De la web www.bomberos.cl
03-12-2010
El nefasto primer ejercicio de agua en Chile
El primer ejercicio demostrativo de las técnicas de extinción del fuego, se realizó en la época de la colonia cuando por primera vez el pueblo español residente en Chile comenzó a inquietarse por los incendios que los podían afectar.
En el siglo XVIII las autoridades de la época comenzaron a preocuparse del combate de siniestros. Es por eso que en 1718 el Cabildo de Santiago adquirió cien baldes de cuero, cuatro escalas de 18 varas, 20 hachas y 33 azadones.
En tanto, el personal que se reclutó para el sofocar los siniestros de la capital provino de la servidumbre de la gente más adinerada y del gremio de aguadores y aguateros.
De esta manera, comenzó a desarrollarse esta agrupación que como primer objetivo se planteó realizar un ejercicio demostrativo para los habitantes capitalinos en la Plaza de Armas.
Ahí se construyó un rancho con totora que fue quemado a la orden del alcalde de la época, Morán de Carvajal, dando inicio al ejercicio.
Tan connotado evento congregó a las más altas autoridades de la época, entre ellos el Obispo de la Iglesia Católica, canónigos de la Catedral, capitanes del Ejército español y comerciantes franceses e hispanos, a quienes se les envió una invitación para presenciar la novedosa actividad.
Además, la presencia del Gobernador Juan Andrés Uztáriz con las insignias de la orden de Santiago Apóstol y el Corregidor con las de la Cruz de Calatrava vestidos con sus casacas y pelucas empolvadas daban un toque real a la ceremonia donde por fin se demostraría la solución a los incendios que afectaban a la sociedad.
Tan connotado evento para la época hizo que no faltaran los curiosos y la plaza se llenó de gente que venía de la Chimba, actual barrio Bellavista y la Cañada, quienes se agolparon para ver el ejercicio que se realizaría.
Después del tradicional besamanos al Gobernador y su saludo a la multitud, el edil procedió a dar la orden de incendiar el rancho, dando inicio a una de las demostraciones con mayor producción de la época.
El humo y las llamas comenzaron a adornar la escena que prontamente se vería sofocada por los baldes con agua y resto del material bomberil que llegarían, dando la tranquilidad a la población de que sus vidas y enseres estaban resguardados por esta agrupación.
Sin embargo, en pleno ejercicio irrumpen en la plaza dos toros seguidos de huasos a caballo que gritaban que arrancaran porque los dos animales eran bravos.
Fue en ese momento cuando el caos se apoderó de todos los vecinos de Santiago, donde las chupallas, ojotas y canastos volaron por los aires quedando personas heridas y magulladas porque no podían lacear a los toros y así poner fin a la batahola que se habría producido.
Finalmente, el rancho quedo echo cenizas por completo y el ejercicio debió ser postergado indefinidamente, dejando una conclusión nefasta entre la población a la nueva agrupación que se había formado.
03-12-2010
El nefasto primer ejercicio de agua en Chile
El primer ejercicio demostrativo de las técnicas de extinción del fuego, se realizó en la época de la colonia cuando por primera vez el pueblo español residente en Chile comenzó a inquietarse por los incendios que los podían afectar.
En el siglo XVIII las autoridades de la época comenzaron a preocuparse del combate de siniestros. Es por eso que en 1718 el Cabildo de Santiago adquirió cien baldes de cuero, cuatro escalas de 18 varas, 20 hachas y 33 azadones.
En tanto, el personal que se reclutó para el sofocar los siniestros de la capital provino de la servidumbre de la gente más adinerada y del gremio de aguadores y aguateros.
De esta manera, comenzó a desarrollarse esta agrupación que como primer objetivo se planteó realizar un ejercicio demostrativo para los habitantes capitalinos en la Plaza de Armas.
Ahí se construyó un rancho con totora que fue quemado a la orden del alcalde de la época, Morán de Carvajal, dando inicio al ejercicio.
Tan connotado evento congregó a las más altas autoridades de la época, entre ellos el Obispo de la Iglesia Católica, canónigos de la Catedral, capitanes del Ejército español y comerciantes franceses e hispanos, a quienes se les envió una invitación para presenciar la novedosa actividad.
Además, la presencia del Gobernador Juan Andrés Uztáriz con las insignias de la orden de Santiago Apóstol y el Corregidor con las de la Cruz de Calatrava vestidos con sus casacas y pelucas empolvadas daban un toque real a la ceremonia donde por fin se demostraría la solución a los incendios que afectaban a la sociedad.
Tan connotado evento para la época hizo que no faltaran los curiosos y la plaza se llenó de gente que venía de la Chimba, actual barrio Bellavista y la Cañada, quienes se agolparon para ver el ejercicio que se realizaría.
Después del tradicional besamanos al Gobernador y su saludo a la multitud, el edil procedió a dar la orden de incendiar el rancho, dando inicio a una de las demostraciones con mayor producción de la época.
El humo y las llamas comenzaron a adornar la escena que prontamente se vería sofocada por los baldes con agua y resto del material bomberil que llegarían, dando la tranquilidad a la población de que sus vidas y enseres estaban resguardados por esta agrupación.
Sin embargo, en pleno ejercicio irrumpen en la plaza dos toros seguidos de huasos a caballo que gritaban que arrancaran porque los dos animales eran bravos.
Fue en ese momento cuando el caos se apoderó de todos los vecinos de Santiago, donde las chupallas, ojotas y canastos volaron por los aires quedando personas heridas y magulladas porque no podían lacear a los toros y así poner fin a la batahola que se habría producido.
Finalmente, el rancho quedo echo cenizas por completo y el ejercicio debió ser postergado indefinidamente, dejando una conclusión nefasta entre la población a la nueva agrupación que se había formado.