INCENDIO DE LA IGLESIA DE LA COMPAÑIA DE JESUS

ANGEL MALO

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Muy poco se sabe de los detalles precisos del incendio que destruyó el Templo de San Miguel de la Compañía de Jesús el aciago día 8 de Diciembre de 1863. Lo poco que se ha escrito pareciera ser "un parte" oficial de la Iglesia, pero de la investigación no se sabe casi nada, salvo
los documentos en mi poder que pareciera serian los únicos existentes, ya
que alguna mano negra habría sacado de circulación la publicación original.

Si se sabe que hubo un escándalo al cual echaron tierra rapidamente, y que una multitud ofuscada rodeó La Moneda exigiendo al Presidente la demolición de los restos del templo,

Hoy ha salido a luz un escrito de don Carlos Amador Marchant que relata pormenores de esta tragedia sin igual, quizás el trabajo cae en algunas impreciones sobre la fecha de fundación de bomberos o el número total de víctimas, pero en sí, es un valioso aporte a la Memoria Chilena, que ha
sepultado en el olvido esta terrible inmolación de tantos ciudadanos,
tal como también se hizo con la Matanza de Santa María, o el pavoroso incendio del Mineral de Sewell, por nombrar algunos tristes sucesos ocurridos en los casi doscientos años de autogobierno.
 

ANGEL MALO

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El artículo de don Carlos Amador Marchant

muertos hablan: Iglesia de La Compañía
Enviado por Corresponsal cinosargo el domingo, agosto 02, 2009 a las 20:16:16, Hora de Chile

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Los muertos hablan: Iglesia de La Compañía
Escribe Carlos Amador Marchant


