Los Caballos de las bombas a vapor

kamakura

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Santiago
“Baúl

Un recuerdo para el bruto noble y generoso, que nos acompañara cerca de 30 años en nuestras tareas bomberiles. Si hemos dedicado páginas emocionadas para recordar a las máquinas que nos sirvieron para cumplir ese cometido ¿Cómo no dedicarles también a esos seres, fieles compañeros del hombre, que nos dieron todo lo que tenían, su fuerza, energía e instinto, y que parecían compenetrarse de su elevada misión en los momentos de la angustia y del deber?


La única diferencia que hay entre estos brutos nobles y generosos, es la que existe entre la inteligencia y el instinto. La inteligencia es un poder creador: el instinto es un don de adivinación. Llevamos la ventaja al bruto, por que haciendo trabajar nuestra inteligencia, podemos crear lo que él no concibe, pero en cambio quedamos atrás de él cuando ayudado por el instinto lo vemos adivinar los peligros de la naturaleza y, fiel amigo nuestro, detenernos en nuestras locuras, muchas veces al borde del abismo o del peldaño... Quien oiga hoy las cosas que se cuentan del viejo “Baúl”, creerá que son cuentos o cosas de la fantasía... Y, sin embargo todo es verdad.


En 1888 Don Agustín Edwards Ross, nuestro bondadoso benefactor, obsequió a la compañía 3 hermosos caballos percherones: Entre ellos venía “Baúl”, que acompañó a la “Vieja Cucha” y a también a la “Nueva”, a ésta hasta que fue eliminada del servicio en 1914. La pesebrera se encontraba, como todos saben, en el recinto que hoy ocupa la Guardia Nocturna, y se separaba de la Sala de Material por una puerta, cerrada con una aldaba. Apenas sentía la campana o el teléfono, cualquiera que fuera la hora, como contaminado por un loco entusiasmo, con el hocico “Baúl” levantaba la aldaba y habría la puerta por si solo, y una vez afuera se iba a la Sala de Material, colocándose frente a los tiros de la Bomba, listo para enganchar. Cuando el Cuartelero acudía, ya estaba todo listo. Otro tanto hacía Zig-Zag, el juguetón y caprichoso tordillo que tiraba del gallo.


Para “Baúl” no había descanso. Podría durar el incendio un día y una noche: el noble bruto permanecía al lado de la máquina, como compenetrado de la necesidad de su presencia, y cuando veía que esta parecía estallar, y lanzaba nubes de chispas al aire, parecía compartir la emoción de los voluntarios... para él no había sueño: la voz lastimera de la campana lo encontraba siempre alerta y despierto en cualquier hora de la noche.


Cuando en 1914 la bomba a vapor fue reemplazada por una automóvil, “Baúl” fue llevado al fundo de Don Roberto Felipe Délano, para que gozara de sus últimos años en medio de la tranquilidad de la campiña, cuna de donde procedía. Pobre “Baúl”; ya él no era el bruto que mira en el campo el patrimonio máximo de la felicidad: era el bruto de la ciudad!... Necesitaba de su ruido, de su animación, de su loca agitación y transito, del plañir de la campana de alarma, del grito y algazara de los voluntarios!... Necesitaba de sus incendios, de los que constituía su deleita, su placer, casi su razón de ser!... Extranjero en su patria, al igual que el emigrante que regresa al terruño en el correr de los años, cuando de éste queda solo el recuerdo, la nostalgia de la vieja y querida “Tercera” lo fue consumiendo poco a poco y doblegándolo, hasta que en un potrero lejano inclinó para siempre su pecho en la tierra!...

Del Libro “Tradiciones Tercerinas”
de Guillermo Ernesto Meyer.
CB de Valparaíso
 

kamakura

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Santiago
Del Libro "El llamado del Fuego" de Alberto Ried Silva.

