Hoy se conmemora un dia que ha marcado la historia de nuestro pais. Para algunos para bien , para otros para mal, no soy quien para decidir al respecto, mi intencion con este tema no es el de entrar en discusiones politicas.
Me encuentro en el edifico del Ministerio de Obras Publicas, frente al acceso al Palacio de La Moneda por Morande 80.Hoy en la mañana al escuchar las manifestaciones que se llevaban a cabo en el lugar y desde mi punto de vista objetivo como bombero,trataba de imaginar como habria sido aquel incendio en esos duros momentos de nuestro pais.En esto recorde el libro Firme la Quinta de la Quinta Compañia de Bomberos de Santiago, la Compañia mas proxima al palacio de gobierno, y quiero compartir con ustedes el relato de estos bomberos que participaron en uno de los incendios mas emblematicos de la historia.
"El dia 11 de Septiembre
En el cuartel de la Quinta Compañía de Bomberos la Guardia Nocturna despierta esa mañana sin imaginar la inusitada actividad que los acontecimientos del día le depararán. Algunos alcanzan a salir a sus ocupaciones y regresan, precipitadamente. Las primeras informaciones radiales son contradictorias…
….. En pocos minutos se encuentra la Quinta con suficiente personal de voluntarios activos y honorarios, con uniforme de trabajo, con todos sus oficiales de mando, dispuesta y preparada para entrar en acción en el momento que se ordene.
El comandante se comunica con nuestro Capitán y le dice que se estudia el traslado del personal y material de la Quinta a sitio más seguro y que se prepare a evacuar el cuartel cuando se lo ordene...
A las 9.45 horas se escucha un intenso fuego de ametralladoras y disparos de todo tipo proveniente de la Moneda y edificios cercanos. Se principia a disparar desde los edificios vecinos al cuartel…
….A las 10,30 horas la Avenida Bulnes es barrida por las balas. Muchas personas se han refugiado en el cuartel ..
…En el momento que entra el Padre Venegas Capellán del Blindado Nº2 una ráfaga de proyectiles cae sobre el Cuartel.
Algunos vidrios quedan perforados.
El Sr. Superintendente llama por la línea directa al Capitán expresándole su creciente preocupación por la suerte que pueda correr el personal ante el anunciado bombardeo de la Moneda.
El Capitán informa a nuestro Superintendente don Sergio Dávila Echaurren que todos están bien, que le ruegan les permita permanecer en el Cuartel, que éste está suficientemente protegido por las Fuerza Armadas y que se ha habilitado el subterráneo de la cancha de palitroques como refugio antiaéreo. Ahí se encuentran los niños del cuartelero, el personal de servicio…
En la sala de máquinas, bajo los nombres de nuestros mártires Augusto Salas y Máximo Humbser, hay sangre. A gatas se han traído los colchones de la guardia nocturna y bomberos y los carabineros que anotamos ayudan a cuidar los heridos.
Un soldado pierde sangre, una bala de grueso calibre le ha destrozado el hueso de la pierna derecha. A otro, que cayó en la puerta, una bala, según dice el Capellán, le ha comprometido el pulmón. Otro que ha venido a trasmitir una orden, cae al lado del teléfono, una bala le dio en un pie. Sin más anestesia que un par de mejorales y sin más bisturí que un cortapluma, el valiente soldado se dejó extraer la bala por nuestras inexpertas manos. Concentrados en esto nos sobresaltamos con un estampido a nuestras espaldas, a un soldado que conversaba con Jaime Egaña se le escapó un tiro que rozó el casco de nuestro Capitán. En los camarines el padre Venegas administra los últimos sacramentos a un soldado baleado en el ojo derecho.
El Cuartel es una gran caja de resonancia del estruendo bélico, los soldados apostados en los pisos superiores disparan sin interrupción, el estuco del edificio del frente llueve en pedazos cubriendo la acera. Leopoldo Valdés Portales con el teléfono en la mano lo levanta para captar mejor el ruido y le dice a un voluntario que llama desde su casa : Esta si que es balacera, no la vas a comparar con la del «Tancazo». Otro voluntario exige su derecho al teléfono para avisar a su señora que no lo espere a almorzar. El Teniente 1ª Guillermo Swinburn Novoa prohibe acercarse a las puertas y ventanas orden que se impartio desde temprano y parece haberse olvidado. Todos a la cancha de palitroques ordena el Capitán, sólo los Oficiales de Mando y el Ayudante Rodrigo Urzúa Otaegui podrán circular en el Cuartel. La hora de los aviones se acercó. El largo y angosto subterráneo esta repleto, los juegos de ajedrez y dominó que la previsión del Teniente 2º hizo bajar en las primeras horas, están de más. Todos escuchan las radios..
