El antipoeta nos abrió las puertas de su casa en Las Cruces y zapateó cuecas, recitó en cuatro idiomas y recordó a su madre y a su hermana, Violeta.
Hoy el antipoeta Nicanor Parra cumple 100 años, y en el marco de las celebraciones, dio una entrevista a El Mercurio de Valparaíso que apareció en el especial "Parra 100", donde hizo un recuento de su larga vida. En esta edición del suplemento de cultura, escriben sobre él la Presidenta Michelle Bachelet, el ex mandatario Ricardo Lagos, el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña. figuras de la televisión, deportistas y sus vecinos de Las Cruces, entre otros.
Aquí la experiencia:
Estamos en la casa de Parra en Las Cruces. Detrás del antipoeta, físico y matemático hay una foto de él con sus compañeros del Internado Nacional Barros Arana. Sobre la imagen, una frase escrita a plumón por Parra: "Todas íbamos a ser reinas". En esa foto está él también, hace muchos años. Mucho antes de que le dieran el Premio Nacional de Literatura, antes del Cervantes, antes de que lo postularan al Nobel, antes de estudiar cosmología en Oxford y mecánica avanzada en la Brown University. Antes de casarse con chilenas y pololear con suecas, antes de dar clases en Estados Unidos, antes de tomar té con Patty Nixon y que le repudiara la izquierda exquisita, antes de todas las incorrecciones que se ha mandado en un siglo completo. Ahí, en la foto está el jovencito que nació en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914 y que emigró a Santiago con una beca para niños pobres. Ése es el hijo de la costurera y del profesor tirado al litro que empezó a escribir poemas para conmover a su mamá, Clara Sandoval, que le daba cachamales si se portaba mal o se hacía el sabihondo. Ése que está en la foto es el mismo que pintó un indio pilucho y a caballo en una carnicería de su pueblo. El que se acostó con la mismísima hija del carnicero y que perdió siete cortaplumas fiadas en la pulpería. Ése es el hermano mayor de los Parra Sandoval, la familia de la Viola, del Tío Roberto, del Tío Lalo y de todos los demás. Ese niño hoy cumple 100 años. Y está como tuna, como lechuga, como lolito de 15.
- Usted está más helada que yo- dice cuando me toca y anuncia que "vamos a poner una cueca inmediatamente".
Rosita sirve empanadas fritas de queso. Y las zampamos con hambre. Parra va impecable, de camisa blanca, pantalón color café con leche y chaleco abotonado al tono. Está contento. Hay sol y ha vivido 100 años. Sobre el sillón dejó su gorro de lana y en la mesa de centro, el Tao y un periódico del día. Mientras comemos, juguetonamente me nombra la Señorita Z. Sus amigos me explican que se refiere a una dama que Diego Portales conoció en Callao en 1822 y que creyó virgen hasta que se dio cuenta de que no.
-¿Era bonita, al menos?
-Lo único que se sabe de ella es que era desvergonzada e inmoral.
-Bueno sí, a veces somos inmorales.
-¡Y mentirosas! La señorita Z juró que estaba virgen y no había tal. Después Portales descubrió que ya había sido prostituida (ese es el verbo que usa él) por la alta jerarquía militar de la época. Primero estuvo con el comandante Heres y después con otro capitán. Y él, Portales, ¡estaba en tercer lugar! En esa época estaba la chiva de la virginidad. Si la novia no estaba virgen, el novio tenía derecho a devolver la novia. ¡Qué tremendo! Y pensar que eso no ha desaparecido plenamente.
-Mi hermana quería llegar virgen al matrimonio.
-¡Mi nieta, la Lina Paya, igual! Lo anunció cuando tenía 11 años. Su mamá le dijo: es difícil, pero no imposible.
Lo invitamos a pasear en auto, para celebrar su cumpleaños. Rosa advierte que hay fotógrafos afuera, que hay cámaras, que ni asome la nariz. Nicanor pregunta: ¿Cómo es la cosa del cumpleaños? Y tararea: Cumpleaños feliz, que los cumplas feliz, cumpleaños, dear mother, que los cumplas feliz.
Le respondo con otra, con una de la Violeta: Mijito/ llegaste al mundo/ en hora muy principal/ hoy que es el día de tu cumpleaños, yo te vengo a celebrar/ que te pongan la mistela y la tortilla candeal/ que el día de tu cumpleaños/ es cosa muy principal.
Y Parra se ríe, se entusiasma y pide cuecas, que pongamos cuecas en el salón. Antes aclara que la Violeta "ya no es la top one de los Parra". Que ahora es su mamá, la Clara Sandoval, que también componía: "Clara Sandoval, viuda de Parra y después viuda de Ortiz y después viuda de no sé cuánto. La Clara Sandoval, ¡señorita Z también! Pucha la payasá. Déjame ver si puedo recordar".
