martes, noviembre 12
UNA TRAGEDIA MÁS: LAS LLAMAS DEVORARON EL PALACIO ALDUNATE
HACE POCO TIEMPO ATRÁS TUVIMOS LA SUERTE DE ENTRAR A UNA DE LAS CONSTRUCCIONES MÁS EMBLEMÁTICAS Y A LA VEZ DESCONOCIDAS DEL CENTRO DE SANTIAGO.
TREPAMOS A LO MÁS ALTO DE SU CÚPULA PARA OBSERVAR TODA LA CIUDAD, Y RECORRIENDO SU INTERIOR NOS MARAVILLAMOS CON LA DESLUMBRANTE ORNAMENTACIÓN DE LOS ESPACIOS, QUE A PESAR DEL EVIDENTE ABANDONO SEGUÍAN CONSERVANDO ESE LUJO EXQUISITO DE LA ÉPOCA ECLÉCTICA DE LA ARQUITECTURA NACIONAL.
JAMÁS IMAGINAMOS EN ESE ENTONCES QUE HOY ESTARÍAMOS ESCRIBIENDO ESTE PEQUEÑO HOMENAJE PÓSTUMO, PUES UN INCENDIO ACABA DE DESTRUIR NUESTRO PALACIO ALDUNATE EN LA ALAMEDA ESQUINA EJÉRCITO LIBERTADOR, SEPULTANDO PARA SIEMPRE ENTRE SUS ESCOMBROS UNO DE LOS ÚLTIMOS VESTIGIOS DEL SIGLO XIX CHILENO.
El año 2013 parece ser una seguidilla de desafortunadas pérdidas patrimoniales: hace unos meses nos lamentábamos por la demolición indiscriminada de un representativo edificio en la calle Compañía, obra de José Forteza; y del posible derribo de otro en la calle Morandé. En la capital de Chiloé, el cuestionado mall sigue construyéndose y en Puerto Varas, la Iglesia del Sagrado Corazón desapareció visualmente tras los muros de un nuevo centro comercial.
Los incendios- fortuitos o no- han hecho su parte, derribando las obras de restauración de la Iglesia de San Francisco de Valparaíso, o destruyendo históricos inmuebles en el barrio Yungay y Franklin, en las calles Carrera, Matucana y la Alameda, donde el fuego arrasó hace poco la gótica mansión Torres, el palacio Iñiguez, (más información en:
http://brugmannrestauradores.blogspot.com/2013/04/incendio-en-el-palacio-iniguez.html)y hoy el palacio Aldunate. ¿Qué sabemos de ese último inmueble?, muy poco, pues recién acabábamos de comenzar nuestras investigaciones para poder rescatar su memoria.
La calle del Ejército Libertador nace en la década de 1870 como parte del plan de mejoramiento urbano propuesto por el Intendente Vicuña Mackenna, quien augurando el éxito que sería el paseo del Parque Cousiño propuso abrir nuevos accesos entre las viejas chacras del Callejón de Vergara y Castro, al sur de la Alameda.
Aprobada la propuesta se otorgó una gran suma para afrontar los costos de expropiaciones que comenzaron sin problemas hasta que algunos vecinos tuvieron la idea de construir unos precarios rancheríos para poder cobrar cuatro veces más el valor, aludiendo que los terrenos estaban edificados. Sin desanimarse, las autoridades lograron llegar a acuerdo y hacia 1873 fue oficialmente abierta la Avenida del Ejército Libertador, una de las más amplias de la capital. Rápidamente llegaron los vecinos, atraídos por el inigualable ambiente de progreso que se respiraba en ese boulevard a la europea, dotado de todos los adelantos como pavimento de adoquines, alumbrado a gas y tranvía a la puerta, sin contar que la Iglesia de San Lázaro se había trasladado a la calle, calmando las necesidades piadosas de las más católicas del barrio.
