Bomberos de Ancud indignados por pitanzas
Las últimas llamadas de alerta realizadas a Bomberos de Ancud en los últimos días se convirtieron en el verdadero detonante de la molestia por la entrega de información falsa. Decenas de pitanzas que debe soportar la institución, con la pérdida de tiempo y amenaza del material dispuesto para atender estas "emergencias".
Un ejemplo de esto se produjo la madrugada del sábado, cuando voluntarios de dos compañías locales acudieron a las Cabañas Malloe, en el sector de Lechagua.
El cuidador del sitio turístico dio cuenta de un siniestro que estaría afectando a un automóvil del lugar. Pero los efectivos bomberiles, tras llegar se percataron que todo se trataba de una quema de espinillos y que el denunciantes se encontraba en completo estado de ebriedad.
En otra confusa alerta, Bomberos fue informado el domingo de un siniestro inexistente en calle Baquedano. El motivo del error habría sido un cruce de llamadas, de una emergencia en la capital provincial, y que entró a las líneas del cuartel ancuditano.
Según Fernando Ortloff, primer comandante de la institución local, a la semana se cuentan decenas de pitanzas telefónicas. "La mayoría son estudiantes, menores de edad. Uno lo sabe por sus voces", explicó, añadiendo que incluso reconocen a algunos bromistas que suelen darse en los horarios de recreos de los colegios.
De acuerdo al oficial durante los fines de semana se multiplican estas prácticas, llegando inclusive a más de cincuenta los domingos.
RIESGOS
Más allá de la molestia bomberil por trasladarse en vano a sitios del suceso, existen desmedros económicos. Los llamados falsos implican movilizar carros avaluados en más de 100 millones de pesos, con los riesgos y el desgaste que esto genera. Más aún, "es necesario sacar de sus labores habituales a los bomberos", señaló Ortloff.
Desde el 2002 existe una ley que sanciona con penas de reclusión menor a quienes den falsas alarmas a Bomberos, pero el rastreo de estos avisos se dificulta cuando son efectuadas desde celulares.
Fuente: La Estrella de Chiloé
Las últimas llamadas de alerta realizadas a Bomberos de Ancud en los últimos días se convirtieron en el verdadero detonante de la molestia por la entrega de información falsa. Decenas de pitanzas que debe soportar la institución, con la pérdida de tiempo y amenaza del material dispuesto para atender estas "emergencias".
Un ejemplo de esto se produjo la madrugada del sábado, cuando voluntarios de dos compañías locales acudieron a las Cabañas Malloe, en el sector de Lechagua.
El cuidador del sitio turístico dio cuenta de un siniestro que estaría afectando a un automóvil del lugar. Pero los efectivos bomberiles, tras llegar se percataron que todo se trataba de una quema de espinillos y que el denunciantes se encontraba en completo estado de ebriedad.
En otra confusa alerta, Bomberos fue informado el domingo de un siniestro inexistente en calle Baquedano. El motivo del error habría sido un cruce de llamadas, de una emergencia en la capital provincial, y que entró a las líneas del cuartel ancuditano.
Según Fernando Ortloff, primer comandante de la institución local, a la semana se cuentan decenas de pitanzas telefónicas. "La mayoría son estudiantes, menores de edad. Uno lo sabe por sus voces", explicó, añadiendo que incluso reconocen a algunos bromistas que suelen darse en los horarios de recreos de los colegios.
De acuerdo al oficial durante los fines de semana se multiplican estas prácticas, llegando inclusive a más de cincuenta los domingos.
RIESGOS
Más allá de la molestia bomberil por trasladarse en vano a sitios del suceso, existen desmedros económicos. Los llamados falsos implican movilizar carros avaluados en más de 100 millones de pesos, con los riesgos y el desgaste que esto genera. Más aún, "es necesario sacar de sus labores habituales a los bomberos", señaló Ortloff.
Desde el 2002 existe una ley que sanciona con penas de reclusión menor a quienes den falsas alarmas a Bomberos, pero el rastreo de estos avisos se dificulta cuando son efectuadas desde celulares.
Fuente: La Estrella de Chiloé