A 10 AÑOS DE LAS TORRES GEMELAS

bluebird3

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Se cumplen 10 años del atentado a las Torres Gemelas. Es indudable que ese aciago dia cambio el mundo y ya nada volvió a ser lo mismo. Cuando ocurrio quedamos asombrados, impávidos , con cierto temor y preocupación. Lo establecido ya no existía, el mundo tomaba otro rumbo.
También para bomberos vinieron cambios radicales. Aun recordamos con pena y dolor tantos y tantos Bomberos entregaron su vida. En una situación donde era mucho más posible morir que sobrevivir. Sin embargo no retrocedieron. Un homenaje y un recuerdo para ellos por su valentia, coraje y el tremendo ejemplo que nos dejaron. Tal vez solo comparable con los Bomberos héroes de Chernobyl.
Alguien lo dijo. Los héroes de la guerra mueren matando, Bomberos son heroes de la paz que mueren salvando



Los atentados
Cuatro aviones de pasajeros fueron secuestrados en ruta hacia el estado de California desde el Aeropuerto Internacional de Boston, el Aeropuerto Internacional Washington-Dulles y el Aeropuerto Internacional Libertad de Newark. Los cuatro aviones tenían como destino el estado de California, los tres primeros aviones hacia Los Ángeles y el último avión a San Francisco, por lo que sus depósitos de combustible iban llenos con unos 91.000 litros y unos 65.455 kg.6 Los dos primeros aviones impactaron contra las Torres Gemelas del World Trade Center, el tercero contra el Pentágono en el Condado de Arlington cerca a Washington, DC y el cuarto en un campo abierto en Shanksville Pensilvania.
Algunos pasajeros y miembros de la tripulación de los aviones secuestrados pudieron llamar con sus teléfonos móviles, informando de que había varios secuestradores en cada avión. Un total de 19 fueron más tarde identificados por el FBI, cuatro en el vuelo United 93 y cinco en los otros tres vuelos. [cita requerida]
Según revelaron los testimonios desde los propios aviones, los secuestradores habían tomado el control de éstos usando simples navajas con las que mataron a azafatas de vuelo y al menos a un piloto o pasajero. Según las investigaciones de la Comisión del 11-S, se tiene también constancia de que fue usado algún tipo de spray para retener a los pasajeros en la cabina de primera clase. Asimismo se amenazó con la presencia de una bomba en tres de los aviones; no fue así en el American Airlines 77. Según las conclusiones de esta comisión, se piensa que los avisos de bomba eran probablemente falsos. [cita requerida]
En el cuarto avión, la caja negra reveló que los pasajeros, después de enterarse de que el resto de aviones habían sido estrellados deliberadamente, trataron de retomar el control de los aparatos, a lo que los secuestradores reaccionaron moviendo el avión en un fallido intento para someter a los pasajeros. De acuerdo con la grabación 9-1-1, uno de los pasajeros, Todd Beamer, pidió a la persona con quien hablaba por teléfono que rezara con él y al finalizar simplemente dijo "let's roll". Poco después, el avión se estrelló en un campo cercano a Shanksville en Pensilvania a las 10:03.11 am hora local. Existe un debate acerca del momento exacto en que el avión chocó contra el suelo ya que los registros sísmicos registran el impacto a las 10:06 am. Posteriormente el líder de Al Qaeda capturado Khalid Shaikh Mohammed dijo que el vuelo 93 tenía como objetivo el Congreso de los Estados Unidos.
La expresión "let's roll" comenzó a ser ampliamente usada en los Estados Unidos luego de los ataques. Neil Young compuso una canción con ese título como tributo a las víctimas. Por su parte, la viuda de Beamer patentó la frase como marca registrada. [cita requerida]
Los atentados extendieron la confusión en todos los Estados Unidos. A lo largo del día se sucedió la publicación de todo tipo de informes y noticias sin confirmar y contradictorias. Una de las más persistentes fue la de que había estallado un coche bomba en la sede central del Departamento de Estado de los Estados Unidos, el edificio Trumann en Washington D.C.. Esta falsa noticia pasó por las agencias de noticias y llegó a ser publicada por varios periódicos ese día. Otro informe difundido por la agencia Associated Press afirmaba que el vuelo 1989, un avión Delta 767, había sido también secuestrado. La noticia resultó ser también un error, el avión había sido considerado brevemente como en riesgo de secuestro pero finalmente respondió a los controladores aéreos, aterrizando a salvo en el aeropuerto de Cleveland, Ohio. [cita

 
Última edición por un moderador:

Nacho

Comandante de Guardia
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Parecia un dia normal para los Chilenos 11 de septiembre , normal por que es de Celebración para algunos de Dolor para Otros, para justificar ataques contra la sociedad por los menos, en fin, recuerdo encender el televisor y ver una imagen ajena a lo esperado "un avion chico se ha estrellado en una de la Torres Gemelas de Nueva York" decia Jorge Hevia, el dia estaba radiante en mi pueblo, le explique a mi madre sobre que era las torres y lo que habia pasado, curiosamente me dijo " Gracias a Dios que aca no pasan esas cosas es muy peligroso para ustedes, se pueden morir en eso tan alto", de pronto veo la imagen mostrado un avión pasar por detras de la afectada y la explosión, ya no era un accidente,

Imagine a los Bomberos de Nueva York ingresando al las tores, pense en que todos bajan y ellos suben a enfrenntar al infierno, mas tambien imagine que pensaba "Vamos arriba esta mi objetivo, arriba hay gente que salvar, arriba hay un fuego que Controlar y extinguir...............Arriba esta la Gloria.............


Muchos sentimientos me embargaron en los minutos y horas posteriores podria resumirlos en que el dolor que senti al ver caer las torres sabiendo que muchos Bomberos partian con ellas hacia la Gloria Eterna pero junto a ello la conviccion de que ser Bomberos es una Forma distinta de Vivir y Sentir ese dia no habia Bandera ni Ni nacionalidad , ese dia todos fuimos Bomberos de Nueva York, ese dia Todos perdimos a nuestros compañeros, ese dia todos nos sentimos orgullosos de ser Bomberos frente a Cualquier Contingencia, cualquier Riesgo y Peligro por Cualquiera que requiera nuestra mano.



FDNY.jpg


"HONOR y GLORIA" http://www.elbombero.cl/foro/showthread.php/23725-343-Mártires
 

bluebird3

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Excelente el comentario de tu madre, siempre pensando en su hijo
y aceptando que haces algo peligroso. Y con la esperanza que no te pase a ti
 

fire_control

Chupe
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Calera de Tango
Dios bendiga a quienes murieron tratando de salvar la vida de otros , porque esa fue la maxima por la que todos juramos y con el ejemplo de ellos muchos tomaron el ideal. Es un recuerdo muy latente que esta en la memoria de todos y jamas olvidaremos a los que se inmolaron.

