Especial Aniversario Cuerpo de Bomberos de Calama
Guillermo Molina: El bombero más antiguo de Calama
A sus 99 años de vida, este loíno recuerda claramente sus inicios en el voluntariado
De ver y no creer. Guillermo Molina Arauco, cumplirá en los próximos meses 99 años de vida, o sea nació un año después que la Primera Compañía de Bomberos de Calama, de la que hoy es voluntario honorario, y tiene lúcidos recuerdos que gustoso los comentó con este diario.
Se desplaza de un lugar a otro, es independiente en sus quehaceres hogareños, tiene una memoria extraordinaria y nadie pensaría tiene esa edad, de la que habla con orgullo. Entre sollozos se piensa un senescente próximo a terminar su vida. No obstante, sus hijos, nietos y toda la familia lo anima y alienta para que esté junto a ellos por mucho tiempo más, por cuanto se ha vuelto todo un valuarte y todo un ejemplo para ellos.
El uno de agosto de 1908 nació en Antofagasta, pero de muy niño fue traído por sus padres a Calama. "Ellos eran pampinos, mi papá trabajaba en las salitreras. El se llamaba Simón Molina Cruz y mi mamá Manuela Arauco Páez. Tuve cinco hermanos, tres hombres y dos mujeres. Ellos todos fallecieron, soy el único que queda. Yo era el penúltimo de todos".
Recuerda haber asistido a la Escuela Número Uno de Hombres de Calama, hasta el sexto año de preparatoria. "Era la única Escuela que había en la época, junto a la Número Dos: Había otra, pero era municipal, de carácter profesional, donde las niñas aprendían a conocer y después no había más escuelas. Mi profesor era Armando Cruz y Marcos Lagacetti. Aprendí con ellos las primeras letras. Ellos están ya fallecidos, comenta. Pero agrega, "también había profesores mujeres, como la señorita Rosaura Ramírez, Betzabé Ramírez, también, eran hermanas, de Chiu Chiu venían para hacer clases aquí".
Se desempeñó como activo integrante de la Compañía de Bomberos, desde los 18 años, pero dice que no estaba en él ser voluntario, al menos de niño no tenía esa intención, sino que ese espíritu de servicio nació después. "Antes jugaba mucho, era futbolista hasta los cuarenta años. Jugaba por el Victoria Royal, un club ferroviario".
Recuerda que vivía en calle Vargas. Eso antes de que la empresa de Ferrocarril decidiera instalar casas a un costado de la Estación. "Eran casas hechizas que trajeron desde los Estados Unidos y aquí las armaban".
Calama era chiquito. "Desde la calle Balmaceda hasta Santa María, nada más, y había muchas hectáreas agrícolas. En la calle Sotomayor se hacían las fiestas, las carreras de caballo. Un muy buen jinete era don José Radic, quien falleció hace algunos días, era el jinete del pueblo, hijo de don Pedro Radic. Su casa estaba frente a la botica y cerca estaba la Tienda La Española".
Es viudo desde hace 22 años, tuvo cuatro hijos. Se confundió con los nombres, no supo cuales eran los hijos, y cuales sus hermanos, pero era primera vez que lo olvidaba, dijo. Después ya hizo memoria y se despejó su duda.
Dice que fue en 1932 cuando decidió incorporarse a las filas del voluntariado de bomberos. Era el tiempo en que comenzaba a formarse la Segunda Compañía. La Primera era la única y comenzaba a crecer la ciudad, había más incendios, de manera que se decidió conformar la segunda compañía, pero me sumé a la primera. "Hacían las reuniones en la plaza, por eso uno se imponía de todo lo que hacían y nos fuimos entusiasmando de participar en esta actividad".
En tanto él trabajaba como mecánico de locomotoras del Ferrocarril. "Eso hasta que comenzaron a modernizarse los sistemas, y a su vez la empresa comenzó a trabajar para la traída de los materiales con que se construía Chuquicamata", agrega.
Había, incendios grandes. Se quemó la iglesia de la ciudad, la que estaba en calle Balmaceda, esquina Sotomayor. Era de calaminas, se incendió como a las dos de la mañana. Había un curita muy bueno, alemán. Eso fue antes, tenía como quince años. La plaza era un paseo de tierra. Alguien después donó los terrenos para la iglesia actual, todo eso eran áreas agrícolas, lo mismo el Colegio Guadalupe de Ayquina, que también fue donado.
Recuerda que también se quemó la casa de Juan Siglic. "Se dice que la incendiaron intencionalmente alguien, pero nunca se pudo comprobar nada".
Agrega que uno de los más tristes fue un incendio que se provocó luego de un terremoto, el que fue para el sector de Las Vegas, porque Calama todo era un bello oasis, y en medio de las parcelas había viviendas, "se quemó una casa y una señora no pudo salir, fue muy triste verla allí, cuando llegaron los bomberos y la pudimos sacar, todavía estaba viva", destaca.
Comenta que para apagar incendios, utilizaban baldes, los que debían llenar en un lugar y correr con ellos hacia el fuego, "era muy difícil el trabajar, porque no había ni grifos, posteriormente comenzaron a edificarse las casas y se mejoraron los sistemas de socorro, como los grifos, para que los bomberos pudieran apagar incendios".
Comenta que fue Chuquicamata el que finalmente logró construir a Calama, porque con la industria minera, comenzó a llegar mucha gente y se armaron las poblaciones. Se enorgullece de ser bombero y dice que esta es una institución noble y digna y está feliz que podrá participar de la conmemoración de los cien años de existencia del Cuerpo de Bomberos.
