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Nacho

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El viernes, 13 de marzo, el centro de rescate Bondy se dedica en el incendio de un pabellón en Livry-Gargan (93).
Durante el ataque, dos soldados del cuerpo son severamente quemados. Rápidamente apoyado por sus compañeros y reanimación ambulancia pidió refuerzos, fueron evacuados en helicóptero a las instalaciones del hospital especializado.
Maestro cabo Aurélie Salel, gravemente quemado, no sobrevivió a sus heridas. el nos dejó mañana sábado 14 de marzo.

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Cabo Aurélie Salel

El viernes por la noche, el rescate de Bondy centro participa en el incendio de un pabellón en Livry-Gargan (93).
Durante el ataque, dos soldados del cuerpo son severamente quemados. Rápidamente apoyado por sus compañeros y reanimación ambulancia pidió refuerzos, fueron evacuados en helicóptero a las instalaciones del hospital especializado.
Maestro cabo Aurélie SALEL, gravemente quemado, no sobrevivió a sus heridas. Nos ha dejado esta mañana.
Entrada a la brigada de bomberos de París en diciembre de 2009, ha sido sucesivamente en relieve de color blanco (9 º distrito), el centro antes de formar parte del centro de relevo de Bondy en marzo de 2014.
Era particularmente popular con sus compañeros por su entusiasmo, alegría de vivir y profesionalismo. Su acción obliga a la admiración, respeto y aprecio de todos. Su desaparición es percibida como un verdadero shock y plantea una pena enorme entre compañeros y dentro de la brigada más amplia y más allá.
El BSPP expresa su apoyo, su solidaridad y compasión con toda su familia y seres queridos y agradece a todos aquellos que lo demostró evidencia de la amistad y simpatía.
Todos los bomberos de París también apoya a la familia y seres queridos del ingeniero 1ª clase Florian DUMONT actualmente hospitalizado.

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La muerte del cabo primero Aurélie Salel

Actualizado: 17/03/2015 - Autor: Texto: CNE Fresse-Guillaume Foto: BSPP - Dirección: BCOM-1CL Ludivine Le Floch
París, 14 de marzo de 2015.


Viernes, 13 de marzo por la noche, Bondy Centro de Rescate se dedica en un incendio en una casa en Livry-Gargan (93).

Durante el ataque, dos soldados del Cuerpo de graves quemaduras. Rápidamente apoyado por sus compañeros y por las ambulancias de emergencia refuerzos solicitados, de su evacuación en helicóptero a hospitales especializados.
Maestro Corporal Aurélie Salel, muy quemado, no sobrevivió a sus heridas. Ella falleció esta madrugada.

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Entrada a la Brigada de Bomberos de París en diciembre de 2009, se desempeñó sucesivamente en el centro de alivio Blanche (distrito 9), antes de unirse al centro de rescate de Bondy 03 2014.

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Fue particularmente apreciado por sus compañeros por su entusiasmo, alegría y profesionalismo. Su acción suscita la admiración, el respeto y la estima de todos. Su muerte es vista como un verdadero shock y causa gran pesar entre sus compañeros y, más ampliamente dentro de la Brigada y más allá.

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El BSPP expresa su apoyo, solidaridad y condolencias a su familia y seres queridos, y gracias a todos los que le mostró la amistad y simpatía testimonio.
Todos los bomberos de París también apoya Familiares y amigos de primera clase Sapper Florian Dumont actualmente hospitalizados.


Fuentes: BSPP

http://www.pompiersparis.fr/actualites/info-brigade/deces-du-caporal-chef-aurelie-salel

http://www.soldatdufeu.fr/sfm_cms/t...-perd-un-des-siens.html#.VQQDS_dKlFs.facebook
 

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El último incendio de Alberto Thienel
Publicado el: 12 - 06 - 2015 | 11:00
Se conmemoran tres años de la fatídica emergencia en la comuna de Estación Central y que entregó un nuevo mártir a la Institución

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El 12 de junio de 2012, el Cuerpo de Bomberos de Santiago (CBS) concurrió a la intersección de calle Buzeta y Pedro Aguirre Cerda para controlar un incendio que afectó a una empresa.

Esta emergencia, sería la última para el voluntario de la Novena compañía, Alberto Thienel Yuraszeck, quien sufriría un paro cardiorespiratorio luego de trabajar en el siniestro.

Acá un relato de uno de los voluntarios que lo auxilio tras la emergencia:

Me emociona recordar ese triste día, donde vi por última vez a don Alberto trabajar como bombero. Aún retengo su rápido andar hacía B9, mientras observaba como sus compañeros Nonos y al resto de la Institución combatía el gran incendio de calle Buzeta.

Tras dos horas de intenso trabajo, las llamas fueron controladas y nos preparamos para retornar al cuartel. Mientras ordenaba la armada de 70 en B16, escuchó un frenazo que paralizó a todos los voluntarios presentes en el lugar. Pasaron unos segundos, todo era desinformación, cuando por radio escuchamos: “B9 a S1 (ambulancia institucional)…B9 a S1”.

El Teniente Primero, me indica que me dirija rápido a la esquina donde estaba la bomba de la Novena compañía. Todos pensamos que la emergencia y el ruido habían sido provocados por un atropello.

Nos equivocábamos. En ese momento dejaba de latir el corazón del voluntario Alberto Thienel.

Muchas cosas pasan por mi cabeza, pero me focalizo en ayudar rápidamente al Ayudante del Departamento Médico, quien baja la camilla de S1 y comienza a evaluar a nuestro camarada.

Escuchos gritos y recuerdo muchas miradas de desesperación. Se nos iba un Nono y no lo podíamos permitir. Recuerdo que me desprendí de mi chaqueta estructural y comencé a realizar reanimación cardiopulmonar (RCP), mientras nos preparábamos para partir urgente al Hospital.

Era un cofrade, un compañero de ideal, un viejo con experiencia, un bombero que nos dejaba, por eso luchamos para que se quedara con nosotros.