El PING-PONG

¿No es usted don Albertito? me preguntó un desconocido, a lo cual repuse afirmativamente, interrogándolo por mi parte a mi interlocutor, sobre su trastrocada personalidad.

Pues yo soy Miguel Maray, el ayudante de cuartelero del finado Cisterna, que tantísimas veces les ayudé a ustedes a enfrentar y ponerle los arneses al Ping-Pong, ese caballo que nunca encontrará otro que se le parezca.

El nebuloso pasado de nuestras vidas bisoñas desentraño la charla emotiva que se tradujo luego en un gesto depresivo que ajó el semblante de mi viejo camarada de bomba. El recuerdo de ese caballar humanizado y prodigioso, ocupó entonces lugar prominente y ambos comenzamos a evocar audaces hazañas en que este animal desempeñó papel importantísimo en la acción de nuestra Compañía.

Miguel Maray, como quien hablara en tiempo presente, prosiguió: Tenía sus mañas el diablito y fue imposible quitárselas. Una vez bien comido a eso de la media tarde, los cuarteleros sentíamos cómo pateaba los tablones del piso de las pesebreras para anunciar que algo urgente le ocurría y no dejaba de meter ruido hasta que se le soltaba la cadena que le impedía salir, para dirigirse apurado hasta el gallo y meter la cabeza entre el arnés, echando así su siesta de un par de horas, como atento al primer llamado de los timbres de alarma.

Sí, Miguel, recuerdo que era preciso tener mucha fuerza en las manos y muñecas para manejar y contener a este animal una vez que partía hacia los incendios. Corría desenfrenadamente y era imprescindible afirmarse muy bien en el pescante para impedir cualquier caída, ya que los brincos de las ruedas con llantas de fierro, constituían un verdadero peligro. Por tales razones habíamos tomado, con la venia del Comando y del Municipio, la resolución de correr, en lo posible, por el centro de la Alameda, es decir, por la franja recubierta de tierra y maicillo, lo cual impedía los barquinazos.

Una vez, pese a tales precauciones, nos estrellamos contra las soleras de la famosa Fuente de Neptuno, que existía en el centro de ese paseo, y fuimos a parar al agua dos voluntarios que tripulábamos el vehículo. En otra ocasión, durante un siniestro ocurrido en esta misma arteria urbana, hubo de manejar el gallo Chupito Valdés, como le decíamos a Cesar Valdés Alfonso. A galope tendido e incontenible, Ping-Pong pasó de largo el edificio en llamas y sólo fue posible detenerlo muchas cuadras más allá, en la Pila del Ganso...

Así eran estas frenéticas carreras que terminaban en el incendio, en que Ping-Pong convertíase en una mansa oveja que comía cuanto se le ofrecía.

Al regresar a nuestro cuartel era del todo imposible hacerlo trotar, siquiera, porque arrastraba su gallo a paso lento, acompasado a la marcha del personal que volvía a pie, cantando nuestras canciones.

Este mestizo de percherón famoso, comenzó a envejecer y llegó el momento de alejarlo del servicio, mediante una justa y merecida jubilación. Fue una fiesta patrocinada por el fundador número uno de la Compañía, don Carlos Rogers en su fundo de Cerro Negro, cerca de San Bernardo.

Ahí se reunió la Compañía junto a numerosa delegación de los hermanos de la Tercera de Valparaíso y bajo la sombra acogedora de grandes árboles, llevose a cabo el banquete de despedida de este nobilísimo compañero que debería enterrar su itinerario vital en un pequeño potrero alfalfado y exclusivo. Y hubo discursos y coros; y hubo brindis y de todo en esa fiesta en que Ping-Pong fue paseado en contorno a las mesas, decorado con cintas multicolores, para ser liberado después en su agreste dominio verde.
 