La espera fue tensa, los relojes marcaron las 11 horas y durante treinta minutos los oídos no percibían más que el tableteo de las ametralladoras.
En ese Momento la Quinta representada por sus oficiales y una treintena de voluntarios, apretujados en un subterráneo, pero firmes en su cuartel y al lado de su bomba,esperando la orden de trabajar…
…Por fin el ruido de veloces aviones y sordas explosiones. Las radios trasmiten la proclama de la Junta de Gobierno y se escucha la Canción Nacional….
Desde la puerta de nuestro cuartel se ve el humo del incendio cubriendo la calle Teatinos. Se deja expedita la salida de la bomba. El Capitán distribuye el personal pero una nueva espera pone a prueba nuestra impaciencia. El fuego nos toma ventaja momento a momento. ¿Porqué no vamos? Un nuevo e intenso tiroteo proveniente de la Plaza de la Constitución nos da la respuesta.
Algunos tienen hambre, la cocina sigue ocupada por los soldados, la señora Eliana les asegura que a la vuelta del incendio tendrán un almuerzo especial.
Por fin, a las 15,31 horas se da el Llamado de Comandancia. La salida dela bomba fue espectacular. Las fuerzas ubicadas en el cuartel y en los alrededores dispararon simultáneamente protegiendo la salida.
El recorrido se hizo por Nataniel, Alameda, Bandera y Moneda. La Intendencia había comenzado a arder y nos detuvimos en el grifo de Moneda esquina Morandé. Tomamos también el grifo de Moneda frente a la puerta del Correo.
Del incendio de la Intendencia dio cuenta rápidamente el Teniente 1º Guillermo Swinburn con el personal que no había cabido en la Bomba y que trajo un carro de la Comandancia. Los pitones de la Quinta fueron los únicos que trabajaron en la Intendencia.
El Capitán hizo armar una base de 70 colocando la trifulca en la puerta principal de la Moneda. Por sobre los escombros humeantes que obstaculizaban la entrada extendimos 4 líneas de mangueras. Cuando la 12ª Cía. coloco escalas en los balcones de calle Moneda entramos por ellos con cuatro pitones de 50 mm. La 15ª Cía. agregó escalas en los otros dos balcones y subimos otros dos pitones, cubriendo así la totalidad de las ventanas del segundo piso, desde la puerta principal hacia Morandé.
Toda la armada se hizo en un ambiente saturado de olor a pólvora. El Capitán advirtió a todos los pitoneros cuidarse en su avance de los proyectiles enterrados en los escombros y que pudieran estallar con el fuego. Advertencia que le formuló con toda razón un jefe militar.
Felizmente ningún voluntario resultó herido por estas explosiones. Solo los voluntarios Gustavo Adolfo Holley y Leopoldo Valdés sufrieron lesiones menores al derrumbarse el techo. Habían entrado con un pitón por el cuarto balcón, (contando desde calle Morandé), habían dominado el fuego de la sala correspondiente a ese balcón y se preparaban a avanzar al interior. En ese momento crujió el techo y bastó ese conocido aviso para que ambos corrieran a sujetarse de la baranda del balcón que sobre salía al exterior.
En su huída salvaron también el pitón y las dos tiras. El techo cayó estrepitosamente arrastrando en su caída el piso de la sala en que se encontraban. En su difícil posición sufrieron leves quemaduras y fuertes golpes de maderos encendidos.
Tuvieron que bajar hacia la calle sin ayuda de nadie porque en esos momentos se había recibido orden de guarecerse de los disparos de los tiradores emboscados en los edificios que dominan el frente de la Moneda. Este fue un incendio con características únicas, era más seguro permanecer dentro del incendio que estar lejos de las llamas.
Se pudo salvar del fuego algunas dependencias interiores, especialmente en las que murió el ex Presidente. El Capitán de la Quinta y numerosos voluntarios vieron su cadáver. No hubo restricciones para que los bomberos pudieran verlo hasta que personal de investigaciones prohibió el libre acceso a esas dependencias.
Durante siete horas se trabajó en la extinción del siniestro. En ese lapso los disparos cesaban y se reanudaban continuamente. A las 22,30 se dio retirada y la bomba regresó al cuartel. De los voluntarios algunos regresaron a sus casas y otros reforzaron la Guardia Nocturna pernoctando en los sillones o en el suelo. Uno de los voluntarios perdió su colchón, en el se transportó un herido grave.
Esa noche los disparos en el centro de la ciudad no interrumpieron el sueño de la Guardia Nocturna pero a las 8 A.M. una nutrida ráfaga bajo sus ventanas de calle Alonso Ovalle los hizo saltar de la cama.
La descripción de este incendio se ha tomado de la relación escrita en el Libro de Guardia por el Teniente 2º don Federico Weltz, de los informes proporcionados por el Capitán don Jaime Egaña y
algunos voluntarios que trabajaron en él.”
