin embargo, tras la entrada en vigor del nuevo código, el fiscal considera que debe aplicarse el artículo 267, que tipifica los daños causados por imprudencia grave en cuantía superior a 10 millones de pesetas y prevé multas que para Folch fijó en 1,5 millones de pesetas. También aseguró que la instrucción judicial no pudo ir más allá y que "había una responsabilidad criminal que se debería ceñir a alguien", y ese fue Folch. "No queríamos que nadie acabase en la cárcel", afirmó, "pero Folch era "el último eslabón que tenía la responsabilidad de la seguridad".

La defensa consideró, por su parte, que "es muy importante para un barcelonés [en alusión a su cliente] que no se escriba en las enciclopedias que él fue el causante del incendio del Liceo porque en realidad se trató de un accidente". El abogado de Folch sostiene que el artículo sobre el que se sustenta la acusación del fiscal es inaplicable.

Zegrí también rebatió al fiscal al afirmar: "La discoteca más infumable tiene un jefe de seguridad porque si no la cierran, pero el Liceo no lo iban a cerrar porque en él estaban el Ayuntamiento de Barcelona y la Generalitat".

Al acabar el juicio, Folch afirmó que esperaba una sentencia absolutoria: "En algún momento me he llegado a sentir cabeza de turco, pero estoy plenamente convencido de mi inocencia".

El fiscal y la defensa coincidieron en que los informes periciales realizados a instancias del juez instructor y del consorcio del Liceo sobre el origen del incendio por las soldaduras "son difíciles de aceptar". La defensa considera que "si tan difíciles de creer son todas las versiones, debe de haber alguna alternativa, pero el juzgado instructor no ha podido determinar qué prendió el fuego". Zegrí pidió una sentencia absolutoria al entender que "la justicia penal no fracasa porque se absuelva a alguien por un incendio tan escandaloso como el del Liceo".

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Los mártires de Plumereros

El 14 de febrero de 1931 no volaron cupidos sobre Lima. Esa noche cinco bomberos voluntarios fallecieron mientras trataban de controlar el fuego en un almacén de la calle Plumereros.

Era 14 y era febrero. Día del Amor de aquel 1931. La calle Plumereros había reservado para la fecha una tragedia que repercutió en el espíritu de los limeños. Ese febrero, el Rey Momo se quedó con los crespos hechos; durante esos festejos del carnaval hubo comparsas, carros alegóricos, serpentinas y chisguetes por la ciudad, pero a los limeños no les quedaron ánimos para celebrar como otras veces. Lo decían en los diarios, lo confirmaban las revistas. Febrero se había puesto un cintillo negro.


A las 10 y 30 de la noche de ese sábado, mientras el travieso Cupido iba con sus flechas haciendo de las suyas por medio mundo, el Cuerpo General de Bomberos recibió una solicitud de auxilio: las lenguas de fuego se habían apoderado del almacén de muebles de Freire y Compañía, ubicado en los números 345 y 347 de la antigua calle Plumereros, en el Centro de Lima.

Entonces, los hombres de rojo de distintas bombas que operaban en la Lima de esos años se pusieron a trabajar. Les tomó alrededor de 25 minutos dominar el fuego. Pero en eso el “piso alto” [lo que hoy llamaríamos segundo piso] del vetusto inmueble se desplomó y se llevó con él a los bomberos que trabajaban tanto arriba como en el primer piso. El hecho los tomó por sorpresa y dejó como saldo cinco muertos y heridos a otros tantos, quienes salvaron a las justas de morir asfixiados. Fueron dos derrumbes en total y se tuvo que pedir ayuda a la Comandancia de Armas para que enviara al Regimiento de Infantería N° 7 y a los Zapadores, con el fin de poder hacer el “salvataje” de los cuerpos.

Los cadáveres terminaron de rescatarse a las nueve de la mañana del domingo 15. Entonces corrió por la ciudad los nombres de los nuevos mártires. Se llamaban Juan Acevedo, Eleazar Blanco y Carlos Vidal, capitán, teniente y subteniente, respectivamente, de la bomba Cosmopolita; Pedro Torres Malarín, seccionario de la bomba Salvadora Lima, y Juan Ochoa, seccionario de la France.

El que padeció la agonía más larga fue don Carlos Vidal. Sus compañeros no borraron nunca sus palabras, “¡Mátenme, por favor!”, clamaba mientras lo rescataban, con mucho trabajo, de debajo del desmonte y de los tablones que aprisionaban su cuerpo mientras él gritaba desgarradoramente de dolor. Vidal falleció en el hospital Dos de Mayo la tarde del domingo 15. La ciudad se vistió de luto. Nadie tenía cabeza para pensar en los carnavales, para pena del festivo Rey Momo que llegaba cada año.

Multitud en sepelio

Tras conocerse los hechos, el presidente de la Junta Nacional de Gobierno, David Samanez, y el alcalde de Lima, Luis Antonio Eguiguren, entre otras autoridades, enviaron sus pésames al comandante general de la Compañía General de Bomberos, Federico M. Schiaffino.

El burgomaestre Eguiguren apuró una misiva dirigida “a las instituciones propietarias de fincas, a los bancos, a los capitalistas, compañías de seguros y a las personas de bien” para que remitieran su “óbolo generoso” a favor de los deudos de los cinco mártires. Momentos difíciles; por eso el director de la Sociedad de Beneficencia Pública, Gerardo Klinge, anunció que su institución cedía a perpetuidad “cinco nichos de mármol” en el Cementerio General de Lima.

La edición de La Crónica del martes 17 de febrero, en cuya portada se reproducían los rostros de las víctimas y la capilla ardiente erigida en el cuartel de la Bomba Lima, mostraba las imágenes del multitudinario sepelio.

Mientras, la revista Variedades del 18 de febrero, en su editorial que es muy probable que haya redactado su director de aquel entonces, Ricardo Vegas García hablaba sobre ese tema que parece permanente en la agenda de los bomberos voluntarios: el desamparo en que quedaban sus familias y recordaba que era letra muerta la ley de 1901 que establecía subsidios para los casos en que los bomberos fallecieran laborando en siniestros. Los subsidios serían abonados por las juntas departamentales. “No conocemos ningún caso en que esa ley haya sido puesta en vigencia”, reclamaba Vegas.

