[h=1]Gómez Carreño, el "sheriff" que controló Valparaíso en el sismo de 1906[/h][h=4]Hace un siglo el puerto cayó al suelo. Como hoy, en el caos se desataron saqueos. El almirante Luis Gómez Carreño, ex veterano de la Guerra del Pacífico, pasó a la historia por ordenar la ciudad con fusilamientos públicos.[/h][h=5]por Roberto Careaga C. - 02/03/2010 - 10:50 [/h]
[h=5]Fusilados en el terremoto de Valparaíso de 1906.[/h]
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Empezó a poco más de un día del terremoto: un turba abrió a fuerza las bodegas de un supermercado de Concepción y empezó a llevarse todo lo que pudo. La escena, una de las más perturbadoras del día después del desastre, se repitió tantas veces en la VIII y VII Región que se decretó Estado de Catástrofe, dejando a las Fuerzas Armadas a cargo de la seguridad.
Impresionante, pero nada nuevo: un siglo atrás, el Valparaíso devastado por el terremoto de 1906 también era asediado por el pillaje. La respuesta fue implacable: fusilamientos, ordenó el almirante Luis Gómez Carreño. Le hicieron caso. El puerto fue controlado.
Hombre decidido, Gómez Carreño pasó a la historia por haber puesto orden a Valparaíso tras el terremoto. Hoy una población de la Quinta Región lleva su nombre. "Fue muy admirado en su época", asegura el historiador Cristián Gazmuri. Lo prueban las palabras que le dedicó Joaquín Edwards Bello: "Los reos se sublevaban en las cárceles, la gente huía despavorida en la oscuridad. Sentíanse extraños ruidos, y veíanse luces lúgubres y negras nubes por el cielo. Entonces se reveló el carácter de un gran marino: Gómez Carreño sujetó a la hez y devolvió a la ciudad el orden por medio de una dictadura 'bala en boca'".
Marino precoz, a los 15 años Gómez Carreño se subió como aprendiz al monitor Huáscar y batalló en la Guerra del Pacífico. En 1903 tuvo una brillante labor al mando del buque escuela General Baquedano. Luego pasaría a la historia.
Fusilamientos
Tan fuerte como el terremoto de la madrugada del sábado, el que afectó a Valparaíso el 16 de agosto de 1906 dejó al puerto en el suelo. Horas después, en medio de un caos flanqueado por incendios, se desató el pillaje. El día 19 Gómez Carreño entró en escena asumiendo como Jefe de Plaza del puerto. Desde su oficina, instalada en una carpa en la Plaza Victoria, puso en marcha un plan que incluía la distribución de alimento y agua potable, remoción de cadáveres y demolición de edificios en riesgo de desplome.
Impasible, Gómez Carreño fue el encargado de revivir una costumbre que Chile ya había dejado en el pasado en el 1900: fusilamientos públicos y exhibición de los cadáveres. Según la historiadora Patricia Arancibia Clavel su labor fue decisiva: "De no ser por él estoy segura de que los saqueos que ocurrieron tras el terremoto de 1906 habrían causado algo muy grave, inmanejable. El cortó de raíz toda la delincuencia post-terremoto".
Sin embargo, el historiador de la Universidad Alberto Hurtado, Joaquín Fernández, asegura que la figura del almirante está rodeada de mitos. Antes que Gómez Carreño, el intendente Enrique Larraín Alcalde impuso un toque de queda entre las 18 horas y las siete de la mañana. Además, ordenó la pena máxima para los delincuentes. "Es ahí que el intendente designa a Gómez Carreño para hacerse cargo de las fuerzas de policía, de Ejército y de Armada para llevar a cabo estas disposiciones", explica Fernández.
Un siglo atrás, con aquellas medidas para imponer orden, Gómez Carreño encabezó el fusilamiento de al menos 15 personas. También habrían sido castigados físicamente otros ladrones sorprendidos in situ. Pocas semanas después, se formó una Junta de Reconstrucción que recibió dineros internacionales. Valparaíso se pondría en pie tres años después. Gómez Carreño se anotaría otro logro en carrera trayendo seis submarinos desde EEUU y en 1930 moriría en un accidente automovilístico. "Fondeado sin novedad", se lee en su epitafio.
1865-1930
Luis Gómez Carreño
Vicealmirante
Destacado Jefe de Plaza de Valparaíso durante la emergencia derivada del terremoto del 16 de agosto de 1906, se vio obligado a reprimir con la última pena el robo y otros delitos, que en aquellas circunstancias hubieran agravado enormemente la trágica situación. Nombrado en su cargo el día 17, emplazó su oficina en una carpa en la Plaza de la Victoria y desde allí se comenzó la organización para dar los primeros servicios a la ciudad, que se encontraba destruida casi en su totalidad. En su primera Orden del Día se preocupó en organizar la alimentación, distribución de agua, sanidad, policía, retiro de escombros, extracción de cadáveres, demolición de edificos peligrosos, comercialización en almacenes de provisiones y transporte. Además, todas las tropas de Ejército y Marina y la de buques extranjeros que colaboraban en las labores de rescate, fueron puestas a sus órdenes, con lo cual rápidamente se pudo normalizar lo esencial en la vida de la ciudad. Su decidida y activa participación en la normalización de las actividades de la ciudad, lo hizo merecedor del reconocimiento público.
