En un Dia Como Hoy Cae un Valiente

Nacho

Comandante de Guardia
Miembro
Miembro Regular
Durante la Guerra del Pacifico, el Cuerpo de Bomberos de Copiapó que había sido fundado en 1868, siendo el 6º entre sus congeneres en el país, tuvo un relevante papel en Atacama, cumpliendo con creces sus enunciados de servir a la comunidad. De sus filas fueron muchos los Voluntarios que se incorporaron al contingente del Batallón "Atacama". Tanto como oficiales, como soldados, pasaron a engrosar las filas del legendario Batallón. Entre ellos, podemos recordar a Ramón Rosa Vallejo, Capitán de la tercera Compañía del "Atacama Nº 1", Adolfo Jenequel, Capitán de la Tercera Compañía del "Atacama Nº 2"; ambos Capitanes eran Tesoreros del Cuerpo de Bomberos, de la Primera y Segunda Copañía respectivamente, más innumerables Soldados - Voluntarios que hiceron toda la Campaña. Cuando el 27 de Mayo de 1879, estos valientes soldados marchaban a Caldera, un grupo de Bomberos los acompañó para proteger el poblado de posibles incendios ocasionados por los barcos enemigos que contínuamente merodeaban las costas de Caldera.


Con Fecha 05 de Marzo de 1879, el cuerpo de Bomberos acuerda en reunión, solicitar al Supremo Gobierno para constituirse en Cuerpo Armado y prestar así los Servicios que demandare las necesidades de la Guerra. El 22 de Abril de 1879, se ordena la creación de un Cuerpo de Voluntarios Armados, (siendo este el primero de Chile). De este recién formado Cuerpo con los miembros de la Institución, una facción parte a Caldera y el resto queda haciendo guardias diurnas y nocturnas en Copiapó. El 18 de Octubre de 1879, el Intendendente de Atacama comunica al Comandante del Cuerpo de Bomberos que los fusiles para el Cuerpo a su mando están a su disposición en el Cuartel de Policía y prestan vigilancia armada a la ciudada. Cuando meses más tarde, un prisionero boliviano se fugó del Batallón Cívico, fueron los Bomberos Armados quienes lo capturaron de nuevo. Por Noviembre comienza a llegar los primeros heridos de Pisagua, fue taréa de los Bomberos recibirlos, llevarlos al Hospital de Sangre para recibir allí las atenciones de los doctores Ramón Dávila, Juan Serapio Lois, que también eran Bomberos.


Pronto, se amplia las tareas del Cuerpo Armado, por un comunicado de Intendencia, deberían ellos también, cumplir la penosa labor de enterrar a los soldados que morían en el Hospital, entierros que debían hacerse con los honores de ordenanza.


La Muerte del soldado de la 3ª Cía del "Atacama Nº 1", Don Gregorio Cortés, ocurrida el 18 de Noviembre de 1879, fue la pauta en una serie de entierros oficiados por los Bomberos, todos ellos hechos en terrenos cedidos en el cementerio por la I.Muncipalidad, con un total aproximado de 34 tumbas, se cerró un capítulo más de los muchos y tristes hechos olvidados de la Guerra del Pacífico, ya que esos gloriosos restos quedaron prácticamente innominados, sin una relación que indicase a la posteridad su real ubicación.


El 9 de Dciembre llegan los primeros oficiales muertos en el Campo de Dolores: Ramón Rosa Vallejo, José Vicente Blanco y José Andres Wilsen. Para ellos, le correspondió a los Bomberos preparar tres cureñas en las que serían llevados al Campo Santo, el Capitán Vallejo era altamente estimado por ser uno de los fundadores del Cuerpo de Bomberos, habiendo ocupado diversos puestos en la institución. Los restos mortales de estos oficiales fueron exhumados en la bóveda de los Artesanos, así mismo fuero colocados allí, los 7 oficiales caídos en Tacna (27 de Junio de 1880) y los tres caídos en Chorrilos, el 29 de Marzo de 1881.