Los cuerpos de los cinco héroes del Cuerpo General de Bomberos, primero, fueron trasladados a la compañía a la que pertenecía cada víctima; luego, los llevaron en olor a multitud a la Bomba Lima, donde no solo se les colmó de ofrendas florales, sino también todo el “vecindario” de Lima, gente de todos los estratos sociales, llegó para despedir a sus bomberos. (José Vadillo Vila)

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120 años del incendio de la fábrica de corchos

El 13 de febrero de 1894 se produjo el segundo fuego en la factoría que estaba situada en el espigón de San Felipe Hubo varios heridos y dos fallecidos

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Hoy, 13 de febrero, hace 120 años que se produjo el segundo incendio en la fábrica de Corchos que estaba situada en el espigón de San Felipe. Era un cuadro desconsolador el que se presentaba a la vista de toda la población que a la voz de alarma acudió como un rayo hacia la playa del espigón, punto principal de entrada a la fábrica, a prestar su ayuda. Las víctimas empezaban a ser trasladadas por sus propios compañeros fuera de la fábrica, en busca de socorro y de los auxilios de la ciencia. El aspecto de aquellas era verdaderamente aterrador.

Síncopes por todos lados entre las operarias de la fábrica, que atropelladamente y espantadas huían del lugar de la catástrofe. Llamas en la parte sur del edificio, en las naves de ese lugar, y un temor horrible en todos los ánimos, por la inmensa y general amenaza que pesaba en aquellos momentos sobre todos los intereses acumulados en el importantísimo y populoso barrio de San Felipe.

Alcalde, juez municipal, secretario del Ayuntamiento, fuerzas de la Guardia Civil, municipal, de orden público, militar, carabineros y agentes de la Compañía Arrendataria de Tabacos acudieron instantáneamente a la fábrica a prestar los necesarios auxilios; adoptando las autoridades civil y judicial las disposiciones oportunas conforme eran posibles con la gravedad de las circunstancias. La potente fuerza del voraz elemento aumentaba con la inmensa cantidad de combustible allí aglomerado y la escasez de recursos con la que desgraciadamente aquí se contaba -¡pues se carecía hasta de agua!- para contrarrestar un incendio de tan gigantescas proporciones.

En el mes de junio de 1889 la misma fábrica fue reducida a cenizas por otro incendio terrible, pero no hubo víctimas como en este.

Existían varias versiones, como sucede siempre en estos casos; pero lo más verosímil, la que se considera más próxima a la realidad, es la siguiente:

El depósito de polvo de corcho parece que se inflamó; observado esto por los operarios, se dio la voz de alarma y se precipitaron a seguida sobre la puerta del depósito de referencia, con algunas mangas de incendio ya en funciones, don Juan Conte, gerente de la Fábrica y varios operarios. A los primeros golpes de agua el depósito explotó, arrollando las llamas a cuantos encontró más próximos y causando en los mismos horribles y graves quemaduras. El incendio se propagó a uno de los inmensos talleres de máquinas y depósito de tapones, que a las cuatro de la tarde eran consumidos por inmensas llamas, amenazando el fuego a todos los edificios colindantes; tanto, que el destrozo causado en los mismos para quitar mayores elementos de destrucción al voraz elemento fue de inmensa consideración.

El alcalde tuvo la precaución de ir acompañado de los médicos señores Quiñones y Rovira, a los que se unió después el señor Jiménez. Prestaron a los heridos los primeros auxilios.

A los demás médicos municipales se les indicó la necesidad de que se constituyeran en el hospital, a los que rogaron que hicieran lo mismo a todos los demás médicos a quienes se encontró al paso. Otra de las medidas adoptadas por la autoridad fue mandar a despejar la fábrica del inmenso público que en ella se había aglomerado para evitar nuevas desgracias y para que pudieran trabajar holgadamente los operarios dedicados a la extinción del incendio e impedir que éste se propagara a las inmensas pilas de corcho acumuladas en el patio.

Como las fincas colindantes estaban amenazadas por el voraz elemento, y en gran número albergaban multitud de vecinos en su mayoría pobres, y muchos establecimientos públicos, fue preciso empezar a desalojar las habitaciones y a depositar en medio de la vía pública todo el menaje contenido en aquellos locales, por lo que se produjo el destrozo consiguiente al tropel con que tales operaciones se tenían que realizar.

La mayoría de los edificios colindantes con la fábrica eran de pertenencia de los señores Larios. Entre las propiedades ajenas a estos señores, las que más daño sufrieron fueron las del señor Grandy, que se hallaban bajo el fuego del almacén de tapones cuyas llamas se comunicaban por dos ventanas a la casa-horno del expresado individuo, y sobre la cual caían los corchos incendiados, por cuya razón hubo que desalojarla, causándole forzosamente con tal motivo grandes destrozos en la misma.

El número de heridos ascendió a doce. Todos tenían quemaduras de primero o cuarto grado en la cara, pecho, manos, brazos y piernas.

Fueron considerados graves don Juan A. Conte; Antonio Díaz Cantero; José Pérez Lucena; Ignacio Miramontes, Juan Tejero, Pedro López, Antonio Torres, José Sanz Gracia y el niño Ángel García. Eran considerados gravísimos Antonio Peláez, Antonio Tello y Manuel Romero. Este último falleció mas tarde.

A las seis de la tarde se logró sofocar el incendio y poco después se dominó por completo gracias a una potente manga dirigida con gran acierto, que se utilizó a ultima hora, renaciendo con ello la tranquilidad en los espíritus, bastante necesitados de ella, muy especialmente en el vecindario del barrio de San Felipe.

Una vez sofocado el incendio fue extraído del interior del depósito que motivó la explosión origen de la catástrofe el cadáver del desgraciado Manuel Tello Padilla, segundo operario del molino de serrín de corcho.