El loteo de la chacra Vergara al sur de la Alameda de las delicias, dio paso a una espectacular residencia construida por Francisco Vergara Rencoret, uno de los primeros en habitar el elegante barrio que se formó en torno a la calle Ejército. En la fotografía, la antigua Alameda de las delicias desde la calle Vergara, al fondo de la cuadra se ve la casa colonial que sería reemplazada por el palacio Aldunate. Fotografía perteneciente al Centro de Patrimonio Fotográfico, CENFOTO.
En 1893 la sucesión Valledor vende en $996.000 los sitios número uno y dos de la calle Ejército a don Luis Aldunate Carrera, reconocido político del partido conservador y abogado, quien había desempeñado importantes cargos en el extranjero como secretario de la legación chilena en Washington, Ministro de Relaciones Exteriores y representante chileno en diversas convenciones internacionales. Ejerció además varios ministerios, se disputó la presidencia con Balmaceda y suscribió el tratado de paz con Bolivia en 1883. Tuvo el honor de ser Correspondiente de la Academia de legislación y jurisprudencia de Madrid, y de la Real Academia Española.
Luis Aldunate Carrera (1842-1908)
A pesar de tales logros, hoy parece ser sólo recordado por una exótica fotografía en las pirámides de Giza en Egipto, donde posa junto a su familia en una de las tantas excursiones que realizaron en 1891 durante un largo paseo por Europa y Medio Oriente. En la travesía lo acompañaba su mujer Felicitas Echeverría Valdés, y sus hijos Luis, Adriana, María, Rosa y Marta, ésta última famosa por su belleza y carisma, cualidades que conquistaron a Julio Subercaseaux Browne cuando coincidieron en un tren por Italia. El matrimonio se concretó en junio de 1892, unos meses después que la familia regresara a Chile.
Luis Aldunate volvió entonces a la política, esta vez representando al partido liberal, ejerciendo como diputado y senador. Publicó algunos libros de economía, y participó en la Academia Chilena de la Lengua, institución de la que era fundador.
Pasó sus últimos años alejado de los cargos políticos, aunque siempre mantuvo un rol de consejero y mediador en conflictos. En 1908 decidió partir a Viña del Mar junto a su mujer donde enfermó gravemente de pulmonía, muriendo el 3 de abril de ese mismo año. Sus restos fueron trasladados a Santiago y hoy descansa en el Cementerio General.
“Fue una de las personalidades más ilustres del país. Su talento poderoso, su ilustración tan extensa como profunda, la energía de su carácter, la noble distinción de sus maneras y el prestigio de su nombre y de sus dilatados servicios, lo colocaron en el sitio de honor entre los chilenos contemporáneos… Los años de retiro nos separan con un largo espacio de sus últimas actuaciones; pero el lustre de sus servicios atraviesa la oscuridad del tiempo y todos recuerdan lo que fue el orador, el publicista, el hombre de estado y especialmente el diestro diplomático que manejó nuestros negocios extranjeros en los momentos más difíciles de la historia nacional”, publicará la revista ZigZag en su edición n°164, del 5 de abril de 1908.
Luis Aldunate (sentado en el muro) junto a su familia y amigos en las pirámides de Giza en Egipto, 1891. Fotografía perteneciente a la colección de Santiagonostalgico.
EL PALACIO
Los sitios que había comprado el señor Aldunate estaban ubicados en una de las esquinas más importantes de Santiago. La Alameda de las delicias era un elegante centro social, y la Avenida del Ejército Libertador se había convertido en un hermoso paseo por donde diariamente circulaban los coches que regresaban del parque Cousiño. Su colorido se veía intensificado en el mes de septiembre, cuando las fachadas eran pintadas y las banderas tricolores recibían a las tropas que iban en dirección a la Parada Militar en el Campo de Marte, entre la ovación de la multitud y cientos de guirnaldas de flores que eran arrojadas desde los balcones.