Me encuentro en el edifico del Ministerio de Obras Publicas, frente al acceso al Palacio de La Moneda por Morande 80.Hoy en la mañana al escuchar las manifestaciones que se llevaban a cabo en el lugar y desde mi punto de vista objetivo como bombero,trataba de imaginar como habria sido aquel incendio en esos duros momentos de nuestro pais.En esto recorde el libro Firme la Quinta de la Quinta Compañia de Bomberos de Santiago, la Compañia mas proxima al palacio de gobierno, y quiero compartir con ustedes el relato de estos bomberos que participaron en uno de los incendios mas emblematicos de la historia.
"El dia 11 de Septiembre
En el cuartel de la Quinta Compañía de Bomberos la Guardia Nocturna despierta esa mañana sin imaginar la inusitada actividad que los acontecimientos del día le depararán. Algunos alcanzan a salir a sus ocupaciones y regresan, precipitadamente. Las primeras informaciones radiales son contradictorias…
….. En pocos minutos se encuentra la Quinta con suficiente personal de voluntarios activos y honorarios, con uniforme de trabajo, con todos sus oficiales de mando, dispuesta y preparada para entrar en acción en el momento que se ordene.
El comandante se comunica con nuestro Capitán y le dice que se estudia el traslado del personal y material de la Quinta a sitio más seguro y que se prepare a evacuar el cuartel cuando se lo ordene...
A las 9.45 horas se escucha un intenso fuego de ametralladoras y disparos de todo tipo proveniente de la Moneda y edificios cercanos. Se principia a disparar desde los edificios vecinos al cuartel…
….A las 10,30 horas la Avenida Bulnes es barrida por las balas. Muchas personas se han refugiado en el cuartel ..
…En el momento que entra el Padre Venegas Capellán del Blindado Nº2 una ráfaga de proyectiles cae sobre el Cuartel.
Algunos vidrios quedan perforados.
El Sr. Superintendente llama por la línea directa al Capitán expresándole su creciente preocupación por la suerte que pueda correr el personal ante el anunciado bombardeo de la Moneda.
El Capitán informa a nuestro Superintendente don Sergio Dávila Echaurren que todos están bien, que le ruegan les permita permanecer en el Cuartel, que éste está suficientemente protegido por las Fuerza Armadas y que se ha habilitado el subterráneo de la cancha de palitroques como refugio antiaéreo. Ahí se encuentran los niños del cuartelero, el personal de servicio…
En la sala de máquinas, bajo los nombres de nuestros mártires Augusto Salas y Máximo Humbser, hay sangre. A gatas se han traído los colchones de la guardia nocturna y bomberos y los carabineros que anotamos ayudan a cuidar los heridos.
Un soldado pierde sangre, una bala de grueso calibre le ha destrozado el hueso de la pierna derecha. A otro, que cayó en la puerta, una bala, según dice el Capellán, le ha comprometido el pulmón. Otro que ha venido a trasmitir una orden, cae al lado del teléfono, una bala le dio en un pie. Sin más anestesia que un par de mejorales y sin más bisturí que un cortapluma, el valiente soldado se dejó extraer la bala por nuestras inexpertas manos. Concentrados en esto nos sobresaltamos con un estampido a nuestras espaldas, a un soldado que conversaba con Jaime Egaña se le escapó un tiro que rozó el casco de nuestro Capitán. En los camarines el padre Venegas administra los últimos sacramentos a un soldado baleado en el ojo derecho.
El Cuartel es una gran caja de resonancia del estruendo bélico, los soldados apostados en los pisos superiores disparan sin interrupción, el estuco del edificio del frente llueve en pedazos cubriendo la acera. Leopoldo Valdés Portales con el teléfono en la mano lo levanta para captar mejor el ruido y le dice a un voluntario que llama desde su casa : Esta si que es balacera, no la vas a comparar con la del «Tancazo». Otro voluntario exige su derecho al teléfono para avisar a su señora que no lo espere a almorzar. El Teniente 1ª Guillermo Swinburn Novoa prohibe acercarse a las puertas y ventanas orden que se impartio desde temprano y parece haberse olvidado. Todos a la cancha de palitroques ordena el Capitán, sólo los Oficiales de Mando y el Ayudante Rodrigo Urzúa Otaegui podrán circular en el Cuartel. La hora de los aviones se acercó. El largo y angosto subterráneo esta repleto, los juegos de ajedrez y dominó que la previsión del Teniente 2º hizo bajar en las primeras horas, están de más. Todos escuchan las radios..
La espera fue tensa, los relojes marcaron las 11 horas y durante treinta minutos los oídos no percibían más que el tableteo de las ametralladoras.