Que nunca se convierta solo en una leyenda que 343 se volvieron angeles salvando vidas


Saludos Fraternos
 

hector7131

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tuve el privilegio de conocer al unico bombero chileno que participo en las labores de rescate en el WTC de NY... hoy el ya no se encuentra con nosotros ya que fallecio un 11 de Julio del 2006 en su comuna de Chiguayante... Rodrigo Mora Gonzalez (QEPD)... siempre estaras en nuestros corazones
 

sebafireman6

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Maipu
No se si alguien noto el detalle de Novak Djokovic al ganar el US Open el domingo...



Un pequeño homenaje de su parte creo yo....


saludos
 

bluebird3

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Las cifras y curiosidades del 11-S que no conocías
06/09/2011 | lainformacion.com

El próximo domingo se cumplen diez años de los ataques terroristas que cambiaron el mundo. Los atentados del 11 de septiembre de 2001 dejaron algunos hechos y cifras para la historia. Lainformación.com los repasa contigo.

Los atentados:
• Las Torres Gemelas se inauguraron en 1973; el arquitecto Minoru Yamasaki se encargó del diseño de uno de los edificios de mayor altura en el mundo. La estructura de ambas torres era del tipo “tube in tube”, sistema con el que se han construido más del 90% de los edificios de altura en las tres últimas décadas.
• Tras el impacto de los aviones, los edificios se desplomaron en 11 y 9 segundos, respectivamente). La velocidad con que cayeron es equiparable al tiempo que tarda una bola de billar en caer desde una altura de 110 pisos.
• Los pilotos que participaron en los atentados del 11 de septiembre, Mohammed Atta, Marwan al Shehhi, Ziad Jarrah y Ramzi Binalshib, eran estudiantes árabes en Hamburgo, Alemania. Bin Laden los reclutó a principios del 2000 cuando supo las intenciones de los chicos de ir a pelear a Chechenia.
• El autor intelectual de los atentados fue Khalid Sheikh Mohammed, conocido por sus siglas: KSM. El nativo de Pakistán y su sobrino Ramzi propusieron la idea de los ataques a Osama bin Laden.
• El plan original era estrellar 10 aviones. Además de las Torres Gemelas, del Pentágono y del Capitolio, otros objetivos eran los cuarteles generales del FBI, de la CIA, centrales nucleares sin identificar y los edificios más altos de Los Ángeles y Seattle, pero la propuesta se modificó pues Bin Laden consideró que la operación era demasiada compleja.
• Se calcula que los ataques del 11-S costaron a Al Qaeda medio millón de dólares. KSM, el administrador del operativo, y los terroristas recibieron 300 mil dólares mediante 19 cuentas bancarias abiertas a nombre de los conspiradores. Se desconoce de dónde provino el financiamiento.
• Bin Laden quería atacar la Casa Blanca. Sin embargo, uno de los pilotos determinó que el objetivo era demasiado pequeño como para impactar con precisión en el blanco, por lo que se optó por el Capitolio, destino final del vuelo United 93, que se estrello antes de alcanzar el edificio.
• Más de 4.600 aviones aterrizaron la mañana del 11 de septiembre minutos después de los atentados. Los controladores aéreos de Estados Unidos tardaron dos horas y media en vaciar de aeronaves el espacio aéreo estadounidense.
La catástrofe:
• Los atentados causaron la muerte a 2.973 personas, entre ellas los 19 terroristas, y dejaron más de más de 6.000 heridos. Además, desaparecieron 24 personas más.
• El número de trabajadores que acudía de media cada día al World Trade Centre antes de los atentados del 11-S era de 50.000, mientras que el número de turistas que accedía a sus espectaculares miradores superaba los 140.000.
• Ciudadanos de 80 países perecieron en las Torres Gemelas, entre ellos personas de 30 de las 34 naciones del continente americano.
• Los servicios de rescate y limpieza estuvieron trabajando sin descanso en turnos de 24 horas durante 230 días. Encontraron 291 cadáveres completos y casi 20.000 restos humanos.
• Los casos de síndrome de estrés posttraumático se dispararon un 200% en los meses posteriores al 11-S, afectando a más de 422.000 neoyorquinos. Uno de cada 10 residentes de la ciudad lo padecen, entre ellos 10.000 niños.
• El entonces alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, acaparó el protagonismo en los medios de comunicación, ahora cobra una minuta de 100.000 dólares por aconsejar a otras ciudades cómo superar situaciones de crisis.
• Durante las tareas de limpieza se encontraron más de 2.500 materiales contaminantes provenientes de la destrucción de los edificios, equipos electrónicos y muebles pulverizados.
• Datos del "World Trade Center Medical Monitoring and Treatment Program", que integran varios centros de salud, y creado en 2002 con fondos gubernamentales para brindar atención médica a los afectados por la exposición a la contaminación, revelan que han atendido de afecciones pulmonares a más de 66.000 personas en los 50 estados, ya que algunos neoyorquinos dejaron la ciudad tras los atentados terroristas.
Las consecuencias:
• Los atentados del 11 de septiembre de 2001 dejaron un agujero en la economía estadounidense de cerca de 11 billones de dólares. Las pérdidas de las compañías aseguradoras se dispararon por encima de los 50.000 millones de dólares.
• Los ataques destruyeron más de 146.000 empleos directos sólo en Nueva York, lo que supone 17.000 millones de dólares en salarios. En Washington, cerca de la mitad de los 25.000 empleados del sector hotelero se quedaron sin trabajo y sólo un 50% lo ha recuperado.
• El primer edificio que se construyó en la denominada “zona cero” después de los atentados fue el WTC 7, espacio destinado para oficinas que también cuenta con espacios para eventos sociales.
• Ningún nuevo atentado de la magnitud del 11-S se ha producido en Estados Unidos, pero sí en Madrid, Londres, India, y Marruecos.
En la cultura popular:
• Más de 150 canciones fueron autocensuradas en las radios estadounidenses en los días posteriores a los atentados del 11-S, entre ellas Imagine, de John Lenon.
• 200 países celebraron telemaratones para recaudar fondos para las víctimas de los ataques de Al Qaeda, entre ellos Afganistán.
• Hollywood ha realizado al menos seis aproximaciones cinematográficas a la tragedia: 11’09’01 (diversos directores, 2002), World Trade Center (Oliver Stone, 2006), United 93 (Paul Greengrass, 2006), Algunos días en septiembre (Santiago Amigorena, 2006), Farenheit 9/11 (Michael Moore, 2004), ¡Libertad! (Don McBrearty, 2004).