Fuente: El Mercurio de Calama
Guillermo Molina: El bombero más antiguo de Calama
A sus 99 años de vida, este loíno recuerda claramente sus inicios en el voluntariado
De ver y no creer. Guillermo Molina Arauco, cumplirá en los próximos meses 99 años de vida, o sea nació un año después que la Primera Compañía de Bomberos de Calama, de la que hoy es voluntario honorario, y tiene lúcidos recuerdos que gustoso los comentó con este diario.
Se desplaza de un lugar a otro, es independiente en sus quehaceres hogareños, tiene una memoria extraordinaria y nadie pensaría tiene esa edad, de la que habla con orgullo. Entre sollozos se piensa un senescente próximo a terminar su vida. No obstante, sus hijos, nietos y toda la familia lo anima y alienta para que esté junto a ellos por mucho tiempo más, por cuanto se ha vuelto todo un valuarte y todo un ejemplo para ellos.
El uno de agosto de 1908 nació en Antofagasta, pero de muy niño fue traído por sus padres a Calama. "Ellos eran pampinos, mi papá trabajaba en las salitreras. El se llamaba Simón Molina Cruz y mi mamá Manuela Arauco Páez. Tuve cinco hermanos, tres hombres y dos mujeres. Ellos todos fallecieron, soy el único que queda. Yo era el penúltimo de todos".
Recuerda haber asistido a la Escuela Número Uno de Hombres de Calama, hasta el sexto año de preparatoria. "Era la única Escuela que había en la época, junto a la Número Dos: Había otra, pero era municipal, de carácter profesional, donde las niñas aprendían a conocer y después no había más escuelas. Mi profesor era Armando Cruz y Marcos Lagacetti. Aprendí con ellos las primeras letras. Ellos están ya fallecidos, comenta. Pero agrega, "también había profesores mujeres, como la señorita Rosaura Ramírez, Betzabé Ramírez, también, eran hermanas, de Chiu Chiu venían para hacer clases aquí".
Se desempeñó como activo integrante de la Compañía de Bomberos, desde los 18 años, pero dice que no estaba en él ser voluntario, al menos de niño no tenía esa intención, sino que ese espíritu de servicio nació después. "Antes jugaba mucho, era futbolista hasta los cuarenta años. Jugaba por el Victoria Royal, un club ferroviario".
Recuerda que vivía en calle Vargas. Eso antes de que la empresa de Ferrocarril decidiera instalar casas a un costado de la Estación. "Eran casas hechizas que trajeron desde los Estados Unidos y aquí las armaban".
Calama era chiquito. "Desde la calle Balmaceda hasta Santa María, nada más, y había muchas hectáreas agrícolas. En la calle Sotomayor se hacían las fiestas, las carreras de caballo. Un muy buen jinete era don José Radic, quien falleció hace algunos días, era el jinete del pueblo, hijo de don Pedro Radic. Su casa estaba frente a la botica y cerca estaba la Tienda La Española".
Es viudo desde hace 22 años, tuvo cuatro hijos. Se confundió con los nombres, no supo cuales eran los hijos, y cuales sus hermanos, pero era primera vez que lo olvidaba, dijo. Después ya hizo memoria y se despejó su duda.
Dice que fue en 1932 cuando decidió incorporarse a las filas del voluntariado de bomberos. Era el tiempo en que comenzaba a formarse la Segunda Compañía. La Primera era la única y comenzaba a crecer la ciudad, había más incendios, de manera que se decidió conformar la segunda compañía, pero me sumé a la primera. "Hacían las reuniones en la plaza, por eso uno se imponía de todo lo que hacían y nos fuimos entusiasmando de participar en esta actividad".
En tanto él trabajaba como mecánico de locomotoras del Ferrocarril. "Eso hasta que comenzaron a modernizarse los sistemas, y a su vez la empresa comenzó a trabajar para la traída de los materiales con que se construía Chuquicamata", agrega.
Había, incendios grandes. Se quemó la iglesia de la ciudad, la que estaba en calle Balmaceda, esquina Sotomayor. Era de calaminas, se incendió como a las dos de la mañana. Había un curita muy bueno, alemán. Eso fue antes, tenía como quince años. La plaza era un paseo de tierra. Alguien después donó los terrenos para la iglesia actual, todo eso eran áreas agrícolas, lo mismo el Colegio Guadalupe de Ayquina, que también fue donado.
Recuerda que también se quemó la casa de Juan Siglic. "Se dice que la incendiaron intencionalmente alguien, pero nunca se pudo comprobar nada".
Agrega que uno de los más tristes fue un incendio que se provocó luego de un terremoto, el que fue para el sector de Las Vegas, porque Calama todo era un bello oasis, y en medio de las parcelas había viviendas, "se quemó una casa y una señora no pudo salir, fue muy triste verla allí, cuando llegaron los bomberos y la pudimos sacar, todavía estaba viva", destaca.
Comenta que para apagar incendios, utilizaban baldes, los que debían llenar en un lugar y correr con ellos hacia el fuego, "era muy difícil el trabajar, porque no había ni grifos, posteriormente comenzaron a edificarse las casas y se mejoraron los sistemas de socorro, como los grifos, para que los bomberos pudieran apagar incendios".
Comenta que fue Chuquicamata el que finalmente logró construir a Calama, porque con la industria minera, comenzó a llegar mucha gente y se armaron las poblaciones. Se enorgullece de ser bombero y dice que esta es una institución noble y digna y está feliz que podrá participar de la conmemoración de los cien años de existencia del Cuerpo de Bomberos.
Fuente: El Mercurio de Calama