¿Es todo solo carbón y madera? Otra evidencia de la actividad del fuego. Los incendios forestales.
Por Ari Iglesias (*)
Estamos acostumbrados a que los incendios forestales arrasen con la biota de una región. Dependiendo de las temperaturas alcanzadas en el interior del fuego, muchas veces solo cenizas quedan.
Desde que el hombre controla el fuego, muchas veces se le ha "escapado". Hoy en día la mayoría de los incendios son intencionales o provocados por un mal manejo. La intensidad y frecuencia con que ocurren hoy en día no tiene comparación con ningún registro previo en toda la historia de Tierra. El humano libera toneladas de dióxido y monóxido de carbono a la atmósfera terrestre de las quemas intencionales y no intencionales (descontroladas), además de producir una gran deforestación de la masa vegetal que controla el balance de emisión de estos gases invernaderos.
El registro fósil de millones de años nos demuestra que los incendios han existido a lo largo de toda las historia de la vida, desde que las primeras plantas colonizaron la árida y desolada Tierra por fuera de los mares del periodo Silúrico (hace 420 millones de años) con pequeñas plantitas de pequeño tamaño. Basta tener una masa vegetal algo continua y un periodo de sequía como para que en algún momento de la historia se tenga la posibilidad de la ignición de fuego de tamaño considerable.
Paradójicamente, muchos ecosistemas dependen del fuego para mantener la su biodiversidad alta. Los palmares (como los de las provincias de Entre Ríos y Corrientes) dependen del fuego para que las "malezas" no avancen sobre los bosques de palmeras y que sus renovales posean luz para tener éxito en su crecimiento. En ocasiones los guardaparques deben provocar incendios menores y controlados para que el fuego no tenga mayores proporciones (temperatura y extensión) en los periodos más secos y calientes.
En los bosques andino-patagónicos el fuego no debería ser tan recurrente como lo es actualmente. Las especies de árboles aquí no están acostumbradas a regenerarse tan rápidamente. Si bien es cierto que, si el incendio no llegó a temperaturas muy altas, posteriormente la regeneración puede ser viable en muchos de los árboles.
Pero si el fuego quema todo… ¿Cómo es posible reconocerlo en estado fósil?
Quedan muchas evidencias de la existencia de fuego en el registro fósil. Primero hay que entender que no todo queda consumido en ceniza. El carbón producto de la combustión incompleta de la materia orgánica tiene la propiedad de no descomponerse fácilmente. Los organismos descomponedores de materia orgánica prefieren alimentarse de sustancias más nutritivas que solo carbón. Si bien el carbón es mecánicamente frágil, siempre puede reconocerse pequeños fragmentos en los sedimentos que se preservaron luego de un gran incendio. Esos sedimentos con el pasar del tiempo se transformaron en roca y hoy podemos ver fragmentos de carbón en las rocas arenosas verdes que fueron usadas para construir el Centro Cívico de Bariloche y el edifico de Aerolíneas Argentinas en plena calle Mitre. Esos restos de carbón entrampados en la roca son la evidencia de paleo-incendios que ocurrieron en los bosques de Bariloche hace 25 millones de años.
Aquellos árboles que no mueren, debido a que sobreviven a las temperaturas que alcanza en ocasiones los incendios (los bomberos saben muy bien que los incendios forestales en parte se clasifican por la temperatura del fuego), pueden dejar evidencia del paso del fuego en el interior de sus troncos. Muchas veces estas marcas se evidencian en el anormal patrón de los anillos de crecimiento cuando son vistos en el corte transversal de su madera. Los paleontólogos analizamos los anillos de crecimiento de troncos petrificados para reconocer como era el clima en el pasado. El reconocimiento de marcas de paleo-incendios en los anillos de crecimiento de madera fósil es muy importante para reconocer periodos de sequía o actividad del fuego en periodos prehistóricos.
¿Es todo solo carbón y madera?
No. Hay otra evidencia de la actividad del fuego en el registro fósil y corresponde uno de los tipos de fosilización en 3D más espectacular que se halla visto. El término para estos fósiles proviene del inglés: "Charcoal". El término para el carbón mineral es "coal" pero el charcoal corresponde al carbón vegetal que usamos para nuestro asado, producto de una combustión incompleta.
Cuando ocurren incendios forestales, la temperatura alcanzada puede ser no tan excesivamente alta en los alrededores del foco principal. Además, el intenso humo y abundancia de gases tóxicos (para la propia combustión del fuego) pueden realizar un interesante fenómeno por el cual los materiales orgánicos (principalmente vegetales) pueden deshidratarse y convertirse en un carbón prácticamente al instante. Esto logra transformar en carbón, materiales que normalmente no se preservarían en el registro fósil. Este es el ejemplo de delicados pétalos en una flor o finas hojas de un helecho membranoso o la preservación de células de tejidos blandos en el interior de las plantas.