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El gran incendio de Cabral (Republica Dominicana)
Por VIRGILIO GAUTREAUX

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Hace ya 53 años-el 27 de Febrero de 1961-la patriótica comunidad de Cabral desde tempranas horas de la mañana se aprestaba a celebrar el 117 aniversario de la independencia nacional. Con el amanecer se escucharon en todo el poblado las hermosas notas musicales que entonaba la Banda de Música local, anunciando el inicio de la jornada cívica que durante todo ese día realizaría la sociedad cabraleña. Desfiles estudiantiles y discursos en el Ayuntamiento, marcan la jornada matutina. Es en medio de este escenario, que se produjo la tragedia que comentamos.
En la mañana del 27 de Febrero del citado año, un grupo de parroquianos disfrutaba alegremente en un bar de la localidad, cuando a las 11:30 de la mañana, se agotó el combustible de la planta de energía eléctrica del centro de diversión. Entonces el señor Manuel Erasmo Castillo-mecánico encargado de manipular el motor de la planta-al intentar alimentar de gasolina el tanque, el equipo estaba muy caliente, razón por la cual se produjo una explosión y grandes llamaradas que rápidamente asolaron el lugar.
El mecánico declaró luego lo siguiente: “salí huyendo como una antorcha encendida y revolcándome en la tierra me apagué. Empecé a gritar y vi cuando las casas se incendiaban y se extendía el fuego a las demás casas vecinas. Es la primera vez que veo un fuego de tan grandes proporciones.”
Castillo recibió quemaduras de segundo grado en la pierna derecha. La casa donde estaba el bar quedó completamente destruida. El bar era propiedad del Sr. Onofre Alba hijo. La vivienda donde estaba ubicado en centro de diversión era de la señora María Féliz viuda Medina. El sitio se localizaba en la calle Presidente Trujillo, esquina Presidente Báez (dos dictadores).
El siniestro incendió 26 viviendas y sus anexos. También se quemaron la mayor parte de los ajuares de dichos hogares. Para evitar la expansión del fuego, fueron destruidas tres casas más. Las pérdidas fueron estimadas en unos RD$ 26,000, sin incluir los ajuares. Todas las casas eran de madera, techadas de zinc y palma.
Los bomberos de Cabral-comandados por el 1er. Teniente Víctor N. Matos y las autoridades civiles se hallaron impotentes para dominar el fuego, teniendo que llamar a los bomberos y las autoridades de Barahona. Tan pronto se supo la noticia, la sirena del Cuerpo de Bomberos barahonero, fue activada en varias ocasiones, alarmando la población y activando los miembros de la institución que estaban en sus viviendas, quienes rápidamente se dirigían al Cuartel General. También llegaron centenares de voluntarios.
El primer viaje del camión de los bomberos de Barahona llegó al lugar del fuego a las 12:15 de la tarde. Luego realizó varios viajes a Cabral transportando bomberos y civiles, así como picos, cubos para agua, hachas, machetes, etc. El siniestro fue sofocado a las cinco de la tarde. A consecuencia de los múltiples viajes, al camión se le quemó la junta de la culata.
Numerosas personas de Cabral tuvieron que ser atendidas con síntomas de asfixia. Algunos accidentados recibieron atenciones médicas en el hospital Jaime Mota de Barahona. El señor Síndico de Cabral-Rafael Medrano-declaró que estaba combatiendo el fuego y en la lucha notó que le faltaba la respiración. Un bombero lo sacó entre los escombros. A consecuencia de la excitación general que provocó la tragedia, falleció de un ataque al corazón la señora Leonarda Espinosa.
Las personas que resultaron damnificadas a raíz del incendio fueron José D. Féliz, Eugenio Féliz, Otilia Féliz, Cruz Emilia Rodríguez (Negra), Juan B. Alcántara, Edilio Alcántar, Sinforoso Ferreras, Leonte Ferreras, Rosa Sánchez, Ricardo Béz, Andrés Medrano, Manuel Medina, Francisca Féliz, Colasina Ferreras, Federinda Ferreras Báez, María de Jesús Féliz, Soledad Báez, María Féliz, Doralinda Gómez, Adolfo Medrano, Eugenia Díaz y Augusta Féliz.
Entre las autoridades que estuvieron en el lugar del siniestro se hallaban el Gobernador provincial, Guaroa Vásquez Acosta, el Teniente Coronel y Jefe del Cuerpo de Bomberos de Barahona, Pablo Cavallo; Mayor Miguel A. Corominas y Capitán Vinicio Fernández, ambos de la Aviación Militar Dominicana; de la Policía Nacional acudieron el Mayor Félix Troncoso Aristy y el Capitán Juan Sánchez Ramírez. También estaba el Síndico de Barahona, Ángel Augusto Suero. De Cabral habían varios funcionarios locales y de comunidades vecinas.
El fuego fue alimentado por la madera y la palma de los techos de las viviendas, a lo que sumó una fuerte brisa. Sólo la gran sinergia de fuerzas desplegada por los bomberos de Cabral y Barahona, junto a centenares de voluntarios, impidió que la tragedia adquiriera mayores proporciones.
Durante muchos años la gente de Cabral recordaba este dramático suceso, hasta que otro gran incendio ocurrido el 6 de Agosto de 1981 destruyó 200 viviendas en el barrio La Peñuela de aquella ciudad. Sobre esta tragedia escribió un importante reportaje en el 2011 el intelectual e historiador cabraleño Werner Féliz, el cual le invitamos a leer.
A más de cincuenta años del incendio de aquel lejano 27 de Febrero de 1961, son numerosas las personas que aún recuerdan este siniestro, el cual-por su magnitud-captó la atención de la población de la región. Hay que tener en consideración que muchos de los que combatieron este incendio arriesgaron sus vidas. Hubo verdaderas muestras de desprendimiento y solidaridad sureña.
Fuentes:
Revista El Bombero, Santo Domingo, Enero-Marzo 1961
Conversación con el Sr. Anselmo Peterson, Ex Jefe del Cuerpo de Bomberos de Barahona

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El histórico incendio, 102 años ( Colombia )

Mañana se cumple un siglo y dos años de uno de los sucesos más conmovedores que ha padecido Sincelejo. Se trata de la pavorosa conflagración del 20 de marzo de1912. Este día como de costumbre los campesinos y obreros marchaban a sus labores a cumplir su jornada.