Como punto final de su desempeño en la Guerra del 79, el Cuerpo de Bomberos Armados se suma al contento general cuando las tropas de los dos "Atacama", ya al término de la conflagración, regresan al suelo atacameño y en sus filas, cargados de gloria, vuelvena aquellos Bomberos que pudieran salvarse. A todos estos Bravos se les tributa homenajes de héroes y los Bomberos que habían ayudado a engalanar la ciudad con flores y arcos triunfales, abandonan sus armas para trocarlas por los simples, pero no menos valiosos, materiales de prevención y combate de incendios, volviéndo a su condición de servidor anónimo, de héroe de la vida diaria, de Voluntario dispuesto a todo incondicionalmente.

Bombero Heróe, que no se nos olvide Rafael Torreblanca, reconocido por el Ejército entregando una placa a el Cuerpo de Bomberos de copiapo, homenajeando al ilustre militar , y bombero.

“Cae herido de un balazo el denodado capitán Rafael Torreblanca, el que es ultimado con dos balazos más y siete bayonetazos. Su corneta, Ceferino Román, viendo que había caído su capitán, se echó al suelo boca abajo, pudiendo así librarse del enemigo que pasó por sobre ellos.” “Por qué no respetaron las balas a la joya, al verdadero héroe de Pisagua y de los Ángeles, Torreblanca debía morir: su arrojo era temerario sus hechos no eran comunes: debía distinguirse siempre por algo heroico, por algo grande, como se distinguiera en los Ángeles y en Pisagua, como se habría también distinguido en Dolores si su compañía no hubiera estado en la reserva...” “Oh, amigo, cuántas lágrimas nos cuestas! Si no pudimos reprimir las lágrimas cuando vimos el cadáver del más querido de nuestros compañeros.”

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Foto Corresponde al CBS

5 de marzo de 1879: Copiapó acuerda solicitar constituir Cuerpo Armado

11 de marzo de 1879: G. Matta acusa recibo de nota del día anterior con el ofrecimiento de Copiapó y señala que elevará la solicitud al Presidente de la República.

6 de abril de 1879: Santiago marcha hasta la Moneda a ofrecer sus servicios al Presidente de la República para constituirse como Cuerpo Armado.

9 de abril de 1879: Presidente de la República dicta el decreto para que se forme el Cuerpo de Voluntarios Armados de Santiago.

15 de abril de 1879: Presidente de la República dicta el decreto para que se forme el Cuerpo de Voluntarios Armados de Copiapó.
 

Nacho

Comandante de Guardia
Miembro
Miembro Regular
Batalla de Tacna


Las tropas chilenas habían efectuado una titánica marcha por el desierto y los contrafuertes cordilleranos desde Moquegua hasta Tacna. Durante la marcha los carretones con agua y con víveres se enterraban hasta el eje en el arenal. Por más que los soldados ayudaban a las bestias, éstas se rendían al cansancio y reventaban. El problema era grave, ya que si no pasaban las carretas, menos lo haría la artillería. Muchos hombres se perdieron en el camino y fueron víctimas de la insolación y de la deshidratación. La huella seguida por los chilenos quedó marcada con los objetos botados por los soldados, municiones, capote y cualquier elemento de peso. Los hombre llegaban exhaustos y en absoluto desorden
La artillería tuvo que ser embarcada en Ilo y desembarcada en Ite, en un lugar donde se demoraron 4 días en descargar las piezas de artillería y subir los cañones desde la playa a la meseta, unos 300 metros, amarradas con cables y tirados por los hombres. Este trabajo fue efectuado por los Zapadores y los marineros de la Covadonga bajo la supervisión personal de Orella.


