Recordando el valor bomberil
Tras el terremoto
Uno de los protagonistas del terremoto que azotó a nuestra zona el 22 de mayo de 1960, fue el Cuerpo de Bomberos de Puerto Montt. Y es que dejando de lado las penurias que cada uno de los voluntarios sufrió tras el sismo, demostraron su valor y compromiso con la ciudadanía, ayudando en las distintas labores de rescate y de suministro de agua potable, ya que luego del cataclismo la ciudad quedó sin el elemento vital por más de dos meses.
Es por eso, que cada 22 de mayo, los actuales voluntarios de todas las compañías de bomberos de nuestra ciudad se reúnen para rendir un homenaje a los bomberos que aún viven, y a los que ya no están, por el coraje y compromiso mostrado durante los días y meses que sucedieron al terremoto.
"Esta es una muestra del orgullo que es para nosotros contar con voluntarios como los que están aquí hoy, que en un época tan penosa, para todos los que la vivieron, demostraron su compromiso con la gente de Puerto Montt", manifestó el comandante del Cuerpo de Bomberos de Puerto Montt, Martín Ercoreca, al iniciarse el acto donde tradicionalmente se prende una fogata rememorando la valentía de los Caballeros del Fuego, por todo el trabajo que desempeñaron.
Fernando Baeza Paredes, durante el terremoto, fue voluntario de la Cuarta Compañía de Bomberos y señala que "para mí es muy satisfactorio que hasta hoy se siga reconociendo la labor que realizamos como voluntarios de bomberos. Creo que es un orgullo para todos lo que participamos de las labores en esa época".
Por su parte, Guillermo Oyarzún Mancilla, de la Sexta Compañía, expresó: "Esto es un aliciente para las futuras generaciones bomberiles".
Fuente: Diario El Llanquihue de Puerto Montt
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EDITORIAL 22 MAYO 2007
DIARIO EL LLANQUIHUE DE PUERTO MONTT
Prevención y emergencias
El devastador terremoto de hace 47 años nos enseñó a superarnos y progresar con más fervor y fuerzas; pero, sobre todo, impulsó a ser más precavidos y prudentes.
Al cabo de 47 años, la remembranza del terrorífico y demoledor terremoto del 22 de mayo de 1960, que angustió y trituró a Puerto Montt y la zona sur del país, con cientos y miles de muertos y devastadora destrucción por doquier, ese inconmovible testigo que es la historia y aquella conciencia del pretérito que es la memoria de los pueblos, nos recuerda los dramáticos y conmovedores episodios vividos aquella trágica tarde en que se remeció y agrietó el suelo patrio sureño con una secuela de mártires de los desajustes de la naturaleza.
Los valerosos Bomberos -la misma institución que en esos aciagos momentos fue indispensable auxilio para los damnificados- son los encargados de recordar hoy a las víctimas y sufrimientos de aquel cruento fenómeno telúrico, a través de fogatas y desfiles de antorchas por la calles puertomontinas y en sus respectivos cuarteles.
Puerto Montt fue embestido cruelmente por las iras naturales de aquel fatídico día. Sus principales recursos desarrollistas fueron destrozados por los devastadores sismos. El puerto comercial de Angelmó y sus potentes grúas se desmoronaron sobre las apacibles aguas del canal de Tenglo. El siempre llamativo y característico muelle de paseo se hizo pedazos. Lo mismo que la Plaza de Armas, sus monumentos y kiosko, quedaban con profundas heridas en medio de las enormes grietas que se abrieron en nuestro suelo. Mientras que los edificios céntricos y muchas casas de poblaciones de la ciudad, escuelas e industrias quedaban semidestruidas por la fuerza del terremoto, uno de los más violentos ocurridos en el mundo.
En cuanto a lo más preciado, -las vidas humanas- en Puerto Montt fallecieron 120 personas y hubo varias decenas de heridos.
La destrucción y muerte, sin embargo, no desmoralizaron a la comunidad local. Por el contrario, hicieron relucir la valentía y voluntad de recuperación de la ciudadanía puertomontina y sureños en general que -a través de la unidad de los sectores público y privado, como de la población toda- lograron levantarse desde los escombros, en perseverante y optimista lucha, hacia el próspero porvenir que hoy tanto nos enorgullece en esta pujante y promisoria capital de la Región de Los Lagos.
La lección que nos dejan aquellos episodios del terremoto del ´60 es la de ser precavidos siempre, para que no nos sorprendan inermes las tragedias. Y, con ello, evitar continuar desafiándolas como aquellos que instalan sus viviendas en frágiles laderas de cerros como los de Modelo o en aquellas colinas que se empinan desde Angelmó y Anahuac o en los altos de Lintz.
Recordamos hoy- con dolor y respeto- a los caídos en aquella cruenta batalla telúrica, como igualmente a quienes vieron diezmados sus patrimonios materiales. Pero, al mismo tiempo, es hora de aprender las lecciones que se desprenden de estas amargas experiencias, para que nunca dejemos de estar preparados para enfrentar -organizados- cualquiera sea la emergencia.