Siempre al caminar por los alrededores de la Plaza de Armas de Santiago, me pregunté por qué un aire frío recorría los contornos de mis piernas, una especie de bruma o no que salía invisible y decía cosas indescifrables.
Algo similar me ocurrió hace mucho tiempo, en los años de mi niñez, por allá en 1963, cuando estudiaba mi primaria en la Escuela Santa María de Iquique. Nada sabía por aquel entonces de la matanza de obreros en ese mismo terreno donde fue edificada la escuela. Sin embargo, era el mismo aire, era la misma bruma que llegaba a golpearme el pecho, la espalda.
Era mejor no saber, por cierto, de muertes y sufrimientos humanos. Era mejor no saber en su momento.
En Santiago, insisto, me ocurrió lo mismo, mucho antes de indagar sobre los muertos en los alrededores de esa plaza, en los alrededores de esas calles del actual centro de la capital chilena, donde se originaba, sin duda, la vida del siglo 19.
Mucho más tarde de estas sensaciones, muchas más aguas turbulentas pasando sobre ríos, indagué sobre los sucesos de la Iglesia de La Compañía, construida por los jesuitas tras toda una historia misionera en los territorios de nuestro país.
Si bien es cierto que al paso de los años mucha gente sabe de estos sucesos, también hay que decir que un gran porcentaje de habitantes nada atisba al respecto. Me ocurrió, precisamente, en una biblioteca pública, donde una funcionaria administrativa al consultarle sobre algún texto indagatorio de este tema, puso cara de interrogación y me consultó si le estaba preguntando sobre alguna calle de Valparaíso o de otra ciudad nuestra. Es decir, no sabía absolutamente nada.
Estoy hablando del gran incendio de la Iglesia de la Compañía de Jesús en Santiago de Chile, hecho acaecido en el mes de diciembre de 1863.
Tema apasionante que, tal vez, me permitió conocer hace muchos años cómo se van dejando en el olvido temas que no se pueden olvidar. No conozco el libro de la licenciada en arte Carolina Romo, quien hizo su tesis trayendo al presente este hecho, pero esas sensaciones de las cuales hablé al comienzo de estos escritos, dicen precisamente que esas almas sufrientes, de manera alguna dejarán que sus muertes queden en la nebulosa.
Son las calles Compañía y Bandera las señaladas al paso de la historia, como los lugares fijos donde se hallaba la Iglesia de la Compañía. Unas semanas después de ocurrido el incendio, por decreto ley, se exigió la demolición total de aquel reducto que lo único que hacía era traer recuerdos de los acontecimientos trágicos ocurridos nada menos que dentro de una iglesia.
En el mundo de la época, en el mundo de las comunicaciones escasas, de las tardías comunicaciones, Chile logró ser conocido por esta masacre y además por los minerales que se exportaban al extranjero.
Pero todo esto fue silenciado al transcurrir de los años, y hay muchos historiadores que se preguntan por qué una de las tragedias más grandes de la historia, en cuanto a incendios se refiere, por la cantidad de almas que sufrieron, por la cantidad de cuerpos carbonizados, fue de alguna manera tapiado en el real sentido de la palabra.
Me causa curiosidad que cada año, que cada 8 de diciembre, el Día de la Fiesta de la Inmaculada Concepción, no se rece en primera instancia por esas 1.800 personas que murieron dentro de esa iglesia.
Hace unos meses, precisamente en el mes de mayo de este año (2009), a raíz de un viaje a la capital de Chile, y transitando por los subterráneos del metro Santiago, me encontré con una exposición de Bomberos. Me impactaron las maquetas que allí se presentaban sobre esta tragedia, acción que está estrechamente relacionada con que después de estos acontecimientos fue creado el primer cuerpo de bomberos de Chile, en Santiago.
La catástrofe en cuestión no sólo grafica las equivocaciones del momento, sino la indiscreción en cuanto a los devotos. Se dice que la gran iglesia no contaba con una cantidad de puertas de salida, es decir, la construcción en sí, majestuosa, adolecía de una real capacidad de precaución en caso de estos accidentes.
El 8 de diciembre se congregó gran cantidad de feligreses, muchos de los cuales entre hombres y mujeres fueron a presenciar y ser partícipes de tan magna ceremonia. Ninguno de ellos, por cierto, imaginó que esos minutos serían los últimos de sus vidas.
El altar y los alrededores estaban sofocados de velas.
Daniel Riquelme, escritor chileno de época, quien escribió sobre este acontecimiento, y quien, al mismo tiempo muere en Europa tan sólo a los 55 años tras una tuberculosis, y quien, además, es tirado a fosa común sin saberse hasta la actualidad donde quedaron sus huesos, grafica los hechos en forma magistral y terrible. En Biblioteca Severín de Valparaíso, sólo se encuentra este libro al cual no se le puede sacar fotocopias por sus páginas endebles. Sólo se le puede fotografiar. Hay que cuidar este texto.
Frente a tal cantidad de devotos que se encontraban en el recinto, una vela cayó al suelo y topó una tela. Las primeras incipientes llamas lograron inquietar a una mujer quien gritó despavorida desproporcionando la tranquilidad. Frente a este panorama de pánico, el resto comenzó a inquietarse hasta provocar una turba. En medio de la confusión, mientras todos comenzaron a correr por pánico, las llamas al mismo tiempo empezaron a agrandarse hasta alcanzar metros de alturas. Mujeres y hombres, niños desprovistos, frente a la confusión fueron pisoteados por quienes pretendían salvarse. Pero las llamas producto de las lámparas de gas hidrógeno se elevaron rápidamente hasta lograr en menos de media hora dominar casi todo el recinto.
Diarios de épocas como El Ferrocarril y El Mercurio de Valparaíso, días después, graficaban los acontecimientos.
Daniel Riquelme da a conocer el pavor del momento. Campesinos de un Santiago de pocos habitantes trataban de lanzar a las puertas troncos para sacar a la gente, pero quienes lograban salir ardían en llamas.
Al día siguiente de la tragedia, el olor de los alrededores de Santiago era inclemente. Y quienes lograron entrar a la iglesia ya sofocada vieron con pavor más de 1.800 personas transformadas en estatuas negras, carbonizadas.
En ese momento ya había llegado a Chile la fotografía, pero estas mismas no eran utilizadas en periodismo. Sólo una persona anónima logró sacar ocho fotos posteriores, las que se encuentran en el Museo del Carmen de Maipú. Hasta la fecha, de esas fotos, sólo han sido autorizadas tres para el público, las que ya se encuentran en Internet.
Estamos hablando de una masacre de gran esfera. Aquel anónimo fotógrafo, quien hizo reproducciones del exterior e interior de la iglesia ya calcinada, si hubiese tenido el permiso de retratar a los calcinados que no fueron tres sino más de mil, pudo haber quedado en la historia. Nunca antes se vio en el planeta morir tanta gente de esta forma, así lo grafica en sus textos Daniel Riquelme.
Los jesuitas iniciaron su caminar en 1539 y llegaron a Chile en 1593 para evangelizar a los aborígenes. Así dice la historia. Sin embargo estos aborígenes eran seres humanos que ya habían llegado a este continente cruzando por el estrecho de Behring más de 50.000 años antes. Es decir que los españoles ni la iglesia misma nunca descubrieron algo, porque todo ya se encontraba en este suelo.
Hablar de las congregaciones y de los jesuitas en especial nos quitará muchas páginas. Eran seres desprovistos, sacrificados, emprendedores al mismo tiempo, excluidos de algunos países de Europa y América.
La Iglesia de La Compañía sigue siendo una incógnita en nuestro país e incluso en esferas celestiales. ¿Acaso fueron castigados los jesuitas? Pero ¿qué culpa tuvo esa gente que murió y a quienes nadie pudo identificar tras esa maligna ceremonia del 8 de diciembre?. Ninguna.
Y los días siguen pasando y corren por carreteras. Sin embargo, nadie ha podido sacarme ese aire, esa bruma helada, cada vez que camino por las cercanías de las calles Compañía y Bandera, tras 146 años de tanto grito y pánico.
 

