Se comunica el sensible fallecimiento del Miembro Honorario de la institución y voluntario Honorario de la Séptima compañía, don Fernando Cuevas Bindis (Q.E.P.D), con premio de constancia por 70 años.
El voluntario Fernando Cuevas Bindis, se incorporó a la Séptima compañía el 27 de octubre de 1941, lugar donde permaneció hasta su fallecimiento este 13 de junio.
En sus 72 años en la compañía, sirvió los cargos de Capitán entre los años 1976 y 1983. Teniente Primero durante el año 1952. Ayudante entre 1947 y 1951. Consejero de Administración en los años 1976 y 1983. Consejero de Disciplina entre los años 1944, 1983, 1984 y 1996.
En la Institución, sirvió los cargos de Comandante entre los años 1971 y 1974. Segundo Comandante entre los años 1965 y 1970. Tercer Comandante entre 1960 y 1965. Cuarto Comandante en el año 1960. Además, ejerció el cargo de Inspector General durante 1953 y 1959.
Recibe la calidad de Honorario de Compañía el 8 de diciembre de 1951. El cargo de Director Honorario del Cuerpo el 11 de septiembre de 1983.
El 27 de noviembre de 1991, se le otorga la calidad de Miembro Honorario de la institución.
El último premio de Constancia calificado lo recibió el 19 de octubre de 2011 por 70 años de servicio.
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En realidad lo lamento mucho. Un gran Voluntario
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La Moneda, en ojos del Comandante
incendio de La Moneda, vivido por el entonces Comandante Fernando Cuevas.
Es 11 de septiembre de 1973 y comienza una de las emergencias más trascendentales que ha tenido que enfrentar el Cuerpo de Bomberos de Santiago: el incendio de La Moneda.
La casa de gobierno arde libremente, producto de los ataques de los aviones Hawker Hunter, y los sucesivos tiroteos le agregan aún más tensión a lo que está por venir: trabajar en una Moneda sitiada.
En el siguiente artículo reconstruimos la historia de detrás del incendio de La Moneda, desde los recuerdos de quien tuvo la difícil misión de liderar el trabajo del CBS en tal extremo escenario. Este es el incendio de La Moneda, vivido por el entonces Comandante Fernando Cuevas.
“Me enteré del Golpe a eso de las 6 de la mañana, porque el periodista Enrique Folch me llamó para avisarme. A mí todos los días me llegaban este tipo de rumores, pero esa vez le creí. Inmediatamente llamé a cada uno de los jefes de guardia y les ordené que ningún guardián podía retirarse. Lo cómico es que Alejandro Artigas, en ese entonces Teniente de la Primera y que era el Jefe de Guardia, me dijo que tenía guardianes que tenían que rendir exámenes de grado, o ir a trabajar. Pero yo ordené el acuartelamiento de inmediato.
Pedí que me pasaran a buscar y camino al Cuartel General iba bien nervioso, pasándome todos los rollos, porque la cosa era sería. Ya estando en el Cuartel General, logramos comunicarnos con el Mayor de Ejército Hernán Padilla, quien fue el Oficial de Enlace que tuvimos con las Fuerzas Armadas. Él me indicó que, como medida de seguridad, el Alto Mando había ordenado que nosotros solo actuáramos una vez que ellos nos dieran la autorización.
Luego me dediqué a impartir todas las órdenes necesarias para poder operar, algunas que pudiesen parecer muy insólitas pero fueron muy necesarias debido a lo que estábamos viviendo. Prohibí, por ejemplo, cualquier movimiento extraño dentro de las cabinas de las máquinas, para evitar que pudiera entenderse como una sospecha de algo extraño. Prohibí incluso abrir la guantera de las máquinas durante los actos del servicio.
Por las radios escuchamos que las Fuerzas Armadas le daban el ultimátum al presidente Allende. Debía salir antes de las 12 horas, de lo contrario el palacio sería bombardeado. Por ello, a medida que se acercaba la hora, cada vez la tensión era más grande.
Como a las 12.30 escuchamos a los Hawker Hunter y nos subimos al techo del Cuartel General para mirar lo que pasaba. Ahí vimos los bombardeos a La Moneda y la posterior columna de humo. Cada minuto que pasaba, sabíamos que se hacía más complicado el extinguir el incendio.
A las 15.30 horas me llama el Mayor Padilla y me da la autorización para atender a la emergencia. Un minuto más tarde, la 1º, 5º y 12º Compañías son despachadas al incendio de La Moneda. Luego serían despachadas la 4º, 6º, 7º, 9º y 15º Compañías.
Al llegar, vemos que tanto La Moneda como el edificio de La Intendencia están en llamas. La primera bomba en llegar fue la Primera. Yo llegué junto al 2º Comandante, Jorge Salas, y el Capitán de la 4º Compañía, Alberto Buxcel, quien era el Capitán de Guardia.
Armamos de forma simultánea, para poder trabajar en La Intendencia y en La Moneda. En un primer momento, pude percatar el nerviosismo de los bomberos mientras trabajaban, pero luego todo el personal trabajó tranquilo. Fue increíble, a pesar de trabajar en un lugar en que los balazos se escuchaban cerca y que los militares mismos se parapetaban detrás de nuestros carros, el personal de Bomberos trabajó muy bien y tranquilo.
En La Moneda, paramos el fuego justo a la altura de la puerta de Morandé 80. La fachada norte del palacio quedó destrozada por el bombardeo y el fuego, pero hacia el ala sur el fuego no hizo daño alguno. Si hubiésemos sido despachados cuando empezó el fuego, lo que se hubiese quemados habría sido mucho menos, a lo más dos oficinas.
Mientras trabajábamos en La Moneda, 13 minutos después de que saliera el llamado a La Moneda, el Cuerpo tiene que enfrentar un segundo incendio de forma consecutiva: la sede del Partido Socialista, ubicada en San Martín con Moneda.
Se trataba de una construcción muy antigua, de dos pisos, envuelta en llamas por los cuatro costados. Se dirigen la 2º, 3º , 8º y 11º Compañías y ordeno que el 3º Comandante, Jorge Trisotti, y el 4º Comandante, Enrique Chereau, concurrieran al lugar.
El incendio era mucho más peligroso que el de La Moneda, pero evidentemente que no tenía la misma repercusión. Ahí, nuestro trabajo se limitó a evitar la propagación del incendio a las propiedades vecinas. El ambiente ahí también era complejo, porque habían francotiradores disparando. La emergencia se dio por terminada después de medianoche.
Volviendo a La Moneda, el General Javier Palacios me avisa que Allende se había suicidado. La verdad que la labor de Bomberos en el retiro del féretro fue menor. Cuando estaban bajando el cuerpo por la salida de Morandé 80, los recovecos hacían ver que los restos no pasaban, así que en el último trecho prestamos nuestra ayuda. Ahí los reporteros inmortalizaron el momento, pero no fue nuestra labor el retiro del cuerpo del presidente Allende.
La relación con las autoridades fue muy respetuosa, hubo una buena convivencia. Con el General Palacios, quien estaba a cargo del asalto a La Moneda, conversamos y me dio todas las garantías para hacer nuestra labor. El incendio duró hasta casi medianoche, y tuvimos que apagar escombros hasta el viernes 14 de septiembre.
Vivimos momentos muy tensos, pero me impresionó la tranquilidad con la que se trabajó. Tuvimos guardias reforzadas por mucho tiempo, más de dos meses, pero el Cuerpo nuevamente demostró lo valioso que es”.
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