En un momento pierdo el equilibrio y me doy cuenta que ya vamos camino al Hospital, recuerdo la cara de Matías Corante y Hernán García, con quien íbamos reanimando. Aún resuenan los gritos de aliento: “vamos viejo, no nos dejes ahora”.

Alberto reacciona, quizás fueron segundos, sale del paro, miro por la ventanilla de la ambulancia y solo veo el Santuario del Padre Hurtado, me acerqué y le dije “viejo vamos llegando, aguanta, aguanta”.

Pese al esfuerzo de todos, cae nuevamente en paro y siento que se abren las puertas, llegamos al Hospital y pasan raudos al recuperador. Afuera, abrazo a Hernán para apoyarlo en este difícil momento, quien con escalofríos e incertidumbre pensaba cómo evolucionaría Don Alberto.

En la tarde recibimos la terrible noticia. El corazón de don Alberto Thienel dejó de latir y ese sería su último incendio.

Estaba cansado y fue llamado a engrosar la lista de los grandes bomberos que parten al cuartel celestial. La noticia fue un duro golpe para todos los voluntarios que trabajamos en ese incendio.

He tenido la experiencia de reanimar a muchas personas siendo Bombero. Niños, jóvenes y adultos mayores, pero nunca a un compañero de ideal, vestido con nuestro mismo uniforme y con quien estamos luchando para controlar un incendio.

Don Aberto Thienel, lo recordaré siempre como un gran bombero. Que ese día, pese a su edad, nos dio un ejemplo de vida: el real motivo porque estamos para servir en el Cuerpo de Bomberos de Santiago.

Diego García Contreras
Voluntario
Decimosexta Compañía CBS


http://www.cbs.cl/
 

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La trágica muerte de Víctor Hendrych Husak

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20 de noviembre de 1933. 5.20 horas. Caen los timbres en el cuartel de la Octava Compañía, alertando a los Voluntarios sobre una emergencia declarada en las calles San Francisco y Diez de Julio.

Siete guardianes tripulan el carro portaescalas “Enrique Fredes Zuñiga”, el cual sale del antigüo cuartel de Avenida Santa María. Cuatro Voluntarios y tres Oficiales, se preparan para trabajar en la emergencia, uno de los cuales era el Secretario de la Compañía, Don Víctor Hendrych Husak.

La máquina cruza el puente Recoleta y toma la calle de Las Claras (actual Enrique Mac Iver) hacia la Alameda en dirección al sur, respondiendo al llamado del fuego, a cargo del capitán don Luis Alonso Gómez, (quien con el tiempo llegaría a ser Comandante y Director Honorario). No obstante, al llegar a la esquina de Merced, se atraviesa un tranvía eléctrico movilizado sobre rieles de acero.

El carro no logra detenerse y colisiona violentamente con el tranvía, el cual llegó a descarrilarse. El Secretario Hendrych, que ocupaba el primer asiento del lado derecho de la máquina (en ese tiempo los bomberos tripulaban sentados hacia la calle), recibe todo el peso del golpe, falleciendo en forma instantánea en el lugar del accidente convirtiéndolo en el 2° Mártir de la Octava y el decimocuarto de la Institución. Tenía 26 años de edad y 2 años 3 meses de servicios en la Institución.

Desde la Asistencia Pública, lugar donde fueron trasladados los heridos y el fallecido Secretario Hendrych, la Institución forma para acompañar los restos del Bombero a la capilla ardiente que se había improvisado en el salón de sesiones del Directorio, donde sus compañeros debían montar guardia permanente hasta la partida del cortejo.

A los funerales asistieron uno de los edecanes de S.E. el Presidente de la República, quien llevaba su representación, el Intendente de la Provincia, el Alcalde de Santiago, el Director General de Carabineros junto a una delegación de Oficiales, otra del Ejército de Chile, comisiones de las Asociaciones hermanas de Puente Alto, San Bernardo, Buin, Melipilla, Rancagua, Viña del Mar y Valparaíso, compañeros de trabajo de la víctima, el Directorio y la totalidad de las Compañías de la capital con sus estandartes.

Cuando el cortejo llegó al Cementerio y antes de entregar sepultar el cuerpo, hicieron uso de la palabra el Superintendente del CBS, Luís Kappes, el Alcalde de Santiago, el Director de la Novena Compañía del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso. Todos subrayaron y pusieron de manifiesto el intenso pesar que sentían ante el sacrificio de esta joven víctima del deber.

Información: www.octavabomberos.cl y www.segundinos.cl


cbs,cl
 

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Sócrates Leiva: El Mártir De La Segunda Compañía De Bomberos De Temuco
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En 1949, la Segunda Compañía de Bomberos de Temuco sufre la pérdida de su primer y único voluntario que cae en acto de servicio.

En la madrugada del lunes 7 de marzo de 1949, estalla un incendio en las esquinas de General Mackenna y León Gallo de Temuco, acuden las primeras cinco compañías del Cuerpo de Bomberos. Es una noche con un fuerte temporal de viento, lo que dificulta grandemente el trabajo de los bomberos, permitiendo que el fuego se expandiera por todo el inmueble consumiendo el local casi por completo.

Fue un arduo trabajo por parte de todas las compañías, en especial de la Primera y Segunda, quienes se dedicaron al salvamento.

Entre los voluntarios de la Segunda Compañía se encontraba el voluntario Sócrates Leiva, a quien se le ve entrar y salir varias veces del edificio, tratando de salvar la mayor cantidad de pertenencias posibles de los afectados.

Al percatarse el comandante Fernández de que el edificio podría colapsar y derrumbarse en cualquier momento, da la orden de desalojar el inmueble, en ese instante, el voluntario Leiva ingresaba nuevamente a la casa.

Alrededor de las 7 de la mañana, el oficial de guardia de la Segunda Comisaría avisa al comandante que entre los escombros y en horas de la madrugada, los carabineros que se encontraban de guardia en el lugar del siniestro han encontrado un cuerpo carbonizado. Una hebilla de cinturón con el número 2 y restos de una casaca de cuero indican que se trata de un nuevo mártir para el Cuerpo de Bomberos de Temuco.

