Pto Varas:Bombero, rotario y casinero por vocación

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27 Oct 2006
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Bombero, rotario y casinero por vocación
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Cuando el servicio se impone en el corazón no hay nada que le haga dar paso atrás. Esta premisa se hace por amor a la Patria, según el director de la Primera Compañía de Bomberos de Puerto Varas.


La vocación de servicio está en retirada. Vivimos un mundo materialista y consumista, donde todo se quiere traducir a plata. Pero si hay alguien que le habla a los jóvenes, invitándolos a integrarse en especial a la institución de sus amores, al Cuerpo de Bomberos de Puerto Varas, a la cual pertenece hace casi 50 años, ese es Edgardo Ortega Bucarey, quien recién fue electo director de la Segunda Compañía de Bomberos; además es rotario y casinero de profesión y migrador laboral por naturaleza.

Conocido hasta por los héroes de la Costanera de localidad lacustre, no hay fiesta en la que no esté. Bomberos, rotarios, Carabineros, Ejército. Está en todas, pero aclara que no es "convidado de piedra... me invitan".

Estudió en el Colegio Germania toda la educación básica y media. Sus abuelos paternos se trasladaron desde la zona central cuando su padre tenía 10 años. Allí la familia se dedicó a la actividad frutícola. Casado y separado hace 20 años, es padre de tres hijos, un hombre y 2 mujeres y 5 nietos.

La actividad de su padre lo llevó a meterse en los camiones cuando terminó de estudiar, pero al darse cuenta que no era su fuerte se cambió a algo más divertido: el casino.

-¿Cómo comenzó todo?

-Fue cuando se promulgó la Ley de Casinos y se creó el Casino de Juegos de Puerto Varas, postulé y fui aceptado en la primera Academia de crupieres en el Casino. El 30 de enero de 1970 comencé a trabajar ahí. Hice carrera y pasé por diversos cargos, cajero, tesorero general, jefe de crédito. Eso fue hasta el año '90 cuando se abrió el Casino de Iquique y me fui para allá porque me hicieron una buena oferta. Estuve 5 años.

-¿Por qué lo llevaron?

-Porque el gerente, Luis Arturo Muñoz, había sido colega mío en Puerto Varas y buscó gente con experiencia, gente de su confianza y además en ese tiempo profesionales del casino éramos muy pocos. Entonces nos buscan de todos lados. Luego, por amistad, me fui al casino de Coquimbo y cuando pensé que había cumplido con lo que me había propuesto, regresé.

-¿Qué lo hizo volver?

-La nostalgia. Eché mucho de menos a mi tierra, soy muy puertovarino, quiero mucho a mi tierra. Una vez que mis hijos se educaron, volví.

-Y cuando regresó a Puerto Varas, ¿qué hizo?

-Regresé sin trabajo, sin nada, pero sabía que algo iba a llegar y me convertí en jefe de seguridad de los supermercados de Vyhmeister en el '97. Estuve dos años y luego me fui con el mismo cargo a la empresa de Cecinas Llanquihue, donde estuve hasta febrero de 2001, para volver al Casino nuevo. Me mandaron a buscar cuando se abrió la nueva empresa, me conocían y querían gente de la zona, que sea conocido en el ámbito y trabajé ahí hasta agosto de 2006.

-¿Por qué lo dejó?

-Porque me integré a la empresa Pacífico Sur y me fui como asesor comercial del Grupo Fischer, con quien estamos echando a andar Punta Arenas, Valdivia y Temuco.

Un mundo de fiesta

- Ser casinero es como ser bohemio, ¿nunca se contagió con el resto que vive de noche?

- No, nunca, cuando joven viví todo lo propio, salíamos a comer, nos íbamos a tomar unas cervezas.

-¿Se le pasaba la mano?

-No, no, no. Era lo normal no más. Lo que pasa es que el casinero vive un mundo de fiesta, uno ingresa a trabajar en ese mundo y uno ve eso y eso se vive. Es un trabajo muy lindo, pero bajo mucha presión porque hay muchos valores.

-¿Y con las casineras nada?

