El último incendio en Baquedano: una casona de más de cien años.
La historia está ahí para corroborarlo: decenas y cientos de casas de madera de nuestra ciudad se han visto reducidas a cenizas a lo largo de la historia. Algunos incendios, incluso, arrasaron con cuadras completas de la ciudad que se asomaba al progreso, hace más de cien años. La imprevisión, en algunos casos y la precariedad de equipamientos técnicos en otros, hicieron lo suyo. Ni qué hablar de la falta de agua, un mal endémico que acompaña a la ciudad desde sus inicios.
Para Bernardo Dinamarca, arquitecto y ex director del Instituto del Patrimonio de la Universidad Arturo Prat, “se trata de un patrimonio frágil, que está a expensas del fuego. Siempre se habla tras los incendios de esta fragilidad y se enfrenta desde la contingencia. Los únicos que están a la altura son los bomberos, que nos han salvado de tragedias mayores: en el caso del Teatro Municipal, por ejemplo, con una cortina de agua que impidió que se quemara en la navidad del año 1987”.
El Colegio de Arquitectos de Chile, la Delegación Zonal de Tarapacá y el Comité de Patrimonio Arquitectónico y Ambiental, mostró su preocupación puesto que “no se trata de un episodio aislado y circunstancial, toda vez que han existido otros siniestros recientes: en el año 2008, cuando las llamas consumieron por completo el inmueble conocido como Palacio Mujica y en el año 2014 porque otro incendio de menor envergadura afectó al inmueble denominado Bar Radicales”.“No sacamos nada con seguir con declaraciones y una vez al año pegarnos en el pecho porque se nos quemó algo, porque va a seguir ocurriendo si no somos capaces de enfrentarlo como un conflicto donde hay sujetos que tienen intereses”.
LAMENTOS
El ex presidente del Colegio de Arquitectos y actual seremi de Vivienda, Francisco Martínez, señaló -antes que supiera de su nombramiento- que la ciudad “no tiene una conciencia efectiva de lo que es proteger la infraestructura; tenemos muchos lamentos, mucha palabrería, pero en lo concreto no se hace nada. Y así hasta el próximo incendio. El tema es muy complicado, desde la regulación normativa hasta la fiscalización; creo que hay mucho que trabajar al respecto”.
La historia está ahí para corroborarlo: decenas y cientos de casas de madera de nuestra ciudad se han visto reducidas a cenizas a lo largo de la historia. Algunos incendios, incluso, arrasaron con cuadras completas de la ciudad que se asomaba al progreso, hace más de cien años. La imprevisión, en algunos casos y la precariedad de equipamientos técnicos en otros, hicieron lo suyo. Ni qué hablar de la falta de agua, un mal endémico que acompaña a la ciudad desde sus inicios.
Para Bernardo Dinamarca, arquitecto y ex director del Instituto del Patrimonio de la Universidad Arturo Prat, “se trata de un patrimonio frágil, que está a expensas del fuego. Siempre se habla tras los incendios de esta fragilidad y se enfrenta desde la contingencia. Los únicos que están a la altura son los bomberos, que nos han salvado de tragedias mayores: en el caso del Teatro Municipal, por ejemplo, con una cortina de agua que impidió que se quemara en la navidad del año 1987”.
El Colegio de Arquitectos de Chile, la Delegación Zonal de Tarapacá y el Comité de Patrimonio Arquitectónico y Ambiental, mostró su preocupación puesto que “no se trata de un episodio aislado y circunstancial, toda vez que han existido otros siniestros recientes: en el año 2008, cuando las llamas consumieron por completo el inmueble conocido como Palacio Mujica y en el año 2014 porque otro incendio de menor envergadura afectó al inmueble denominado Bar Radicales”.“No sacamos nada con seguir con declaraciones y una vez al año pegarnos en el pecho porque se nos quemó algo, porque va a seguir ocurriendo si no somos capaces de enfrentarlo como un conflicto donde hay sujetos que tienen intereses”.
LAMENTOS
El ex presidente del Colegio de Arquitectos y actual seremi de Vivienda, Francisco Martínez, señaló -antes que supiera de su nombramiento- que la ciudad “no tiene una conciencia efectiva de lo que es proteger la infraestructura; tenemos muchos lamentos, mucha palabrería, pero en lo concreto no se hace nada. Y así hasta el próximo incendio. El tema es muy complicado, desde la regulación normativa hasta la fiscalización; creo que hay mucho que trabajar al respecto”.