El comandante Fernández, junto al superintendente, al capitán de la Segunda Compañía y los familiares del voluntario, deben acudir a los trámites de rigor. La identificación del cuerpo se logra a partir del reconocimiento de un zapato semi quemado, el que el comandante Fernández tuvo la oportunidad de distinguir cuando llegaba al incendio porque se notaban recién comprados y tenían una característica especial. La identificación digital no era posible por encontrarse con ambas manos carbonizadas, así como la cara y la mayor parte del cuerpo.

La Segunda Compañía, se fundó bajo el lema de “Salvadores y Guardianes de la Propiedad”. Este lema le quedó grabado en lo mas hondo de su ser al ingresar a esta compañía el 30 de diciembre de 1942, después de servir en el Cuerpo de Bomberos de Nueva Imperial por varios años.

El Cuerpo de Bomberos de Temuco, por aquella fecha enluta por tercera vez su estandarte y tras una rigurosa y protocolar formación general de la institución, se procede a despedir los restos del mártir Sócrates Leiva Cabezas, el primer y único mártir de la Segunda Compañía.

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Arturo Barnert Ithal: El Bombero Que Sucumbe Por Salir Al Llamado De La Sirena

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El voluntario de la Tercera Compañía se encontraba muy delicado de salud, pero el insistente sonar de la alarma pudo más y se levantó para salir a combatir un incendio el 26 de septiembre de 1948, falleciendo de un ataque cardiaco en la esquina de Bulnes con Portales, en pleno centro de Temuco.

Habían pasado 32 años sin sucesos trágicos, cuando el Cuerpo de Bomberos de Temuco nuevamente debe enlutar su estandarte para rendir honores al segundo mártir de la institución. En esta oportunidad, el voluntario de la Tercera Compañía Arturo Barnert Ithal, con 52 años de vida, fallece tras acudir al llamado de la sirena.

En la madrugada del domingo 26 de septiembre de 1948, en pleno centro de la ciudad se desata un voraz incendio, que moviliza a todas las compañías del Cuerpo de Bomberos de Temuco. El eficiente trabajo de los voluntarios de la época permite extinguir el fuego a eso de las 3 de la madrugada, en donde se le da la retirada a la Tercera Compañía, pero un rebrote en las llamas, hace que el siniestro se extendiera hasta las 6 de la mañana, siendo finalmente controlado por voluntarios de la Primera y Segunda Compañías.

Debido al intermitente llamado de la sirena del Cuartel General, el inspector técnico Arturo Barnert acude presuroso en su auto a cumplir con el deber de mantener las máquinas en perfectas condiciones, pero lamentablemente, su salud se encontraba quebrantada, debiendo mantener reposo. La excitación producida por el incendio le hace sufrir un fuerte dolor en el pecho, debiendo estacionar su auto en la esquina de Bulnes y Portales, en pleno centro de Temuco, donde le sobreviene un mortal ataque cardiaco.

Arturo Barnert, había ingresado a la Tercera Compañía el 28 de noviembre de 1940, mecánico de profesión, estaba casado con María Pape. Desde su ingreso a la Tercera Compañía se destacó como un elemento sobresaliente y cumplidor, prueba de ello se encuentra su trágico final, ya que aún con un estado de salud de cuidado, acude al incesante llamado de la campana encontrando la muerte.

Sus restos son despedidos con todos los homenajes que un hombre como Arturo Barnert se merecía.

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Gustavo Toledo: El Bombero Que Muere Combatiendo En Pleno Centro De Temuco

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Voluntario de la Primera Compañía perdió la vida en un incendio que consumió la ferretería Frindt, en la esquina de Rodríguez y Aldunate.

En la madrugada del viernes 11 de enero de 1957, cuando sonó la sirena del Cuartel General, el voluntario de la Primera Compañía, Gustavo Toledo, acude a la alarma de incendio declarado en las esquinas de Rodríguez y Aldunate, en pleno centro de Temuco; se incendiaba la ferretería Frindt y Cía.

Los voluntarios rápidamente ocupan sus puestos en la extinción del fuego. De pronto se oye la voz de un capitán ordenando retroceder debido a que una muralla estaba a punto de desplomarse, pero la juventud del voluntario Toledo hizo caso omiso de aquella advertencia, escuchándose posteriormente un estrepitoso estruendo: la muralla cayó violentamente. Los voluntarios acuden para socorrer a sus compañeros y triste fue el balance de la tragedia: un muerto, dos heridos con pérdida de conciencia y cuatro heridos leves.

Gustavo Toledo Fuentes caía dignamente, con su casaca ensangrentada en ofrenda a la tranquilidad y seguridad de sus semejantes. Jamás pasó por su mente que en esta oportunidad la vestiría por última vez, convirtiéndose en el cuarto mártir del Cuerpo de Bomberos de Temuco, a la edad de 24 años.

Una vez más el Cuerpo de Bomberos se reúne en estricto duelo para despedir los restos de un joven bombero que abrazó esta noble causa hasta la muerte.

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Luis Guerrero: El Capitán De Bomberos Caído En El Regimiento Tucapel En 1966

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El 3 de diciembre de ese año, el joven oficial colaboraba en el acondicionamiento de un mástil cuando lo sorprende la muerte.

Luis Guerrero Rodríguez, de la Primera Compañía, uno de los capitanes más jóvenes de los Cuerpos de Bomberos de Chile, en la plenitud de su vida, a los 21 años, cae en acto de servicio un 3 de diciembre de 1966 en Temuco.

En ese trágico día su abnegado concepto del deber lo lleva hasta el Regimiento “Tucapel”, donde se precisaba arreglar la driza del mástil de esa unidad militar.

Para esta labor el joven capitán sube por escala telescópica manual, como muchas veces ya lo había hecho, sin embargo, su casco metálico se ve alcanzado por cables energizados, lo cual le provoca un fuerte golpe eléctrico que lo deja asido al tendido eléctrico.
Ante la premura de sus camaradas es bajado de la escala y llevado al Hospital Regional, donde es constatado su deceso.