Dos jóvenes hojalateros subieron al techo de zinc de una de las casas de este tipo que existían aquel año con el fin de tapar unos huecos. Los obreros llevaban consigo el cautín, la soldadura y leña para armar el fogón donde debían calentar el artefacto y derretir la soldadura. Era la vieja casa del rico hacendado y empresario Arturo García Hernández, ubicada aún en la calle del Comercio.

En varias oportunidades soplaron el fogón y unas chispas se escaparon prematuramente, cayendo en el caballete de otro viejo caserón de palma y bahareque que, preso de las llamas se propagó al resto de viviendas de las calles Real, Comercio, Nariño, Chacurí, Castañeda, y principales vías de aquella época. La falta de agua (como siempre) y el fuerte verano de marzo fueron los enemigos para que las llamas arrasaran a cuanta casa encontraran a su paso. El pueblo quedó reducido a escombros en pocas horas; toneladas de ñame y maíz reducidas a ceniza, al igual que centenares de animales domésticos, incluida las vacas paridas que para aquellos tiempos era usanza llevarlas a los patios para tener la leche más cerca.

Las pérdidas materiales fueron cuantiosas. Una población como Sincelejo, para aquellos años esencialmente agrícola, soportó con estoicismo la tragedia. A día siguiente, 21 de marzo, la ciudad presentaba un lamentable cuadro de tristeza debido a la conflagración que destruyó el poblado en un 80 %. El noble párroco, padre Pascual Custo, infundía animo a los habitantes de esta tierra para que tuvieran fe y esperanza en Dios… y exclamaba: "Tenemos que seguir adelante guiados por el Señor. Sigamos trabajando para reparar tanto bien perdido por un designio providencial. Mis amados hijos sincelejanos: tened fe en nuestro Padre Celestial".


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HISTORIA EN IMÁGENES
Memorias del fuego

Hace más de 50 años, el viejo Mercado Central de Lima sufrió el que fue considerado el peor incendio de la capital. Sus 2,003 puestos desaparecieron en unas horas.
El sábado 29 de febrero de 1964, el Mercado Central de Lima desapareció del mapa de la ciudad.
Todos coinciden en que el fuego se inició a las 10 de la mañana en un comercio del jirón Ayacucho (unos aseguraban que la chispa que desató el siniestro vino de una radioemisora que funcionaba en el segundo piso del centro de abastos; algunos, que fue en un restaurante ayacuchano, y otros, en el bazar Oshiro).
Una hora más tarde, toda la manzana que ocupaba el viejo Mercado Central de Lima –construido en 1846, refaccionado en diversos períodos– ardía. Las lengüetas del fuego se podían ver desde cualquier punto de la ciudad. Los diarios vespertinos que salieron ese día informaban que el incendio del Mercado Central era el peor que soportaba Lima en su historia.

El “pasto” para el incendio fueron los 2,003 puestos del interior del centro de abastos, junto con los numerosos bazares y restaurantes.
Los comerciantes no reaccionaron inmediatamente y más bien cerraron sus locales por
temor a los pillos que podían llevarse sus mercaderías. Sucede que el viejo Mercado Central había soportado diversas escaramuzas, pequeños incendios que siempre se controlaban.
Pero cuando vieron al fuego dominar todo el escenario, comprendieron que no era un siniestro más. Entonces el pánico se apoderó de la ciudad.
Los bomberos de las diversas compañías de Lima no se bastaron y tuvieron que pedir apoyo a la Policía y a sus colegas del Callao para luchar contra las llamas y evitar el desastre.

Ciudad históricamente sedienta, faltó agua para controlar el fuego que se llevaba las estructuras del viejo mercado. La Municipalidad de Lima puso a disposición sus camiones-cisternas y la Policía trajo sus modernos ‘rochabús’, que usaba para dispersar manifestaciones, con el fin de apoyar la labor de los bomberos. Aun así, las llamas se alzaban como si desde el corazón de la ciudad naciera una versión particular del sétimo infierno de Dante.
Las autoridades cerraron el paso vehicular de la avenida Abancay –desde donde cientos de curiosos trataban de ver los hechos, a pesar del cordón policial– y la línea 3 del tranvía –que recorría esa parte de la ciudad– quedó inhabilitada.

No hubo víctimas que lamentar, pero ocho hombres de rojo y un comerciante cayeron heridos luchando por controlar el voraz incendio, que de paso había traído a los pillos que aprovechaban para robar.
En cambio, los daños, calculados inicialmente en 50 millones de soles, se duplicaron al conocerse que no se podía salvar nada: entre 80 y 100 millones de soles en pérdidas, sumando lo que perdieron bazares, relojerías, restaurantes, bodegas, encomenderías y otros. Del interior del Mercado Central nada se pudo rescatar.

La leyenda negra que ha quedado en la memoria colectiva, que la repiten los comerciantes y los viejos limeños, dice que el entonces alcalde Luis Bedoya Reyes mandó a incendiar el viejo centro de abastos para construir ahí el mercado Mariscal Ramón Castilla, Mercado Central Nº 2, que hoy conocemos, de 936 puestos, y cuya construcción demoró dos años. Solo así se pudo modernizar ese emporio. Especulaciones alrededor del fuego.

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En 2011 más de 17 mil hectáreas se quemaron luego que un turista de origen israelí hiciera fuego.
A 3 AÑOS DEL MEGA INCENDIO LUGAREÑOS DE TORRES DEL PAINE RECUERDAN LA TRAGEDIA
15-04-2014

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El 27 de diciembre del 2011 se inició en las Torres del Paine en la Patagonia chilena uno de los incendios más terribles que se recuerden. Más de 17 mil hectáreas fueron devastadas por el fuego que por varios días mantuvo al país y a los ecologistas expectantes respecto a los efectos que produciría en una de las maravillas naturales del planeta.

A 3 años del siniestro los que más padecieron la situación, aquellos que han vivido y trabajado en el sector por años, recuerdan con Nación.cl esos días.

Andrés Velásquez es uno de los jefes de guía de los baqueanos que pertenecen al Hotel Torres del Paine, ubicado a pocos kilómetros de esas montañas que atraen a miles turistas de todo el mundo cada año.