-Las mujeres son muy simpáticas con el crupier, porque por naturaleza tiene que ser un tipo agradable, que invite a jugar, que atienda con simpatía, con cordialidad, que haga sentir al cliente muy grato porque es un trabajo muy especial, porque uno vende un intangible. Aparte de eso, el cliente está jugando su plata, puede tener un cambio de ánimo muy brusco, si está perdiendo se enoja y hay casos que se dan. Ellos creen que los están estafando, pero el juego es muy limpio.

-¿Cómo se hizo bombero?

-Entré muy niño, a los 10 años. Mi caso era muy especial, mi papá era bombero de la Primera Compañía. A los 5 años me llevó como mascota el año '50, cuando llegaron los primeros carros nuevos a Puerto Varas. Como seguí con tanto entusiasmo, el director general de la época optó por darme la calidad de voluntario activo, dado mi entusiasmo. Hizo una excepción a los reglamentos.

-¿Qué le gustaba de esa vida?

- Me gustaba servir a la comunidad, el servicio público. Lo mío es pura vocación.

-Eso lo llevó a ser rotario también?

-Eso me hizo ser rotario. Me llamaron en el 2005. Fue una grata sorpresa, porque encontré muy buenos amigos. Eso me dio la oportunidad de seguir sirviendo a la comunidad. Ya soy tesorero del Rotary Club.

-¿Y cómo fue su paso por el Ejército?

-Yo hice mi Servicio Militar en el '64 en el Regimiento "Sangra" y seguí muy ligado a la institución. Ascendí en la reserva, llegué a sargento primero. Luego me llamaron al servicio activo en el año '78 para la cuasi guerra con Argentina. Me gustaba mucho el Ejército, creo que tenía vocación para haber sido un oficial y siempre mantuve buenas relaciones con ellos.

-¿Dónde estuvo?

-En Puyehue. Me llamó el comandante de Regimiento de la época, Mario Messen.

Evitando la guerra

-¿Qué fue lo más difícil?

- Lo más difícil fue vivir ahí el 22 de diciembre de 1978. Fue el día más conflictivo. Estábamos muy cerca de la frontera y nos avisaron que muy cerca de la frontera había entrado una patrulla Argentina. Nos dieron las instrucciones y partimos muy cautelosos, había que usar mucho el criterio, porque cualquier tiro podía desatar la guerra. Partimos con un mayor a la cabeza a hablar con la patrulla Argentina que efectivamente estaba del lado chileno, se identificó y les explicamos que estaba en territorio chileno. Nos dijeron que no se habían dado cuenta y que lo único que querían era ir a sus casas, que ellos no querían guerra y no tenían ningún ánimo de enfrentarse con nosotros.

-¿Sus hijos sabían que su padre estaba exponiendo su vida?

-Sabían. Pero eran niños y no tenían conciencia de lo que ocurría. La población nunca tuvo conciencia de cuan cerca de la guerra se estuvo.

-¿Qué similitud tiene un soldado frente al bombero?

- En algunas cosas se parecen, porque en los dos, uno llega a arriesgar su vida. En los dos entregas algo a la Patria, porque el bombero es un hombre que hace mucha patria, porque lo hace gratis en un principio.

-Pero los bomberos la pasan súper bien...

-Eso es un mito. Hay mucha camaradería sí, pero los bomberos somos voluntarios entre comillas, porque somos muy profesionales. Cuando uno está en una fiesta, un bombero deja todo para concurrir a un incendio. Hay jóvenes que no la dejarían, ese no sirve. Uno tiene que dejar todo.

Hay mucha camaradería, vida de cuartel, pero está todo reglamentado e incluso hay un mito muy antiguo que dice que los bomberos eran buenos para el trago, eso ya no existe. En los cuarteles está totalmente prohibido el alcohol y ningún bombero puede llegar pasado en copas a un cuartel o a un incendio. Ese se va inmediatamente. Hay una disciplina muy férrea.

-¿El recuerdo más lindo como bombero?

-El recuerdo que llevo por años es haber salvado hace muchos años una casa, muy, pero muy humilde. Después de eso, un día la señora de esa casa nos llevó pan que ella misma hizo para nosotros. De agradecimiento nos llevó pan y eso llena. Esas satisfacciones muy personales, muy íntima y hay que ser bomberos para entenderlas.