La partida de este valioso voluntario llena de congoja y pesadumbre al Cuerpo de Bomberos de Temuco, pero en especial a la Primera Compañía quienes no logran comprender por qué el destino los golpea tan fuertemente entregándoles al quinto mártir del Cuerpo. Sus funerales fueron demostración de que Bomberos ha sido siempre una gran familia. Más de cuatro cuadras de formación acompañaron silenciosamente el cortejo fúnebre y fueron imagen exacta de la estima y valoración que se tenía por este voluntario.

El capitán Guerrero era estudiante de la Universidad Técnica del Estado, un hijo ejemplar y un bombero de excepción, muestra de ello fue que la compañía, no obstante su corta edad, le había entregado la autoridad máxima de la unidad bomberil frente a una emergencia.

El capitán Guerrero tenía una marcada vocación de bombero y amor por el servicio comunitario, lo cual refuerza su gran valor como ser humano y llena de gloria su recuerdo, el cual está siempre presente en su querida Primera Compañía.

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Alfonso Castro Rivas: El Bombero Que Fallece Rescatando A Su Propia Familia

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Una de las pérdidas más impactantes que ha sufrido el Cuerpo de Bomberos de Temuco se produjo el 27 de septiembre de 1977.

En la madrugada del domingo 27 de septiembre de 1977, alrededor de las 5:30 horas, el silencio de la noche se ve interrumpido por el incesante llamado de la sirena del Cuartel General de Bomberos de Temuco: se había declarado un voraz incendio en la calle Lynch, entre Varas y Bello. El escenario era devastador, los vecinos corrían para socorrer a los damnificados y para tratar de tratar de salvar algunas pertenencias.

Los voluntarios de la guardia lucharon incansablemente por extinguir el fuego, y lo que más preocupaba era que se trataba de la morada del voluntario de la Primera Compañía, Alfonso Castro Rivas y no sabían si se encontraba en ella o no.

Varios vecinos lo vieron entrar y salir varias veces intentando poner a salvo a su esposa y a sus cinco hijos. En esta heroica labor logra salvar a su esposa y a tres de sus hijos, pero al ingresar una vez más a la casa envuelta en llamas para rescatar a sus dos hijos más pequeños, nunca más volvió a salir.

Su amor filial y el deber bomberil lo dejaron atrapado entre los humeantes escombros. Su cuerpo carbonizado es encontrado en la puerta de salida al patio y los restos incinerados de sus dos pequeños hijos en la sala de estar.

La muerte del voluntario Castro caló hondo en el sentimiento del Cuerpo de Bomberos de Temuco y de la región, cuyos miembros despidieron sus restos en una interminable columna de formación entre bomberos y ciudadanos que quisieron acompañar el cortejo fúnebre hasta su última morada, convirtiéndose en el séptimo mártir que registra la institución de la capital regional.

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Enrique Leal Arriagada: El Superintendente Que Fallece Ejerciendo Sus Funciones

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La máxima autoridad de Bomberos en Teodoro Schmidt se preparaba para efectuar un saludo protocolar en el aniversario de Carabineros, pero el destino quiso otra cosa.

El 27 de abril de 2005, quién fuera fundador y, al momento de su fallecimiento, superintendente del Cuerpo de Bomberos de Teodoro Schmidt, Enrique Leal Arriagada pierde la vida como consecuencia de un accidente vascular mientras cumplía con sus funciones representando a su institución.

Ese día, el Cuerpo de Bomberos de Teodoro Schmidt realizaría un saludo protocolar a Carabineros ante el aniversario de la policía uniformada.

Mientras se encontraba en el propio cuartel general, el superintendente Leal –quien presentaba problemas de presión arterial- se desvanece y posteriormente muere cuando era trasladado al Hospital de Pitrufquén.

Considerando como ocurrieron los hechos, el Directorio General decidió decretar su condición de mártir, convirtiéndose en el primero de su compañía e institución y en el 265° a nivel nacional.

Días más tarde, Enrique Leal recibe un sentido homenaje en la Cámara de Diputados de Chile, efectuado por el entonces diputado Eugenio Tuma, quien reconoce en su persona la conjugación de una serie de valores que motivaron su vida en servicio no solo de su comuna, sino también de otras de La Araucanía que se beneficiaron de sus gestiones bomberiles para avanzar en materia de seguridad en emergencias.

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Conmemoran centenario del primer mártir de Bomberos en Temuco

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Vicente Pettersen pertenecía a la Cuarta Compañía y perdió la vida en 1916, tras un accidente ocurrido en un incendio en la esquina de Balmaceda con Zenteno.

Con el descubrimiento de una placa recordatoria en el preciso lugar del fatal accidente y luego con un homenaje en su tumba del Cementerio General, el Cuerpo de Bomberos de Temuco conmemoró este viernes los 100 años del fallecimiento de Vicente Pettersen Ruiz, el primer voluntario que pierde la vida en acto de servicio en esta ciudad.

En la esquina suroriente de la avenida Balmaceda con calle Zenteno, la Cuarta Compañía “Bomba España”, a la que pertenecía Pettersen, formó junto al Directorio General de la institución, donde luego de ser leída una reseña que recordó las causas del deceso, se procedió a descubrir la placa de mármol que informa a los transeúntes sobre lo ocurrido, en el lugar donde hoy en día se ubican locales comerciales.

El accidente se produjo el 4 de enero de 1916, a las 00:20 horas, durante un incendio que resultó ser intencional, destruyó el inmueble que entonces era propiedad del vecino Ismael Mosqueira, acudiendo todas las compañías de Bomberos que existían en la época, entre ellas la Cuarta.

Mientras cuatro voluntarios ingresaban corriendo con una escala para iniciar el ataque el fuego por los techos de la vivienda, en sentido contrario venía Vicente Pettersen en busca de un pitón. Producto de la oscuridad de la noche y la inexistencia en aquella época de eficientes equipos de iluminación de la escena, los involucrados no se percataron del correr de uno y otro, por lo que el bombero recibió una herida punzante en el abdomen provocada con la punta de la escala, resultando gravemente herido.