http://noticias.lainformacion.com/m...-11-s-que-no-conocias_SOF1uwpf3Qre1vVbBkd4u6/
 

bluebird3

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_John Ottrando es uno de los primeros miembros del cuerpo de bomberos de Nueva York en llegar al escenario de la tragedia. Cuando aparca su camión al pie de la torre norte, todavía nadie sabe muy bien lo que ha sucedido. Se apresura a seguir a los cuatro hombres de su compañía 24 y a otros ocho bomberos de otra unidad a través del vestíbulo. Ninguno de ellos sospecha que el avión ha cortado los cables de acero de algunos de los ascensores, precipitándolos al vacío. Sobre el suelo de mármol del vestíbulo se encuentran con lo que ha quedado de sus ocupantes: carne, pelo y ropas humeantes, carbonizadas por las llamas y escupidas de los ascensores al estrellarse contra el suelo. Los miembros del cuerpo de bomberos están preparados para enfrentarse al horror. Los próximos minutos pondrán más que a prueba su preparación. Mientras los primeros bomberos empiezan a ascender las escaleras de las torres, se cruzan con rostros quemados y sangrantes. Alguien les dedica una bendición. Van a necesitarla.
Abajo, en la plaza, Ottrando está intentando conectar varias mangueras desde su camión a las torres cuando ve una tormenta de fuego explotar en lo alto, en el flanco de la torre sur. El segundo avión acaba de estrellarse. Ottrando contempla la lluvia de acero y cristal precipitarse sobre las calles. Algunos de los objetos que caen todavía se están moviendo. Son personas. Le rodea una lluvia de cuerpos y escombros en llamas abalanzándose a velocidad vertiginosa. La imagen que se le graba en el alma es la de las corbatas de los hombres que llueven del cielo, tiesas en el aire como sogas.
Mientras el mundo contempla sin habla la visión del horror captado por las cámaras desde lejos, el auténtico horror es el que se está desarrollando en el interior de las torres. En estos momentos, decenas, cientos de llamadas telefónicas desesperadas inundan los cielos de la ciudad. Son los miles de víctimas cuyas agonías finales nunca verán la luz. Quienes pueden alcanzar un teléfono llaman a esposas, novias, padres, hijos, madres, amigos, para decirles, muchas veces con una rara serenidad, que les quieren, que si no les vuelven a ver, vivan vidas plenas y que nunca les olviden. Algunos sólo encuentran un contestador automático. Cuando sus palabras sean escuchadas, ellos habrán desaparecido para siempre. La magnitud física de la tragedia, el apocalíptico espectáculo de las torres desmoronándose, de aviones clavándose como flechas envenenadas en los símbolos emblemáticos de un Occidente odiado desde la sombra, desplazan la mirada y el pensamiento hacia esa visión lejana, electrónica, del desastre. Mientras la televisión nos mantiene a distancia, centenares de seres humanos se arrastran entre los escombros de estas ciudades verticales atrapados en laberintos de fuego, de escombros, de lluvias de metal fundido, de humor asfixiante que funde las vías respiratorias como ácido. Lo peor está por venir.
Las escaleras de la torre norte son un verdadero río de gente. Cientos de cabezas se pueden ver al mirar hacia abajo. Pese al miedo, pese al dolor de heridas y quemaduras, pese al humo, cuando Mike Higson, un ciego acompañado de su perra lazarillo, Roselle, llega a las escaleras en el piso 78, todo el mundo se hace a un lado para dejarle pasar sin una sola queja. Algo más abajo, en el piso 63, aparece un hombre sin piel, en carne viva. Esta visión de pesadilla se llama Manu Dhingra y en su interior reza por morir cuanto antes para huir del dolor indescriptible que devora cada centímetro de su piel. No es el fuego quien le ha arrancado rostro, manos y torso. Su cuerpo ha sido desollado por una inmensa ola de calor que le ha envuelto cuando escapaba de un ascensor que se hundía en las llamas a sus espaldas, todavía repleto de gente. Antes de perder el sentido, Manu se pregunta el porqué del horror en la mirada de quienes le observan y ayudan mientras su piel, su carne, se les queda en las manos y la ropa. Escenas e imágenes como ésta se suceden por docenas durante la huida y evacuación de la torre norte. En la esquina noreste de la torre, el fuego empieza a fundir los restos del fuselaje del avión. A la media hora del impacto, lo que queda del Boeing 767 se derrama por la fachada en lágrimas de aluminio candente como gotas de cera en un cirio funerario.
7. La luz del día
Peter Hayden, comandante de la primera división de bomberos, ha establecido el puesto de mando de la operación en el vestíbulo de la torre norte. Ya entonces, Hayden y otros mandos del departamento saben perfectamente que no hay modo de extinguir este incendio. Pese a esta certeza, decenas de bomberos se lanzan escaleras arriba en ambas torres en una desesperada misión de rescate. Muchos de ellos no volverán a salir con vida.
Mientras los bomberos entran, Chuck Allen, una eternidad después de haber avistado aquel punto inicial en el horizonte, consigue llegar a la plaza que hay al pie de las torres tras un descenso agotador y terrorífico. Apenas la reconoce. La plaza, uno de sus rincones favoritos, esta cubierta de lo que parecen escombros. Excepto que no lo son. Son cuerpos. Decenas de ellos. A Allen le cuesta calcular con precisión cuántos porque lo que ven sus ojos son sólo trozos de cuerpos. Torsos extrañamente tocados por un cinturón negro, como si vistiesen un macabro uniforme. Sólo entonces comprende que está observando a algunos de los pasajeros del avión estrellado contra la torre, que todavía llevan el cinturón de seguridad. No hay sangre. No hay el polvo y la tiniebla que luego flotará y enmascarará el horror. Todo se ve con una claridad cristalina, dolorosa. Oficiales de policía inundan la plaza con el rostro crispado. "No miren ahí" ordenan.
Mark Oettinger, un carpintero que acaba de escapar de la torre norte, se detiene a contemplar la tundra de cadáveres llovidos del cielo. Los cuerpos parecen haber estallado al impacto con el suelo como sandías maduras. Un hedor similar al amoniaco envenena al aire. Oettinger siente un deseo imperioso de querer salvar a alguien, de ayudar, de poder hacer algo. Por mucho que busca, no encuentra a quién salvar y acaba por perderse en las calles de Manhattan hasta llegar a un pequeño parque, desierto, donde advierte que no hay gente, ni pájaros, y se echa a llorar. Otros muchos como él se pierden Manhattan arriba, en trance, vagando con la mirada ida e incapaces de mirar atrás.
Poco después, Virginia DiChiara, la auditora que ha escapado poco antes a una muerte segura en un ascensor inundado de queroseno, llega al vestíbulo de la torre. Una muchedumbre de heridos yace sobre una laguna de sangre. Un latigazo de dolor la recorre y Virginia se mira las manos. Son rojas, carne viva sin piel. Tardará todavía media hora en ser trasladada al hospital de Saint Vincent. Al llegar allí se encuentra con un ejército de doctores y enfermeros listos para acoger a una multitud de heridos. Todos esperan con las camillas listas, ansiosos por ayudar, por hacer algo. La avalancha de pacientes nunca se materializá. Virginia será una de las pocas en cruzar las puertas del hospital esta mañana. Hoy la muerte no hace prisioneros.
En la plaza frente a la torre sur empiezan a emerger algunos supervivientes. Uno de los primeros en respirar aire fresco es Anthony DeBlase. Pese a haber escapado con vida no se siente más tranquilo. Al contrario. Su hermano mayor, James, trabaja en la torre norte, en las oficinas de Cantor Fitzgerald situadas en los pisos donde le han dicho que se ha estrellado el primer avión. Sólo una idea ocupa la mente de Anthony cuando cruza la plaza rumbo a la torre norte: encontrar a su hermano. Es entonces cuando ve a un hombre decapitado por un fragmento de cuerpo que cae desde lo alto de la torre. Es entonces cuando ve una pierna ardiendo. Aullando de terror comprende que no volverá a ver a su hermano con vida. Semanas más tarde, cuando las primeras pruebas de ADN permitan identificar los primeros ocho fragmentos de cadáveres de entre los escombros, el nombre de James DeBlase encabezará la lista.