En ese ambiente de bienestar, comenzó la demolición de la vieja vivienda colonial de la sucesión Valledor, siendo reemplazada desde sus cimientos por la moderna estructura de albañilería de ladrillo de la casa Aldunate. El arquitecto-presumiblemente Teodore Burchard- ideó los planos de un edificio de dos niveles, más una techumbre y cúpula; que sería utilizada en los bajos por tres casas de renta y los altos por una vivienda principal.
La fachada de estilo ecléctico con reminiscencias neoclásicas francesas, presentaba dos niveles y un remate semicircular en la esquina, coronado por una cúpula de madera con cubierta metálica. La sobriedad del tratamiento del muro era animado por ventanas coronadas por frontones triangulares, pilastras corintias, jarrones, rejas de fierro y una serie de balcones abalaustrados; motivos ornamentales que se repetían en el primer nivel, hoy inexistente.
"Tarde en la Alameda" del pintor Alberto Orrego Luco (1853-1931), donde se aprecia la casa Aldunate en construcción.
Alameda de las delicias desde la calle Vergara, con el palacio Aldunate recién terminado. Postal de la casa editorial Carlos Brandt, app. 1895. Colección Brügmann
Alameda de las delicias esquina Ejército Libertador. La silueta elegante de la casa Aldunate se complementó perfectamente a la elegancia de toda la cuadra, inmersa en uno de los barrios más atractivos de Santiago. Fotografía, app. 1900.
Alameda esquina Ejército Libertador. El palacio Aldunate junto a la casa Bories son los últimos vestigios de la fisonomía que tenía la cuadra a inicios del siglo XX. Fotografía de los autores, 2010.
A la mansión se ingresaba por la calle Ejército nº3, a través de una amplia escalinata de madera que desembocaba en un impresionante Hall, decorado lujosamente con fino parquet, frontones de corte romántico, ventanas con vitrales, puertas talladas de madera y ocho columnas corintias que formaban un espacio circular. Para iluminar el espacio se recurrió a una ingeniosa solución decorativa que consistía en una espectacular bóveda donde cuatro cariátides y cuatro atlantes, sostenían el cielo artesonado que en el centro dejaba lugar para una pequeña linterna
Escalera de ingreso al palacio. Brügmann, 2013
Circundando esta área se ubicaron los salones más importantes: El gran salón de estilo Luis XV, ornamentado con finos estucos en los muros, el cielo y parquet. La sala estaba unida a otra de pequeñas dimensiones, a la que se accedía a través de un vano custodiado por columnas y coronado por un frontón con dos figuras románticas. Esta salita estaba decorada con yesería que representaba instrumentos musicales, lo que deduce su uso original.
También el Comedor ornamentado con paneles a media altura, una chimenea y un espectacular cielo con artesonado, en cuyo centro hay una pequeña lucarna circular con vidrios de colores. Sorprende el parecido de esta decoración con el mismo espacio en otro inmueble de la época, el palacio Elguín.
Aparecen además dos grandes recintos contiguos al hall, de generosas dimensiones y que cuentan con paneles a media altura, artesonado y ventanas con vitrales.
Conjuntamente hacia el norte, se puede ingresar a una sala de menor tamaño con paneles tallados, una chimenea y cielo con un llamativo artesonado que forma pequeñas bóvedas; fue este espacio presumiblemente utilizado como escritorio.
Hacia el norte un corredor iluminado por ventanas en la parte superior, distribuye amplios dormitorios que miran a la Alameda, siendo uno de los más grandes el del remate de la esquina, que cuenta con un bow-window y acceso a un baño con piso de mosaicos.
Hacia el sur del palacio existen dos dormitorios más, un pasillo de distribución, salitas y los vestigios de una galería que al parecer recorría toda el área posterior del inmueble. Las transformaciones no permiten precisar si en éste lugar se ubicaba una escalera secundaria, que permitiera subir a las habitaciones de servicio en la mansarda, o si la mansión se extendía hacia el sur.
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