Nacho

Comandante de Guardia
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Una historia de Caballos en el Servicio de Bomberos (taducida)
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Caballos en el Servicio de Bomberos - en 1832, el gancho Mutual Nueva York y escalera de la empresa No. 1 voluntarios compraron un caballo para tirar de su motor. Una de las razones puede haber sido debido a la escasez de los bomberos causadas por una epidemia de la fiebre amarilla. Las otras estaciones estaban antipático. Una noche, el elemento anti-equino se deslizó en el establo, se afeitó la melena y la cola del caballo y pintado una raya blanca en el lomo del caballo, avergonzando a la empresa. Para colmo de males, los voluntarios Oceanus golpearon las Mutuas de caballos a un incendio. Como las máquinas de vapor ganaron popularidad crecían en tamaño y peso. Los bomberos aceptan a regañadientes la necesidad de caballos.
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Como cita Ditzel: "Una estación de bomberos no hay lugar para ningún apestoso caballo!" A primeros caballos fueron estabulados cerca de las estaciones. Cuando sonó la alarma, se tomó un tiempo valioso para desbloquear el granero, buscar a los corceles y aprovecharlos al motor. En poco tiempo, los caballos vivían en la estación y la renuencia a aceptar ellos fue reemplazado por un profundo afecto por los nobles animales.
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Los puestos se colocaron detrás o al lado de las plataformas. En 1871, un enganche rápido fue desarrollado. Dos años más tarde, Charles E. Berry, un bombero Massachusetts, creó un arnés colgado con hames de bloqueo rápido. Su invento fue tan popular que dejó el cuerpo de bomberos y vendió su patentado Berry Hames y collares de todo el país.
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No todos los caballos podría servir como un caballo de fuego. Los animales que se necesitan para ser fuertes, rápidos, ágiles, obediente y valiente. En la escena, que tenían que soportar pacientemente mientras brasas y llamas les rodearon. Tenían que mantener la calma mientras los bomberos luchaban el incendio. Este fue el caso en todas las condiciones climáticas y en medio de una multitud de distracciones.

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Los departamentos de bomberos seleccionados cuidadosamente sus caballos. Los veterinarios para los departamentos evaluados cada animal. Ambos sementales y yeguas fueron elegibles para servir . En Detroit, los requisitos de peso fueron emitidos por los animales. Esos vagones de manguera de tracción deben pesar 1,100 libras, para transportar un barco de vapor 1400 libras, y para la compra de un gancho y la escalera de 1.700 libras. Las estaciones también tratado de crear equipos emparejados de dos y tres caballos cuando sea posible. Algunas ciudades tenían establos de formación, pero la mayoría prestados en el puesto de trabajo. Detroit tuvo un colegio caballo. Afirmaron ser el único cuerpo de bomberos que entrenó a sus caballos por este método. Ditzel dice: "Había una estación de bomberos con el aparato, la formación de los puestos, colgando enganches rápidos, una sala de alimentación, un hospital de caballos, y una pista de carreras de 700 pies." Cada caballo recibió informes de progreso y boletines de calificaciones al final de la su formación . Los caballos que han completado con éxito su educación fueron colocados en las estaciones de bomberos de la ciudad. Departamentos añaden ambulancias de caballos y carretas Horseshoeing a las plataformas de su ciudad. Un caballo podría funcionar en una estación de cuatro a diez años. En 1858, el Philadelphia Fairmount Motor Company dio a sus caballos de fuego unas vacaciones. Esto se convirtió en una tradición en el departamento de bomberos de Filadelfia.Esto fue mucho antes de que los bomberos recibieron vacaciones. En el otoño de 1872, una forma de moquillo, llamada propagación epizootia entre los caballos. En el plazo de veinte y cuatro horas, 300 caballos murieron en Buffalo. La epidemia se extendió rápidamente a muchas ciudades. Las ciudades dependían mucho de caballos para el transporte y se paralizaron. Fuego se convirtió en una preocupación importante. Fue a finales de octubre en Boston. De un total de 75 a 90 caballos, cuatro habían muerto y 22 fueron no aptos para el servicio. Hasta la epidemia terminó, los bomberos con la ayuda de ciudadanos voluntarios encuentran a menudo necesario para arrastrar el equipo para incendios manualmente. El 9 de noviembre, el gran fuego de Boston quemado continuamente durante dieciséis horas. Consumió 776 edificios, dejó 20.000 desempleados y 1.000 personas sin hogar. Había catorce víctimas mortales, entre ellos once bomberos. Un siglo más tarde John P. Vahey, un jefe de bomberos de Boston, escribió sobre esta catástrofe y lo renombró el epizoótica Fuego, después de la enfermedad que hizo caer a tantos caballos. Fue un día triste en el parque de bomberos cuando un caballo fue declarado no apto para el servicio . Muchos caballos de fuego jubilados continuaron trabajando para la ciudad en posiciones menos extenuantes. Algunos se pusieron a pastar. De vez en cuando los nobles bestias se pusieron a la subasta pública. Los corceles galantes pueden ser adquiridos por los conductores de la chatarra y los repartidores. A veces, los caballos de fuego se olvidarían de sus nuevos roles y cobrar por las calles arrastrando un carro después de oír un fuego gong. Referencias: Ditzel, Motores Paul C. Fuego, Bomberos: los hombres, Equipos y Máquinas, desde Días Coloniales al Presente. Nueva York:. Corona, 1976 Smith, Dennis. Historia de Dennis Smith, de lucha contra el fuego en América: 300 años. Nueva York: Dial, 1978.
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Elkete