CFlamma

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Guau, se agradece, sobre todo el dato del escrito de Daniel Riquelme (¿estará en la Red?).

Lo que no sé, es hasta dónde creerle a quién afirma que el primer Cuerpo de Bomberos de la República estuvo... en Santiago.
 

kamakura

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Santiago
1 -- Me impactaron las maquetas que allí se presentaban sobre esta tragedia, acción que está estrechamente relacionada con que después de estos acontecimientos fue creado el primer cuerpo de bomberos de Chile, en Santiago.

2 -- Daniel Riquelme, escritor chileno de época, quien escribió sobre este acontecimiento, y quien, al mismo tiempo muere en Europa tan sólo a los 55 años tras una tuberculosis, y quien, además, es tirado a fosa común sin saberse hasta la actualidad donde quedaron sus huesos.........

3 -- Frente a tal cantidad de devotos que se encontraban en el recinto, una vela cayó al suelo y topó una tela.


El artículo de don Carlos Amador Marchant adolece de varias impresiciones que hay que considerar: (a modo de ejemplo)

1 -- Es evidente que el primer Cuerpo de Bomberos en Chile no es el de Santiago.

2 -- De los artículos “El Héroe y el Escritor” de Patricio Labarca Riquelme, publicado en la Revista de Estudios Históricos Nº36 (1991-1992) y de Jaime González Colville señalo lo siguiente:

Los funerales de Daniel Riquelme fueron preparados personalmente por el Ministro de Chile en París D. Federico Puga Borne, con quien lo unía una vieja amistad desde los tiempos en que trabajaron juntos durante la guerra del 79.

“iQué ironía del destino, diría Carlos Silva Vildósola (El Mercurio 12.11.12), hizo que este hombre en quien se encarnaba el viejo espíritu nacional, que tenía el sentimiento más profundo, más tierno, más genuino del alma chilena, viniera a morir a Suiza y quedaran sus restos sepultados sobre una colina a orillas del lago Leman, bajo una inscripción en francés!”