Tras el terremoto
Uno de los protagonistas del terremoto que azotó a nuestra zona el 22 de mayo de 1960, fue el Cuerpo de Bomberos de Puerto Montt. Y es que dejando de lado las penurias que cada uno de los voluntarios sufrió tras el sismo, demostraron su valor y compromiso con la ciudadanía, ayudando en las distintas labores de rescate y de suministro de agua potable, ya que luego del cataclismo la ciudad quedó sin el elemento vital por más de dos meses.
Es por eso, que cada 22 de mayo, los actuales voluntarios de todas las compañías de bomberos de nuestra ciudad se reúnen para rendir un homenaje a los bomberos que aún viven, y a los que ya no están, por el coraje y compromiso mostrado durante los días y meses que sucedieron al terremoto.
"Esta es una muestra del orgullo que es para nosotros contar con voluntarios como los que están aquí hoy, que en un época tan penosa, para todos los que la vivieron, demostraron su compromiso con la gente de Puerto Montt", manifestó el comandante del Cuerpo de Bomberos de Puerto Montt, Martín Ercoreca, al iniciarse el acto donde tradicionalmente se prende una fogata rememorando la valentía de los Caballeros del Fuego, por todo el trabajo que desempeñaron.
Fernando Baeza Paredes, durante el terremoto, fue voluntario de la Cuarta Compañía de Bomberos y señala que "para mí es muy satisfactorio que hasta hoy se siga reconociendo la labor que realizamos como voluntarios de bomberos. Creo que es un orgullo para todos lo que participamos de las labores en esa época".
Por su parte, Guillermo Oyarzún Mancilla, de la Sexta Compañía, expresó: "Esto es un aliciente para las futuras generaciones bomberiles".
Fuente: Diario El Llanquihue de Puerto Montt
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EDITORIAL 22 MAYO 2007
DIARIO EL LLANQUIHUE DE PUERTO MONTT
Prevención y emergencias
El devastador terremoto de hace 47 años nos enseñó a superarnos y progresar con más fervor y fuerzas; pero, sobre todo, impulsó a ser más precavidos y prudentes.
Al cabo de 47 años, la remembranza del terrorífico y demoledor terremoto del 22 de mayo de 1960, que angustió y trituró a Puerto Montt y la zona sur del país, con cientos y miles de muertos y devastadora destrucción por doquier, ese inconmovible testigo que es la historia y aquella conciencia del pretérito que es la memoria de los pueblos, nos recuerda los dramáticos y conmovedores episodios vividos aquella trágica tarde en que se remeció y agrietó el suelo patrio sureño con una secuela de mártires de los desajustes de la naturaleza.
Los valerosos Bomberos -la misma institución que en esos aciagos momentos fue indispensable auxilio para los damnificados- son los encargados de recordar hoy a las víctimas y sufrimientos de aquel cruento fenómeno telúrico, a través de fogatas y desfiles de antorchas por la calles puertomontinas y en sus respectivos cuarteles.
Puerto Montt fue embestido cruelmente por las iras naturales de aquel fatídico día. Sus principales recursos desarrollistas fueron destrozados por los devastadores sismos. El puerto comercial de Angelmó y sus potentes grúas se desmoronaron sobre las apacibles aguas del canal de Tenglo. El siempre llamativo y característico muelle de paseo se hizo pedazos. Lo mismo que la Plaza de Armas, sus monumentos y kiosko, quedaban con profundas heridas en medio de las enormes grietas que se abrieron en nuestro suelo. Mientras que los edificios céntricos y muchas casas de poblaciones de la ciudad, escuelas e industrias quedaban semidestruidas por la fuerza del terremoto, uno de los más violentos ocurridos en el mundo.
En cuanto a lo más preciado, -las vidas humanas- en Puerto Montt fallecieron 120 personas y hubo varias decenas de heridos.
La destrucción y muerte, sin embargo, no desmoralizaron a la comunidad local. Por el contrario, hicieron relucir la valentía y voluntad de recuperación de la ciudadanía puertomontina y sureños en general que -a través de la unidad de los sectores público y privado, como de la población toda- lograron levantarse desde los escombros, en perseverante y optimista lucha, hacia el próspero porvenir que hoy tanto nos enorgullece en esta pujante y promisoria capital de la Región de Los Lagos.
La lección que nos dejan aquellos episodios del terremoto del ´60 es la de ser precavidos siempre, para que no nos sorprendan inermes las tragedias. Y, con ello, evitar continuar desafiándolas como aquellos que instalan sus viviendas en frágiles laderas de cerros como los de Modelo o en aquellas colinas que se empinan desde Angelmó y Anahuac o en los altos de Lintz.
Recordamos hoy- con dolor y respeto- a los caídos en aquella cruenta batalla telúrica, como igualmente a quienes vieron diezmados sus patrimonios materiales. Pero, al mismo tiempo, es hora de aprender las lecciones que se desprenden de estas amargas experiencias, para que nunca dejemos de estar preparados para enfrentar -organizados- cualquiera sea la emergencia.