Tristes recuerdos de la horrible tragedia
En la mente de muchos curanilahuinos aún está presente ese trágico día donde vieron partir a estos hombres de esfuerzo y trabajo.
CURANILAHUE.- Dentro de las heridas que ya medianamente cicatrizadas, aparecen en el cuerpo de la imbatible ciudad de Curanilahue, está sin duda alguna, a la vista de los ojos de esta tierra esforzada, la de una múltiple pérdida humana que desgarró la región entera y el país, colocando además en el oído de todas las naciones del mundo.
La escalofriante realidad de que 21 mineros, habían perdido la vida en un accidente mientras escarbaban en las entrañas de la tierra en busca de esquivo carbón de piedra que a su vez les permitía llevar el sustento a sus hogares.
Día amargo, aciago y fatal, aquel 29 de julio del año 1989.
LOS HECHOS
El hecho quedó en evidencia, recién casi pasado una hora, uno de los trabajadores que cumplía funciones en superficie en la mina El Castaño, llegó a la ciudad de Curanilahue después de recorrer los cinco kilómetros entre la mina y el pueblo, a informar que "la maestra principal está llena de agua y abajo están todos los viejos, por favor ayúdenme", relataría en ese momento Hernán Torres Garcés, a su hermano que trabajaba en una céntrica farmacia de Curanilahue.
AVISO
Con su alma y su ser entero casi destruido, tuvo también la valentía de informar a La Cuarta Comisaría de Carabineros y a los voluntarios del cuerpo de Bomberos, desplegándose un operativo de emergencia destinado al rescate hacia el sector de El Castaño.
Inútil fueron los primeros intentos, a pesar de todo el esfuerzo colocado en la tarea de llegar hasta donde podrían estar los mineros, tal vez aún con vida.
Debió pasar en cambio una semana para que las cuadrillas de rescate de Enacar, rescatara los primeros cadáveres y otra semana más para que se recuperara el resto, sin olvidar que todavía faltaban dos obreros por rescatar.
TAREA
Esta última tarea, le correspondió realizarla con éxito, a uno de los más capacitados mineros que por ese entonces se desempeñaban en la Mina Colico Sur de Curanilahue, como fue don Juan Pardo Chávez, quien siempre cuenta entre lágrimas: "a Gallegos, lo encontramos amarrado con su faja de minero a una viga del enmaderado, porque quiso buscar aire hasta el último momento", señala Pardo.
En nuestro caso y en nuestra zona, la muerte de uno, dos, o más trabajadores en la actividad minera, es el suceso que en su naturaleza nos coloca frente a la extraña dualidad de sentimientos como son, por un lado, aceptar como natural esa ocurrencia de hechos y por otro, a sentir en el alma el filoso cuchillo de la angustia, la explosión del dolor convertido en amarga poción, derramada por los más recónditos intersticios del cuerpo y del alma.
Fuente: Diario Renacer de Arauco
En la mente de muchos curanilahuinos aún está presente ese trágico día donde vieron partir a estos hombres de esfuerzo y trabajo.
CURANILAHUE.- Dentro de las heridas que ya medianamente cicatrizadas, aparecen en el cuerpo de la imbatible ciudad de Curanilahue, está sin duda alguna, a la vista de los ojos de esta tierra esforzada, la de una múltiple pérdida humana que desgarró la región entera y el país, colocando además en el oído de todas las naciones del mundo.
La escalofriante realidad de que 21 mineros, habían perdido la vida en un accidente mientras escarbaban en las entrañas de la tierra en busca de esquivo carbón de piedra que a su vez les permitía llevar el sustento a sus hogares.
Día amargo, aciago y fatal, aquel 29 de julio del año 1989.
LOS HECHOS
El hecho quedó en evidencia, recién casi pasado una hora, uno de los trabajadores que cumplía funciones en superficie en la mina El Castaño, llegó a la ciudad de Curanilahue después de recorrer los cinco kilómetros entre la mina y el pueblo, a informar que "la maestra principal está llena de agua y abajo están todos los viejos, por favor ayúdenme", relataría en ese momento Hernán Torres Garcés, a su hermano que trabajaba en una céntrica farmacia de Curanilahue.
AVISO
Con su alma y su ser entero casi destruido, tuvo también la valentía de informar a La Cuarta Comisaría de Carabineros y a los voluntarios del cuerpo de Bomberos, desplegándose un operativo de emergencia destinado al rescate hacia el sector de El Castaño.
Inútil fueron los primeros intentos, a pesar de todo el esfuerzo colocado en la tarea de llegar hasta donde podrían estar los mineros, tal vez aún con vida.
Debió pasar en cambio una semana para que las cuadrillas de rescate de Enacar, rescatara los primeros cadáveres y otra semana más para que se recuperara el resto, sin olvidar que todavía faltaban dos obreros por rescatar.
TAREA
Esta última tarea, le correspondió realizarla con éxito, a uno de los más capacitados mineros que por ese entonces se desempeñaban en la Mina Colico Sur de Curanilahue, como fue don Juan Pardo Chávez, quien siempre cuenta entre lágrimas: "a Gallegos, lo encontramos amarrado con su faja de minero a una viga del enmaderado, porque quiso buscar aire hasta el último momento", señala Pardo.
En nuestro caso y en nuestra zona, la muerte de uno, dos, o más trabajadores en la actividad minera, es el suceso que en su naturaleza nos coloca frente a la extraña dualidad de sentimientos como son, por un lado, aceptar como natural esa ocurrencia de hechos y por otro, a sentir en el alma el filoso cuchillo de la angustia, la explosión del dolor convertido en amarga poción, derramada por los más recónditos intersticios del cuerpo y del alma.
Fuente: Diario Renacer de Arauco