La voluntaria de Bomberos Macarena Ortiz cuenta que pasadas las diez de la noche de este martes llegó al cuartel de la 6º Compañía de La Serena para comenzar su jornada como guardia nocturna. Un rol que implica estar en vigilia desde las 10 de la noche hasta las 9 de la mañana siguiente. De pronto, mientras sus compañeros estaban trabajando en un incendio, y cuando eran casi las once, esta joven de 22 años se vio inmersa en una pesadilla.
Macarena relata que un hombre “demente y manchado con sangre”, que en otra ocasión había intentado ingresar al cuartel para desvalijarlo, comenzó a merodear alrededor del edificio.
“Él se puso a mirar por las ventanas hacia adentro, como comprobando que yo estaba sola”, recuerda. “Eso me pareció muy extraño. Entonces me puse a cerrar todas las puertas con llave para protegerme y también apagué una herramienta que se llama halligan (diseñada para cortar, perforar, golpear y usar como palanca)”.
La joven, quien lleva tres años como voluntaria, cuenta que se ubicó al lado de una ventana mirando hacia la calle.
“En eso me di cuenta que este hombre saltó hacia adentro, a la mala, por el costado de una de las panderetas. Enseguida me levanté y me paré justo al lado de la puerta de entrada sin soltar el hallingan, pero él no estaba ahí”.
¿Qué hiciste entonces, Macarena?
Después me metí a la oficina, donde hay una ventana que da hacia la calle, y de pronto, no sé cómo, pero sí sé que con mucha fuerza, este hombre la quebró de un sopetón. El marco me pegó en la cara y me pasó a llevar el ojo izquierdo. Después este tipo, mientras me gritaba, intentó cortarme la mano con un pedazo de vidrio.
Macarena se zafó y en el acto le pegó en el pecho con el halligan. “Él gritó de dolor y se echó hacia atrás perdiendo el equilibrio”.
A los segundos el hombre se incorporó, suspirando de cuando en cuando, y con una actitud desafiante dio entender que iba a intentar algo más. Pero, para fortuna de la bombera, renunciando a su cometido, miró hacia la pandereta y luego brincó en dirección a la calle.
“Yo estaba súper mal. Tenía mucho miedo. Y también tenía la cara inflamada y un corte en la mano. Y, me imagino que por el susto, me quedé encerrada en la oficina por varios minutos. Adentro no tenía una radio a mano para comunicarme, así por WhatsApp le conté lo que pasó a un grupo de la Segunda Compañía de Bomberos de La Serena. Ellos le avisaron a la central y después, a los 10 minutos, llegaron unos bomberos a ayudarme. Estaban muy preocupados por mí. Al tipo, eso sí, no lo encontraron. Me dijeron que lo vieron corriendo por el sector, pero que no pudieron atraparlo”.
Puras flores
El capitán de la Secta Compañía de Bomberos de La Serena, Luis Rivera, cuenta que Macarena es una voluntaria con mucha vocación de servicio. “Ella es muy esforzada y sacrificada: para venir al turno (que es cada tres semanas) tiene que viajar una hora en bus. Su casa está en un sector rural, en Pan de Azúcar, y tiene que caminar un kilómetro para tomar un bus en la carretera que la deja cerca de la compañía”.
“El resto del día, cuando tengo turno, yo hago toda mi rutina normal: trabajo como instructora de yoga y también hago panes y pasteles que vendo a pedido. Y en la noche llego al cuartel, que es como mi casa, a cuidar que no pase nada”, detalla Macarena. “Lo que más me gusta de esto, de ser bombero, es que te vuelves incondicional y a la vez aprendes a entregar sin esperar nada a cambio. Es como despegarse del resultado de tus actos y sólo tratar de sacar lo mejor de ti para quienes lo necesiten”.
Fuente: www.lun.com
Colaboración: Carol Donoso
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