En ese Momento la Quinta representada por sus oficiales y una treintena de voluntarios, apretujados en un subterráneo, pero firmes en su cuartel y al lado de su bomba,esperando la orden de trabajar…
…Por fin el ruido de veloces aviones y sordas explosiones. Las radios trasmiten la proclama de la Junta de Gobierno y se escucha la Canción Nacional….
Desde la puerta de nuestro cuartel se ve el humo del incendio cubriendo la calle Teatinos. Se deja expedita la salida de la bomba. El Capitán distribuye el personal pero una nueva espera pone a prueba nuestra impaciencia. El fuego nos toma ventaja momento a momento. ¿Porqué no vamos? Un nuevo e intenso tiroteo proveniente de la Plaza de la Constitución nos da la respuesta.
Algunos tienen hambre, la cocina sigue ocupada por los soldados, la señora Eliana les asegura que a la vuelta del incendio tendrán un almuerzo especial.
Por fin, a las 15,31 horas se da el Llamado de Comandancia. La salida dela bomba fue espectacular. Las fuerzas ubicadas en el cuartel y en los alrededores dispararon simultáneamente protegiendo la salida.
El recorrido se hizo por Nataniel, Alameda, Bandera y Moneda. La Intendencia había comenzado a arder y nos detuvimos en el grifo de Moneda esquina Morandé. Tomamos también el grifo de Moneda frente a la puerta del Correo.
Del incendio de la Intendencia dio cuenta rápidamente el Teniente 1º Guillermo Swinburn con el personal que no había cabido en la Bomba y que trajo un carro de la Comandancia. Los pitones de la Quinta fueron los únicos que trabajaron en la Intendencia.
El Capitán hizo armar una base de 70 colocando la trifulca en la puerta principal de la Moneda. Por sobre los escombros humeantes que obstaculizaban la entrada extendimos 4 líneas de mangueras. Cuando la 12ª Cía. coloco escalas en los balcones de calle Moneda entramos por ellos con cuatro pitones de 50 mm. La 15ª Cía. agregó escalas en los otros dos balcones y subimos otros dos pitones, cubriendo así la totalidad de las ventanas del segundo piso, desde la puerta principal hacia Morandé.
Toda la armada se hizo en un ambiente saturado de olor a pólvora. El Capitán advirtió a todos los pitoneros cuidarse en su avance de los proyectiles enterrados en los escombros y que pudieran estallar con el fuego. Advertencia que le formuló con toda razón un jefe militar.
Felizmente ningún voluntario resultó herido por estas explosiones. Solo los voluntarios Gustavo Adolfo Holley y Leopoldo Valdés sufrieron lesiones menores al derrumbarse el techo. Habían entrado con un pitón por el cuarto balcón, (contando desde calle Morandé), habían dominado el fuego de la sala correspondiente a ese balcón y se preparaban a avanzar al interior. En ese momento crujió el techo y bastó ese conocido aviso para que ambos corrieran a sujetarse de la baranda del balcón que sobre salía al exterior.
En su huída salvaron también el pitón y las dos tiras. El techo cayó estrepitosamente arrastrando en su caída el piso de la sala en que se encontraban. En su difícil posición sufrieron leves quemaduras y fuertes golpes de maderos encendidos.
Tuvieron que bajar hacia la calle sin ayuda de nadie porque en esos momentos se había recibido orden de guarecerse de los disparos de los tiradores emboscados en los edificios que dominan el frente de la Moneda. Este fue un incendio con características únicas, era más seguro permanecer dentro del incendio que estar lejos de las llamas.
Se pudo salvar del fuego algunas dependencias interiores, especialmente en las que murió el ex Presidente. El Capitán de la Quinta y numerosos voluntarios vieron su cadáver. No hubo restricciones para que los bomberos pudieran verlo hasta que personal de investigaciones prohibió el libre acceso a esas dependencias.
Durante siete horas se trabajó en la extinción del siniestro. En ese lapso los disparos cesaban y se reanudaban continuamente. A las 22,30 se dio retirada y la bomba regresó al cuartel. De los voluntarios algunos regresaron a sus casas y otros reforzaron la Guardia Nocturna pernoctando en los sillones o en el suelo. Uno de los voluntarios perdió su colchón, en el se transportó un herido grave.
Esa noche los disparos en el centro de la ciudad no interrumpieron el sueño de la Guardia Nocturna pero a las 8 A.M. una nutrida ráfaga bajo sus ventanas de calle Alonso Ovalle los hizo saltar de la cama.
La descripción de este incendio se ha tomado de la relación escrita en el Libro de Guardia por el Teniente 2º don Federico Weltz, de los informes proporcionados por el Capitán don Jaime Egaña y
algunos voluntarios que trabajaron en él.”