La peor tragedia

-¿El drama más grande?

-Sin duda, el Estero Minte. Me tocó dirigirlo entero. Jamás acudí a emergencia tan grande, porque incluso me tocó vivir el terremoto como bombero; nosotros ahí reforzamos el turno de vigilancia, porque se hizo toque de queda.

-Entonces, el Estero Minte fue lejos lo más trágico que ha vivido. ¿Cómo se coordina un trabajo tan difícil?

- El 7 de mayo de 1995 había sido el día más lluvioso del año y teníamos inundaciones por toda la ciudad. Era alcalde Eduardo Cerón y nos estábamos coordinando con el asunto del comité de emergencia. A las 20.30 horas estábamos en una reunión en la Municipalidad, cuando siento que el segundo comandante Víctor Díaz, un hombre muy tranquilo, grita por auxilio, se exalta mucho por radio. Por el tono de voz me di cuenta que era algo grave. Llegamos allá y me encuentro con el socavón.

Recién estábamos comenzando a formar nuestro grupo de rescate, no teníamos los medios para trabajar. Los grandes rescatistas de esos momentos eran de la Cuarta Compañía de Puerto Montt. Lo primero que hice fue llamar Llanquihue y Puerto Montt, donde había unidades de rescate, porque no dábamos abasto solos. Pero lo más terrible fue el caos que se armó, porque tuvimos la presión constante de los familiares, todo el mundo quería bajar y ahí saqué fuerzas de flaqueza no sé de dónde y me impuse, y le pedí a Carabineros que saquen a toda la gente. Ese día llovía tanto y se logró esa noche el rescate de tres cadáveres.

A la medianoche le pedí al prefecto de Carabineros, que era Miguel Angel Rojas, suspender las tareas porque no había luz, las condiciones del terreno no estaban dadas para operar y bajar bomberos era producir una tragedia mayor.

Quedamos en reunirnos a las 6 de la mañana y así se hizo, fueron momentos muy duros, muy difíciles.

-¿Qué pasó cuando comenzaron a sacar los cuerpos de tantos conocidos suyos?

-Eso fue lo penoso, fue un impacto muy fuerte, porque había muchos amigos personales, de la infancia, de mi barrio, como era Claudio Niklitschek. Días antes habíamos estado conversando, y estaba muy contento porque yo había regresado a Puerto Varas y a dirigir a Bomberos. Nos habíamos juntado en la celebración del Día de Carabineros, el 27 de abril.

Luego, los niños de los Minte-Díaz, los Lavados. Yo soy muy duro para estas cosas, pero lo que más me impactó fue la cantidad de niños muertos, me destrozó y me dejó muy mal.

-¿Que lección quedó de todo eso?

-Me sirvió para ver cuán indefensos somos ante la naturaleza y cuántas cosas nos faltaban. ¡Qué vulnerables somos!

-¿Ante la vida o ante Dios?

- Ante Dios, claro, cuán vulnerables somos. No somos nada, en un minuto se acaba todo.

-¿Eso cambia la forma de ver la vida?

- Por supuesto, no ser apegado a las cosas materiales, por ejemplo. Tengo veinte mil defectos, pero una de mis virtudes es ser solidario. Estos golpes con el tiempo van dejando más cauto, más mesurado. Me hicieron cambiar mucho como persona. Si era bombero por vocación, eso se acentuó más.


Fuente: Diario El Llanquihue
 

peuco 69

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11 Abr 2006
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Felicitaciones:
Me alegre mucho al leer esta nota, pude saber de Mi Comandante Ortega, todo un personaje en Puerto Varas, querdio y estimado en su ciudad ( y eso que es morenito) Un gran Bombero. Saludo Edgardo Ortega, desde el norte te recuerdo con mucho afecto,es de espera que te vaya bien en tu nuevo cargo de Director de Compañia...
 
D

Dragon1

Visitante
Y eso que es morenito...jejeeje..un detalle no menor por esos lados...
 
S

sindrome_gazu

Visitante
es mi idea o esa foto es parecida a ricardo lagos?..jeje
ne cuanto ala historia..bueno, repotaje...me intereso...

qe bueno qe suban ocsas asi de vez en cuando