Aquí les dejo un pequeño relato que publiqué hace algunos instantes en mi blog (visitenlo y comenten tambien allí; www.ibrito.blogspot.com).
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Mi padre
Fin de semana, es de noche. Hace mucho frío. Afuera todo está muerto, sólo se escucha el diálogo de unos jóvenes y sus estruendosas risas.
De momento una sirena rompe aquel condicional silencio. Oigo a mi padre levantarse con desesperación y rapidez… El es un bombero. Desde hace muchos años que lo es.
Recuerdo aquellas veces en las que sacrificó su tiempo con nosotros y salió en ayuda de los demás. Es todo un héroe.
Recuerdo con claridad las veces que desfilamos juntos con esos rojos e impecables uniformes… Tengo en la retina las muchas ocasiones en que me ordenó el uniforme y aquella característica y especial forma nerviosa de regañarme por haberlo desordenado.
Mis compañeros de curso desfilaban por la escuela, mientras yo, en cambio lo hacía como un bombero, a los cuatro años. Presumía ante ellos al pasar en aquel antiguo carro que aullaba vigorosamente, me sentía como mi papá. Me sentía un bombero.
Para mí, él es un héroe. El ser parte de ellos me demuestra su abnegación; su generosidad; su entrega... Cosas muy poco comunes en estos días.
Pero estoy consciente que su heroísmo lo ha llevado a poner en riesgo su vida.
Esos uniformes desteñidos y rotos, esos guantes delgaduchos… No quiero que nada le pase. No entiendo como esas delgadas telas han aguantado tan formidables temperaturas.
Me acuerdo de aquella vez en la que una lavandería se incendió, aquí, cerca de casa.
Soy bastante curioso, fui a ver. Me ubiqué al otro lado de la calle, y el calor era insoportable… No me imagino como ellos son capaces de entrar, allí todo se convierte en un verdadero infierno. Aquella vez uno de sus compañeros se lesionó una mano. La temperatura atravesó su guante.
Su casco, ¿será capaz de resistir el golpe de algún objeto que se le venga encima? Es bastante difícil. Me acuerdo de la bombera que rompió una pieza de su caso porque se le calló de las manos. Son bastante endebles.
Confío en que sus compañeros cuidarán de él, pero aún así tengo miedo. Es imposible no tenerlo. En aquel mundo hay muchas cosas que lo ponen en peligro…
Él se marchó, la puerta se cerró estrepitosamente.
Mi preocupación crece.
Sólo me queda confiar en que Dios lo protegerá; confiar en que sus compañeros cuidarán de él y que su sucio y desteñido uniforme sabrá aguantar aquel agotador trabajo.
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Un cordial saludo para todos los padres, en especial para aquellos que no se conforman con traer vidas al mundo si no tambien se dedican a salvarlas...
Merece una mención especial mi padre, personaje importante en la historia que acabo de publicar; sín él habría sido difícil llegar hasta donde estoy ahora y de avanzar en cuanto a mis metas personales.
"¡Te quiero, viejo!"
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Mi padre
Fin de semana, es de noche. Hace mucho frío. Afuera todo está muerto, sólo se escucha el diálogo de unos jóvenes y sus estruendosas risas.
De momento una sirena rompe aquel condicional silencio. Oigo a mi padre levantarse con desesperación y rapidez… El es un bombero. Desde hace muchos años que lo es.
Recuerdo aquellas veces en las que sacrificó su tiempo con nosotros y salió en ayuda de los demás. Es todo un héroe.
Recuerdo con claridad las veces que desfilamos juntos con esos rojos e impecables uniformes… Tengo en la retina las muchas ocasiones en que me ordenó el uniforme y aquella característica y especial forma nerviosa de regañarme por haberlo desordenado.
Mis compañeros de curso desfilaban por la escuela, mientras yo, en cambio lo hacía como un bombero, a los cuatro años. Presumía ante ellos al pasar en aquel antiguo carro que aullaba vigorosamente, me sentía como mi papá. Me sentía un bombero.
Para mí, él es un héroe. El ser parte de ellos me demuestra su abnegación; su generosidad; su entrega... Cosas muy poco comunes en estos días.
Pero estoy consciente que su heroísmo lo ha llevado a poner en riesgo su vida.
Esos uniformes desteñidos y rotos, esos guantes delgaduchos… No quiero que nada le pase. No entiendo como esas delgadas telas han aguantado tan formidables temperaturas.
Me acuerdo de aquella vez en la que una lavandería se incendió, aquí, cerca de casa.
Soy bastante curioso, fui a ver. Me ubiqué al otro lado de la calle, y el calor era insoportable… No me imagino como ellos son capaces de entrar, allí todo se convierte en un verdadero infierno. Aquella vez uno de sus compañeros se lesionó una mano. La temperatura atravesó su guante.
Su casco, ¿será capaz de resistir el golpe de algún objeto que se le venga encima? Es bastante difícil. Me acuerdo de la bombera que rompió una pieza de su caso porque se le calló de las manos. Son bastante endebles.
Confío en que sus compañeros cuidarán de él, pero aún así tengo miedo. Es imposible no tenerlo. En aquel mundo hay muchas cosas que lo ponen en peligro…
Él se marchó, la puerta se cerró estrepitosamente.
Mi preocupación crece.
Sólo me queda confiar en que Dios lo protegerá; confiar en que sus compañeros cuidarán de él y que su sucio y desteñido uniforme sabrá aguantar aquel agotador trabajo.
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Un cordial saludo para todos los padres, en especial para aquellos que no se conforman con traer vidas al mundo si no tambien se dedican a salvarlas...
Merece una mención especial mi padre, personaje importante en la historia que acabo de publicar; sín él habría sido difícil llegar hasta donde estoy ahora y de avanzar en cuanto a mis metas personales.
"¡Te quiero, viejo!"