8. Entre tinieblas
Poco antes de las diez de la mañana, un grupo de supervivientes está cruzando el centro comercial que ha quedado inundado bajo las torres por el agua de los aspersores de incendios. Al cruzar frente a la librería de la cadena Borders encuentran una marea de libros flotando como los restos de un naufragio. El grupo sigue avanzando en busca de una salida al exterior cuando el estruendo de una explosión indescriptible rompe el mundo. Aterrados, contemplan cómo las puertas de los ascensores y de las tiendas inundadas se encogen como acordeones. Los marcos de las entradas a comercios y restaurantes salen volando por los aires hacia ellos como cuchillas. Un viento huracanado recorre la galería comercial, derribándoles sobre el agua y los escombros. Algunos tienen que sujetarse a las columnas para no ser arrastrados por la fuerza del viento. De repente, el tornado se extingue. Se hace la oscuridad absoluta y un silencio sepulcral les envuelve. El aire se hace sólido, irrespirable. La torre sur acaba de desplomarse a sus espaldas.
La caída de la torre dura 10 segundos, arrojando a su paso una tormenta de fragmentos desprendidos de las columnas que forman el esqueleto externo de la fachada. Esta ráfaga ametralla con furia los edificios colindantes, perfora terrados, muros y estructuras de aparcamientos, pulverizando una pequeña iglesia ortodoxa bajo una lluvia de metal. Lanzas de acero vuelan por los aires de Manhattan ensartando desde rascacielos hasta líneas de metro y túneles subterráneos situados a profundidades de incluso diez metros, aplastándolos y degollando tuberías de agua y gas.
En las escaleras del piso 35 de la torre norte, Rick Piccioto, segundo oficial en la cadena de mando del departamento de bomberos, ha oído ese mismo estruendo, un rugido como no lo ha conocido jamás en sus 28 años de servicio. En apenas unos instantes, todos y cada uno de los bomberos que en ese momento estaban en el interior de la torre sur, ascendiendo las escaleras para rescatar a las víctimas, acaban de morir. La torre se ha desplomado a una velocidad de 200 kilómetros por hora, prácticamente en caída libre. Esos diez segundos han bastado para reducir el coloso a un espectro de humo que se sostiene en el aire como un espejismo, ocupando el vacío que la torre ha abandonado para siempre.
Aquéllos con vida atrapados en los subterráneos se enfrentan a un laberinto de oscuridad y socavones mortales que se precipitan hacia los túneles del metro. Este inmenso sarcófago está infestado de aire irrespirable y sepultado bajo una montaña de escombros, cuerpos y fuego. Más de uno preferiría haber muerto arriba, en la torre, a quedar atrapado en las tinieblas. Al rato alguien propone formar una cadena humana para impedir que alguno de ellos caiga por los pozos mortales. La idea encuentra apoyo. El instinto de supervivencia es lo único que les ilumina en la oscuridad. Se inicia un lento éxodo hacia la superficie.
9. Carrera contra la muerte
Tan pronto el segundo jefe de bomberos, Rick Picciotto, comprende lo que significa el colapso de la torre sur, ordena a sus hombres en la torre restante que lo abandonen todo y salgan a toda prisa. En estos momentos, casi todos los civiles que estaban por debajo del piso 90 en el momento del impacto en la torre norte han podido ser evacuados. Los bomberos ya no pueden salvar a nadie más, excepto a ellos mismos. Cada segundo cuenta. Los bomberos se baten en retirada apresurada llevando consigo a los últimos supervivientes. Al llegar al piso 12, Picciotto abre una puerta para encontrarse con cerca de setenta personas ordenadamente sentadas en sus mesas de oficina. No se lo puede creer. Les grita que salgan de allí inmediatamente. Sólo entonces advierte las sillas de ruedas y las muletas. Son minusválidos. Picciotto y sus hombres se apresuran a rescatar a los minusválidos y a llevarlos escaleras abajo como pueden, en brazos o a peso. Algunos consiguen llegar al vestíbulo y salir del edificio. Piccioto está todavía en el piso 5 cuando oye el terrible rugido de nuevo. Pero esta vez sobre él y sus hombres. Veintinueve minutos después de que su gemela cayese para siempre, la torre norte se empieza a desplomar sobre sus cabezas. Picciotto calcula que le quedan unos diez segundos de vida. Al instante, un huracán ensordecedor desciende del cielo a toda velocidad, arrastrando a Picciotto y sus hombres sin piedad escaleras abajo.
El diluvio de escombros aplasta ambulancias, camiones de bomberos, coches de policía y los transforma en sábanas de metal catapultadas a cinco pisos de profundidad. En unos instantes, la estructura contigua del hotel Marriot se comprime de 22 pisos a 3. Olas de aire a presión arrancan coches del pavimento y los lanzan por los aires. La onda expansiva destruye las ventanas de varias manzanas a la redonda, inundando apartamentos y oficinas con una ventisca tóxica de cemento, cristal, metal y carne pulverizada. La energía generada por esos segundos de caída apocalíptica creará incendios que arderán en el corazón de las ruinas de la tragedia durante meses.
Cuando Picciotto recobra el sentido está sumergido en una oscuridad absoluta y no sabe si muerto o vivo. 343 de sus compañeros en el departamento de bomberos ya no podrán hacerse esa pregunta. Aturdidos, Picciotto y algunos de sus hombres no sospechan que han sido salvados por un milagro. Mientras algunos habían conseguido ganar el vestíbulo de la torre, ellos iban rezagados a causa de una víctima que escoltaban, Josephine Harris, una abuela que había conseguido descender desde el piso 73. Al desplomarse los 110 pisos sobre ellos se ha formado milagrosamente una caverna de escombros que albergará a once personas. No pueden encender una cerilla porque el olor a gasolina les rodea. Tienen que esperar en la oscuridad. La espera puede ser de minutos, horas o eterna. Cuando finalmente sean rescatados y vean la luz de nuevo, comprenderán que deben la vida a haber intentado salvar a aquella pobre dama lenta y exhausta que apenas podía con su alma escaleras abajo. Si la hubiesen dejado atrás para huir a toda prisa, estarían muertos. Días después, los bomberos que han renacido de las cenizas gracias a esta frágil dama le regalarán una chaqueta de bombero decorada con un gran dragón verde, símbolo de su cuartel en Chinatown, y la siguiente inscripción: "Josephine, nuestro ángel de la guarda."
10. Hijos del 11 de septiembre
Al caer la noche del 11 de septiembre de 2001 -el día más largo en la historia de Manhattan-, más de 2.800 personas habían perdido la vida. Entre ellas se encontraban bomberos, policías y ciudadanos de más de sesenta nacionalidades de todo el mundo. Al día de hoy, la oficina del forense de Nueva York ha podido identificar a algo más de 1.100 víctimas a partir de los casi 20.000 fragmentos de cuerpos encontrados entre las ruinas del World Trade Center. Desde el primer momento, los familiares y allegados de muchos de los desaparecidos cubrieron la ciudad de carteles con fotografías y números de teléfono, suplicando información a quien hubiera podido verles o saber de su paradero, quizá tan sólo de sus últimos minutos. Al año de la tragedia, la fisonomía de Nueva York, y quizá de nuestra conciencia, ha quedado para siempre mutilada. En su desesperación, muchos han visto en esta explosión de odio y muerte la negación de nuestra humanidad más básica. Quizá todos hemos sentido esa tentación. Se me ocurre que tal vez ésa sea la mayor de las derrotas. Mientras recopilaba información para escribir esta historia averigüé, casi por casualidad, que cuando se cumplían los nueve meses de aquel día fatídico, numerosas madres empezaron a llegar en masa a las maternidades de este país y sobre todo de Nueva York. Una oleada de bebés concebidos en las horas que siguieron a la tragedia, nacidos del ansia, del miedo y la fuerza de vivir, llegaban al mundo. Si serán hijos de la tragedia o de la esperanza es algo que está en las manos de todos y cada uno de nosotros.

