Cogotean a bombero que estaba con pitón a dos manos
La patota de buitres de escombros y saqueadores de incendios, le cayó por la espalda al bombero Cuevas y, luego de aturdirlo con el pitón de su manguera, le robó hasta la pata de conejo del llavero.
Aunque usted no lo crea.
La madrugada de ayer una patota de malandras cogoteó a un Chico Bueno cuando con la manguera agarrada a dos manos se estaba chiflando un piño de destructivas llamas.
¡Caiga sobre los cumas la maldición de Vulcano, dios del fuego, y sus hijas le salgan más calientes que bandeja de panadero. Y de Hades, señor del infierno griego, para que se les cuezan las criadillas, y de Set, el fogonero egipcio, para que el grifo del barrio esté seco cuando se les quemen sus casas!.
Tras esta necesaria invocación, vamos al grano.
El incidente, más impresentable que las fronteras que dibujó sobre el agua el maestro pintor Alan García, ocurrió luego de que sonó la sirena y la totalidad de los bomberos de San Pedro de La Paz, Octava Región, corrieron a apagar un incendio que consumía una pagoda en la calle La Marina de la Población Candelaria.
Entre los entusiastas, que se calaron el casco a prueba de vigas ígneas y calaminas voladoras, iba Leonardo Cuevas (19).
Apenas llegó al sitio del siniestro, Cuevas, a quien en esta oportunidad la mágica protección que le confiere su apellido no le sirvió de nada, pescó una manguera y, por una cuestión de gusto, se fue a enfrentar el fuego por la parte posterior de la casa.
Fue precisamente el hecho de que el bombero se encontraba aislado de sus camaradas lo que aprovechó una patota de malvivientes que se acercó al incendio con el ánimo de saquear entre los escombros, para atacar al voluntario.
El malón se le fue encima a la maleta y luego de arrebatarle la manguera usaron el pesado pistón como el Bate de Aarón hasta dejarlo fuera de combate.
Al infierno
Apenas el Leo se derrumbó sobre su botas, los atorrantes se le fueron encima, lo remataron a patadas y le robaron todo lo de valor antes de arrancar como guarenes a surmergirse en sus alcantarillas.
El herido fue auxiliado por sus compañeros y trasladado hasta el hospital regional, donde llegó con algunas costillas quebradas y diversas lesiones en todo su heroico cuerpo de bombero.
La fiscalía local juró por todos los fuegos que no cejará hasta identificar y detener a la pandilla y mandar a cada uno de sus miembros al mismísimo infierno, por cogoteros, feos y atorrantes sin perdón de Dios.
Fuente: Diario La Cuarta
La patota de buitres de escombros y saqueadores de incendios, le cayó por la espalda al bombero Cuevas y, luego de aturdirlo con el pitón de su manguera, le robó hasta la pata de conejo del llavero.
Aunque usted no lo crea.
La madrugada de ayer una patota de malandras cogoteó a un Chico Bueno cuando con la manguera agarrada a dos manos se estaba chiflando un piño de destructivas llamas.
¡Caiga sobre los cumas la maldición de Vulcano, dios del fuego, y sus hijas le salgan más calientes que bandeja de panadero. Y de Hades, señor del infierno griego, para que se les cuezan las criadillas, y de Set, el fogonero egipcio, para que el grifo del barrio esté seco cuando se les quemen sus casas!.
Tras esta necesaria invocación, vamos al grano.
El incidente, más impresentable que las fronteras que dibujó sobre el agua el maestro pintor Alan García, ocurrió luego de que sonó la sirena y la totalidad de los bomberos de San Pedro de La Paz, Octava Región, corrieron a apagar un incendio que consumía una pagoda en la calle La Marina de la Población Candelaria.
Entre los entusiastas, que se calaron el casco a prueba de vigas ígneas y calaminas voladoras, iba Leonardo Cuevas (19).
Apenas llegó al sitio del siniestro, Cuevas, a quien en esta oportunidad la mágica protección que le confiere su apellido no le sirvió de nada, pescó una manguera y, por una cuestión de gusto, se fue a enfrentar el fuego por la parte posterior de la casa.
Fue precisamente el hecho de que el bombero se encontraba aislado de sus camaradas lo que aprovechó una patota de malvivientes que se acercó al incendio con el ánimo de saquear entre los escombros, para atacar al voluntario.
El malón se le fue encima a la maleta y luego de arrebatarle la manguera usaron el pesado pistón como el Bate de Aarón hasta dejarlo fuera de combate.
Al infierno
Apenas el Leo se derrumbó sobre su botas, los atorrantes se le fueron encima, lo remataron a patadas y le robaron todo lo de valor antes de arrancar como guarenes a surmergirse en sus alcantarillas.
El herido fue auxiliado por sus compañeros y trasladado hasta el hospital regional, donde llegó con algunas costillas quebradas y diversas lesiones en todo su heroico cuerpo de bombero.
La fiscalía local juró por todos los fuegos que no cejará hasta identificar y detener a la pandilla y mandar a cada uno de sus miembros al mismísimo infierno, por cogoteros, feos y atorrantes sin perdón de Dios.
Fuente: Diario La Cuarta