EJÉRCITO CHILENO DE OPERACIONES


COMANDANTE EN JEFE: GENERAL MANUEL BAQUEDANO


1º División. De Amengual. Regimiento Esmeralda, batallones Valparaíso, Chillan y Navales
2º División. De Barceló. Regimientos 2º de Línea, Santiago y Atacama
3º División. De Amunategui. Regimiento Artillería de Marina, Batallones Coquimbo y Chacabuco
4º División. De Barbosa. Regimiento Lautaro, Batallones Cazadores del Desierto y Zapadores.
Reserva: De Muñoz. Regimientos 1º,3º y 4º de Línea Caballería (Vergara) Regimientos Granaderos, Cazadores y Carabineros de Yungay.
Artillería: 3 brigadas, con 7 baterías y un total de 37 cañones y 4 ametralladoras

Total Ejército chileno 14.000 hombres


EJÉRCITO ALIADO


COMANDANTE EN JEFE: GENERAL NARCISO CAMPERO



Ejército peruano Primero del Sur (Montero)


1º División: (Dávila) Batallón Lima y Cazadores del Cuzco
2º División: (Cáceres) Batallones Zepita y Cazadores del Misti
3º División: (Suárez) Batallones Arica y Pisagua
4º División: (Mendoza) Batallones Victoria y Huascar
5º División: (Herrera)Batallones Ayacucho y Arequipa
6º División: (Canevaro) Batallones Lima y Cazadores del Rimac
Caballería: Escuadrones Husares de Junín, Gendarmes de Tacna, Guías y Flanqueadores de Tacna
Artillería: 10 cañones y 3 ametralladoras




Ejército Boliviano


(Camacho)

Cuadros bolivianos:

1º División: (Castro Pinto) Batallones Alianza, Loa y Aroma

2º División: (Zapata) Batallones Sucre, Viedma y Padilla

3º División: (Acosta) Batallones Tarija, Chorolque y Grau

Legión Boliviana: (Saravia)Murillo, Vanguardia de Cochabamba y Libres del Sur

Caballería: Escuadrones de Húsares y Coraceros
Artillería: 6 cañones y 4 ametralladoras


17.000 Hombres nominales al 15 de Mayo


Las Tropas Aliadas acamparon a las afueras de la ciudad de Tacna, lugar al cual llamaron Alto de la Alianza. Fue instalada una guardia para vigilar la Quebrada Honda, que era la ruta más fácil de ataque para los chilenos. Campero completó esta posición con disposiciones atinadas, haciendo construir fosos y estudiando tácticamente el terreno se midieron las distancias de tiro de las distintas armas y se le entregó a cada soldado un saco vacío para que lo llenara de arena y le sirviera de parapeto en los disparos desde el suelo.
Mientras tanto, los arrieros chilenos que habían tomado la delantera, son tomados prisioneros por los Húsares de Junín y llevados a la presencia de Campero, quien logró enterarse que los chilenos, como se suponía, acamparían en Quebrada Honda, pero además los arrieros tomados prisioneros le dijeron a Campero que el Ejército chileno constaba de 22.000 hombres.
Al tener conocimiento de esto, en Consejo de Guerra Aliado se decidió la siguiente estrategia. El plan de las tropas aliadas era sorprender a las fuerzas enemigas en la quebrada, para lo cual comenzaron el avance sobre el lugar la noche del 25 de mayo de 1880 al mando del general Campero. No prestaron demasiada atención a la ruta a seguir, perdiéndose debido a la oscuridad, haciendo así fracasar el plan de ataque, haciéndolos volver a su primitivo campamento, con tropas cansadas por el esfuerzo inútil, habiendo llegado muy cerca de los chilenos. Fracasado el plan de ataque, planificaron la defensa a usar.
Las tropas se dividieron en 3 secciones: El ala derecha del Campo de la Alianza, al mando del contralmirante Montero, se ubicó la primera y sexta divisiones peruanas de Dávila y Canevaro y parte de la Tercera División boliviana más 6 cañones y 3 ametralladoras.
En el centro, al mando del coronel Castro Pinto, estaban la 1º y parte de la 3º división boliviana más dos cañones y 4 ametralladoras emplazadas en fortines.
En el ala izquierda, al mando del coronel Camacho, estaban la 3º división del coronel Suárez y la 2º de Cáceres más 8 ametralladoras.
La caballería estaba repartida tras la tropa.
El 26 de mayo comienza el avance de las divisiones chilenas sobre Tacna. Entre las 9 y 10 AM se produce un intercambio de tiros de Artillería entre los 2 Ejércitos, que más que crear daño, sirve sólo para medir el alcance de las armas.
Las tropas chilenas avanzaban rumbo al campo enemigo, rompiendo fuego sobre el ala derecha, siendo los primeros la División Amengual, respondido inmediatamente por las fuerzas de Montero.
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La primera refriega no causa mayor daño en ninguno de los involucrados, ya que la distancia era superior al alcance de sus armas, pero dio el tiempo suficiente para que los chilenos avanzaran, especialmente los que caían sobre el ala del Coronel Camacho. El ataque fue de forma frontal sobre las tropas aliadas, haciéndose general en pocos momentos. La División de Amengual, ahora apoyada por la de Barceló avanzan con decisión mientras una lluvia de balas zumbaba a su alrededor.