Sus compañeros lo recogen y trasladan a la Clínica Bonadona, donde a las 7:10 horas del 8 de enero de 1916, finalmente deja de existir en medio de la conmoción de su familia, que residía en Padre Las Casas.

“Hemos venido a conmemorar los 100 años del fallecimiento del primer mártir del Cuerpo de Bomberos de Temuco y por ello descubrimos esta placa en el lugar en que perdió la vida nuestro voluntario y luego le rendimos homenaje en el lugar de su sepultura”, afirmó Miguel Recabarren, director de la Cuarta Compañía.

CEMENTERIO GENERAL
Tras ello, los participantes se trasladaron hasta el Cuartel de la Segunda Compañía, en calle Bulnes, donde eran esperados por la totalidad de las compañías y brigadas que componen el Cuerpo de Bomberos de Temuco, iniciándose una marcha hasta el Cementerio General de Temuco, donde se ubica el mausoleo institucional, en el que reposan los restos del primer bombero mártir.

Allí se realizó una breve ceremonia religiosa a cargo del capellán institucional, padre Jaime Villalobos, y donde nuevamente se recordaron las trágicas circunstancias del deceso de Vicente Pettersen por parte del secretario general del Cuerpo de Bomberos de Temuco, Armin Llanos y del director de la Cuarta Compañía, Miguel Recabarren, instalándose antorchas y una campana en recuerdo del bombero, para finalmente ser depositadas ofrendas florales a nombre de cada una de las compañías y brigadas en la tumba de Pettersen.

Al cierre del acto y a los sones de la banda Institucional, el Cuerpo de Bomberos de Temuco desfiló en el ingreso al Cementerio General.


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24 May 2013
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Triste despertar de un 22 de febrero de 1969

El reloj marcaba cerca de las seis de la madrugada del día 22 de febrero de 1969, y la vieja paila del Cuerpo de Bomberos de Valparaíso anunciaba incendio declarado, el lugar de la emergencia Av. Baquedano con calle Cinco, del cerro Mariposas.

El destino para esa jornada quería que los nombres de dos bomberos de la Cuarta Compañía de Bomberos de Valparaíso, “Bomba Blanco Encalada”, se escribieran con letras de oro en el martirologio de los Caballeros del Fuego, en el histórico carro Mack, tal como lo hiciera en 1962, sobre la misma bomba otro cuartino don Francisco Herrera Olivares.

Esa madrugada la Cuarta Compañía había sido despachada en primera instancia con el carro Ford Darley, tripulado por su guardia nocturna y conducido por el cuartelero; por lo cual el Mack salió en segunda instancia raudo desde su cuartel ubicado en calle Freire N° 159, doblando por Avenida Francia, y al mando del Ayudante de Compañía don Jaime Araya Jasme, quien pocos días antes había dejado la Guardia Nocturna por estar próximo a contraer matrimonio y conducido por el maquinista don Carlos Escobar Gutiérrez y tripulado por los voluntarios señores José Sotelo Vásquez y Leopoldo Lorca Gándara. Sin embargo, nadie se imaginaría que a esa emergencia nunca llegarían, pues al cruzar la intersección de Av. Francia con Victoria, de improviso apareció un bus Pegaso perteneciente a la entonces Empresa de Transportes Colectivos del Estado (ETC), el cual iba fuera de recorrido y su chofer no se percató de la sirena y el teñir de la campana del viejo carro.

El encuentro entre el bus Pegaso y el carro Mack fue de tal magnitud que su ayudante Jaime Araya murió instantáneamente al salir eyectado desde la cabina de la bomba y quedar su cuerpo incrustado en las ruedas del bus, mientras el maqui nista don Carlos Escobar queda atrapado entre los fierros retorcidos y tras una dolorosa agonía fallece al día siguiente, el 23 de enero, en el Servicio de Neurocirugía del Hospital Carlos Van Buren. Por otra parte, el voluntario don José Sotelo, quien se encontraba de gravedad y debido a las secuelas del accidente quedó imposibilitado de participar en el servicio activo de la compañía, por lo cual, el Cuerpo de Bomberos de Valparaíso le concedió en 1970 la medalla de Abnegación; y, el voluntario Lorca con contusiones diversas y fuera de peligro.

Al momento de este lamentable accidente el ayudante don Jaime Araya Jasme contaba con 24 años de edad y 3 años, 11 meses y 18 días vistiendo la chaqueta de bombero voluntario; en los años 1967 y 1968 obtuvo el primer lugar de los premios de asistencia, y en diciembre de 1968 fue elegido Ayudante de Compañía e integró la guardia nocturna en varios periodos.

Don Carlo s Escobar Gutiérrez, era un abnegado esposo y padre de familia, con 43 años de edad, había ingresado a la bomba en el año 1945, y en su trayectoria bomberil ocupó los cargos de Teniente 3°, Teniente 2°, Teniente 1°, Capitán, Tesorero y Maquinista, cargo en el cual perdió la vida.

De esta forma seguían sumando al Glorioso Cuartel Celestial, hombres de buena voluntad que caían en el cumplimiento del deber, aquel contraído por todo bombero voluntario de Chile.Mack 1.jpg Mck 3.jpg Mack 2.jpg
 

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Madrid rinde homenaje a los bomberos fallecidos en los Almacenes Arias
Hace 29 años, diez bomberos perdieron la vida en las labores de extinción del incendio del edificio

El Ayuntamiento de Madrid ha rendido homenaje este lunes a los diez bomberos que murieron en el incendio de los Almacenes Arias el año 1987 en el número 31 de la calle Montera. Al acto, al que ha acudido la portavoz del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, y el delegado de Seguridad Y Emergencias, Javier Barbero, ha consistido en una ofrenda floral de una corona de laurel y doce ramos de diez rosas rojas, por cada bombero fallecido.