“Siempre hay gente que tiene conciencia pero hay otras personas que no y eso fue lo que sucedió el año 2011 y también en el 2005. Allí fue una persona que se paró en un lugar a utilizar una cocinilla y se le dio vuelta en el pasto. En esa oportunidad quemó aproximadamente 15 mil hectáreas. En el caso del 2011 fueron 17 mil hectáreas y esa vez el incendio fue tanto o más dañino que el anterior”, asevera el guía turístico.

En el caso del año 2005 se quemó más bosque, explica Andrés, mientras que el último incendio consumió matorrales que no tienen una recuperación tan rápida.

INFIERNO EN EL PARQUE

Velásquez es el jefe de expediciones del Hotel Torres del Paine. Recuerda los días del incendio como uno de los momentos más lamentables. Afortunadamente -dice- el fuego no alcanzó la zona del Hotel, ya que existían corta-fuegos naturales que lo impidieron.

“El fuego se declaró al interior del parque, pero llegó un momento en que las llamas comenzaron a descontrolarse y tuvimos que comenzar a evacuar a la gente que estaba en el hotel. A los 15 ó 20 días de iniciado el fuego el parque seguía abierto hacia la parte noreste, ya que el fuego estaba del otro lado, y que el fuego viniera desde allá hasta acá donde está el hotel era muy difícil puesto que existen varios cortafuegos naturales como el valle francés, el valle del Asencio donde se corta la vegetación, pero acá el viento hizo cambiar la trayectoria del fuego muy rápidamente”, explica.

Velásquez recuerda que en esa época el Hotel Torres del Paine albergó a más de un centenar voluntarios que día a día debían trasladarse al sector de las llamas. “Se ocupó uno de los salones del hotel y ellos podían quedarse, descansar y partir a sus labores al día siguiente”, recuerda Andrés.

RESGUARDOS

Desde la tragedia de las torres en el año 2010, Conaf ha incrementado sus resguardos para evitar volver a padecer incendios forestales en el sector.

A la prohibición de hacer cualquier tipo de fogatas, se suman sendas medidas de seguridad y capacitación para los mismos visitantes que ingresan al parque. Además, hay permanentes patrullajes por parte de Carabineros y la Policía de Investigaciones.




EL VERANO MÁS HELADO

A pesar de los incendios, el Parque Nacional Torres del Paine sigue siendo un lugar único en el planeta. Un paraje lleno de bosques y vegetación, con días muy helados en los meses fríos, aunque Andrés Velásquez nos cuenta que hay excepciones como lo que sucedió durante el último verano donde se experimentaron temperaturas bajo cero a las 8 de la mañana.

“Una de las cosas que marcó el parque en esta última temporada, fue que se produjo el verano más helado en 38 años. De hecho durante este año seguimos de largo con el invierno. Y ahora se espera que el invierno sea un poco más duro aún”, cuenta Andrés.


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Recuerdo: La tragedia de la población En Tránsito
Lo ocurrido en Valparaíso hizo rememorar un episodio similar que azotó en 1982 al campamento En Tránsito de Los Ángeles.
Lo ocurrido en Valparaíso remeció la memoria de los habitantes de Los Ángeles que rememoraron un episodio similar que azotó a la ciudad en 1982 en el campamento En Tránsito. Un 23 de marzo, cerca de las 14 horas se desató un incendio que, aunque no dejó víctimas fatales, arrojó un total de 337 casas quemadas y más de 2 mil 120 damnificados.

El hecho se habría iniciado cuando una plancha a carbón encendida alcanzó las cortinas de una “vivienda”. Después fue sólo cuestión de minutos para que las llamas se expandieran a las construcciones contiguas, todas ellas hechas de madera, forradas en plástico y cartones.

El fuego tardó varias horas en ser controlado. La falta de agua y grifos dificultó el trabajo de las cinco compañías de bomberos de ese tiempo.

Lo que resaltó prácticamente de inmediato fueron las campañas de ayuda, iniciadas en la propia ciudad por particulares, medios de comunicación y algunos empresarios, además de la enorme labor de albergar provisoriamente a los damnificados.

A continuación, algunos ejemplares del diario que retratan esa trágica jornada.


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“Así se quemaron Los Comuneros”

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El sargento Leónidas Silva narró a LA NACIÓN.com cómo hizo parte de los bomberos que ayudó a apagar el voraz incendio que acabó por unos años el Centro Comercial Los Comuneros, en Neiva. Once años después (4 de agosto de 2003), revive su memoria.
4 de agosto de 2003. Hora: 10:00 p.m. Leónidas Vargas, capitán del Cuerpo de Bomberos de Neiva, descansaba en su casa. Veía televisión y se preparaba para dormir.
Una llamada telefónica lo alertó. “Leónidas, se está quemando Los Comuneros (centro comercial ubicado en el centro de Neiva)”, le informaron. No podía creerlo y cuando lo hizo no imaginó la magnitud. Le dio un beso a su familia, se encomendó a Dios como todos los días y cerró la puerta de su casa.


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No hubo tiempo para pensar más. Necesitaban harto personal, le informó quien le llamó a reportar lo acontecido. Una patrulla de la Policía lo trasladó hasta el Centro Comercial Los Comuneros.
El encuentro con la edificación fue impactante, uno de los más tristes en sus 34 años de servicio como bombero. Salía fuego por todos lados. Los propietarios de locales gritaban, pedían auxilio. La única salvación que veían era los bomberos. Estaba oscuro, solo alumbraba la candela que salía desde el interior del edificio por los ventanales que iban cayendo a pedazos.
“Era un fuego impresionante. Ya una buena parte del edificio se había extinguido. Llegamos demasiado tarde”, reconoce Silva. A él le avisaron cuando ya el incendio se había prolongado y había tomado fuerza. Los Comuneros estaba cerrado y pocas personas lograron dar aviso.

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Leonidas Silva, Capitán del Cuerpo de Bomberos de Neiva.

El humo negro tapaba la visibilidad e impedía el ingreso de los más de veinte bomberos, que con mangueras, intentaban reducir las llamas, pero era difícil. El fuego se prolongaba intensamente. Mujeres, hombres, ancianos, cogían mangueras, baldes y ayudaban a controlar la candela. Del barrio Los Mártires- al lado de Los Comuneros-, salían los vecinos. Todos querían ayudar.
Empresarios lloraban porque sus negocios- recién comprados-, se reducían a ruinas.
El alcalde de Neiva Héctor Javier Osorio Botello llegó hasta el incendio. Desesperado ayudaba a controlar la situación, pero no era fácil. El segundo piso se estaba consumiendo.
“Parecía chimenea, era impresionante”, describe Silva, quien pidió apoyo a los cuerpos de bomberos de Palermo, Aipe, cuyos carros, cargados con agua y con sus sirenas encendidas, se movilizaban a gran velocidad a Neiva.