ARTICULO COMPLETO EN EL LINK

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Nueva/York/ano/elpepucul/20111124elpepucul_44/Tes
 

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Diez testimonios que reviven el horror

Historias de bomberos, periodistas, turistas y neoyorquinos que vivieron los ataques terroristas en Estados Unidos


Foto: Archivo
Estados Unidos recuerda hoy el horror de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 en donde murieron cerca de 3000 personas.
Mediante la implementación de aviones secuestrados, miembros de la organización terrorista Al Qaeda golpearon Nueva York y Washington en un día trágico para la historia estadounidense.
Con motivo de esta conmemoración, LA NACION presenta una serie de 10 notas especiales a 10 años de los ataques del 11-S.
- La suerte de cinco argentinos que se salvaron de milagro

- "Se veía caer gente, saltando al vacío con desesperación"

- La heroica historia del bombero argentino que murió en las tareas de rescate

- "Hay cosas que nunca volvieron a ser como antes"

- Mario, el rosarino que decidió ir a ayudar y nunca más se supo de él

- "Había que evacuar el aeropuerto y todo se convirtió en un caos"

- Una esperada llamada anual que evoca el otro atentado

- Los recuerdos del único periodista argentino que relató en vivo el atentado

- Cómo está Nueva York, diez años después del 11-S

- La heroica historia del hombre que abrió las puertas para que la gente se salvara.