Los diez bomberos perdieron la vida en las labores de extinción del incendio del edificio cuando una parte de la estructura metálica se desplomó y les atrapó hace 29 años.

Tras el homenaje, Barbero ha señalado que "el recuerdo es una necesidad". "Muchos bomberos que estuvieron me han contado que la tragedia les ha obligado a reflexionar para seguir mejorando día a día en su trabajo", y por eso, "conviene recordar para seguir aprendiendo".

Barbero ha insistido en la "excelente labor" del Cuerpo de Bomberos. "Hay un factor humano que no se nos puede escapar y es que los bomberos ponen su vida al servicio de la gente", ha indicado. Asimismo, el responsable municipal de Seguridad ha apuntado que "contra el olvido está el recuerdo pero también está el agradecimiento". "Desde la Corporación quiero expresar mi agradecimiento a todos los bomberos por su trabajo diario y por su entrega", ha dicho.

El suboficial jefe de área en el Ayuntamiento de Madrid, Emeterio García Cervilla, ha señalado que "es un orgullo personal que no se olvide nunca lo bonito que es ser bombero y la tragedia que puede ser el dar la vida por los demás y ejercer la profesión". "El servicio público es lo mejor que puede hacer un ser humano. Es una profesión que no es el dinero lo que te marca, sino lo grande que te hace el poder ejercer tu trabajo y poder dar la vida por los demás", ha dicho.

Por su parte, un bombero que estuvo presente en el incendio, Angel Sánchez, más conocido entre sus compañeros como Toti, ha indicado que "nunca olvidará ese fatídico día", a la vez que le ha "sorprendido" que "las corporaciones se lancen en despertar el recuerdo porque fue un hecho muy duro para el Cuerpo de Bomberos".

Preguntado por si cree que se podían haber evitado las muertes, Sánchez ha insistido en que "las cosas han pasado y es mejor no desempolvar". "Si pudiéramos recuperar la vida de los compañeros te pondrías a cuestionar qué pasó y es mejor olvidar porque no hay nadie que nos devuelva a nuestros compañeros", ha afirmado. "La paradoja de estar trabajando durante varios días para desenterrar a tus compañeros es inolvidable. Aquí se volcaron todos los bomberos de Madrid y de España. No cabe duda de que luchamos hasta el final por ellos", ha concluido.

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Se conmemoró en Iquique 88 años de la inmolación de los Mártires Céspedes y González

Ayer Atendiendo el incendio de siete casas en la calle Unión entre Vivar y Barros Arana del año 1929, murieron los dos voluntarios a quienes se le rindió homenaje.

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Con un masivo encuentro el cuerpo de bomberos de Iquique realizó el tradicional acto en homenaje a los mártires Céspedes y Gonzáles quienes murieron hace 88 años atendiendo el incendio de siete casas en la calle Unión entre Vivar y Barros Arana.
En 1929, los dos voluntarios se trasladaron con el resto del equipo de bomberos para apagar el trágico incendio. Ambos quedaron atrapados y fueron trasladados hasta el Hospital de Beneficencia con heridas graves.
Fermín Oscar Céspedes tenía solo 33 años cuando falleció, se desempeñó desde los 21 años en la compañías, mientras que Manuel González Véliz ingresó a sus16 años y al momento del accidente tenía solo 18 años.
En su honor es el nombre de la calle del centro de Iquique.
Como cada año, este sábado los bomberos de la ciudad recordaron su labor que es ejemplo para las nuevas generaciones de voluntarios.


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Rodrigo Mora: el bombero que apoyó el rescate en las Torres Gemelas y murió tras alud en Chiguayante

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En casi todas las compañías de bomberos se atesoran historias de mártires. Se trata de héroes de carne y hueso que están en el anonimato, pero que han dejado huella en su comunidad y también en una institución que en Chile cuenta con más de 160 años de vida.


Comienzos de 2001 y Rodrigo Mora González, un joven bombero oriundo de Chiguayante, partió rumbo a Houston, al desértico estado de Texas, Estados Unidos, para realizar un curso sobre sustancias peligrosas. Esta era una más de las tantas capacitaciones que se sumaban a su currículum.


La instrucción duró 3 meses y cuando acabó, Rodrigo emprendió otro viaje, esta vez al estado de Connecticut, a la casa de un amigo chileno. Allí, el voluntario se enteró por la televisión del fatídico atentado a las Torres Gemelas del World Trade Center, que cobró casi 3 mil vidas, entre civiles y personal de rescate.


Ese martes 11 de septiembre Rodrigo se encontraba a solo una hora y media de Nueva York, así que no dudó en ir a ayudar. “Fue a dos o tres compañías, pero no lo tomaron en cuenta porque allá todos son pagados y no necesitaban apoyo. Le dijeron que fuera a la Cruz Roja y que trabajara ahí”, cuenta su amigo y camarada Julio Sepúlveda.


Pero el voluntario no bajó los brazos. Buscó incesantemente hasta que encontró una compañía donde finalmente pudo trabajar en las labores de rescate durante los 5 días posteriores al ataque terrorista.

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Nicolás Martínez Ramírez
“Rodrigo era una persona intachable, tanto en el ámbito profesional como familiar”, recuerda Julio, quien con una sonrisa en el rostro añade que la intención de Mora no era solo perfeccionarse como bombero, sino también “hacer nexos con nuestra compañía y las de allá para tener distintos beneficios, como traer carros bombas a un precio menor”, comenta.


La situación bomberil en Estados Unidos es bastante distinta a la que se vive en Chile, de ahí también el interés del joven. En el país del norte los bomberos reciben una remuneración anual que va desde los USD 22 mil a los USD 75 mil, es decir, entre 14 y 50 millones de pesos chilenos; además, obtienen constantemente equipamiento y máquinas nuevas, dando de baja uniformes y equipos que no llevan ni un año de vida útil.


“Nos contaba que, a veces, daban de baja containers enteros de uniformes porque recibían otros con mejor tecnología, mientras que acá nuestro uniforme lo usamos hasta que ya no sirve”, confiesa Julio Sepúlveda.

