Primer rescatista en la mina: "De nosotros se olvidó todo el mundo"
En el primer intento Daniel Palma y su equipo casi quedan enterrados en la chimenea de ventilación.
Foto: Reproducción
José Guerrero Terra
COPIAPÓ.- Daniel Palma fue uno de los primeros rescatistas en ingresar a la mina San José tras el derrumbe que atrapó a los 33 y en su intento casi se suma a la suerte de los mineros. Ahora, después de que la operación San Lorenzo culminó con éxito y gloria para quienes la concretaron, él reclama por la desatención que hubo con su familia cuando prácticamente lo dieron por muerto.
Palma es bombero hace 16 años y no duda un segundo en asegurar que lo de la mina San José es “el accidente minero más grande ocurrido en el mundo”, el más espectacular, el más difícil y el que el más recursos ha requerido. Todo se conjuga en un accidente sencillamente “sin precedentes”, dice.
En su memoria sigue el sábado 7 de agosto cuando junto a Juan Díaz y Pedro Riveros, que participaron en el rescate final, más Eduardo Doll y Pablo Ramírez, casi quedan atrapados en una chimenea de la entonces inestable mina San José.
Y por cómo lo cuenta, rápido se comprende que nunca lo olvidará. “Nosotros intentamos ingresar por la chimenea e hicimos un descenso de 105 metros, con sistema de cuerdas llegando hasta una plataforma, que sirvió como refugio. De ahí, tuvimos que seguir descendiendo 200 metros más”, explica a
TERRA.
“Pablo Ramírez bajó porque era el capataz de la mina San José y conocía el yacimiento. Cuando vamos bajando se produce el segundo derrumbe y nos empezó arrastrar a todos abajo, hicimos un par de maniobras para salvar la situación. Hicimos un izaje manual para levantar a Pablo y guarecernos en el pequeño punto de seguridad”, agrega el rescatista.
Los tensos minutos que vivió con sus compañeros están latentes. “No sabemos si fueron tres segundos, tres minutos o tres horas, pero fueron interminables, eternos”, dice.
“PASÉ A SER EL MINERO 34”
Pero hoy, a pesar de que está inmensamente contento por el rescate de los 33 con vida, una espina clavada lo hace hablar. “Te seré súper sincero. De nosotros se olvidaron la primera semana. Pasó lo que nos pasó, todo el mundo estuvo preocupado y empezaron los sondajes, el plan A, B y C… Pero de nosotros se olvidó todo el mundo”, dice.
No perdona que nadie se acercara a su familia tras las horas de sufrimiento que vivieron al momento del derrumbe que a ellos casi les cuesta la vida.
“Me parece espectacular que a los familiares de los mineros los tuvieran con apoyo psicológico. La pregunta mía es quién se preocupó de llamar por teléfono a mis padres, a mi hija, a mi pareja para preguntarles cómo quedaron ellos psicológicamente después qué me dieran por muerto cuando se supo lo del derrumbe”.
“Estuve siete horas sin poder comunicarme con mi familia. Para mi familia por siete eternas horas pasé a ser el minero número 34”, se queja el bombero.
No obstante, su vocación –como la de todo rescatista- es más fuerte y a pesar de haber corrido peligro mortal, él y su equipo siempre estuvieron dispuestos a ingresar de nuevo al boquerón las veces que fueran necesarias por salvar los mineros.
“En un principio éramos el plan A, después pasamos a constituirnos en el plan B cuando intentamos ingresar por segunda vez. También fuimos el plan D incluso haciendo detonaciones en la chimenea para intentar destaparla. Estábamos dispuestos a ir una vez más, arriesgando el pellejo, y esta vez con la plena certeza que los 33 mineros estaban vivos, porque la primera vez era una lotería, una apuesta”, dice.
MARCADOR 33 A 0
Palma dice que todos en el grupo que ingresó la primera vez a la mina tenían la espina clavada y querían una revancha con el cerro. “Entonces, cuando entra Manuel González (al refugio) fue la primera gran emoción, pero cuando sale Florencio ya fue indescriptible”, explica.
“Nosotros, hasta ese minuto, el partido lo habíamos perdido 33-0”, dice. “Nunca habíamos perdido frente a un cerro y con éste habíamos perdido por goleada. Entonces, cuando salió Florencio estábamos revirtiendo el marcador a 32-1 y, finalmente, se ganó la pelea”, agrega el rescatista.
Su emoción aumenta porque Pedro Rivero y Juan Díaz estuvieron en la plataforma de salida el día “D”. Fue un reconocimiento.
“Nosotros como equipo llevamos 13 años de trabajo, somos el único Cuerpo de Bomberos especializado y reconocido en Chile como equipo de rescate en interior mina. Por eso cuando convocan a Pedro y a Juan el orgullo fue gigantesco (…) Y cuando me confirman que Pedro iba a hacer ingreso a la mina… Él era uno de los nuestros que bajó, fue es un reconocimiento a 13 años y a 70 días de labor, porque nosotros jamás dejamos de trabajar y de estar en contacto y siempre estuvimos pendientes y listos para cuando nos llamaran para el minuto final”.
VUELTA A LA PÁGINA
Su trabajo, dice, sólo terminó cuando Luis Urzúa salió de la mina con la bandera chilena en los hombros. “Emocionalmente representaba mucho, porque fuimos los que hicimos el primer intento en llegar hasta donde estaban los mineros. Entonces (el fin de) esta operación era algo fuertísimo”.
Pero a pesar de ese valor emocional el miércoles, cuando salió el último minero, dio vuelta la página. “La tarea se cumplió, la tarea se hizo, se logró el objetivo y eso para nosotros es suficiente (…) Ahora si en el día de mañana recibiera un llamado de una de las familias, de uno de los mineros para decirme
‘gracias por lo que hizo’, seré el tipo más feliz del mundo, Y si no, seguiré haciendo lo mío. Llevo más de 17 como bombero y creo sólo dos veces he recibido agradecimientos por lo que hago”.
http://www.terra.cl/mineros/noticia.cfm?id_reg=1518067