Se encargó a comienzos de 1918 de traer a Chile la flotilla de seis submarinos clase "Holland", "Guacolda", "Tegualda", "Rucumilla", "Quidora", "Fresia" y "Guale", construidos en Estados Unidos y tres años más tarde, el acorazado "Almirante Latorre" desde Inglaterra.
Es recordada en la Marina de Chile la anécdota que refleja la fuerte determinación del Almirante cuando en Plymouth, momentos antes del zarpe de la fuerza naval chilena compuesta por el acorazado y los cazatorpederos "Williams", "Riveros" y "Uribe", las autoridades del puerto le indicaron que por razones de mal tiempo, todo movimiento marítimo estaba suspendido: "He avisado a mi gobierno que zarpo hoy y no enmendaré mi rumbo", fue la resuelta respuesta del almirante, zarpando luego rumbo a la patria donde arribó el 20 de febrero de 1921.
Comandante en Jefe de la Escuadra, Director de la Escuela Naval y Ministro de Guerra y Marina luego del movimiento militar del 5 de septiembre de 1924, el Vicealmirante Gómez se acogió a retiro tras cuarenta y cinco años de servicio naval, en marzo del año siguiente.
Casado en 1895 con doña Isabel Nicholls Thomas, el distinguido marino tuvo cinco hijos: Carmen Isabel, Luis Alfredo, Alfredo Guillermo, Carmen Luisa y Juana Carolina, con quienes conformó una feliz familia. Dos años después de su matrimonio viajó a Europa con el Almirante Jorge Montt Alvarez, Director General de la Armada, donde conoció en detalle la organización de cada una de las Marinas de los países visitados.
Falleció trágicamente en un accidente automovilístico en el camino de El Olivar de Viña del Mar, el 6 de enero de 1930. Un solitario monolito recuerda el trágico hecho en dicho lugar.
El nombre del carismático y enérgico Almirante don Luis Gómez Carreño, "Don Luchito" o "Gómez Carreño" a secas, ha sido perpetuado en un extenso complejo habitacional existente en el sector alto de la ciudad de Viña del Mar y en el nombre de una Compañía de Bomberos de esa ciudad.
Empezó a poco más de un día del terremoto: un turba abrió a fuerza las bodegas de un supermercado de Concepción y empezó a llevarse todo lo que pudo. La escena, una de las más perturbadoras del día después del desastre, se repitió tantas veces en la VIII y VII Región que se decretó Estado de Catástrofe, dejando a las Fuerzas Armadas a cargo de la seguridad.
Impresionante, pero nada nuevo: un siglo atrás, el Valparaíso devastado por el terremoto de 1906 también era asediado por el pillaje. La respuesta fue implacable: fusilamientos, ordenó el almirante Luis Gómez Carreño. Le hicieron caso. El puerto fue controlado.
Hombre decidido, Gómez Carreño pasó a la historia por haber puesto orden a Valparaíso tras el terremoto. Hoy una población de la Quinta Región lleva su nombre. "Fue muy admirado en su época", asegura el historiador Cristián Gazmuri. Lo prueban las palabras que le dedicó Joaquín Edwards Bello: "Los reos se sublevaban en las cárceles, la gente huía despavorida en la oscuridad. Sentíanse extraños ruidos, y veíanse luces lúgubres y negras nubes por el cielo. Entonces se reveló el carácter de un gran marino: Gómez Carreño sujetó a la hez y devolvió a la ciudad el orden por medio de una dictadura 'bala en boca'".
Marino precoz, a los 15 años Gómez Carreño se subió como aprendiz al monitor Huáscar y batalló en la Guerra del Pacífico. En 1903 tuvo una brillante labor al mando del buque escuela General Baquedano. Luego pasaría a la historia.
Fusilamientos
Tan fuerte como el terremoto de la madrugada del sábado, el que afectó a Valparaíso el 16 de agosto de 1906 dejó al puerto en el suelo. Horas después, en medio de un caos flanqueado por incendios, se desató el pillaje. El día 19 Gómez Carreño entró en escena asumiendo como Jefe de Plaza del puerto. Desde su oficina, instalada en una carpa en la Plaza Victoria, puso en marcha un plan que incluía la distribución de alimento y agua potable, remoción de cadáveres y demolición de edificios en riesgo de desplome.