Tragedia en Los Copihues
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Nicolás Martínez Ramírez
Rodrigo volvió a Chile en 2005. En la Tercera Compañía de Bomberos de Chiguayante, ubicada en calle Manquimávida 333, estaban todos emocionados con su regreso. El joven trajo consigo una mezcla de recuerdos. Entre los malos se encontraba el tener que haber participado del rescate de cuerpos en Nueva York, donde muchas de las víctimas fueron bomberos.


Pero también tuvo buenos momentos, por eso cargó en su maleta algunos objetos importantes para él, como uniformes y cascos que se ganó en Estados Unidos por su profesionalismo, además de una linterna que más adelante tendría un significado especial para su familia e institución.


La experiencia de las Torres Gemelas marcó para siempre a Rodrigo Mora y le reforzó la idea de seguir salvando vidas, de ser un héroe a tiempo completo con verdadera vocación de servicio. El joven, que ingresó como voluntario en 1997 cuando tenía 25 años, se convirtió en Capitán de Bomberos.


El 11 de julio de 2006 llegó una difícil misión para Rodrigo y todos sus compañeros de la Tercera Compañía de Bomberos de Chiguayante. El llamado desesperado de una vecina alertó de un posible alud en el sector Valle La Piedra I, específicamente en el pasaje Los Copihues. Rápidamente, el comandante Luis Inostroza, de la 2ª Compañía, el capitán Rodrigo Mora, el teniente Julio Muñoz y el director Julio Sepúlveda, todos de la 3ª Compañía, acudieron a evaluar la propiedad que estaba al borde del Cerro Manquimavida. Al llegar al lugar los voluntarios se percataron de que no se podía hacer mucho y que el riesgo de colapso de la estructura era inminente.


¡Tenemos que salir de acá porque el cerro se está comiendo la casa! – le gritó Julio Sepúlveda a Rodrigo Mora.


El piso de madera se estaba partiendo y crujía endemoniadamente por la presión que ejercía el cerro sobre la vivienda. Segundos después de que Sepúlveda y la dueña de casa salieron del lugar, un gran crujido antecedió al desplome de una parte del cerro.


Eran las 20:30 horas y el barro, las piedras, los árboles y toda clase de escombros, cayeron violentamente por la ladera hasta la mitad del pasaje Los Copihues. El pánico se apoderó de todos los presentes ese día. “Como en las películas corrí y, de pronto, el barro llegó hasta mis pies. Se escuchaban gritos. Empezamos a sacar inmediatamente a las personas que estaban vivas y que se veían”, recuerda acongojado Julio Sepúlveda, único sobreviviente de los cuatro bomberos que subieron el cerro.


El alud acabó con la vida de 10 personas, siete civiles y tres bomberos, entre ellos el comandante Luis Inostroza, el teniente Julio Muñoz y el capitán Rodrigo Mora, la primera víctima en aparecer. Un perro de rescate lo encontró a sólo 75 centímetros de profundidad en la vivienda que se dio vuelta completamente debido a la fuerza del deslizamiento.


Con Rodrigo se apagó una energía única, la de un capitán incansable, un esposo cariñoso y un muy buen padre. Al momento de fallecer, este funcionario de la Gobernación Marítima de Talcahuano tenía 34 años y una vasta carrera como voluntario de bomberos.

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Nicolás Martínez Ramírez Un antes y un después

“Nosotros no apoyamos a nuestro hijo en su labor bomberil. Siempre nos mantuvimos al margen”, admite Pedro Mora, padre de Rodrigo y quien durante años no entendió la decisión de su hijo de querer ser voluntario de bomberos.


El compromiso de Rodrigo con su institución era tal que solía incluso pedir comida a su madre porque le contaba que “en las guardias nocturnas no tenían qué comer, porque eran de escasos recursos. A veces, a escondidas, sacaba cosas de la casa”, cuenta Mora padre.


La tragedia del 11 de julio de 2006 marcó un antes y un después para los padres Pedro Mora y Rosa González. En el caso del papá, fue tal el impacto que decidió a los 59 años de edad realizar los cursos para convertirse en bombero. Una aventura que, dice, lo ayudó a comprender mejor por qué su hijo dio la vida por el prójimo.


“Esta tragedia nos marcó como pueblo, como familia, como padres, como todo. Pero me motivó a ingresar a las filas de la Tercera Compañía de Chiguayante a tratar de cumplir las metas, sobre todo los sueños que Rodrigo y Julio Muñoz tenían para su compañía”, explica Pedro.


Para Rodrigo Villanueva, excapitán de la Tercera Compañía de Bomberos de Chiguayante y actualmente bombero honorario, lo que motivó a Pedro Mora a querer ser voluntario, “fue darse cuenta de que esta institución salva vidas sin esperar algo a cambio. Solo después de la tragedia de 2006 su padre pudo captar lo que motivaba a Rodrigo, no importando si debía pernoctar en un galpón de lata, donde había una sola cama que terminábamos siempre peleando”, dice.

La linterna

Un extraño suceso fue también determinante para que Pedro Mora optara por unirse a bomberos y con el mismo entusiasmo y devoción que su hijo. El joven voluntario había comprado una linterna en Estados Unidos que llevó consigo para el momento del alud en el Cerro Manquimavida.


“Un día llegó un señor a preguntar por mí. Me contó que era vecino del sector Valle La Piedra y que nuestro hijo se le había aparecido en sueños, seis noches seguidas, diciéndole que tenía que ir al cerro para encontrar esa linterna y pasármela a mí”, relata Pedro, quién ante ese inesperado e inquietante mensaje decidió salir en busca del aparato. No pasaron más de cinco días cuando el mismo vecino que trajo el mensaje, volvió al departamento de los padres del bombero para entregarles la linterna, la que encontró encendida entre el barrial del Cerro Manquimavida, luego de 40 días de ocurrido el alud.


“Cuando me la entregó, lloramos abrazados”, confiesa Pedro.