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El tiempo pasaba. La gente, que empezó a llegar porque la emisora Huila Estéreo trasmitía lo acontecido minuto a minuto, quería meterse a la fuerza, romper las cintas de emergencia y correr a sacar sus pertenencias, a tratar de ‘salvar’ sus negocios. No obstante, la Policía acordonó la zona desde la Plaza Cívica Los Libertadores, e impidió el ingreso de comerciantes que, desgarrados por la tristeza, lloraban e intentaban camuflarse y penetrar el edificio.
Carrotanques de Empresas Públicas de Neiva y la empresa petrolera Hocol, ayudaron a controlar la conflagración.
“Utilizamos autocontenidos (aire autónomo), mangueras de gran extensión, que nos permitieron llegar hasta el segundo piso y controlar las llamas”, narra Silva.
A las 4:00 a.m. del día siguiente, por fin después de luchar durante seis horas, se logró controlar el incendio. Al menos, 700 locales del primer piso terminaron totalmente incinerados.
“Nos dimos cuenta que cesó el incendio y empezamos la tarea de remoción de escombros que duró hasta las 11:00 a.m. del día siguiente. Ya estábamos más tranquilos, seguros, porque sabíamos que el incendio ya estaba controlado. Lo que estábamos haciendo era sustraer muy bien las ruinas. No podía quedar riesgo de que el incendio volviera a empezar”.

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Hay recuerdos- dice Leónidas-. “Esa noche, cuando llegué con unos autocontenidos y cómo eran amarillos, la gente decía ‘mire, llegó ese bombero con extintores a apagar el incendio, pero desconocían que esos son los equipos que utilizábamos con el aire autónomo para cada unidad”.
Desde ese día, Los Comuneros no es igual. El complejo comercial ha tenido que lidiar con varias batallas, entre ellas, un asalto armado de la columna móvil Teófilo Forero de las Farc y un carro bomba instalado por la guerrilla.

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Pese a esto, la infraestructura se sostiene. Los propietarios y arrendatarios, también. Ahí están, en sus locales comerciales reconstruidos, esperando vender, negociar, ganar y no engrosar las estadísticas del desempleo.
“Que fue un corto circuito, que el terreno es maldito porque funcionó allí el Hospital San Miguel, que lo quemaron los vendedores ambulantes, que fue la guerrilla”, se sigue escuchando once años después de la tragedia, pero finalmente nunca se supo de manera oficial, las razones del incendio.

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El día en que los británicos incendiaron la Casa Blanca

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Representación del incendio de la Casa Blanca, por Tom Freeman, en esta imagen de la Asociación Histórica de la Casa Blanca. / Asociación Histórica de la Casa Blanca

Las quemaduras todavía son visibles en dos lugares de la Casa Blanca, según la Asociación Histórica de la Casa Blanca


El Capitolio en llamas. La Casa Blanca en llamas. La ciudad, desolada. El presidente de Estados Unidos y su esposa, a la fuga, y el enemigo bajo control.

Es un panorama impensable para Washington en la actualidad, pero precisamente así lucía la joven capital de Estados Unidos hace exactamente 200 años, cuando un grupo de soldados británicos se dispuso a darle una lección que marcaría su historia.

Cuando ya caía la noche del 24 de agosto y cedía el calor veraniego, cientos de soldados marcharon hacia la ciudad y, uno tras otro, dejaron sus edificios públicos más emblemáticos "envueltos en una serpenteante capa de fuego", como lo describió el autor Stephen Vogel en su libro sobre el tema.

La quema de Washington, como ha pasado a conocerse ese día, fue un golpe humillante para un país que precisamente se había independizado de los británicos hacía casi cuatro décadas.

"El incendio del Capitolio y la Casa del Presidente -como se le decía a la Casa Blanca en ese entonces- realmente conmocionaron a los estadounidenses de manera similar a los eventos en Pearl Harbour, cuando fue atacado el país, y después del 11 de septiembre", le dijo Vogel a BBC Mundo.

Pero la quema también fue un evento del que Estados Unidos se recuperó: apenas tres semanas después, sus soldados defendieron el fuerte McHenry en la vecina Baltimore, una batalla que sirvió de inspiración para que Francis Scott Key compusiera un poema en que se basó el himno actual de Estados Unidos.

Este fin de semana, la toma de Washington se conmemora con una serie de eventos que incluyen reconstrucciones y recorridos históricos.


Libertad pero no independencia

El incendio de la Casa Blanca y el Capitolio fue uno de los episodios más significativos y dramáticos de un conflicto de 32 meses entre Estados Unidos y Reino Unido que comenzó en 1812 con la declaratoria de guerra firmada por el presidente James Madison.

Estados Unidos tenía la sensación, explica Vogel, que los británicos estaban pisoteando la joven soberanía del país, al restringir por ejemplo el comercio con Europa u obligar a marineros estadounidenses a que trabajaran en navíos de la flota real.

"Había un sentimiento entre Madison y sus seguidores de que el país había obtenido su libertad en la generación anterior, pero realmente no había obtenido su independencia", dice.
The scorch marks of the fire are still visible today on the White House as two areas have been left unpainted. Erik Kvalsik for the White House Historical Association

Las quemaduras todavía son visibles en dos lugares de la Casa Blanca, según la Asociación Histórica de la Casa Blanca.

En esos años, Reino Unido estaba inmerso en una intensa guerra con el imperio francés de Napoleón y, si bien no tenía mayor interés en una guerra adicional con Estados Unidos, tampoco estaba dispuesto a dejarse vencer por su excolonia.

Sin embargo, sólo tomaría un rol mucho más ofensivo en 1814, después de que Napoleón se exilió en la isla mediterránea de Elba, y su principal golpe a Estados Unidos ocurrió precisamente en la capital.