Efectivamente, sus restos descansaron en el Cementerio de Mantie, vecino a Lausana y en su lápida se leía:

Ci git
Daniel Riquelme

né àSantiago du Chili
mort à Lausanne
le 9 Août, 1912

Los restos de Daniel Riquelme fueron repatriados a Chile, llegando a Valparaíso el 26 de enero de 1914; Sus amigos de tertulia establecieron un legado en el Cementerio General, destinado a que la tumba del escritor siempre estuviera cubierta de rosales; esta disposición dejó de cumplirse hace muchos años; hoy su nicho, ubicado en el patio 34, número 1889, está abandonado.

3 -- La investigación llevada a cabo sobre el origen del fuego, concluyó que estuvo en la media luna que estaba a los pies de Virgen. Hasta hace poco estuvo publicada en la páguina web del CBS, con el cambio de formato la sacaron.
 
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Según los conocimientos que manejo respecto del incendio del Templo de la Compañía de Jesús, no se aporta ningún detalle ignorado en lo que se plantea como encabezado de esta nota.

Para los que somos integrantes del CBS es muy conocida toda la historia de éste incendio, con todos su detalles y pormenores.

De verdad no entiendo la crítica de fondo planteada inicialmente en relación a la falta de detalles respecto del incendio. Hay una historia oficial y ésta está escrita en memorables relatos de grandes hombres de esa época.

En resumen, no encuentro asidero a esto.
 

ANGEL MALO

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Yo creo que antes de entrar en conjeturas y desvinculándonos un instante de la historia esquematizada, o de los partes oficiales de la Iglesia que en ese entonces era un Estado dentro de otro Estado, bien podriamos intentar leer la obra de Daniel Riquelme sobre la tragedia de la Iglesia de la Compañía, y compararla con el escueto resumen judicial de Prats y Coo.

Cosa curiosa, el escritor era hermano de Ernesto Riquelme Venegas, quién fuera voluntario de la 2a. Compañía de Bomberos de Santiago, y que como Guardiamarina muriera gloriosamente arriba de la cubierta de la Esmeralda el 21 de Mayo de 1879.

Además Daniel Riquelme fue corresponsal de guerra en la Campaña del Norte 1879-1884, y escribió varias e interesantes obras costumbristas,
bajo el pseudónimo de "Inocencio Conchalí".
 

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Angel Malo, he releido varias veces este tema y quisiera puntualizar algunas, cosas, con el único fin de entender bien lo que se está planteando.

En el texto expuesto, escrito por Carlos Amador Marchant (sorry por la ignorancia pero no sé quien es este personaje), del que no sé si está transcrito en su totalidad o son extractos, no se obtiene ninguna información ni dato relevante ni nuevo en relación a lo que se conoce como la historia oficial del incendio en cuestión. Lo único llamativo entre los datos entregados, es la tremenda impresición al afirmar el escritor que el incendio dió pie a la formación del primer cuerpo de bomberos en Chile. Craso error.

Un segundo error lo comete al afirmar la penosa forma de sepultación que tuvo Daniel Riquelme en Europa. Otro forista entregó un valioso antecedente respecto de los detalles de la sepultación de Riquelme. Esto es lo que puedo decir en relación al texto de Amador Marchant.

Otra cosa. Angel Malo tu afirmas en tu primer post tener en tu poder documentos únicos en relación al tema, pues "que alguna mano negra habría sacado de circulación la publicación original", según tu propia afirmación. ¿A cuáles documentos te refieres? ¿Los podrías hacer públicos?
 

ANGEL MALO

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Angel Malo, he releido varias veces este tema y quisiera puntualizar algunas, cosas, con el único fin de entender bien lo que se está planteando.

En el texto expuesto, escrito por Carlos Amador Marchant (sorry por la ignorancia pero no sé quien es este personaje), del que no sé si está transcrito en su totalidad o son extractos, no se obtiene ninguna información ni dato relevante ni nuevo en relación a lo que se conoce como la historia oficial del incendio en cuestión. Lo único llamativo entre los datos entregados, es la tremenda impresición al afirmar el escritor que el incendio dió pie a la formación del primer cuerpo de bomberos en Chile. Craso error.