Contra el olvido

El 11 de julio de 2006 estuvo marcado por la tragedia, aunque no solo a nivel local. En la India, atentados con explosivos en siete estaciones de trenes dejaron 200 muertos y más de 400 heridos.


Pese al triste recuerdo que dejó esa jornada, la historia del alud en el Cerro Manquimavida de a poco va siendo olvidada con el pasar de los años.


Una historia que también alertó a las autoridades y que posibilitó a la Tercera Compañía de Chiguayante contar con un cuartel permanente que, antes del alud, el mismo Teniente Julio Muñoz diseñó y el Capitán Rodrigo Mora se encargó de gestionar a través de una carta formal al Presidente de la República de aquel entonces.


“El día en que dejemos de recordarlos, ellos de verdad van a morir”, advierte Pedro Mora.


Pero la obra heroica de estos mártires es evocada constantemente, especialmente en la Tercera Compañía de Bomberos de Chiguayante, que además lleva en el frontis del cuartel el nombre del Capitán Rodrigo Mora y el Teniente Julio Muñoz.

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CARLOS SEIBT VILLEGAS, 1a COMPAÑIA, +27/02/2010



El Capitán de la Primera Compañía, Carlos Seibt Villegas murió a consecuencia del terremoto del 27 de febrero, al desprenderse parte del techo de su cuartel cuando realizaba la Guardia Nocturna.
A las 3:38 el Capitán yacía atrapado en el piso inferior de su camarote, mientras sus compañeros de guardia hacían lo indecible por liberarlo de la estructura. Todo el techo de la sala de guardia, ubicada en un segundo piso del Cuartel General y Primera Compañía del Cuerpo de Bomberos de Constitución, se había desplomado en forma inclinada, en que el triángulo de vida protegió a los demás guardianes y su vértice abrazó mortalmente al Capitán. Este no tuvo oportunidad, falleciendo a los pocos minutos, mientras la planta baja de su cuartel era inundada por un torrente furioso de agua y lodo proveniente del maremoto.

Para sus compañeros de uniforme no ha sido un proceso fácil el dejar en un rincón del recuerdo a este mártir de Bomberos de Chile, un hombre “luchador, guerrero y muy defensor de sus ideas”, como lo define el Superintendente, Maximiliano Hernández, quien lo conoció por cerca de 20 años, cuando Carlos Seibt era la mascota de la Compañía, cuando su padre era el maquinista.
En honor a este mártir, el nuevo carro bomba con que cuenta su Cuerpo de Bomberos, desde el mes de abril de 2010, fue bautizado como “Carlos Seibt Villegas”, nombre que también llevarán las futuras dependencias de la Guardia Nocturna de su Primera Compañía.

Estos son pequeños gestos de cariño de sus compañeros, como una forma de suplir el austero e improvisado funeral que se le pudo brindar a las 17:30 horas del 1 de marzo, cuando bomberos provenientes de todo Chile despedían sus restos en medio de la emergencia, haciendo una pausa en las afanosas tareas de búsqueda y rescate que se sucedieron en Constitución.

Por tradición, los Bomberos acostumbran sepultar a los suyos de noche, con delegaciones provenientes de distintos lugares, vestidos con sus mejores uniformes de gala y ante el homenaje póstumo de sus autoridades bomberiles y civiles, pasando la lista de asistencia de la Compañía a viva voz, al unísono, diciendo todos "Presente, muerto en acto de servicio", cuando el ayudante menciona el nombre del bombero fallecido.

Esta vez, el Cuerpo de Bomberos de Constitución no tuvo tiempo ni oportunidad de cursar invitación a delegaciones de Cuerpos de Bomberos hermanos. Cómo hacerlo, si ellos mismos fueron víctimas de la tragedia, habían perdido no sólo a su Capitán, sino que también, muchos de ellos perdieron sus propias casas y familiares. Esta vez no hubo tiempo siquiera de pasar la lista, toda vez que el cuerpo del Capitán requería rápida sepultación, ya que había yacido por demasiado tiempo en improvisadas morgues establecidas provisoriamente por la autoridad para identificar los más de 85 fallecidos en Constitución y esperar por otra treintena de desaparecidos. Sin embargo, en otra contradicción, estaban formados allí, los golpeados bomberos de Constitución, sin sus uniformes de gala, muchos de ellos, sin siquiera tener la posibilidad de vestir sus uniformes de trabajo, arrebatados por el colapso del mismo cuartel en que falleciera su Capitán. Formaban también, convocados por la tragedia, cerca de doscientos bomberos provenientes de las distintas unidades del país que habían concurrido a las operaciones de rescate. Bomberos de La Serena, Coquimbo, Ovalle, Ñuñoa, Maipú, Rancagua, Talagante, San Clemente, Talca, Linares y de toda la Región del Maule, solemnemente formados con sus equipos de trabajo y su material mayor. Las exequias se realizaron en el estrecho pasaje de la empinada calle El Falucho, por razones de seguridad y ante el hecho de que las iglesias y templos yacían derrumbados.

El féretro, con los honores de los bomberos presentes, fue conducido en un vehículo improvisado, dado que no se disponía de un carro mortuorio adecuado. No hubo banda que tocara los sones de marchas marciales, toda vez que se trataba de un requerimiento absolutamente imposible de obtener. Los Bomberos marcharon entonces al son de una lánguida y vieja marcha que salía de unos desvencijados parlantes montados en una camioneta que remontaba afanosamente la empinada cuesta que conducía a un cementerio en un esfuerzo sobrehumano de los bomberos locales por brindar la mayor solemnidad a los funerales de su Capitán mártir.

Precisamente es en este tipo de hechos que cobra todo sentido lo que escribió una vez Joaquín Edwards Bello: “Si los ángeles encarnaran en Chile habrían de ser bomberos. Su desinterés sólo puede proceder de una naturaleza angelical. Verlos correr, como los he visto yo desde mi infancia, sin otro norte que ayudar al prójimo luchando en contra de las potencias infernales del fuego, revela que son los mejores hijos de Dios”...como lo es Carlos Seibt Villegas (Q.E.P.D

 
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