Sucedió que el 2do. De Línea, que casi había sido exterminado en la Batalla de Tarapacá y más encima había perdido su estandarte, se dio cuenta que al frente de ellos se encontraba el Zepita, que había sido su contendor en aquella ocasión. El 2do. De Línea sencillamente los pasó por encima, buscando su estandarte y reclamando venganza.
El ataque chileno era brutal, lo que obligó al general Campero enviar constantemente tropas de reserva para apoyar sus divisiones. A eso de las 12:30 empiezan a escasear las municiones a los chilenos, obligándolos a efectuar la retirada bajo un incesante ataque aliado.
El ala izquierda aliada, fue apoyada por soldados de la división Herrera y los batallones Colorados y Aroma, dándole mayor fuerza, permitiéndoles no solo defenderse, sino también tomar posiciones de ataque, obligando a las tropas chilenas a lanzarse en retirada, siendo acribillados por los aliados.
Habían hablado mucho del famoso Regimiento boliviano de los Colorados, quienes en esta ocasión demostraron que toda su capacidad era verdadera. Con gran empuje y valentía obligan a retroceder a los chilenos, quienes sólo tuvieron un descanso debido a un sorpresivo asalto de su caballería que entró en apoyo evitando así una mayor mortandad de soldados chilenos e hizo volver a sus lugares a las tropas aliadas.
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Una acometida de los Colorados y el Zepita se lanzaron en heroica lucha contra sus enemigos, con mayor vitalidad y refuerzos no cesaron en su avance. Los heridos chilenos eran repasados
[1] por las tropas que avanzaban, acción que comenzó en la Batalla de Tarapacá y que continuaría, lamentablemente, hasta el fin de la guerra, por ambos Ejércitos.
Baquedano, viendo la desesperada situación chilena, envía la división Amunategui en auxilio de los chilenos que se retiraban. La lucha se tornaba incontrolablemente sangrienta.
Vergara sacó a la caballería de la posición donde estaba y se lanzó a galope tendido contra el enemigo. Es imposible arrollar con quinientos jinetes a una masa militar seis veces mayor, pero fue tal el ímpetu de la caballería que lograron contener a las fuerzas aliadas
Con los refuerzos frescos y disponiendo nuevamente de municiones, los soldados chilenos retoman el ataque
Esta vez atacaban en “guerrilla” y en forma ordenada, dando un golpe tan fuerte a los aliados, los cuales, entre sorprendidos e incrédulos eran rodeados y fusilados.
Las fuerzas de la alianza no aguantaban más, por lo cual comenzó la retirada. El resto de la línea de defensa, fue arrollada y expulsada de sus posiciones produciéndose así la derrota, huyendo hacia Puno y Arequipa.
Los caídos ese día, de ambos mandos, fueron numerosos, dentro de ellos se lamenta mucho la muerte del Capitán del regimiento Atacama don Rafael Torreblanca, héroe de Pisagua y de tantas otras batallas. Las filas de ese regimiento fueron realmente diezmadas.
El siguiente es el relato de Máximo Lira, testigo presencial de un hecho conmovedor:
“Estábamos ya en las primeras alturas que rodean Tacna, después de la victoria, y los jefes venían a felicitar a Baquedano. Llega Martínez del Atacama y se entabla entre ambos este diálogo heroico:

B. ¿Cómo ha ido mi comandante?
M. Mui bien señor general.
B. ¿Ha perdido mucha gente?
M. Bastante.
B. ¿Y oficiales?
M. Tantos.
B. ¿Quiénes son?.
M. Fulano, Zutano y mis dos hijos.
B. ¿Sus dos hijos?.
M. Si, señor, han tenido la gloria de morir por su patria. Me queda uno, que si tuviera en estado de cargar armas, vendría a reemplazarlos!....”Recordemos que en la batalla de Tarapacá se perdió el estandarte de combate del 2do. De línea, bravamente defendido por el subteniente Telésforo Barahona. Pues bien, después de que las tropas chilenas entraron a Tacna el capellán Ruperto Marchant Pereira registró la iglesia de San Ramón junto al Capitán Munizaga. Tras varios esfuerzos vanos encontraron una pequeña puerta al lado de la epístola que tuvieron que abrir con un yagatán. Encontraron un almacén lleno de objetos de culto, pero al fondo de la sala y debajo de unos almohadones se veía una punta de una cinta tricolor, era el estandarte perdido, que luego volvería a manos de sus legítimos dueños.
Perdida Tacna, los bolivianos huyeron a su país terminando así la alianza definitivamente, quedando solo el Perú contra Chile. El país que había iniciado la Guerra, que había arrastrado a su aliado en ésta, ahora lo dejaba sólo y sin ningún tipo de apoyo.


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Nacho

Comandante de Guardia
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Miembro Regular
Capitán Rafael 2º Torreblanca Doralea , muchos creen que es un personaje ficticio pero no he aqui su historia.

Bombero Heróe Rafael Torreblanca, reconocido por el Ejército entregando una placa a el Cuerpo de Bomberos de copiapo, homenajeando al ilustre militar , y bombero.

“Cae herido de un balazo el denodado capitán Rafael Torreblanca, el que es ultimado con dos balazos más y siete bayonetazos. Su corneta, Ceferino Román, viendo que había caído su capitán, se echó al suelo boca abajo, pudiendo así librarse del enemigo que pasó por sobre ellos.” “Por qué no respetaron las balas a la joya, al verdadero héroe de Pisagua y de los Ángeles, Torreblanca debía morir: su arrojo era temerario sus hechos no eran comunes: debía distinguirse siempre por algo heroico, por algo grande, como se distinguiera en los Ángeles y en Pisagua, como se habría también distinguido en Dolores si su compañía no hubiera estado en la reserva...” “Oh, amigo, cuántas lágrimas nos cuestas! Si no pudimos reprimir las lágrimas cuando vimos el cadáver del más querido de nuestros compañeros.”