http://www.lanacion.com.ar/1405317-las
 

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Pfeifer: En la mañana del 11 de septiembre, estábamos verificando una fuga de gas en la calle. Era una emergencia común del día a día. A las 8 horas y 46 minutos, oímos el fuerte sonido de un avión. No es normal oír ese tipo de ruido en Manhattan debido a la altura de los edificios. Vimos cuando el avión apuntó hacia la Torre Norte y colisionó con ella. En aquel momento, supimos que tendríamos ante nosotros el mayor siniestro de nuestras vidas. Mandé un mensaje de radio transmitiendo una segunda alarma. Dije a los bomberos que estaban conmigo que me acompañaran al lugar del siniestro.
Más o menos un minuto después, con muy poco tiempo para pensar, envié otro mensaje, una tercera alarma, en que decía claramente que necesitábamos más recursos. Le dije al encargado de la liberación de los coches de bomberos que el avión había chocado contra el edificio. Sabía que no había sido un mero accidente, que era un acto terrorista. A continuación, di otras órdenes. Dije dónde me gustaría que los bomberos se posicionaran y donde me gustaría que entraran.
Recuerdo cuando entré en el vestíbulo de la Torre Norte del World Trade Center. Era como si el avión hubiera chocado exactamente con aquel lugar. Había escombros por todas partes, pedazos de vidrio, personas heridas, algunas de ellas quemadas. Subí hasta la dirección de seguridad contra incendios y me informaron de que el fuego estaba en algún lugar por encima del piso 78. A medida que los bomberos fueron entrando en el edificio, di la siguiente orden: ellos debían subir, sacar a las personas del edificio y rescatar a aquellas que no podían salir por su cuenta. Les dije que fueran hasta el piso 70. En aquella época, creí que ocho pisos eran una buena medida de seguridad. Nosotros nos encontraríamos allí e intentaríamos a continuación sacar a las personas que estuvieran en los pisos por encima del fuego.
En ese intervalo de tiempo, un poco antes de las 9 horas, dimos orden de evacuar la Torre Sur. Pero pocos minutos después, a las 9 horas y 03 minutos, oímos otro sonido muy fuerte: era el segundo avión que chocaba con La Torre Sur. En aquel momento, dividimos el mando de las operaciones. Había un comandante en la Torre Norte y otro en la Torre Sur. Nuestro jefe de departamento, el comandante general de la operación, estaba al otro lado de la calle. Los bomberos entraban en el edificio y comenzaban a subir los pisos. Ellos apremiaban a las personas para que descendieran: "No paren. Continúen bajando. Vayan descendiendo. Salgan del edificio".
Entonces, a las 9 horas y 59 minutos de aquella mañana, oímos el estruendo de un derrumbamiento. Caminamos cerca de 20 metros de donde estábamos, en el vestíbulo, hasta un pasaje que daba a la calle West. El vestíbulo estaba cubierto de polvo y quedó completamente a oscuras. Trabajar en la oscuridad no es una novedad para los bomberos. Lo hacemos todo el tiempo. Pero, en aquel momento, otros jefes decían que teníamos que salir del edificio. Era importante que lo hiciéramos. Teníamos que salir. Era imposible dirigir las operaciones desde el vestíbulo. Teníamos que salir. Yo sabía cómo salir del edificio. Aquel era mi edificio. Había estado allí cientos de veces. Eso me dio algo más de tiempo para pensar. En aquellos pocos segundos, supe que si no era posible dirigir las operaciones desde allí, los bomberos también tenían que salir. Cogí entonces mi radio portátil y dije: "Orden para todas las unidades en la Torre 1: evacuen el edificio". Los bomberos comenzaron a descender.
Como estaban muchos pisos por encima de nosotros, tardaron en descender. Lo que no sabíamos en aquella época era que estábamos quedándonos sin tiempo. Mientras los bomberos descendían, no pensaban sólo en sí mismos. Recuerdo a un teniente que paró —creo que fue en el noveno piso— y dirigió a otros bomberos para que fueran por otra escalera, porque la escalera en que estaban acabaría llevándolos a un área llena de escombros. Otra unidad, la Brigada Seis, paró y vio una mujer que ya no podía seguir. Ellos la cogieron y la ayudaron a descender la escalera.
Llegamos a la calle y, de píe frente al World Trade Center, no podíamos decir qué había sucedido. Había escombros y polvo por todas partes. Nadie nos había dicho que un edificio entero de 110 pisos se había desmoronado completamente. Fue entonces, a las 10 horas y 28 minutos de aquella mañana, cuando oímos el estruendo de la Torre Norte al caer. Comenzamos a correr. Pero la ropa de bombero no nos permitía correr deprisa o muy lejos, por eso nos agachamos detrás de un camión. Aquella bella mañana soleada de verano se quedó totalmente oscura. No podías ver ni tu propia mano delante de tu cara. Solo podíamos oír el acero despedazándose detrás de nosotros. Tan solo estábamos esperando el momento de ser aplastados, porque sabíamos que estábamos demasiado cerca del World Trade Center.
El ruido cesó por completo. Silencio total. Lo radio se quedó muda. Sólo se oía el sonido lúgubre del silencio absoluto. Fue como una segunda tempestad de nieve. Era un sonido apagado. Después de levantarnos y caminar en dirección al World Trade Center, o al lugar donde estaba, sólo vimos escombros. No conseguíamos creer que los edificios —las dos torres— habían caído por completo. Por la radio, oí una llamada de la Brigada Seis: "Brigada Seis a comando. Estamos atrapados en la escalera B del cuarto piso". Miré hacia la pila de escombros, y aunque conocía bien el edificio, no tenía la mínima idea de dónde estaba el capitán.
Ese era el capitán que estaba llevando a la mujer que no se podía mover. Como tuvieron que descender más despacio, consiguieron sobrevivir en una pequeña bolsa de aire. El capitán salvó a su equipo y a la mujer, desde luego una historia milagrosa. Pero hay otras historias, como la del teniente del coche 33 y los 343 bomberos que murieron. En total, perdimos 2.750 personas en Nueva York. Pero, entre los destrozos y en medio del dolor, tuvimos atisbos de esperanza. Sabe, el terrorismo intenta acabar con la esperanza de las personas. Pero lo que vimos aquel día fue personas intentando ayudarse las unas a las otras. Lo que vimos los días y los meses siguientes fue la silueta de un bombero en el pila de escombros de la Zona Cero, primero, intentando hacer algún rescate y, después, recuperar a aquellos que perdimos.
Es importante que no nos fijemos exclusivamente en la tristeza de aquel día, porque salvamos, sí, a 20.000 personas. El 11 de septiembre es algo diferente: no es sólo un evento para la ciudad de Nueva York, o para EEUU. Se trata de un acontecimiento internacional porque en cualquier lugar del mundo las personas pudieron ver lo que ocurrió, a través de los medios de comunicación, en una especie de trauma global. Diez años después de aquella fecha, este evento da a la comunidad internacional una voz contra el terrorismo, contra aquella bomba que explota al lado de una carretera, o en un hotel. Es una voz unísona, una voz mundial que dice que el terrorismo es algo equivocado. Por lo tanto, el décimo aniversario del 11 de septiembre —y otros aniversarios— es, en realidad, un evento internacional que da voz a todas las víctimas del terror.
