No pretendo mostrarme como un ejemplo de prolijidad ni de concisión, pero siempre he creído que la ortografía es equivalente a la vestimenta que uno lleva. A mí, en lo particular, me desagrada leer un documento con faltas ortográficas, más si éste emana de una "autoridad". Al respecto, daré dos "señas" para mejorar un poco aquello.
1) Un buen diccionario siempre es una buena inversión. Da igual si es el ITER-SOPENA, un LAROUSSE de bolsillo. Para mí es tan esencial como tener lápiz de grafito y goma en el escritorio.
2) Convencerse que la "educación" no acaba al egresar de 4º medio o de la universidad. Debemos respeto a quienes nos leen y, por ende, hay que seguir aprendiendo a escribir correctamente. Adolezco de errores, pero tengo la suerte de contar con una "profesora" tolerante.
Saludos a todos, nos vemos a vuelta de vacaciones.
Anacoreta.