Hay pocos lugares en el mundo donde se ha encontrado estos tipos de fósiles. No obstante, debido a que son producto de paleo-incendios, hipotéticamente sería posible encontrarlos en todos lados del mundo. En Argentina aún no se han dado a conocer varios de estos registros fósiles, pero están siendo estudiados. La mayoría de estos fósiles son de muy pequeño tamaño (hasta 5 milímetros), pero la información científica que aportan es tan grande que estudiarlos es de suma importancia. Comúnmente son estudiados utilizando microscopios electrónicos que llegan a detalles a nivel de la pared de las células. Con este tipo de fosilización se han preservado flores tridimensionales con sus pétalos, estambres y semillas en su interior. Se han descrito especies fósiles que ya no existen con un grado de detalle muy grande. Se ha podido reconocer cuáles fueron las plantas productoras de granos de polen que antes se conocían solo en forma aislada (dentro de los sedimentos).
¿Para qué sirve saber sobre madera carbonizada fósil?
El registro fósil de la madera carbonizada nos entrega valiosa información sobre organismos que han vivido en el pasado y no se habrían preservado de otra forma (otro tipo de fósil). Los restos de carbón nos complementan la información de los ecosistemas que existieron en la historia geológica. También nos dan información sobre que tan frecuentes eran los incendios en el pasado. Por ejemplo, es notable el incremento que ha tenido la actividad del fuego en Argentina desde que se desarrollaron las praderas y pampas con pasturas, producto de la aridización progresiva mientras la cordillera de los Andes retenía cada vez más las lluvias en el Oeste. Los carbones que se han preservado fósiles en los sedimentos antiguos permiten realizar estudios de los elementos minerales que existieron en la atmósfera primitiva. Mediante el estudio de isótopos en los carbones, los geólogos y paleontólogos pueden estimar cómo eran las paleo-temperaturas en el pasado y reconstruir los cambios climáticos ocurridos hasta el presente.
Por último los carbones asociados a fogones de sitios arqueológicos también son utilizados para realizar interpretaciones de las costumbres del hombre primitivo y de las herramientas y plantas que utilizaban hace miles de años.
(*) Paleontólogo del INIBIOMA (CONICET-UNCOMA)
http://www.anbariloche.com.ar
Por Ari Iglesias (*)
Estamos acostumbrados a que los incendios forestales arrasen con la biota de una región. Dependiendo de las temperaturas alcanzadas en el interior del fuego, muchas veces solo cenizas quedan.
Desde que el hombre controla el fuego, muchas veces se le ha "escapado". Hoy en día la mayoría de los incendios son intencionales o provocados por un mal manejo. La intensidad y frecuencia con que ocurren hoy en día no tiene comparación con ningún registro previo en toda la historia de Tierra. El humano libera toneladas de dióxido y monóxido de carbono a la atmósfera terrestre de las quemas intencionales y no intencionales (descontroladas), además de producir una gran deforestación de la masa vegetal que controla el balance de emisión de estos gases invernaderos.
El registro fósil de millones de años nos demuestra que los incendios han existido a lo largo de toda las historia de la vida, desde que las primeras plantas colonizaron la árida y desolada Tierra por fuera de los mares del periodo Silúrico (hace 420 millones de años) con pequeñas plantitas de pequeño tamaño. Basta tener una masa vegetal algo continua y un periodo de sequía como para que en algún momento de la historia se tenga la posibilidad de la ignición de fuego de tamaño considerable.
Paradójicamente, muchos ecosistemas dependen del fuego para mantener la su biodiversidad alta. Los palmares (como los de las provincias de Entre Ríos y Corrientes) dependen del fuego para que las "malezas" no avancen sobre los bosques de palmeras y que sus renovales posean luz para tener éxito en su crecimiento. En ocasiones los guardaparques deben provocar incendios menores y controlados para que el fuego no tenga mayores proporciones (temperatura y extensión) en los periodos más secos y calientes.
En los bosques andino-patagónicos el fuego no debería ser tan recurrente como lo es actualmente. Las especies de árboles aquí no están acostumbradas a regenerarse tan rápidamente. Si bien es cierto que, si el incendio no llegó a temperaturas muy altas, posteriormente la regeneración puede ser viable en muchos de los árboles.
Pero si el fuego quema todo… ¿Cómo es posible reconocerlo en estado fósil?