http://bomberos-segunda.blogspot.com/2007/03/cuerpo-de-bomberos-de-copiapo-en-la.html
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El Capitán del Regimiento Atacama, más conocido como el Soldado Poeta escribió sus versos con la espada en las más épicas y gloriosas páginas de la Historia de la Guerra del Pacífico.
Nace en la Ciudad de Copiapó el 6 de marzo de 1854. Sus padres fueron don Rafael Torreblanca y doña María Doralea.
Creció en esa ciudad que dio tantos valientes soldados al país, siendo un avanzado estudiante, al cual la situación económica de su padre le impidió seguir con los estudios superiores.
Su espíritu aventurero y soñador lo llevó a buscar fortuna al interior de la región de Atacama algún yacimiento de minerales que le dieran esperanzas para su futuro. No tuvo suerte en su búsqueda este chileno valiente e idealista, y en 1873 decide embarcarse rumbo a Cuba con la intención de participar en la Independencia de aquel país del Caribe, destino al que jamás llegó, pues su futuro le deparaba acciones más patrióticas y gloriosas por su propio país.
Rumbo a la isla, decide desembarcar en la ciudad de Lima, donde su hermano mayor Zacarías era docente del Colegio Ingles, siendo convencido por este de quedarse trabajando en el mismo establecimiento como profesor de Matemáticas, Física y Química, ramos que dominaba en forma brillante.
El sueldo era poco y su intención era juntar el dinero lo más pronto posible para volver a su amada patria.
El destino le dio una oportunidad al postular a un peritaje de contabilidad convocado por la Casa Deyfus de Lima, y gracias a sus excelentes conocimientos y capacidades gana el primer premio, recibiendo un suculento premio que le permitiría mirar de mejor forma el futuro.
El destino les hizo volver a Chile debido a la enfermedad de su madre, entregándole el último adiós.
De vuelta en su amada región y con mayores recursos, nuevamente se inserta en la cordillera en busca de yacimientos, con bastante suerte hasta que a comienzos de 1879 la amenaza de guerra cubría a Chile.
A Rafael Torreblanca no le importó dejar sus valiosos descubrimientos de lado para acudir al llamado de su patria para incorporarse al Regimiento Atacama, donde por su capacidad fue ingresado como subteniente en la 2º Compañía.
Al empezar la guerra parte a Caldera para encargarse de la fortificación del puerto.
Pero no todo era fácil, Torreblanca dejaba en su ciudad a su gran amada, su novia Clementina, la cual entendió que Rafael debía recurrir al llamado de su patria. La despedida del oficial fueron unos versos que quedarían para la posteridad:
"Cuando suene el clarín de la batalla,
bastará, Clementina, tu memoria,
para lanzarme en pos de la victoria
con altivo y osado corazón.
Y si el plomo enemigo me derriba,
Tu nombre sólo, fúlgido lucero,
Brotará de los labios del guerrero
Como el postrero, y eternal adiós."
En Caldera todos estos valientes atacameños, con fuerza y constancia, gracias a los duros ejercicios de entrenamiento de combate, comenzaron a forjar a este mítico grupo de hombres, artífices de grandes glorias para Chile.
Ya era hora para entrar en acción. El Atacama parte hacia Antofagasta para aprestarse al desembarco y Toma de Piragua, donde Rafael y sus hombres comenzarían a escribir con sangre las glorias en la historia.
En víspera de aquel ataque, el que sería su bautizo en la guerra, el Soldado Poeta dejaría constancia e su sentir en los siguientes versos:
"En Campaña, soldado y no poeta,
mi lira es hoy un refulgente acero, y mi música el toque de corneta
que a cumplir su deber llama al guerrero.
No tengo ya esas notas que arrancaban
El sentimiento al corazón ardiente,
Y en amorosos cánticos llevaban
Tiernos tributos de pasión ferviente.
El amor, ¡ay!, si en mi alma se atesora,
Es aquel que la Patria a mi me inspira
El deseo de verla triunfadora,
De verla libre y que al progreso aspira"