Silencio. Agacha la cabeza y hace memoria frente a todos. De pronto, se larga de un zuácate: "Tenéme en tu corazón que yo te tendré en el mío/ por más que deje del verte/ no pensís del que te olvido”. Sigue con otros versos muchos, pero nadie tiene la memoria de este hombre de 100 años que pide el Ipad para que escuchemos en YouTube la canción de su madre, interpretada por "el Angelito y la Chabela".
Se acaban las empanadas y Nicanor no ha tocado una sola. No tiene hambre porque desayunó tarde.
- Un pobre viejo siempre es un rey Lear (lo dice en alemán). O sea rey y mendigo, porque las hijas lo echaron a la calle, cuando él cometió el error de repartir la herencia en vida.
- Ese es un gran error: pasar la plata antes de morir, Nicanor.
- Y ése fue el error del rey Lear.
- Oiga, la prensa quiere averiguar cuánta plata tiene usted.
- Díganle Lear: rey & mendigo.
Y se pone a recitar de memoria, en inglés, con fonética del siglo XVI la primera parte del Rey Lear. Su tema hoy no es la plata.
"VIEJO CULIAO"
Suenan las cuecas "apianadas", las empanadas se acaban, el vino no.
Sale el tema del Premio Nacional de este año. Y Parra afirma que los premios, todos, son una guerra. "Sin Ester Matte Alessandri, no hay Premio Nacional para mí, porque 'los compañeros comunistas' decían: Parra, ¡fuera! Sólo para postular al Nobel, Bachelet escribió una carta de recomendación y fue la carta número uno”. Pero él no fue quien la pidió. Ni la pediría porque está convencido de que los favores "cuestan caro". Le hablamos de Lagos, de que había dicho que era "su amigote". Y él retrocede al año 2006, cuando el ex presidente presentó las Obras Completas.
-Ese día pasó algo extrañísimo. De repente se puso de pie un personaje que llevaba en la mano una botella. Y en la botella un mensaje. Avanzó, tá, tá, tá. Y puso la botella frente a mí. El mensaje decía: "Mataste la poesía, viejo culiao. Te odio". Lo entregó y se fue.
-Jajajaja, ¿y quién sería ese anti-antipoeta?
-No sabemos. ¿Qué será de él ahora? ¿Dónde estará ese ñato? Me gustaría que apareciera.
Afuera está lleno de gente. Una pareja toca la guitarra en la cuneta. Dos mujeres traen un queque. Dos estudiantes esperan. Dos fotógrafos aguaitan. Un periodista ofrece millones. Un canal de televisión se devuelve a Santiago sin tomas. Todos quieren ver a Parra y Parra no quiere ver a nadie.
Parece un rockstar y como no le acomoda ese papel, Rosita lo esconde, lo niega, le espanta a los "paparazzi", a los reporteros que tocan el timbre para sacarle una palabrita, una foto, un reto, un algo. Su nana propone que se esconda detrás del mesón o debajo de la escalera. A veces, cuando es mucha la jarana, pone un biombo para que el dueño de casa pueda estar en paz. Hoy Parra quiere mostrarnos, allá afuera, la biblioteca que la Lina Paya, su nieta, convirtió en pastelería. Pero la multitud no le permite salir de su propia casa.
Suspira y agarra un artefacto para evadir el auto-bombo. El papel dice: "Yo no soy ni derechista ni izquierdista" y él comenta: Las patitas ¿vio?
-No se casa con nadie, Nicanor. Y de los otros casorios ¿ahora tampoco?
-Me casé no sé cuántas veces ya. ¿Para qué más? Rosita, abramos una botella y sirvamos vino, se impone. Esta es la Gran Sangre de Toro, nada menos –dice, y se pone a cuequear con las manos sobre el cartón donde viene el vino. Al lado, con el palmoteo, rebota el Tao.
- Lo vimos en una foto del diario local, bailando cueca hace poco, en El Checo de San Antonio.
- Es por la cueca que todavía estoy aquí. A veces, listo para la foto y la Rosita pone una cueca y ¡zán! que me levanto del ataúd y me pongo a bailotear.
En seguida uno de sus amigos vierte más "sangre de toro" en vasitos verdes de vidrio con gallos tallados. A Parra le zapatea la lengua: "Casi siempre escucho cuecas apianadas, pero hoy quería oír el Arte de la fuga de Bach", reconoce.
-¿Y ya no corre el tango con usted?
-No.
-Además en el tango hablan mucho de la mamá -reclama uno de sus amigos.
-Madre hay una sola/ y aunque un día la olvidé/ me enseñó después la vida/que a ese amor hay que volver.
El otro compadre le dice: Yo tengo una mamá loca, ¿qué puedo hacer?
-Bueno, todas las mamás son medio locas. Esta es una frase de la mamá mía: ¿Eso le dices a tu pobre madre? ¡Tan inteligentonto que te han de ver! ¡Y zuáz!, el tapaboca.
Sobre la mesa del living, además del Tao, hay un libro gordo con varias fotos de él. En la portada aparece de perfil con un pañuelo al cuello, como actor de cine. Parece Cary Grant. Vemos más fotos. Hay una donde está bajo un sauce con un perro: el Capitán, señala.