"Los británicos invadieron Washington con un objetivo primordial", le dice a BBC Mundo Bill Bushong, historiador de la Asociación Histórica de la Casa Blanca (WHHA, por sus siglas en inglés). "Ese objetivo era moralizar a los estadounidenses, ponerlos simbólicamente de rodillas quemando sus edificios
públicos".


La cena está servida

Cuando los soldados llegaron a la Casa Blanca en las últimas horas de ese 24 de agosto, no encontraron combatientes desafiantes sino un banquete servido.

Dolley Madison, la esposa del presidente, lo había dejado listo en la tarde, como hacía todos los días para su esposo, pero ante la cercanía de los soldados se había visto forzada a escapar como también lo había hecho el mandatario.

Dolley salió de la mansión presidencial, pero antes decidió llevarse un retrato de George Washington, el primer presidente del país, para salvarlo de las llamas. Fue una acción que todavía hoy está cargada de simbolismo: el cuadro es la obra de arte más vieja expuesta en la Casa Blanca, según Bushong.

Poco después de la fuga de Dolley Madison, los británicos encontraron la casa vacía, satisficieron su apetito, bebieron Madeira, recorrieron sus habitaciones y finalmente les prendieron fuego.

"Nunca olvidaré la majestuosidad destructora de las llamas a medida que las antorchas iluminaban las camas, las cortinas, etc", escribió el mayor Harry Smith, uno de los soldados, según consta en el libro de Vogel, que se titula Through the Perilous Fight.

"Aunque la ciudad de Washington tenía poco menos de una década como capital, el simbolismo de perder esas estructuras golpeó muy fuerte al país", dice Vogel.

"Querían desquite"

Pero Estados Unidos no se iba a dar por vencido. De hecho, el golpe sobre su capital hizo que tomara nuevos bríos para combatir a los británicos.

"Los estadounidenses estaban furiosos y querían un desquite", le dijo a BBC Mundo Anthony Pitch, autor de un libro sobre la invasión de 1814. Como resultado, no sólo defendieron Baltimore, sino también evitaron que los británicos tomaran Nueva Orléans.

"El legado para Estados Unidos es claro", aseguró Pitch. "Baltimore y Nueva Orléans forjaron una nueva nación e identidad. De repente, las personas olvidaron sus diferencias".

El conflicto finalizó políticamente con la firma del Tratado de Gante, en diciembre de 1814, que restauró las relaciones entre los dos países a como estaban antes de la guerra.
reconstrucción histórica de 1812

Washington se recuperó poco a poco y pudo mantenerse como capital del país a pesar de que algunos consideraban que estaba demasiado expuesta.

La Casa Blanca fue reconstruida, aunque en vez de piedra se usó madera en algunas partes, lo que debilitó la estructura con el tiempo y obligó a nuevas obras a mediados del siglo XX.

Y el incendio, con su evidente simbolismo, terminó convertido en un recuerdo de cuando las relaciones entre Estados Unidos y Reino Unido no eran cordiales como ahora.

En una visita del primer ministro británico David Cameron a la Casa Blanca en 2012, el presidente Barack Obama bromeó cómo los soldados "dejaron una impresión" y "realmente iluminaron el lugar" en 1814.

Cameron le respondió diciendo que estaba un poco avergonzado por lo que hicieron sus ancestros.

Pero inmediatamente agregó: "Puedo ver que hoy tienen el lugar un poco mejor defendido".

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El incendio de Moscú y la hoguera del imperio napoleónico

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El 14 de setiembre de 1812, el día en que los soldados rusos y gran parte de los residentes abandonaron la ciudad y la vanguardia de las tropas de Napoleón Bonaparte ingresaron en la ciudad luego de la Batalla de Borodino, se produjo el peor desastre en la historia de Moscú, un gran incendio, que continuó hasta el 18 de septiembre, y se estima que tres cuartas partes de dicha localidad fueron destruidas por el fuego. Casi toda la parte antigua de la ciudad fue reducida a cenizas.

Antes de huir de Moscú, el conde Rostopchín (jefe ruso encargado de la defensa) dio orden de que el Kremlin y los principales edificios públicos (incluidas las iglesias y monasterios) fueran voladas o incendiadas. Pero esta no fue la causa fundamental del incendio que destruyó la ciudad. Cuando la mayor parte del ejército francés se trasladó a la ciudad, se produjeron algunos incendios. Su causa no ha podido ser determinada y tanto las órdenes de Rostopchín como algún tipo de accidente o negligencia son solo potenciales causas. Hoy en día, la mayoría de los historiadores atribuye los incendios iniciales al sabotaje ruso.

Esta versión es confirmada por el general napoleónico Armand de Coulaincourt. Él afirma que han estado en Moscú durante tres días. Esa tarde comenzó un pequeño fuego pero fue extinguido y “se atribuyó su causa a que las tropas no tuvieron cuidado”. Más tarde, esa noche a las 22:30, Coulaincourt fue despertado por su valet con la novedad que desde hace “cuarenta y cinco minutos la ciudad se encuentra en llamas”. Los focos de incendio continuaron apareciendo en múltiples puntos separados entre sí. Los incendiarios fueron arrestados e interrogados y declararon que su oficial al mando había ordenado quemarlo todo. Más adelante, en el mismo capítulo, afirma: “La existencia de detonadores inflamables, todos fabricados de la misma forma y colocados en diversos edificios públicos y privados, es un hecho que yo y otros hemos visto personalmente. Yo vi los detonadores y varios de ellos fueron llevados al emperador”. Y luego escribe: “El análisis de los archivos y órdenes de la policía… todo confirma que el incendio fue preparado y ejecutado por orden del conde Rostopchín”.

La Grande Armée, que acampó y fue al saqueo de la ciudad, también tuvo su parte de responsabilidad ya que muchos edificios se incendiaron por hogueras que hicieron para cocinar. La catástrofe comenzó como muchos pequeños incendios que creció rápidamente fuera de control y formaron un incendio generalizado. Las medidas de control de Napoleón y las ejecuciones de los “incendiarios” se pusieron en práctica después de que la mayor parte de la ciudad ya estaba en llamas. El fuego se extendió rápidamente debido a que la mayoría de los edificios en Moscú eran de madera. Y aunque la ciudad tenía un cuerpo de bomberos, su equipo había sido previamente retirado o destruido por orden de Rostopchín. Cuando Napoleón se retiró a un castillo fuera de la ciudad, sus tropas terminaron por perder la disciplina y comenzaron a saquear sin control en todo Moscú. Incluso los duros castigos no pudieron evitar el saqueo y que se golpeara a los ciudadanos y se produjeran violaciones por los soldados franceses durante el incendio.