Un segundo error lo comete al afirmar la penosa forma de sepultación que tuvo Daniel Riquelme en Europa. Otro forista entregó un valioso antecedente respecto de los detalles de la sepultación de Riquelme. Esto es lo que puedo decir en relación al texto de Amador Marchant.

Otra cosa. Angel Malo tu afirmas en tu primer post tener en tu poder documentos únicos en relación al tema, pues "que alguna mano negra habría sacado de circulación la publicación original", según tu propia afirmación. ¿A cuáles documentos te refieres? ¿Los podrías hacer públicos?


Exactamente tengo unos documentos sobre el incendio de la Iglesia de la Compañía, no se si estarán en el archivo Nacional. Lamentablemente,debido a que aún no puedo movilizarme bién, no he podido rescatarlos de la bodega de libros, pero apenas pueda fisicamente
ir a ese lugar, los voy a sacar y la idea es publicar el folletin o informe.
Lo que recuerdo es, que raíz del siniestro se armó una gran polémica religioso-laica en el momento, donde salen a relucir "las Hijas de María",
una asociación por así decir, donde las damas de sociedad mantenian un buzón en el que depositaban esquelas o papelillos dando cuenta de sus "pecadillos". Este buzón sobrevivió a la hecatombe y su contenido fue dado a conocer por las autoridades, con el consiguiente escándalo,
indicándose además la exigencia moral de las mujeres de ir al templo
y consignarse con el famoso buzón, lo que habría desembocado en la alta asistencia ese día, más allá del consiguiente fervor Mariano.

En el docto. citado salen las cartas que se intercambian las autoridades
y el Obispo de Santiago sobre este tema, y en particular recuerdo la
controversia entre la Autoridad Religiosa y el Intendente de Santiago, don Francisco Bascuñán Guerrero (Fundador del CBS), ambos perdieron a sus seres más queridos en el incendio, y al final del largo contencioso se abuenaron.

El documento de marras trae además un anexo (anejo) con la casi totalidad de las víctimas del incendio, dividiendo la ciudad por parroquias,
y ordenando a los fallecidos por los domicilios de la respectiva jurisdicción
eclesiastica.

Es indudable que el clima de efervescencia ciudadana a raíz de estos hechos, detonó una verdadera asonada popular que se dirigió a la Moneda y exigió al Presidente que ordenara demoler el templo hasta su última piedra. La voz del pueblo fue escuchada y de inmediato las autoridades locales se dieron a la misión de eliminar todo vestigio del Templo de San Miiguel de la Iglesia de la Compañía de Jesús, a poco más de seis días
de producida la tragedia.
 

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Ahora se me aclaró el panorama.

Muy interesante todo lo que dices. Ya con lo que has escrito hay detalles muy interesantes. Ojalá puedas "desclasificar" los documentos a la brevedad.
 

Pitón Ruso

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El escritor Daniel Riquelme Tambien fue bombero de la 2ª del CBS.
 

Haligan

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29 Sep 2008
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Guau, se agradece, sobre todo el dato del escrito de Daniel Riquelme (¿estará en la Red?).

Lo que no sé, es hasta dónde creerle a quién afirma que el primer Cuerpo de Bomberos de la República estuvo... en Santiago.

Cómo entidad jurídica "Cuerpo de Bomberos" tal vez no (o sí?), pero es sabido que la función de bomberos la tenía el ejército o una entidad militar o policial algo por el estilo, es más ellos tenían a su cargo material de mangueras y bombines para el combate de los incendios de la pequeña ciudad de Santiago. Luego, estos materiales fueron donados a la reciente organización creada (CBS). Tal vez el autor se referirá a este dato para basarse que el primer CB fué en Santiago?

Todo esto ocurría mucho antes que se formara el CB Valparaíso y por cierto antes que el CBS...trataré de encontrar la información para darla a conocer creo que está en algunos decretos de ese tiempo y en más de algún libro de bomberos...
 