El incendio que hizo pensar lo peor con el Teatro Municipal. Si no es por los bomberos, no existiría teatro.
Dinamarca señala que “no existe una visibilidad de los resguardos que debieran adoptarse en esta zona patrimonial; el destino y el uso de estos inmuebles, por ejemplo, sigue siendo de una enorme precariedad. Por ejemplo, el propio Teatro Municipal: se está ejecutando un enorme trabajo de restauración, pero en los inmuebles contiguos no se está haciendo nada. Las casonas que están en su derredor siguen siendo un factor de peligro; incluso en algunas se tienen cocinas y se preparan alimentos, con el consiguiente peligro potencial para el teatro”.
FRAGILIDAD
Este nuevo siniestro, señala la declaración del colegio de Arquitectos, muestra “la fragilidad en la que se encuentra esta Zona Típica de gran relevancia para la región, ya que sus distintas vulneraciones y transgresiones a lo largo del tiempo han horadado y atentado contra sus valores y atributos patrimoniales. Lo grave es que esto se repite en un sinnúmero de otros lugares de nuestro país y es sintomático de la situación de abandono y deterioro en el que se encuentran las áreas históricas de nuestras ciudades”.
En el caso de Iquique, agrega Bernardo Dinamarca, “a pesar de que la Dirección de Obras pudiera decir que regula las condiciones de edificación, queda a la vista que -en un caso tan importante como el inmueble que se ubica a un costado del Palacio Astoreca-, la obra no cumplía con las exigencias técnicas de un muro cortafuego. Y esto porque las cocinas que se tienen que instalar en estos pubs son inversiones altas, porque tienes que aislarlas en la práctica. Y eso, al final, no lo revisa nadie. En la recepción definitiva se pasan las cosas y así quedan como potenciales peligros para el patrimonio”.“Las cocinas que se tienen que instalar en estos pubs son inversiones altas, porque tienes que aislarlas en la práctica. Y eso, al final, no lo revisa nadie. En la recepción definitiva se pasan las cosas y así quedan como potenciales peligros para el patrimonio”.
Francisco Martínez agrega: “Si no tenemos una fiscalización acuciosa, que le permita al fiscalizador exigir los estándares máximos, el problema va a seguir presente. Aquí se cumple con lo mínimo. No hay conciencia. Se pone el negocio por sobre el bien común. Hay que ser bien cuidadoso en atacar Baquedano, darle un programa. La gente que vive ahí debería recibir ciertos beneficios que les permitan descansar en la protección de estos inmuebles. En fin, hay varios temas que se pueden abordar para la contención de un buen patrimonio”.
VULNERABILIDAD
El colegio de Arquitectos señala que “pese a que a nivel nacional se han producido avances significativos en aspectos normativos, constructivos y tecnológicos para otorgar mayor seguridad y calidad a las edificaciones, esto no se ha traducido necesariamente en un mayor resguardo y protección del patrimonio arquitectónico y urbano, hoy día con un alto grado de vulnerabilidad”.
A través de una declaración pública se propone la creación de una “mesa técnica para la elaboración de diagnósticos y planes de emergencia, con el municipio, Oficina Técnica Regional del Consejo de Monumentos Nacionales, Gobierno Regional, Delegación Presidencial, ONEMI, bomberos, juntas de vecinos, asociaciones comerciales, empresas de servicios básicos, universidades y colegios profesionales, entre otros”.
En esta mesa, a juicio de Dinamarca, deberían estar los “actores ciudadanos que sean sujetos patrimoniales que tienen distintas escalas de participación en las responsabilidades del patrimonio; por lo menos, que se vea una luz de esperanza para el destino de Baquedano, para evitar que esto siga pasando. No sacamos nada con seguir con declaraciones y una vez al año pegarnos en el pecho porque se nos quemó algo, porque va a seguir ocurriendo si no somos capaces de enfrentarlo como un conflicto donde hay sujetos que tienen intereses… y esos intereses hay que ponerlos en una mesa”.
“Hay que ponerle un freno a esto -agrega Francisco Martínez-, no puede seguir pasando. Nunca es tarde para actuar en esta materia, aunque esto debió hacerse hace mucho tiempo. Esperemos que con esta nueva administración (gobierno regional), sensible a los temas locales, tengamos otra respuesta. Me parece que este es el momento para aunar voluntades y poder resolver grandes temas en la región. Dejar la opinión y emprender acciones frente a los grandes temas del patrimonio”.