Para Napoleón, el incendio de Moscú marcó el principio del fin de su campaña a Rusia, que arrancó con toda la pompa y acabó convirtiéndose en su peor pesadilla, ya que al abandonar la ciudad en ruinas, su ejército fue preso del crudo invierno y del acero de los cosacos rusos. Su gran imperio estaba condenado, y de entre las cenizas de Moscú, el fénix ruso inauguraría una nueva era para Europa.

Lev Tolstói, en su novela “Guerra y paz”, sugiere que el fuego no fue deliberado, ni por los rusos ni por los franceses, sino que fue el resultado natural de la colocación de una ciudad desierta, en su mayoría de madera, en manos de las tropas invasoras en invierno, cuando se declara que los incendios comienzan casi todos los días. Incluso con la ciudad ocupada y un departamento de policía en pleno funcionamiento, ya que los soldados comenzaron a fumar sus pipas, cocinar sus alimentos dos veces al día y la quema de los bienes del enemigo en las calles. Algunos de esos incendios, inevitablemente, quedaría fuera de control. Sin un cuerpo de bomberos eficiente, estos incendios en una casa se extenderán hasta propagarse por el barrio, y en última instancia a toda la ciudad.

Este acontecimiento fue el momento más dramático que vivió la ciudad de Moscú hasta la segunda guerra mundial. Y curiosamente, al otro lado del mundo, otra ciudad importante, Washington, era consumida por las llamas el mismo año, en este caso, deliberadamente incendiada por el invasor británico, durante la guerra Anglo-Estadounidense (1812-1814). La Casa Blanca y el Capitolio fueron los más dañados, los símbolos de la nación estadounidense y sus libertades. A la vez que Moscú, si bien por entonces ya no era capital de Rusia, era para el pueblo ruso símbolo de su identidad.

Así, dos grandes naciones se vieron hermanadas por la guerra y el fuego, como presagio acaso de los turbulentos años por venir. Nadie iba a imaginar que ambas se disputarían el mundo, pero el fuego de guerra forjó indudablemente las almas de dos pueblos guerreros

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Chernobyl: Imágenes inéditas de la explosión en central nuclear
Anatoli Gubariev, un ingeniero de los departamentos de bomberos enviados a apagar los incendios de Chernobyl, contó detalles inéditos de la catástrofe.

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  • La población de la cercana aldea de Stepanivka tras el desastre. (Foto: Corbis)

Moscú. Gubariev, en ese entonces de 26 años, narró que fue llamado de emergencia para viajar a Chernobyl, aunque no recibió información alguna del por qué. Él junto a otros bomberos fueron llevados a la zona en diez buses.

“No tenía ni idea acerca de la magnitud de la catástrofe. Había leído un pequeño anuncio en la tercera página del ‘Komsomolskaya Pravda’ [un tabloide diario soviético] el 29 de abril y eso fue todo”, contó.

“Dos cosas sobresalen en mi memoria de ese viaje. La primera fueron los pozos cubiertos enfundas de plástico y el segundo era un joven familia (marido, esposa y una hija de dos años de edad), tratando de escapar del horror de la zona contaminada en un viejo ciclomotor”, expresó.

Las dos ciudades más cercanas a la central nuclear de Chernóbyl y Pripyat tenían cerca de 68 mil presidentes en total. No fue sino hasta 36 horas después del accidente que las autoridades comenzaron a evacuar a la gente.

En total, 130 mil fueron trasladados y la zona de evacuación aumentó a 18 millas (30 kilómetros). Los equipos trabajaron día y noche para asegurar el área, incluyendo pilotos de los helicópteros, que rociaban una mezcla de arena, plomo y boro en el reactor.

“Todas las personas que estaba en Chernobyl vestían ropas extraña”, explica Gubariev. “Algunos llevaban chaquetas y pantalones blancos, algunos en azul”, agregó el ingeniero, quien contó la dura labor que le tocó cumplir.

“El comandante, sargento y dosimetrista [médico especialista en radiación] nos dijeron que donde estábamos, el nivel de radiación era de dos [milisieverts] por hora. A las afueras de la puerta era de 60 [milisieverts] por una hora. Teníamos que mantener nuestros respiradores en. Era muy difícil hacer eso en las condiciones en que el sudor corría por toda la cara y sentíamos la falta de aire”, refirió.

No es de extrañar que Gubariev y sus tropas sudaran. Las temperaturas en el interior del núcleo del reactor habían alcanzado la increíble cifra de 2.000° C (3.600° F), que es más de dos veces más caliente que la lava.

“¿Cómo salí de allí no me acuerdo, pero lo principal es que estaba, estábamos a salvo”, precisó. Una vez fuera, los trabajadores fueron inmediatamente revisados por los dosimetristas para ver la cantidad de radiación que habían absorbido.

Gubariev sólo había absorbido 7 milisieverts de radiación, pero su compañero de trabajo, Nick, había recibido una dosis de 20 milisieverts. Él permaneció en la zona por 35 días en jornadas que iban de dos a 14 horas.

Fuente: ‘Daily Mail’

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  • Miembros de una unidad de descontaminación camino a la escena del desastre de Chernobyl hace 28 años. (Foto: Alamy)


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  • La ciudad abandonada de Pripyat, muy cerca de Chernobyl. (Foto: Corbis)



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  • En total 130.000 personas fueron trasladadas de la zona de evacuación. (Foto: HotSpot Media)



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  • Escuelas y casas quedaron abandonadas luego de la evacuación de más de 130 mil personas. (Foto: HotSpot Media)

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  • Los equipos trabajaron incansablemente para descontaminar la zona alrededor de Chernobyl. (Foto: Alamy)
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  • Trabajador siendo preparado para correr por uno de los pasillos hacia el reactor que explotó. (Foto: Alamy)