Comandante de Guardia
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Un detalle curioso es que lo normal en un 99% era que los integrantes mas entrenados de los CCBB o FFDD eran los caballos.

Hasta no hace mucho para ingresar a bombero había que ir al cuartel, sentarse en la sala de estar y esperar un par de semanas antes de ser aceptado, no es chiste ni exageración, ese era el proceso de postulación e ingreso.

De no ser por los cursos del Comité Creativo, en muchos CCBB se seguirían enseñando cosas extrañas o simplemente no se enseñaría nada. Era tal el nivel de desprecio por el conocimiento que era común escuchar "los incendios no se apagan con libros", "hay que estar en los incendios", "pura teoría que no sirve para nada" reflejando lo básico (sin ser malas personas ni tontos) que eran (y quedan muchos). Una gracia es que estos cursos están normalizados..... el valor de los contenidos es cuento aparte pero al menos ha servido para que se tenga algo. Y algunos CCBB o Cías copien la idea y hagan cursos o manuales por su cuenta. Muchos otros simplemente no tendrían nada de nada.

Recuerdo un Cdte que nos mostraba con gran orgullo que en su CB tenían una nomenclatura para las armadas con gemelos o trifurcas, eran las armadas "A", "B", "C" y "D", con referencia a la cantidad de pitones que se ordenaría sacar para una "armada base" (o "neófita" como prefiero llamarla), nada de caudales presiones, etc, pero no importaba mucho ya que además se ordenaban pitones de pequeñas boquilllas "para cuidar el agua". Como se puede deducir, la "A" era un pitón y así con las demás. En una mejora, cada armada se llamaba según la inicial, no recuerdo los nombres pero eran p ej "Andrea", "Bernarda", "Carmen" y "Daniela".

Otro Cdte (15 años antigüedad) estaba en la noche (fue un fin de semana) estudiando para la prueba del día siguiente, era Director de un museo del norte, le pregunté porqué parecía tan preocupado y concentrado y me dijo "es que esta materia es muy densa"..... era el Manual de "H2O I", si algo no tenía ese manual era densidad..... de hecho todavía tiene varias aberraciones técnicas.... luego de mas de 20 años.
 
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nfd

Comandante de Guardia
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10 Feb 2007
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Aun quedan cias en chile que para entrar se debe ir al cuartel unos cuantos dias a la semana a ir a hacer vida social y listo
 
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