N

Nemesis

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Dsde la llegada de los españoles, en muchas de las ciudades de Chile había un sistema o servicio para combatir incendios mantenido por la respectiva municipalidad, cuando ocurrió el incendio de La Compañía, la brigada o como quiera llamarse al servicio municipal de ese momento no pudo hacer nada útil, cuando se fundó el CBS esos equipos fueron tranferidos a este último. Como CB más antiguo de Chile, entiendo que es el de Ancud, pero no registró su personería jurídica, algo que si hizo Valpo años después y ahí hay una pequeña polémica que persiste acerca del valor real de la PJ para la antiguedad.
 

alpinu

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26 Dic 2009
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Hola a todos.
Como seguramente muchos de los que han escrito aquí, a mí también me ha interesado este tema desde que supe de él: He dedicado mucho tiempo a investigar sobre este hecho y he leído todo lo que he podido encontrar sobre él.
Sin duda, la primera fuente es el escrito de Benjamín Vicuña Mackenna (El incendio del Templo de la Compañía de Jesús) que es una recopilación de los artículos de prensa de la época, añadiendo algunos otros documentos relacionados (la creación del CBS, cartas del arzobispo de Santiago, mensajes escritos del intendente y del arzobispo de Anazarba, ambos con familiares muertos en el incendio, etc., y la lista de las víctimas). Es importante señalar que existe un texto muy similar al de BVM, aunque sin autor, en el que se añade un anexo con listas de víctimas de acuerdo a algunas circunscripciones del Santiago de la época, pero ese censo de víctimas no es total, sino parcial, desafortunadamente (el libro se encuentra en la sala de microformatos de la Biblioteca Nacional: Relación del incendio de la Compañía acaecido el 8 de diciembre de 1863).
Otra fuente primaria, y, a mi parecer, mucho más interesante que el libro de BVM, es el libro de Daniel Riquelme Venegas (El incendio de la Iglesia de la Compañía: el 8 de diciembre de 1863) publicado en 1893. Leí el ejemplar que está en la biblioteca de la PUC, que ya no es posible consultar porque es una reliquia y cuidado como un tesoro. La importancia de este libro radica en la forma en que está escrito: es una especie de investigación periodística, con nombres y detalles inéditos. La lista de las víctimas que incluye parece ser más acabada que la que aparece en el de BVM; sin embargo creo que, para llegar a una lista definitiva, lo mejor es contrastarlas, pues ambos libros cometen algunos errores de repetición o duplicación de nombres.
Por último, están los recuerdos de cuatro testigos:
Martina Barros Borgoño (Recuerdos de mi vida), Mariano Casanova Casanova (Historia del Templo de la Compañía de Santiago de Chile), Abdón Cifuentes Espinosa (Memorias) y Ramón Subercaseaux Vicuña (Memorias de ochenta años: recuerdos personales, críticas, remiscencias históricas, viajes, anécdotas). Todos ellos entregan detalles que no son posibles de encontrar en otros textos.
La relación de lo ocurrido en el incendio por el doctor Francisco Javier Tocornal y el Parte Judicial de Prats y Coo son útiles también; el primero de ellos incluso aparece en una novela de Jorge Marchant Lazcano (La joven de blanco).
Existen fotografías posteriores al incendio (que fueron tomadas por Thomas Columbus Helsby), pero no se han publicado todas juntas. Algunas están en el Museo del Carmen de Maipú y otras en libros (como en el de Carlos Peña Otaegui, Santiago de siglo en siglo). Ahora que se aproxima el Bicentenario, creo que alguien debería publicarlas porque su valor histórico es enorme.
Personalmente estoy interesado en las víctimas; en todas esas personas que jamás volvieron a sus casas ese martes 8 de diciembre y en los que dejaron atrás. Me ha sido posible echarle un vistazo a ese tiempo y a los intrincados vínculos de esa época gracias a toda esa gente que vivió en un Chile tan distinto al nuestro en la forma, aunque no quizá en el fondo.
Gracias por leer este mensaje. Saludos.