Quedan muchas evidencias de la existencia de fuego en el registro fósil. Primero hay que entender que no todo queda consumido en ceniza. El carbón producto de la combustión incompleta de la materia orgánica tiene la propiedad de no descomponerse fácilmente. Los organismos descomponedores de materia orgánica prefieren alimentarse de sustancias más nutritivas que solo carbón. Si bien el carbón es mecánicamente frágil, siempre puede reconocerse pequeños fragmentos en los sedimentos que se preservaron luego de un gran incendio. Esos sedimentos con el pasar del tiempo se transformaron en roca y hoy podemos ver fragmentos de carbón en las rocas arenosas verdes que fueron usadas para construir el Centro Cívico de Bariloche y el edifico de Aerolíneas Argentinas en plena calle Mitre. Esos restos de carbón entrampados en la roca son la evidencia de paleo-incendios que ocurrieron en los bosques de Bariloche hace 25 millones de años.
Aquellos árboles que no mueren, debido a que sobreviven a las temperaturas que alcanza en ocasiones los incendios (los bomberos saben muy bien que los incendios forestales en parte se clasifican por la temperatura del fuego), pueden dejar evidencia del paso del fuego en el interior de sus troncos. Muchas veces estas marcas se evidencian en el anormal patrón de los anillos de crecimiento cuando son vistos en el corte transversal de su madera. Los paleontólogos analizamos los anillos de crecimiento de troncos petrificados para reconocer como era el clima en el pasado. El reconocimiento de marcas de paleo-incendios en los anillos de crecimiento de madera fósil es muy importante para reconocer periodos de sequía o actividad del fuego en periodos prehistóricos.
¿Es todo solo carbón y madera?
No. Hay otra evidencia de la actividad del fuego en el registro fósil y corresponde uno de los tipos de fosilización en 3D más espectacular que se halla visto. El término para estos fósiles proviene del inglés: "Charcoal". El término para el carbón mineral es "coal" pero el charcoal corresponde al carbón vegetal que usamos para nuestro asado, producto de una combustión incompleta.
Cuando ocurren incendios forestales, la temperatura alcanzada puede ser no tan excesivamente alta en los alrededores del foco principal. Además, el intenso humo y abundancia de gases tóxicos (para la propia combustión del fuego) pueden realizar un interesante fenómeno por el cual los materiales orgánicos (principalmente vegetales) pueden deshidratarse y convertirse en un carbón prácticamente al instante. Esto logra transformar en carbón, materiales que normalmente no se preservarían en el registro fósil. Este es el ejemplo de delicados pétalos en una flor o finas hojas de un helecho membranoso o la preservación de células de tejidos blandos en el interior de las plantas.
Hay pocos lugares en el mundo donde se ha encontrado estos tipos de fósiles. No obstante, debido a que son producto de paleo-incendios, hipotéticamente sería posible encontrarlos en todos lados del mundo. En Argentina aún no se han dado a conocer varios de estos registros fósiles, pero están siendo estudiados. La mayoría de estos fósiles son de muy pequeño tamaño (hasta 5 milímetros), pero la información científica que aportan es tan grande que estudiarlos es de suma importancia. Comúnmente son estudiados utilizando microscopios electrónicos que llegan a detalles a nivel de la pared de las células. Con este tipo de fosilización se han preservado flores tridimensionales con sus pétalos, estambres y semillas en su interior. Se han descrito especies fósiles que ya no existen con un grado de detalle muy grande. Se ha podido reconocer cuáles fueron las plantas productoras de granos de polen que antes se conocían solo en forma aislada (dentro de los sedimentos).
¿Para qué sirve saber sobre madera carbonizada fósil?
El registro fósil de la madera carbonizada nos entrega valiosa información sobre organismos que han vivido en el pasado y no se habrían preservado de otra forma (otro tipo de fósil). Los restos de carbón nos complementan la información de los ecosistemas que existieron en la historia geológica. También nos dan información sobre que tan frecuentes eran los incendios en el pasado. Por ejemplo, es notable el incremento que ha tenido la actividad del fuego en Argentina desde que se desarrollaron las praderas y pampas con pasturas, producto de la aridización progresiva mientras la cordillera de los Andes retenía cada vez más las lluvias en el Oeste. Los carbones que se han preservado fósiles en los sedimentos antiguos permiten realizar estudios de los elementos minerales que existieron en la atmósfera primitiva. Mediante el estudio de isótopos en los carbones, los geólogos y paleontólogos pueden estimar cómo eran las paleo-temperaturas en el pasado y reconstruir los cambios climáticos ocurridos hasta el presente.
Por último los carbones asociados a fogones de sitios arqueológicos también son utilizados para realizar interpretaciones de las costumbres del hombre primitivo y de las herramientas y plantas que utilizaban hace miles de años.
(*) Paleontólogo del INIBIOMA (CONICET-UNCOMA)
http://www.anbariloche.com.ar