El día 2 de Noviembre de 1879, era la prueba de fuego para Torreblanca y sus hombres, y bajo una lluvia de balas mostraron al mundo entero de que están hechos los soldados chilenos. El mismo Subteniente Torreblanca en carta a su hermano relata este hecho:
"Instantes después saltaba a mi vez en tierra, nada avanzábamos con quedarnos ahí. Gritando ¡A la Carga! Me lancé entonces, espada en mano sobre esa primera trinchera, arrastrando en pos mía sesenta soldados, los enemigos abandonaron el puesto sin que pudiéramos ponerlos al alcance del brazo.
El cerro era meloso, así que llegamos ahí extenuados de fatiga. Después de algunos minutos de descanso y de fuego, asalté la primera línea del ferrocarril. Como en todas partes los bolivianos no nos esperaron.
Esta tirada fue más larga que la anterior y solo me acompañaron dieciocho o veinte soldados.
Aguardé un cuarto de hora que se me reunieran más soldados, aguantando y contestando el fuego que nos hacían los soldados aliados desde la carretera, distantes 30 metros sobre nuestras cabezas"
La historia nos dice que Torreblanca fue el primero en llegar a la cumbre y hacer flamear la hermosa Tricolor chilena, el no dice nada al respecto.
Al llegar al Alto Hospicio, Torreblanca mandó colocar en un poste la enseña patria, para atestiguar así la victoria total a las 14:00 horas.
Habían pasado su prueba de fuego con máxima nota y Torreblanca mostraba su heroísmo y patriotismo a toda prueba.
Días depuse, el día 19 de noviembre de 1879 la patria presenciará una nueva muestra de valor, patriotismo y heroísmo de Torreblanca y sus hombres. Su misión era proteger la Artillería en el cerro San Francisco, trabajo que a fuerza de sangre y heroísmo costaría la vida de 35 valientes atacameños.
Dos veces el enemigo fue rechazado, y en la tercera intentona, los valientes mineros atacaron a la bayoneta, produciéndose la fuga definitiva de la tropa aliada.
Como dijimos anteriormente 35 atacameños sellaron con sus vidas el triunfo de sus armas. Tres de ellos eran los que juntos a Torreblanca y Arce componían el selecto grupo de "Los Hermanos del Atacama", compuesto por amigos de Copiapó que juntos se enrolaron para entregar por Chile sus vidas si fuese necesario, con la promesa de compartir la misma suerte en la guerra: "Si muere uno, que mueran todos."
Los primeros en caer del grupo fueron el Capitán Ramón Vallejos y los subtenientes Vicente Blanco y Andrés Wilson.
Este hecho hizo renacer las palabras del Soldado Poeta dedicando el último epitafio en la tumba de sus amigos.
"En una tosca cruz que colocamos sobre su tumba escribí con lápiz lo siguiente:
Cayeron entre el humo del combate
Victimas del deber y del honor
¡Denodados y heroicos compañeros!
¡Valientes del Atacama! ¡Adiós, Adiós!
Le contaba a su hermano en una de sus cartas.
Por su bravura luego de la Batalla de Dolores, es ascendido a Teniente, con dicho grado participaría heroicamente en el Combate de los Ángeles. En dicha acción su jefe, el Teniente Coronel Juan Martínez decía de nuestro héroe:
"Recomiendo particularmente al Teniente Torreblanca, quien en las tres acciones de guerra que ha tenido la gloria de tomar parte el Batallón, se ha distinguido por su valor y buenos acuerdos. En esta virtud me tomo la libertad de pedir el inmediato ascenso de este oficial para Capitán del Cuerpo."
Enfermo por la picada de mosquitos, parte junto a sus hombres rumbo al Campo de la Alianza, donde daría su última batalla antes de llenarse de Gloria.
Al amanecer el 26 de mayo de 1880, el Capitán Torreblanca, junto al otro juramentado, Moisés Arce, se lanzan al frente de sus hombres en la hora de mayor refriega, encontrando entre las armas de los enemigos la inmortalidad, cayendo en medio de las filas enemigas como solo caen los héroes acribillados de balas y bayonetazos.
A los 26 años se cumplía uno de sus más hermosos versos escritos antes de partir:
"Voy a buscar en medio de la Guerra
entre el humo sangriento del combate
una bala piadosa que me mate
o un rayo de luz para mi sien"