Useem: Joe, sé que transcurridos diez años desde los atentados, ha pasado mucho tiempo reflexionando sobre lo acontecido, inclusive sobre las implicaciones que ha tenido para el liderazgo y sobre cómo atravesar una crisis de esa envergadura. Trabaja con la Comisión del 11 de septiembre. Ha escrito sobre lo que ocurrió y las lecciones que se aprendieron. Hable un poco, por favor, sobre esas lecciones en que ha trabajado después de los acontecimientos de aquel día terrible.
Pfeifer: Creo que el Informe de la Comisión del 11 de septiembre resumió bien el espíritu de lo que ocurrió cuando dijo que faltó compartir informaciones. Desde luego hubo informaciones que no se compartieron con la comunidad de inteligencia antes de los eventos de 11 de septiembre. Pero hubo también falta de reparto de información entre los que atendieron la llamada de emergencia: la policía y el cuerpo de bomberos. Creo que una de las lecciones más importantes que aprendimos fue que, durante un evento de dimensiones catastróficas, tenemos que dividir lo que sabemos. Hay también un sentido de interdependencia. Tenemos que trabajar juntos. Una de las cosas sobre las que escribí es que durante un evento de gran tamaño, siempre habrá corporativismo, es decir, a medida que el incidente aumenta de proporción, los grupos se vuelven hacia sus pares: bomberos recurren a bomberos, policías recurren a policías y los grupos médicos forman grupos propios. Durante una tragedia, sin embargo, tenemos que hacer lo opuesto. Esos grupos necesitan colaborar mutuamente. Cuando analizamos otros grandes desastres en el mundo—un terremoto, un tsunami, otros atentados terroristas— vemos que es preciso que los grupos se unan, se comuniquen y trabajen en asociación para lidiar con la catástrofe.
Useem: Sé que desde entonces ha pasado mucho tiempo trabajando en esa integración y en la capacidad de comunicación. Ahora que asumió nuevas responsabilidades como jefe de Contraterrorismo de la Ciudad de Nueva York, ¿qué es lo que le preocupa actualmente, diez años después del 11 de septiembre?
Pfeifer: En mi trabajo, hay muchas cosas que me quitan el sueño. Una de las cosas que más me preocupan es el tipo de ataque ocurrido en Mumbai hace algunos años. Hoy se habla de ataque al estilo de Mumbai, con diferentes tiradores en puntos distintos usando dispositivos de explosión improvisados y fuego. Son esas tres armas —fusiles o metralletas, explosivos y fuego— los que me quitan el sueño por la noche. Combinadas, son más mortales que cualquiera otra cosa. No fueron los aviones los que derrumbaron el World Trade Center. Fue el fuego. Eso muestra que los terroristas están comenzando a aprender con la experiencia. Tenemos que hacer lo mismo.
Para enfrentarnos a un evento que recurre a múltiples tipos de armas, múltiples medios de ataque, tenemos que trabajar en asociación. Eso es algo que nos preocupa en Nueva York. Estoy en contacto con Londres, y veo que ellos también están preocupados. Pero creo que si compartimos informaciones con Nueva York y otras ciudades, estaremos mejor preparados para lidiar con ese tipo de evento, si ocurre.
Useem: Joe, una última pregunta. Usted trabaja desde hace 30 años en el Cuerpo de Bomberos de Nueva York. Estuvo en la Zona Cero el 11 de septiembre. En los últimos diez años, ha reflexionado mucho sobre qué hacer a partir de esa experiencia para estar preparado frente a lo que pueda suceder en el futuro. Eventos catastróficos como el de la fuga de petróleo de BP en el Golfo, el desastre con los reactores de Fukushima en Japón y la destrucción en Haití provocada por el terremoto dejaron claro la necesidad de reflexionar sobre esas tragedias. Según su experiencia en el Cuerpo de Bomberos de Nueva York el 11 de septiembre y ahora pasados diez años, ¿qué consejo daría a los responsables en el sector privado, público y en las organizaciones sin fines de lucro respecto a qué hacer para enfrentarse a un evento catastrófico?
Pfeifer: Frente a eventos de ese tipo, pensamos inmediatamente en cómo gestionarlos, o según se dice en el argot militar, qué estrategia de comando y control adoptar. Queremos que alguien lo controle todo. Creo que aprendimos con el 11 de septiembre, y con esos eventos de gran tamaño, que no es lo que hacen los líderes. Durante un evento catastrófico, el líder hace más cosas que sólo controlar un evento. Ellos hacen otras tres cosas: conectan, colaboran y coordinan.
Cuando ocurre un evento, la primera cosa que hay que hacer es formar de forma rápida en el lugar del accidente redes de comunicación entre bomberos, equipos de rescate, policía y personal médico, de manera que puedan comenzar a comunicarse y a trabajar juntos. Fuera del lugar del accidente tenemos que conectar con aquellas operaciones de emergencia que hemos creado de manera que las informaciones sean comunicadas, por ejemplo, de la ciudad de Nueva York al Estado y al centro nacional de operaciones en Washington, D.C.
Cuando hayamos formado esas redes, los comandantes y las personas encargadas de lidiar con el evento necesitan reunirse y colaborar unas con otras. Tiene lugar entonces un ensanchamiento del comando, que deja de ser dirigido por una sola persona. En ese momento, entran en escena las personas encargadas de tomar decisiones, que se reúnen y deciden qué hacer. Su tarea consiste en coordinar los recursos necesarios para hacer el trabajo. Hoy sabemos que no basta con un sólo tipo de recurso; son necesarios recursos de varios tipos. Por ejemplo, durante el huracán Katrina, en Nueva Orleans, la guardia costera fue la encargada de identificar focos de incendio. Los bomberos de Nueva Orleans, en asociación con el cuerpo de bomberos de Nueva York, se encargaban de apagar esos incendios, pero para eso recurrían al apoyo de la policía como medida de protección. Fue una combinación y coordinación de recursos. Por lo tanto, el liderazgo durante un desastre, ya se trate de una situación de emergencia, o de una situación en el ámbito de los negocios o en el de las organizaciones sin fines de lucro, debe comportarse de tal modo que se verifique la combinación de lo que llamamos C5: comando y control, conexión, colaboración y coordinación.
Useem: Joe, muchas gracias por los 30 años de servicios prestados a la ciudad de Nueva York. Gracias por poner su liderazgo y su vida en riesgo en aquella mañana trágica del 11 de septiembre. Gracias por las ideas que ha tenido en estos últimos diez años en que ha estado reflexionando sobre el 11 de septiembre y las amenazas a que todos nos enfrentamos hoy en día, de manera que podamos estar más preparados para lidiar con los desastres que puedan ocurrir un día. Tenemos que estar listos para hacer lo haya que hacer —Dios no lo quiera— cuando ocurra otro desastre.