Impasible, Gómez Carreño fue el encargado de revivir una costumbre que Chile ya había dejado en el pasado en el 1900: fusilamientos públicos y exhibición de los cadáveres. Según la historiadora Patricia Arancibia Clavel su labor fue decisiva: "De no ser por él estoy segura de que los saqueos que ocurrieron tras el terremoto de 1906 habrían causado algo muy grave, inmanejable. El cortó de raíz toda la delincuencia post-terremoto".
Sin embargo, el historiador de la Universidad Alberto Hurtado, Joaquín Fernández, asegura que la figura del almirante está rodeada de mitos. Antes que Gómez Carreño, el intendente Enrique Larraín Alcalde impuso un toque de queda entre las 18 horas y las siete de la mañana. Además, ordenó la pena máxima para los delincuentes. "Es ahí que el intendente designa a Gómez Carreño para hacerse cargo de las fuerzas de policía, de Ejército y de Armada para llevar a cabo estas disposiciones", explica Fernández.
Un siglo atrás, con aquellas medidas para imponer orden, Gómez Carreño encabezó el fusilamiento de al menos 15 personas. También habrían sido castigados físicamente otros ladrones sorprendidos in situ. Pocas semanas después, se formó una Junta de Reconstrucción que recibió dineros internacionales. Valparaíso se pondría en pie tres años después. Gómez Carreño se anotaría otro logro en carrera trayendo seis submarinos desde EEUU y en 1930 moriría en un accidente automovilístico. "Fondeado sin novedad", se lee en su epitafio.
1865-1930
Luis Gómez Carreño
Vicealmirante
Destacado Jefe de Plaza de Valparaíso durante la emergencia derivada del terremoto del 16 de agosto de 1906, se vio obligado a reprimir con la última pena el robo y otros delitos, que en aquellas circunstancias hubieran agravado enormemente la trágica situación. Nombrado en su cargo el día 17, emplazó su oficina en una carpa en la Plaza de la Victoria y desde allí se comenzó la organización para dar los primeros servicios a la ciudad, que se encontraba destruida casi en su totalidad. En su primera Orden del Día se preocupó en organizar la alimentación, distribución de agua, sanidad, policía, retiro de escombros, extracción de cadáveres, demolición de edificos peligrosos, comercialización en almacenes de provisiones y transporte. Además, todas las tropas de Ejército y Marina y la de buques extranjeros que colaboraban en las labores de rescate, fueron puestas a sus órdenes, con lo cual rápidamente se pudo normalizar lo esencial en la vida de la ciudad. Su decidida y activa participación en la normalización de las actividades de la ciudad, lo hizo merecedor del reconocimiento público.
Se encargó a comienzos de 1918 de traer a Chile la flotilla de seis submarinos clase "Holland", "Guacolda", "Tegualda", "Rucumilla", "Quidora", "Fresia" y "Guale", construidos en Estados Unidos y tres años más tarde, el acorazado "Almirante Latorre" desde Inglaterra.
Es recordada en la Marina de Chile la anécdota que refleja la fuerte determinación del Almirante cuando en Plymouth, momentos antes del zarpe de la fuerza naval chilena compuesta por el acorazado y los cazatorpederos "Williams", "Riveros" y "Uribe", las autoridades del puerto le indicaron que por razones de mal tiempo, todo movimiento marítimo estaba suspendido: "He avisado a mi gobierno que zarpo hoy y no enmendaré mi rumbo", fue la resuelta respuesta del almirante, zarpando luego rumbo a la patria donde arribó el 20 de febrero de 1921.
Comandante en Jefe de la Escuadra, Director de la Escuela Naval y Ministro de Guerra y Marina luego del movimiento militar del 5 de septiembre de 1924, el Vicealmirante Gómez se acogió a retiro tras cuarenta y cinco años de servicio naval, en marzo del año siguiente.
Casado en 1895 con doña Isabel Nicholls Thomas, el distinguido marino tuvo cinco hijos: Carmen Isabel, Luis Alfredo, Alfredo Guillermo, Carmen Luisa y Juana Carolina, con quienes conformó una feliz familia. Dos años después de su matrimonio viajó a Europa con el Almirante Jorge Montt Alvarez, Director General de la Armada, donde conoció en detalle la organización de cada una de las Marinas de los países visitados.
Falleció trágicamente en un accidente automovilístico en el camino de El Olivar de Viña del Mar, el 6 de enero de 1930. Un solitario monolito recuerda el trágico hecho en dicho lugar.
El nombre del carismático y enérgico Almirante don Luis Gómez Carreño, "Don Luchito" o "Gómez Carreño" a secas, ha sido perpetuado en un extenso complejo habitacional existente en el sector alto de la ciudad de Viña del Mar y en el nombre de una Compañía de Bomberos de esa ciudad.