http://www.wharton.universia.net/index.cfm?fa=viewArticle&ID=2105
 

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Lecciones de liderazgo del 11 de septiembre: Entrevista con Joseph Pfeifer, del Cuerpo de Bomberos de Nueva York


Hace diez años, el 11 de septiembre de 2001, Joseph Pfeifer, jefe del Cuerpo de Bomberos de la ciudad de Nueva York, atendía una llamada de rutina cerca del World Trade Center cuando ocurrió la tragedia. Al ver el primer avión chocar contra la Torre Norte, él corrió hacia el lugar y envió una señal de alarma. Fue el primer jefe del Cuerpo de Bomberos de Nueva York (FDNY) en asumir el mando de la situación. Hoy, Pfeifer es jefe del Departamento de Contraterrorismo y de Preparación frente a Emergencias del Cuerpo de Bomberos de Nueva York y jefe del Comando General de la ciudad. Al revisar las ideas de diversos líderes para la elaboración de una versión ampliada de su libro Lista de control del Líder, Michael Useem, profesor de Gestión de Wharton, conversó recientemente con Pfeifer M. Useem: Joe, es un placer tenerlo aquí. Voy a pedirle, en primer lugar, que hable sobre su carrera en el Cuerpo de Bomberos de Nueva York, donde trabaja desde 1981. ¿Qué experiencias tuvieron mayor peso en su formación y de qué modo le enseñaron a liderar personas?
J.: Cuando llegué al cuerpo de bomberos, yo aún estaba en periodo de prácticas. Me dijeron que lo más importante era conocer el trabajo, saber lo que tenía que hacer. Comencé entonces a leer los manuales y los procedimientos para combatir incendios. Pero ésa es sólo parte de la historia. La otra parte consistía en la experiencia en sí, lo que proporciona un conocimiento práctico de cómo forzar una puerta o subir en una escalera a 30 metros del suelo. Pero para ser un buen bombero, para ser bueno en cualquier cosa, es preciso tener cualificación para saber cómo actuar.
Cuando me convertí en oficial, no bastaba con saber qué hacer. Ahora, también era responsable de los bomberos. En realidad, fui consciente de verdad de esto después del 11 de septiembre. Yo estaba al mando de tres focos de incendio en el Bronx. Había unos 100 bomberos en el lugar y unas tres docenas de equipamientos. Cuando apagamos el fuego, yo me estaba marchando cuando un bombero bajó corriendo por la calle detrás de mí. Él gritaba: "¡Jefe, jefe, jefe!" Paré. Cuando me giré, él dijo: "Jefe, sólo quería decirle que pretendo seguirle en cualquier pasillo". Para un bombero, la parte más peligrosa es el pasillo: se transforma en una verdadera chimenea, con mucho humo y calor. Pensé que ése era un bonito cumplido.
Sólo después, cuando volví al coche, entendí que lo que él estaba diciendo era algo más que "pretendo seguirle". En realidad, lo que él dijo fue: "Estaré a su lado, voy a seguirlo, porque creo que con usted estaremos seguros. Él dijo aquello pensando en el modo en que yo me había comportado en el pasado. Dijo que me seguiría, que estaría conmigo cuando pasara algo de gran envergadura. Era una gran responsabilidad. Podía sentir la presión de tal responsabilidad. Él estaba siendo sincero.
Useem: Fue un momento de gran aprendizaje.
Pfeifer: Desde luego.
Useem: Joe, me gustaría hacerle una pregunta sobre una serie de documentos que ha ayudado a preparar. Se trata de un conjunto de listas de control para el Cuerpo de Bomberos de Nueva York. Hay una lista para casos de fugas radiactivas. Hay otra para cuando se produce la caída de un edificio. Tienen una lista de control llamada Mayday Checklist. Me gustaría que hablara un poco sobre cómo desarrollaron esas listas y, luego, sobre cómo las usan en la práctica los miembros del Cuerpo de Bomberos de Nueva York.
Pfeifer: Nuestras listas funcionan como atajos. En el caso de un incidente radiológico, que no es frecuente, necesitamos una lista de procedimientos a seguir. Durante un incendio, y a medida que va volviéndose cada vez más complejo, es preciso tomar decisiones. El nivel de estrés aumenta. Una de las situaciones más difíciles para quienes están al mando son los casos de Mayday. El Mayday es el mensaje de un bombero en situación grave: él puede estar atrapado o sin saber cómo salir de un edificio. Algo ha salido muy mal. Es una situación de vida o muerte. Inmediatamente, el nivel del estrés sube, y hay que lidiar con él; al mismo tiempo, sin embargo, tiene que combatir el fuego. Por lo tanto, usamos una lista de control y un acrónimo. La palabra que usamos es LUNAR. Con eso, queremos saber el lugar donde está el bombero, su unidad, nombre, la tarea asignada y los recursos disponibles. Se trata de informaciones críticas, porque son garantía de que el bombero saldrá vivo del edificio. Nos permiten saber qué hay que hacer de inmediato, porque son bastante específicas.
Otra cosa en que estamos trabajando ahora es cómo usar la tecnología como lista de control. Por ejemplo, estamos desarrollando una pizarra de mando electrónica, o tal y como lo suelo llamar, una especie de command pad muy parecida al iPad. Podemos ver dónde están localizadas nuestras unidades en el interior de la estructura de un edificio. Una de las cosas más importantes para la seguridad consiste en hacer búsquedas en todos los pisos donde hay fuego, pero también en los pisos que no están afectados por él. Tenemos 15 minutos para poner en práctica ese procedimiento. Usamos señales visuales como lista de control. Si la búsqueda no concluye en 15 minutos, el piso quedará marcado en rojo en el command pad. Ésa es la señal para que el bombero al mando del incidente verifique el estatus de los que están haciendo las búsquedas.
Cuando concluimos una primera búsqueda, el lugar queda en amarillo. Si después de eso hacemos una segunda búsqueda, el lugar queda en verde. Usamos el sistema intuitivo de colores del semáforo —rojo, amarillo, verde— para dar al bombero al mando del incidente las mismas pistas que él tendría si tuviera una lista de control, sólo que ahora en formato visual.
Useem: En cuanto al Mayday Checklist, me ha parecido que tenían un número muy grande de ítems, todos ellos imprescindibles para la misión, y que a usted probablemente le gustaría que sus oficiales revisaran uno por uno. Uno de ellos me llamó especialmente la atención cuando participé en su programa de entrenamiento junto con siete compañeros hace algunos meses. La señal de Mayday forma parte del protocolo de la lista de control. Si un bombero estuviera atrapado y dijera: "Mayday", tendría que repetirlo tres veces. ¿Por qué es importante?
Pfeifer: Es importante porque estamos lidiando con un medio de comunicación inalámbrico. Estamos operando por radio. Queremos tener certeza de que el mensaje será transmitido. Si un bombero está en peligro, dirá: "Mayday, Mayday, Mayday" y, a continuación, transmitirá el mensaje. Con eso, garantizamos que el mensaje que se va a transmitir se oiga. También es una señal para los otros bomberos para que dejen de conversar por la radio y escuchen. Con sólo tres palabras, comunicamos muchas cosas.
Useem: Hablando de Mayday, el destino quiso que en la mañana del 11 de septiembre usted estuviera cerca del World Trade Center inspeccionando una fuga de gas. Era un día como otro cualquiera. Poco antes de las 9 de la mañana —a las 8 horas y 46 minutos para ser más exactos—miró hacia arriba y vio el primer avión impactar contra la Torre Norte. Usted era el comandante de mayor graduación en las inmediaciones del World Trade Center y tuvo un papel muy importante en el desplazamiento de los bomberos y del personal del servicio de emergencia al lugar de la tragedia. También fue el comandante de las operaciones en la Torre Norte. Me gustaría que nos transportara de nuevo a aquella mañana del 11 de septiembre, a las 8 horas y 30 minutos, y nos contara qué pasó en las horas posteriores.


(CONTINUA EN EL POST ANTERIOR)
 

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Publicado el 12/04/2012 por Dimaherz20

Este documental presenta el ataque del 11 de septiembre del 2001 como un auto-atentado perpetrado por el gobierno de estados Unidos para mantener dominado bajo el miedo y la sumisión al pueblo estadounidense. De esa forma utilizar el poder político, económico, mediático, militar y tecnológico para emprender guerras de dominación, destrucción y robo contra otras naciones con total impunidad y el consentimiento de la opinión pública nacional e internacional.
Aquí se exponen uno a uno los hechos sobre el Worl Trade Center (WTC,Centro Mundial de Comercio) que no coinciden con la historia oficial sobre el ataque terrorista a las Torres Gemelas.
Según la historia oficial el combustible de los aviones debilitó el acero de las estructura de los edificios por lo cual se derrumbaron.
Algo increíble, si tenemos en cuenta que los edificios fueron diseñados y construidos especialmente para soportar varios choques de aviones de gran escala y además, serían los primeros edificios de este tipo en la historia, que colapsaran por el choque de un avión o por causa del fuego.
Algo tal vez más sorprendente es que en el World Trade Center, que estaba constituido por 7 edificios,el edificio 7 no sufrió ningún daño de gravedad y sin embargo según el dueño de los edificios, Larry Silverstain, el edificio fue demolido por los bomberos por cuestione de seguridad. El edificio cayó exactamente de la misma forma que las torres , en caída libre. Esta forma de derrumbe es muy común en demoliciones controladas. Pero, una demolición controlada en un edificio con esas características llevaría varios días e incluso semanas de trabajos de planeamiento e instalación de explosivos.
Otro dato también interesante es que la BBC reportó que el mismo edificio 7 (llamado "Los Hermanos Salomón") se derrumbó (por si solo) debido al incendio que se produjo en el interior.
Lo extraño es que el colapso fue informado en vivo media hora antes de que eso ocurriera y el video de tal reporte se extravió.
Ante la sospecha del público de que la BBC tenía de antemano la información del derrumbe, la televisora declaró lo siguiente: "En el caso de que hayamos reportado el colapso del edificio 7 antes de que ocurriera, habría sido solo un error, nada mas que eso."
Este y otros documentales prueban que hay muchas interrogantes sobre el ataque terrorista al Centro mundial de Comercio en New York, y el principal sospechoso de encubrimiento o autoría es el gobierno de Estados Unidos.
Pero cuando el ladrón es el juez, todos son culpables menos el ladrón

[video]Publicado el 12/04/2012 por Dimaherz20 [/video]
 

Elkete

Comandante de Guardia
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Miembro Regular
Estimado, estos temas junto con sus parientes: platillos voladores, extraterrestres, viajes astrales, telepatía, etc, hay que dejarlos en el rincón de los charlatanes tipo Salfate.

Si se quiere que este sea o se mantenga como sitio web de referencia técnica no hay que dar cabida a este nivel de cuentos.